El fotógrafo del pánico
7.2
7,755
Terror. Thriller
Böhm interpreta a psicópata que fotografía a sus víctimas mientras mueren; es un hombre profundamente perturbado, cuyo desequilibrio hunde sus raíces en la infancia. Su padre, un científico obsesionado por estudiar las reacciones infantiles ante el miedo, destrozó su psique y lo convirtió en un adulto acomplejado y afectado por una demencia demoníaca. El personaje necesita registrar en imágenes el terror que sienten sus víctimas antes ... [+]
13 de noviembre de 2018
13 de noviembre de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante estudio psicológico sobre el comportamiento de un psicópata al que su padre sometió de niño a una serie de pruebas científicas para el análisis del temor y el miedo en el ser humano. Tales experimentos le convirtieron de adulto en un asesino obsesionado en captar con su cámara el momento de pánico final antes de matar a sus víctimas.
Se trata de un tipo joven, solitario y taciturno dedicado a la fotografía que experimentará cambios positivos cuando conoce a su inquilina de la que se enamora, algo que le hace sacar lo mejor de sí mismo. Sin embargo su novia tiene la intención de descubrir el extraño comportamiento de su pareja y para ello cuenta con la ayuda de su madre invidente que desconfía plenamente del muchacho.
Demasiado rompedora y escabrosa en su día, fue un fracaso de crítica y público aunque con el tiempo se la ha reivindicado como una obra de culto. Si bien es cierto que los años pasan y se rodó con pocos medios, la película tiene su punto al lograr contagiar al espectador el morbo malsano que desprende el comportamiento perturbado de su protagonista.
Se trata de un tipo joven, solitario y taciturno dedicado a la fotografía que experimentará cambios positivos cuando conoce a su inquilina de la que se enamora, algo que le hace sacar lo mejor de sí mismo. Sin embargo su novia tiene la intención de descubrir el extraño comportamiento de su pareja y para ello cuenta con la ayuda de su madre invidente que desconfía plenamente del muchacho.
Demasiado rompedora y escabrosa en su día, fue un fracaso de crítica y público aunque con el tiempo se la ha reivindicado como una obra de culto. Si bien es cierto que los años pasan y se rodó con pocos medios, la película tiene su punto al lograr contagiar al espectador el morbo malsano que desprende el comportamiento perturbado de su protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final el protagonista incapaz de matar a su chica de la que está profundamente enamorado termina suicidándose cuando la policía le tiene acorralado.
8 de marzo de 2012
8 de marzo de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente, en su momento fue revolucionaria. Ahora nos puede parecer inocente en muchos aspectos, pero sin duda marcó el camino para muchos cineastas posteriores.
Creo también que es un error intentar encuadrar esta película dentro del cine de terror. Una de las cosas que más me han llamado la atención es la deliberada tendencia del guionista y director de eliminar cualquier suspense o intriga derivados del argumento. Desde el primer momento sabemos quién es el asesino y cómo mata a sus víctimas. Es más, cuando entabla relación con la vecinita de al lado enseguida nos damos cuenta que ella no corre peligro...
En realidad, toda la película constituye un juego constante entre lo que se enseña y lo que se esconde, entre lo que se ve y lo que es visto, entre la cámara subjetiva del personaje y la cámara general que determina lo que ve el espectador, y todo ello con elementos de cine dentro del cine... Y también es una zambullida constante en la mente del protagonista, poco a poco vamos descubriendo su locura y entendiendo lo que está pasando...
Con todo ello, la historia se convierte en puro morbo. La ciega es, paradójicamente, quien todo lo ve. El pánico se plantea como un juego de símbolos en el que el sexo, la perversión y el dominio del otro adquieren todo el protagonismo. La cámara es el instrumento que sirve para entrar en la intimidad del otro. El arma homicida tiene un componente fálico evidente...
En fin, no es una peli de miedo... El efecto que se busca en el espectador es el de puro desasosiego.
En este sentido, las reminiscencias hitchcockianas son evidentes. Pero, a la vez, esto es otra historia...
