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Nadie sabe

Drama Cuatro niños, hijos de distinto padre, viven felices con su madre en un pisito de Tokio, aunque nunca han ido al colegio. Un buen día, la madre desaparece dejando algo de dinero y una nota en la que encarga al hijo mayor que se ocupe de sus hermanos. Condenados a una dura vida que nadie conoce, se verán obligados a organizar su pequeño mundo según unas reglas que les permitan sobrevivir. Sin embargo, el contacto con el mundo exterior ... [+]
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
14 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al comienzo de esta película se advierte a los espectadores de que está basada en hechos reales, si no fuera así se podría pensar que Hirokazu Koreeda, guionista y director, habría cargado bastante las tintas. Una prueba más de que la realidad, en muchas ocasiones, supera a la ficción. Los espectadores no japoneses nos quedamos sin saber cómo fue la verdadera historia y, sobre todo, su final..., eso en un principio, luego se entera uno de que parte de la historia real fue muy distinta.

Koreeda impone un ritmo de narración muy lento para acentuar aún más el dramatismo de aquello que cuenta, el abandono de cuatro niños, cada uno de padre distinto, por parte de su madre. El director juega también la baza de no exponer nada que pueda explicar situaciones muy duras; pero que, si se piensa, resultan algo inexplicables. Nada se nos aclara tampoco sobre el personaje de Saki, su aislamiento, que parece puesto solo para cargar aún más la película de dramatismo; y en realidad es así, pues este personaje es pura ficción, no existió en este suceso.

Quien conozca el carácter de la sociedad japonesa se extrañará menos de que algo así pueda ocurrir, que nadie se ocupe de lo que sucede a ésos niños, pero no es algo propio de esa sociedad, sino algo cada vez más corriente en todo el mundo supuestamente desarrollado. Está claro que este film trata de denunciar la deshumanización existente que no es capaz de preocuparse por el prójimo ni tratándose de niños.

Película sin final, otra trampa, cuando sabemos que alguno tuvo que tener. El real fue mucho menos poético.

Buena película, pero que busca con cierto descaro el efectismo.
Juan Ignacio
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15 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Hirokazu Koreeda, a golpe de proyecciones y premios en diferentes de los más prestigiosos festivales, a conseguido salir de las fronteras niponas para convertirse en uno de los cineastas japoneses del momento, un referente cuyo cine no deja de encandilar y arrasar allá por donde va. El film que tratamos en esta entrada no tan solo fue nominado a la palma de oro en Cannes 2004, junto a otros films asiáticos notorios como la futurista y barroca 2046 del hongkonés Wong Kar Wai o la aclamadísima Old Boy del coreano Park Chan-wook, sino que se hizo con el premio al mejor actor para el preadolescente Yûya Yagira, cuya entrega deja estupefacto a un espectador atónito ante un recital de tal categoría ofrecido por un niño de esa edad.

Si bien las últimas películas del director japonés, tales como Kiseki (2011) o De tal padre tal hijo (2013), pudieron ser tildadas de contar con cierta manipulación emocional recurrente por los estereotipos y la música, en este caso, la sensibilidad de Nadie sabe surge de la falta de musicalidad, del más acertado uso de los silencios ayudados de un seguido de poderosísimas imágenes melancólicas, ayudadas por una fotografía azulada y grisácea que recrea una ciudad de Tokio la cual se mueve por una cotidianidad tan fría como distante, dejando en evidencia la soledad y el desamparo en el que se encuentra el joven Akira.

La película destila auténtica verosimilitud, contando con una excelente dirección la cual organiza un desarrollo narrativo que prima la lentitud del ritmo y la dilatación de las escenas, demostrando salir bien parado de un ejercicio en el cual su meta es escoger a la perfección el momento justo en el que iniciar y cortar la toma. La fotografía juega siempre a favor de la belleza y la poesía visual. También se ayuda de algunos temas musicales, que si bien antes elogiábamos los silencios en los momentos más dramáticos, juega a la perfección a la hora de elaborar entrañables escenas en el que observamos el desarrollo fraternal de los protagonistas. No obstante, Koreeda no podrá evitar llevar a cabo un uso melodrámático y triste de la música en el final del film, no resultando para nada forzado sino más bien como un acompañamiento ideal a la melancolía y a la resignación de lo que observamos en imagen.


