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A través del espejo

Drama Durante un hermoso verano, un escritor, siempre demasiado ocupado y de temperamento frío y distante, va a pasar unos días con sus hijos, un adolescente y una joven con problemas mentales, que está casada con un médico que la cuida con gran ternura. Su estancia en la isla donde viven sus hijos desencadena una crisis que los afecta a todos, pero especialmente a él, porque toma conciencia de su incapacidad para darle a su familia lo que espera de él. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
20 de mayo de 2006
22 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Declaración de principios: admiro a Bergman por El Séptimo Sello y por Persona. Especialmente por Persona, una de mis películas favoritas. Pero esta película es un coñazo.

Argumento: una mujer se vuelve loca en una apartada casa de la playa donde pasa unos días con su marido, su hermano y su padre. Punto. El guión es nefasto a nivel narrativo. La película se toma diez o veinte minutos al empezar para presentarte los personajes y ponerte en situación, y aún así no te queda demasiado claro. Y sólo son cuatro personajes en toda la película. Después te empieza a introducir el tema de la locura de la mujer, pero muy lenta y aburridamente. Han pasado cuarenta minutos y todavía no tienes muy claro de qué va la película, y por supuesto los personajes no te interesan lo más mínimo. Llega un punto en el que la cosa se anima y empezamos a verle los dientes al Bergman más desquiciado, pero de pronto la película se acaba. Fin. The end. Punto.

Y no he mencionado el tema que realmente más me ha repateado: la religiosidad. Resulta que esta película pertenece a una trilogía sobre Dios y su silencio. ¿A que os resulta extraño, habiendo leído mi sinopsis? Pues ved la película y me contáis dónde encaja la temática religiosa, porque sigo sin verle sentido. Podría decir que está metida con calzador, pero se supone que si pertenece a una trilogía sobre el tema es fundamental en la película y no un añadido. Resulta confuso, porque los personajes empiezan a discutir sobre Dios sin el menor sentido, y especialmente delirante resulta la escena final con ese "Papá me ha hablado" que es vergonzoso. Realmente me gustaría que algún cinéfilo me diese una explicación coherente, como por ejemplo que Bergman se estaba automedicando cuando escribió el guión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
KesheR
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19 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman se encuentra en plena madurez (43 años) con 6 hijos a sus espaldas, cuatro matrimonios (la película está dedicada a Kabi Laretei su esposa en ese momento), dos amantes y en la cresta de la ola artística. Acaba de ganar el Oscar en el 60 a la mejor película de habla no inglesa con "El manantial de la doncella" y volverá a hacerlo con la que nos ocupa.

Sus paranoias o inquietudes (a gusto del consumidor) existenciales y filosóficas y sus propios demonios interiores sobre todo familiares que nunca le abandonaron toman aquí un nuevo rumbo en el inicio de una trilogía junto con "Los comulgantes" y "El silencio" ambas en el 63 que él en principio no reconoce y más tarde aceptará (Begman nunca fue muy fiable hablando de su propia obra) por el común denominador de temas que tratan como la soledad, la incomunicación y la ausencia de Dios. Inicio de sus largas  estancias en la isla sueca de Farö donde  rodará este y otros films limitándose a unos pocos personajes, de su troupe actora habitual. Es el sexto trabajo con Harriet Andersson por ejemplo.

Una mujer vive en una isla junto con su marido y su hermano pequeño. Su esquizofrenia heredada de su madre la tiene atrapada y dividida entre dos mundos, el real y el espiritual irreconciliables según declara en un momento dado. Su marido la cuida pero no la entiende, su relación marital esta muerta, ella busca desahogo emocional y algo más en su hermano, aún virgen e inocente. Su padre acude a la isla conformando un cuarteto que tras unos minutos iniciales donde intentan guardar las apariencias afloran todos sus carencias y culpas en sus caóticas relaciones. Bergman pone en cada uno de ellos mucho de su propia cosecha personal.

El Dios redentor que de sentido a todo ello acaba por ser una monstruosa araña de malévolas intenciones o "un helicóptero" o puede que sea el amor el auténtico Dios que nos concede el indulto de la pena de muerte a la que estamos abocados, según expresan el padre en esa coda final un tanto estrambote que cierra la cinta. O puede que todo sea una visión distorsionada a través de ese espejo oscuro que cita San Pablo en una carta a los Corintios y que da lugar al título de la cinta: “Pues ahora vemos de un modo oscuro, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco sólo de modo fragmentario; pero luego conoceré así como soy conocido”. 

Lo cuenta Bergman con su maestría habitual, sin abandonar el aroma teatral y una excelsa fotografía en blanco y negro de Sven Nykvist. Impecable como siempre el elenco con Harriet Andersson como eje principal y un exhaustivo montaje durante dos meses en el que Bergman poco más que se encerró con su montadora Ulla Ryghe.