En fin, quizá el inconveniente de la película es que la trama argumental termina por flojear. En cualquier caso, es de visión obligada para entender muchas cosas que se han hecho después.
Creo también que es un error intentar encuadrar esta película dentro del cine de terror. Una de las cosas que más me han llamado la atención es la deliberada tendencia del guionista y director de eliminar cualquier suspense o intriga derivados del argumento. Desde el primer momento sabemos quién es el asesino y cómo mata a sus víctimas. Es más, cuando entabla relación con la vecinita de al lado enseguida nos damos cuenta que ella no corre peligro...
En realidad, toda la película constituye un juego constante entre lo que se enseña y lo que se esconde, entre lo que se ve y lo que es visto, entre la cámara subjetiva del personaje y la cámara general que determina lo que ve el espectador, y todo ello con elementos de cine dentro del cine... Y también es una zambullida constante en la mente del protagonista, poco a poco vamos descubriendo su locura y entendiendo lo que está pasando...
Con todo ello, la historia se convierte en puro morbo. La ciega es, paradójicamente, quien todo lo ve. El pánico se plantea como un juego de símbolos en el que el sexo, la perversión y el dominio del otro adquieren todo el protagonismo. La cámara es el instrumento que sirve para entrar en la intimidad del otro. El arma homicida tiene un componente fálico evidente...
En fin, no es una peli de miedo... El efecto que se busca en el espectador es el de puro desasosiego.
En este sentido, las reminiscencias hitchcockianas son evidentes. Pero, a la vez, esto es otra historia...
En fin, quizá el inconveniente de la película es que la trama argumental termina por flojear. En cualquier caso, es de visión obligada para entender muchas cosas que se han hecho después.
24 de mayo de 2013
24 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se inicia la película con un plano fijo que demuestra la capacidad de Michael Powell para elaborar una compleja puesta en escena. El plano además, es un guiño hacia la obra pictórica de Edward Hopper, uno de los mejores pintores norteamericanos del Siglo XX. La película jugará constantemente a recrear ciertas partes de la pintura de Hopper, por otra parte. De todas maneras, la secuencia de apertura es una entrada perfecta para la película, y es una síntesis perfecta de lo que el espectador va a encontrarse en la obra. Un plano subjetivo de nuestro protagonista, punto de vista que es compartido por el uso de una cámara que utiliza nuestro personaje principal y que nos sirve para delatar un atroz crimen que él comete.
No tranquilos, no os he estropeado ni el principio ni el final. A diferencia de películas, como podría ser “Psicosis” de Hitchcock (no en vano comparten el mismo año de producción) la intriga es desvelada en el primer momento. A Powell el misterio y la tensión no le interesan en tanto como lo podemos entender de manera tradicional, es decir, Powell no crea un discurso en torno a descubrir el asesino de la película o a una investigación criminal, ni nada por el estilo. A diferencia de ello, el perfil psicológico de nuestro protagonista, así como la tensión que se va a produciendo a medida que los hechos avanzan y vemos hacía donde se va dirigiendo la película, una redención casi imposible de nuestro protagonista o el trágico desenlace que supondría el fin de todo. Es ahí donde radica el quid de la cuestión.
Pero más allá de este recurso argumental, que evidentemente tiene un valor por desmarcarse de la tendencia habitual, una de las cosas más destacables de la película es precisamente el detalle que hace la película sobre nuestro protagonista principal. Y es que nos encontramos ante un auténtico perturbado, que sin embargo, es el protagonista absoluto de la película. Nuestro hombre tiene uno de los perfiles psicológicos más interesantes de la historia del cine, seguramente porque Powell con la película está poniendo toda la carne en el asador e incluso está añadiendo parte de su propia biografía en la película.