Luis Suñer

http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/07/dare-mo-shiranai-2004-nadie-sabe.html
Lluís
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1 de mayo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película así se te mete en el estómago y no te deja en paz durante días. Por ello, si uno no la reposa lo suficente y ejercita la escritura inmediatamente después de verla, puede caer en ciertos errores que por otro lado son comprensibles. Yo no la vi en su estreno, faltaría más, eso es algo que sólo hacen los valientes. La he visto bastantes años depués y además, a día de hoy, el mal rollo en el cuerpo ya ha desaparecido.

Los que conocemos un poco a Koreeda sabemos que es uno de los directores que dentro del actual siglo se está ganando la buena reputación que tiene porque es bueno, así de sencillo. "Nadie sabe" arranca con la siempre atractiva etiqueta de 'basado en hechos reales', una cuestión que jamás puede pasar desapercivida por ningún espectador. Desde que empieza sabemos que lo que vemos sucedió, es inevitable no pensar en ello. Y como lo que nos muestra Koreeda es un drama como una casa, esa etiqueta ya no está escrita con letras minúsculas, no es algo que nos dé igual caramba, es una etiqueta enorme escrita con letras mayúsculas. Lo que vemos, la existencia en completo abandono de cuatro menores, es algo que sucedió realmente. Y eso duele. Y eso merece una reflexión, merece un juicio y yo a Koreeda, lamentándolo muchísimo, le diría doce años depués que yo sí quiero saber más. ¿Nadie sabe?; ¿de verdad?; ¿nos podemos quedar en la descripción?; no, no, no... Yo sí quiero saber más.

No sé cómo hubiera resultado la película con el epílogo que yo reclamo, que es saber más y no quedarme ahí. Supongo que Koreeda tuvo en consideración la posibilidad de ofrecer más información complementaria y decidió hacer "Nadie sabe" tal cual como ha quedado. Una lástima, insisto, yo quería saber más. Yo quiero juzgar.

No puedo dejar de teclear para decir que lo que hace el niño actor es una maravilla y que las dos horas descriptivas me parecen inmejorables. La salida de los niños a la calle queda en mi retina: verlos recoger semillas y respirando aire, en definitiva viviendo tal cual se merecen. Nada que reprocharle a Koreeda por ahí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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3 de junio de 2005
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un filme que sin duda estará entre los mejores estrenos del 2005 en España.
Afortunadamente, no todo en el cine japonés es violencia para consumo adolescente.
En un estilo casi documental, este interesante realizador pone esta obra en la estela de los grandes y conmovedores relatos cinematográficos sobre la infancia (Los 400 golpes; La infancia de Iván; El niño que gritó puta; Adiós, muchachos; Las tortugas también vuelan...).
Después de ver esta película, me han quedado muchas ganas de conocer la obra anterior de Hirokazu Koreeda, un nombre a tener muy en cuenta.
GranVia
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15 de abril de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director del filme escribe, al final: ¿quién es el culpable? (o algo así), y contesta: Ustedes. Si hemos de ser todos, no se entiende porqué se excluye a sí mismo (tal vez no fue él quien hizo esto).
Película extensa y lenta, para contemplar, mientras los niños contemplan sus propias vidas (un hecho real en Japón en 1988, todavía más terrible, pero las autoridades se enteraron a los seis meses). Nadie se hace cargo de ellos, nadie sabe, supuestamente nadie se da cuenta, más aún, la madre ha planeado la estrategia de que no salgan del departamento y, por tanto, que no vayan a la escuela. Es una situación extremadamente improbable y una tragedia que si no lo logra estará muy cerca de hacernos llorar. Pues los niños nos dan pena en esta situación, y además, éstos, son encantadores y actúan maravillosamente, en un filme definitivamente bello.
Leonel
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