Para terminar he de reconocer que personalmente no me ha causado tanto efecto emocional como sus trabajos anteriores más corales y a mi juicio más interesantes en fondo y forma como por ejemplo "Fresas salvajes" (1957). La crítica norteamericana, a pesar del Oscar, tardó años en reivindicarla. Y es que te pongas como te pongas el maestro siempre se sale con la suya.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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28 de enero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película difícil. La última que me quedaba por ver de la trilogía El silencio de Dios (las otras dos cintas son: El silencio y Los Comulgantes). Es la primera de las tres. No sé muy bien por qué se llama así. En las otras dos sí es cierto que hay un alto componente místico y religioso. Pero en ésta no se aprecia tanto (tampoco en El Silencio), más allá de las alucinaciones de la hija.
Hay algo de imposibilidad del hombre para situarse en el mundo, para comprender su lugar y a qué se dedica, por qué está en él. Y, sobre todo, en las tres, pero en esta especialmente, lo que se aprecia claramente son las dificultades para situar al hombre en relación con sus seres queridos. Sobre todo con los hijos. Si todo autor, si todo creador deja algo autobiográfico en todo lo que hace, es evidente que Bergman tenía serio problemas con sus hijos. Qué era un auténtico 'utilizador' de mujeres, por no emplear una palabra más fuerte, era conocido. Pero el aspecto relacionado con sus hijos no lo conocía. Es evidente que sufre por ello, porque lo deja más que claro con varias cintas. Ésta, por ejemplo, Saraban, etc.
También es llamativa la frecuencia con la que sus personajes sufren enfermedades mentales, esquizofrenia particularmente. Es evidente que le llama mucho la atención y que es más que un recurso estético o estilístico. Es algo que le atormenta y le hace sufrir. No sólo que le llama la atención. No es un recurso, es un hijo conductor en toda su obra.
Los personajes de la cinta son interpretados por Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow, y Lars Passgard. Los tres primeros son actores de la 'troupe' de Bergman. Mucho conocidos y grades actores. Me ha encantado Gunnar, en el que me he fijado con cierto detalle.
Me ha gustado. No es de lo que más me ha gustado de Bergman, pero debo reconocerle una gran capacidad de sugestión.
ÁAD
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16 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en un espejo forma parte de la trilogía de Ingmar Bergman sobre Dios. Dónde el director sueco nos muestra sus dudas, su fe, su desesperanza y su anhelo.
Hay cuatro personajes, un padre con sus dos hijos y el marido de la hija. Están de vacaciones en una casa de campo al lado del mar, para descansar del ajetreo de sus vidas. Aunque el descanso no será tal, ya que la introspección de sus almas estará presente durante todas las vacaciones, reflejado en símbolos como mirar a través de la ventana cuando realmente te estas mirando a tí mismo, idea aplicada más tarde por Woody Allen en Interiores o la presencia del agua, representando la metafísica de las personas.
Pero lo más importante es donde esta Dios en personas que se quieren de tan diferentes formas y debido a esto se hacen daño entre ellas, Bergman para esta pregunta pone un símbolo (que lo pondré en el spoiler) que en sí no es una respuesta concreta, pero su ambigüidad le da a Bergman el anhelo de vivir a pesar de sus dudas y su desesperación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cthulhu
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16 de junio de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mente humana es sumamente compleja e intrincada, pudiendo llevarnos a diversas realidades o manifestarse en diferentes aspectos: los pensamientos racionales, la imaginación, los sueños... viéndolo todo con absoluta lucidez si está acompañada por la cordura. Pero cuando se produce algún tipo de trastorno mental se abre un mundo oscuro y aterrador en el que se vaga sin saber a donde ir o a que atenerse, surgiendo alucinaciones, voces, delirios y todo tipos de fenómenos que pueden controlar a la persona y aislarla completamente del mundo si se la deja sola con sus propios fantasmas, situándose el individuo unas veces en el mundo real, con una apariencia serena, y otras veces en el mundo producido por su trastorno, que puede incluso llegar a convertirse en el único mundo si el problema avanza. Semejante situción y dificultades son las que tiene que enfrentar Karin cuando se ve afectada por un trastorno mental y se encuentra totalmente confusa, asustada e incluso a veces descontrolada dentro de su propio estado psíquico, e intentarán apoyarla su devoto mario Martin, su hermano Minus y su padre David, recién llegado a Suecia para pasar con ellos unos días.
Como en otros filmes del maestro sueco los temas más recurrentes son la enfermedad, la muerte, el miedo o Dios, temas plenamente existencialistas y que incitan a la reflexión, que pueden inquietarnos o conseguir una sensación de catarsis. Bastante cruda, pero muy bien realizada en todos los aspectos y muy interesante.
david panadero moya
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