Y es que es un canto al cine. Pero de manera totalmente desgarradora y diferente a la esperada. Nuestro personaje es un auténtico obseso por la captación y los procesos fílmicos del cine. El poder captar el rostro del miedo en una cinta (la secuencia final en que se hace hincapié en el misterio de cómo aterrorizaba a sus víctimas resulta revelador y también pone la piel de gallina) es lo que le obsesiona. El guión analiza de manera muy interesante los procesos de locura que llevan a nuestro personaje a acabar de tal manera. Es interesante también, porque si volvemos a comparar la película con “Psicosis” (sin obviamente desmerecer la obra maestra del gran Hithcock) veremos que los análisis psicológicos son bastante diferentes y mientras en “Psicosis” se utiliza la explicación científica como un apéndice final que sólo sirve para justificar los actos criminales del protagonista, ciertamente en El fotógrafo del pánico encontramos como estos procesos oscuros quedan mucho mejor definidos, en parte por la atmósfera decadente y oscura que el director es capaz de imprimir.
Como ya comentaba la implicación de Powell con la película es algo que le lleva al terreno más personal. No sólo es que el propio Powell aparezca en la película apareciendo justamente como el padre torturador de su hijo que lo filma constantemente, sino que el propio hijo de Powell hace el papel de protagonista cuando este era pequeño. Las relaciones son más que evidentes, porque Powell quiere una implicación personal absoluta. Y es que la película trata de la elaboración y de los medios cinematográficos de manera muy amplia.
De hecho la trama podríamos decir que gira en torno a la locura del cine y de los procesos fílmicos. Haciendo un paralelismo poco ortodoxo, en cierta manera se relaciona con la locura que observamos en la película “Arrebato” del director español maldito Iván Zulueta. Al igual que en aquella obra, la cámara se convierte en algo más que un simple apéndice de nuestro protagonista, sino que adquiere una relación totalmente torturadora y esclavista con él. Nuestro protagonista no puede desengancharse ni un solo momento de la cámara que siempre lleva con él, porque pretende analizar y grabarlo absolutamente todo (de hecho hay una secuencia magnífica en que el protagonista, después de un desencuentro amoroso, se graba sus propias lágrimas). Es decir, la cámara se convierte en un ente con vida propia que puede llegar a dominar al propio usuario. Por este motivo Powell le da tanta importancia a los planos subjetivos de la propia cámara.
Esta relación intentará llevarse a una redención, cuando el hombre conozca a una vecina, que intentará acercarse a él y tratar de ayudarlo. La mujer pues aparece como un ser redentor, que trata de ayudar por todos los medios a nuestro personaje principal.
Es una película altamente oscura y no apta para todo tipo de públicos. Pese a realizarse en los sesenta, su vigencia es más actual que nunca. Además en cierto sentido la película antecede lo que sería la explosión del subgénero de terror del slasher.
http://neokunst.wordpress.com/2013/05/24/analisis-filmico-el-fotografo-del-panico/
No tranquilos, no os he estropeado ni el principio ni el final. A diferencia de películas, como podría ser “Psicosis” de Hitchcock (no en vano comparten el mismo año de producción) la intriga es desvelada en el primer momento. A Powell el misterio y la tensión no le interesan en tanto como lo podemos entender de manera tradicional, es decir, Powell no crea un discurso en torno a descubrir el asesino de la película o a una investigación criminal, ni nada por el estilo. A diferencia de ello, el perfil psicológico de nuestro protagonista, así como la tensión que se va a produciendo a medida que los hechos avanzan y vemos hacía donde se va dirigiendo la película, una redención casi imposible de nuestro protagonista o el trágico desenlace que supondría el fin de todo. Es ahí donde radica el quid de la cuestión.
Pero más allá de este recurso argumental, que evidentemente tiene un valor por desmarcarse de la tendencia habitual, una de las cosas más destacables de la película es precisamente el detalle que hace la película sobre nuestro protagonista principal. Y es que nos encontramos ante un auténtico perturbado, que sin embargo, es el protagonista absoluto de la película. Nuestro hombre tiene uno de los perfiles psicológicos más interesantes de la historia del cine, seguramente porque Powell con la película está poniendo toda la carne en el asador e incluso está añadiendo parte de su propia biografía en la película.
Y es que es un canto al cine. Pero de manera totalmente desgarradora y diferente a la esperada. Nuestro personaje es un auténtico obseso por la captación y los procesos fílmicos del cine. El poder captar el rostro del miedo en una cinta (la secuencia final en que se hace hincapié en el misterio de cómo aterrorizaba a sus víctimas resulta revelador y también pone la piel de gallina) es lo que le obsesiona. El guión analiza de manera muy interesante los procesos de locura que llevan a nuestro personaje a acabar de tal manera. Es interesante también, porque si volvemos a comparar la película con “Psicosis” (sin obviamente desmerecer la obra maestra del gran Hithcock) veremos que los análisis psicológicos son bastante diferentes y mientras en “Psicosis” se utiliza la explicación científica como un apéndice final que sólo sirve para justificar los actos criminales del protagonista, ciertamente en El fotógrafo del pánico encontramos como estos procesos oscuros quedan mucho mejor definidos, en parte por la atmósfera decadente y oscura que el director es capaz de imprimir.
Como ya comentaba la implicación de Powell con la película es algo que le lleva al terreno más personal. No sólo es que el propio Powell aparezca en la película apareciendo justamente como el padre torturador de su hijo que lo filma constantemente, sino que el propio hijo de Powell hace el papel de protagonista cuando este era pequeño. Las relaciones son más que evidentes, porque Powell quiere una implicación personal absoluta. Y es que la película trata de la elaboración y de los medios cinematográficos de manera muy amplia.
De hecho la trama podríamos decir que gira en torno a la locura del cine y de los procesos fílmicos. Haciendo un paralelismo poco ortodoxo, en cierta manera se relaciona con la locura que observamos en la película “Arrebato” del director español maldito Iván Zulueta. Al igual que en aquella obra, la cámara se convierte en algo más que un simple apéndice de nuestro protagonista, sino que adquiere una relación totalmente torturadora y esclavista con él. Nuestro protagonista no puede desengancharse ni un solo momento de la cámara que siempre lleva con él, porque pretende analizar y grabarlo absolutamente todo (de hecho hay una secuencia magnífica en que el protagonista, después de un desencuentro amoroso, se graba sus propias lágrimas). Es decir, la cámara se convierte en un ente con vida propia que puede llegar a dominar al propio usuario. Por este motivo Powell le da tanta importancia a los planos subjetivos de la propia cámara.
Esta relación intentará llevarse a una redención, cuando el hombre conozca a una vecina, que intentará acercarse a él y tratar de ayudarlo. La mujer pues aparece como un ser redentor, que trata de ayudar por todos los medios a nuestro personaje principal.
Es una película altamente oscura y no apta para todo tipo de públicos. Pese a realizarse en los sesenta, su vigencia es más actual que nunca. Además en cierto sentido la película antecede lo que sería la explosión del subgénero de terror del slasher.
http://neokunst.wordpress.com/2013/05/24/analisis-filmico-el-fotografo-del-panico/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
También hay que destacar un aspecto fundamental de la película, la elaborado fotografía de la película. Powell elabora una serie de gamas cromáticas que dejan al espectador totalmente boquiabierto. No sólo ya es las múltiples referencias que la fotografía realiza hacia la pintura de Edward Hopper, sino que es realmente increíble como llega a explotar todas las posibilidades formales de la película. Múltiples focos de luz que iluminan toda la pantalla, pero no de manera uniforme, sino que se compone un mosaico lleno de color que da una magia tremenda a la película. Eso en algunos momentos, porque en otros el director es capaz de focalizar la luz de una manera especial y sorprendente. Sólo hay que ver las tremendas secuencias en el laboratorio para darse cuenta de la importancia que la luz tiene en la película.
Otro aspecto muy interesante es el propio tema metacinematográfico. No sólo las ya comentadas referencias que la película realiza en el argumento, sino las propias obras que el director dentro de la película trata de realizar. Películas que entroncan con películas tan posteriores y actuales como “The Ring” o “Sinister”. El cine dentro del cine. Pero no un cine cualquiera, sino que las películas que el propio director muestra de sus asesinatos reales son en cierta parte mostradas en la pantalla (también la película sabe jugar con mostrar algunas cosas y dejar que la imaginación complete otras). Un auténtico cuento de los horrores para una película ciertamente infravalorada.
Otro aspecto muy interesante es el propio tema metacinematográfico. No sólo las ya comentadas referencias que la película realiza en el argumento, sino las propias obras que el director dentro de la película trata de realizar. Películas que entroncan con películas tan posteriores y actuales como “The Ring” o “Sinister”. El cine dentro del cine. Pero no un cine cualquiera, sino que las películas que el propio director muestra de sus asesinatos reales son en cierta parte mostradas en la pantalla (también la película sabe jugar con mostrar algunas cosas y dejar que la imaginación complete otras). Un auténtico cuento de los horrores para una película ciertamente infravalorada.
5 de octubre de 2019
5 de octubre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante decir que, ante este film, yo pertenezco al grupo de los desconcertados.
Efectivamente, es un film muy peculiar y, sin embargo, atrapa.
Me sorprende mucho que en los topics de esta noble página, no la hayan catalogado todavía como película de culto, pues tiene todas las papeletas para serlo.
Con esta película, los aficionados al cine de terror y también los amantes del cine dentro del cine, están de enhorabuena.
Powell, nos presenta su película más personal, si cabe, metiéndonos en la piel de un perturbado mental aquejado de voyerismo, cuya profesión, cámara de cine o fotógrafo, resulta idónea para ejecutar sus pulsiones.
Porque este muchacho está obsesionado con captar la representación absoluta del terror.
Y como director frustrado, completamente obsesionado con su cámara, necesita registrar compulsivamente todas y cada una de las expresiones de terror que jamás le dejarán satisfecho como buen cineasta.
Para ello, no duda en engañar a atractivas jóvenes para que se pongan delante de su cámara y así asesinarlas delante de su objetivo para buscar en su agonía la más pura y sincera expresión de terror.
¿ Por qué digo que es desconcertante esta película?.
Pues porque no es una película de psicópatas al uso.
Al director no le interesa una intriga normal sobre asesinatos e investigación policial y todo eso, sino que nos hace una reflexión sobre el poder vampirizador de la imagen ( " Arrebato" de Iván Zuloaga también hablaba de algo parecido), y se dirige a nosotros los espectadores para que nos sintamos aludidos ( también somos mirones al fin y al cabo).
Ésto hace que la película tenga diferentes lecturas, que en mi caso, pobre cinéfilo convencional, a pesar de haber seguido el film con sumo interés e intriga, no pueda evitar quedarme con esa sensación incómoda que produce la visión de una película " rarita".
Me extraña de todos modos, los pocos votos que tiene la cinta.
Yo hubiera apostado que esta película es de una modernidad aplastante y que muchos cinéfilos de hoy en día, se hubieran apresurado a rescatarla ya que creo que es transgresora, innovadora, personal y única, además de inquietante y emocionante, pero en fin.
Vosotros veréis.
Yo como siempre he afirmado en esta página, otorgo mi voto en relación a mis gustos personales y mi subjetividad, por lo tanto, no le doy más de un 7.
Pero en este caso y como excepción, quiero mostrarme más objetivo y señalar que este film para minorías, merece más puntuación del que yo le puedo dar, aunque suene contradictorio.
Pero es que me da en la nariz que tiene que haber por ahí, un nicho de la juventud que tiene que adorarla y a ese nicho se la recomiendo. Veréis qué descubrimiento.
Efectivamente, es un film muy peculiar y, sin embargo, atrapa.
Me sorprende mucho que en los topics de esta noble página, no la hayan catalogado todavía como película de culto, pues tiene todas las papeletas para serlo.
Con esta película, los aficionados al cine de terror y también los amantes del cine dentro del cine, están de enhorabuena.
Powell, nos presenta su película más personal, si cabe, metiéndonos en la piel de un perturbado mental aquejado de voyerismo, cuya profesión, cámara de cine o fotógrafo, resulta idónea para ejecutar sus pulsiones.
Porque este muchacho está obsesionado con captar la representación absoluta del terror.
Y como director frustrado, completamente obsesionado con su cámara, necesita registrar compulsivamente todas y cada una de las expresiones de terror que jamás le dejarán satisfecho como buen cineasta.
Para ello, no duda en engañar a atractivas jóvenes para que se pongan delante de su cámara y así asesinarlas delante de su objetivo para buscar en su agonía la más pura y sincera expresión de terror.
¿ Por qué digo que es desconcertante esta película?.
Pues porque no es una película de psicópatas al uso.
Al director no le interesa una intriga normal sobre asesinatos e investigación policial y todo eso, sino que nos hace una reflexión sobre el poder vampirizador de la imagen ( " Arrebato" de Iván Zuloaga también hablaba de algo parecido), y se dirige a nosotros los espectadores para que nos sintamos aludidos ( también somos mirones al fin y al cabo).
Ésto hace que la película tenga diferentes lecturas, que en mi caso, pobre cinéfilo convencional, a pesar de haber seguido el film con sumo interés e intriga, no pueda evitar quedarme con esa sensación incómoda que produce la visión de una película " rarita".
Me extraña de todos modos, los pocos votos que tiene la cinta.
Yo hubiera apostado que esta película es de una modernidad aplastante y que muchos cinéfilos de hoy en día, se hubieran apresurado a rescatarla ya que creo que es transgresora, innovadora, personal y única, además de inquietante y emocionante, pero en fin.
Vosotros veréis.
Yo como siempre he afirmado en esta página, otorgo mi voto en relación a mis gustos personales y mi subjetividad, por lo tanto, no le doy más de un 7.
Pero en este caso y como excepción, quiero mostrarme más objetivo y señalar que este film para minorías, merece más puntuación del que yo le puedo dar, aunque suene contradictorio.
Pero es que me da en la nariz que tiene que haber por ahí, un nicho de la juventud que tiene que adorarla y a ese nicho se la recomiendo. Veréis qué descubrimiento.
14 de julio de 2012
14 de julio de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da comienzo con una grabación de una mujer que es asesinada por manos del hombre que se encuentra tras la cámara.
El hombre tras la cámara se trata de un psicópata que disfruta plasmando el terror que viven sus victimas en el momento de ver próxima la muerte.
En su época generó mucho revuelo, pero a día de hoy el paso del tiempo ha mermado la fuerza e impacto de las imágenes que recoge, resultando alguno de los asesinatos ridículo.
La historia presenta muy pronto el comportamiento y la identidad del psicópata, llegando también a presentar precipitadamente los hechos que han podido conducir a que el psicópata haya adaptado ese comportamiento, eliminando cualquier atisbo de misterio en cuanto a la búsqueda del mismo.
En ese momento la trama se centra en la relación que mantiene el psicópata con una de sus vecinas, mostrándonos a un hombre tímido, cuidadoso, cauteloso y delicado, tras cuya apariencia apacible se encuentra un perturbado criminal.
El interés de la historia radica finalmente en comprobar, hasta que punto el amor puede apaciguar a la fiera interior que lleva anclada el protagonista desde su perturbadora infancia.
El hombre tras la cámara se trata de un psicópata que disfruta plasmando el terror que viven sus victimas en el momento de ver próxima la muerte.
En su época generó mucho revuelo, pero a día de hoy el paso del tiempo ha mermado la fuerza e impacto de las imágenes que recoge, resultando alguno de los asesinatos ridículo.
La historia presenta muy pronto el comportamiento y la identidad del psicópata, llegando también a presentar precipitadamente los hechos que han podido conducir a que el psicópata haya adaptado ese comportamiento, eliminando cualquier atisbo de misterio en cuanto a la búsqueda del mismo.
En ese momento la trama se centra en la relación que mantiene el psicópata con una de sus vecinas, mostrándonos a un hombre tímido, cuidadoso, cauteloso y delicado, tras cuya apariencia apacible se encuentra un perturbado criminal.
El interés de la historia radica finalmente en comprobar, hasta que punto el amor puede apaciguar a la fiera interior que lleva anclada el protagonista desde su perturbadora infancia.
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