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El cuarto mandamiento

Drama A finales del siglo XIX, la mansión Amberson es la más fastuosa de Indianápolis. Cuando su dueña, la bellísima Isabel, es humillada públicamente, aunque de forma involuntaria por su pretendiente Eugene Morgan, lo abandona y se casa con el torpe Wilbur Minafer. Su único hijo, el consentido George, crece lleno de arrogancia y prepotencia. Años más tarde, Eugene regresa a la ciudad con su hija Lucy, y George se enamora de ella. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película del genio Welles, en la que cuenta la historia de una familia rica del S.XIX y el cambio de la ciudad provocado por la llegada del automóvil sustituyendo a los caballos como medio de transporte. Muestra como los avances tecnológicos golpean a las costumbres poco a poco de la misma forma que a lo que sustituyen tecnológicamente, y también enseña como los que se sienten cómodos con lo habitual huyen de la adaptación a lo novedoso
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PABLO
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15 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Finales del siglo XIX, película de amores contrariados, de amores que por las vueltas que da la vida se vuelven amores imposibles. En su juventud Eugene (Joseph Cotten) estuvo a punto de casarse con Isabel (Dolores Costello), sin embargo una estupidez suya los alejo.

Años después ambos se encuentran, Eugene es viudo y tiene a una hija llamada Lucy (Anne Baxter). Mientras que Isabel está casada y tiene un irreverente hijo llamado George (Tim Holt). Mayores y jóvenes se encontraran en una fábula amorosa.

Orson Welles da muestras (una vez más) de lo gran narrador que es, el film cuenta con una introducción simple y sencillamente inmejorable y que solo un genio puede llevar a cabo, para contextualizarnos en la época y en los indicios de la trama con su espectacular voz en off.

El elenco está en un gran estado logrando transmitir el drama, el deseo y los celos como pilar fundamental, hay algunos gags divertidos, su corta duración hace que sea un film sencillo de ver, gran dirección y fotografía por parte de Stanley Cortez.

The Magnificent Ambersons es el producto de un genio, de un joven con un talento tan grande que fue incomprendido, y los problemas con la productora comenzaban a crecer, gran film.
10P24H
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26 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Amores cruzados

El cuarto mandamiento tiene el punto de inflexión en la fiesta que se celebra por la vuelta de George. También es invitado Eugene y su hija Lucy (Anne Baxter). El reencuentro entre Eugene e Isabel reaviva viejas llamas. Sin embargo, súbitamente se produce otro enamoramiento: El de George y Lucy. En realidad El cuarto mandamiento es la historia de dos amores imposibles, separados por el egoísmo y la impostura social.

La muerte de Wilbur, y la subsiguiente viudez de Isabel, hace que ella y Eugene se acerquen más y más hasta el punto de consumar un viejo y frustrado amor. Sin embargo George hará todo lo posible para separarlos. Odia a Eugene y mantiene una relación realmente vigilante con su madre, hasta el punto de socavar su felicidad.

Orson Welles muestra al inicio una capacidad de narración original y ágil. Lo primero que vemos en El cuarto mandamiento es una introducción a la época casi en forma de reportaje (algo del bagaje de Ciudadano Kane). Welles aprovecha algo tan banal como el cambio de la moda en los sombreros, como indicio de uno de los temas de la película: la sustitución de un viejo paradigma por otro nuevo. Welles rueda de una forma totalmente atípica para lo que se estilaba en Hollwood. En lugar de poner la cámara a la altura de los ojos busca angulaciones insólitas, perspectivas poco comunes. Tampoco se priva de ejecutar virguerías, como por ejemplo los estupendos travelings durante el baile en homenaje a George, o algunos planos fijos donde la acción continúa sin corte durante minutos. La fotografía de Stanley Cortez, por su parte, juega deliciosamente con los claroscuros.

*El maldito montaje

Comúnmente se suele citar a El cuarto mandamiento como ejemplo de profanación cinéfila a través del montaje. El montaje que entregó Orson Welles duraba aproximadamente 131 minutos, pero se consideró que era demasiado largo y se vio necesario recortarla. Los pases previos fueron muy negativos en ese sentido. Al final el corte fue de más de cuarenta minutos, amputando puntos clave de la película y dejándola irreconocible. Incluso se filmó un final distinto durante la ausencia de Welles, rodado, por cierto, por Robert Wise (futuro director de West Side Story o Sonrisas y Lágrimas, p.ej). Wise también fue el montador.

¿Pero dónde estaba Orson Welles mientras se cometía este desatino? Rodando un documental en Brasil por encargo de Nelson Rockefeller que, además, quedó inconcluso. Welles no dio nunca el visto bueno a los tremendos cortes que sufrió El cuarto mandamiento. Como él mismo dijo, este asolador montaje va notándose más según avanza la película. La parte final va a salto de mata, formando un conjunto de escenas estupendas pero con una ligazón muy débil. A partir de aquí la carrera de Welles fue una lucha por mantener sus montajes originales.

*La belleza resiste

¿Merece la pena ver El cuarto mandamiento a pesar del destrozo del montaje? Rotundamente sí. Hay varios motivos. Vemos, quizá, al Orson Welles más intimista y melancólico. Se trata de una melancolía misteriosa y decadente, cuyo centro neurálgico es el caserón de los Amberson, a veces sumido en sombras. La dirección artística dio a luz a unos estupendos decorados, donde precisamente destaca la susodicha mansión y su espectacular escalera. De hecho los escenarios fueron reutilizados en varias películas posteriores de la RKO.

Las actuaciones rayan a un magnífico nivel. Los dos polos opuestos son Joseph Cotten y Tim Holt. El primero en un papel cada vez más logradamente entristecido. El segundo transmitiendo fehacientemente una profunda sensación de antipatía y arrogancia, pero con unos matices sueltos que lo vuelven digno de compasión. Destacar también a Agnes Moorehead en el papel de Fanny, la desdichada y solterona hermana de Isabel. Anne Baxter, como Lucy, muestra una capacidad seductora frágil pero misteriosa.

Por cierto, llama la atención el nombre puesto en España a la película (el título original es The magnificent Ambersons). El cuarto mandamiento se refiere a «honrar padre y madre» según la ley de Moisés. Sin embargo el personaje de George más que honrar a su madre, lo que hace es denegarle la oportunidad de ser feliz. O las autoridades españolas de turno pretendieron ser sarcáticas (no lo creo) o no entendieron nada y dan como correcto el comportamiento de George. Dada la moral reaccionaria de la época apostamos por esta última opción.

*Conclusión

El cuarto mandamiento es como un bello mosaico al que le faltan algunas importantes teselas. Aunque el montaje cortara una parte importante de la película, la fuerza y la belleza de las imágenes de Welles son tan poderosas que justifican de sobra su visionado. Además, el peculiar romanticismo acaba copando nuestra atención. Un clásico absoluto.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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15 de febrero de 2006
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con El cuarto mandamiento Welles consigue lo más parecido al milagro que yo he visto en el cine, mutilada, destrozada por el estudio, según Welles cada vez que la veía le daba pena, suprimieron casi 40 minutos de película. Pero a pesar de eso lo que queda es tan maravilloso , tan sorprendente que uno una vez vista sólo puede decir que es una de las películas más impresionante que he disfrutado en mi vida . Romántica hasta la médula , Welles juega con el paso de tiempo sobre unos seres arrasado por el cambio de signo de una época que se acaba. En su reflexión y su contenido me recuerda enormemente al Gatopardo, la historia de una familia, de una clase que no resistirá el auge de los nuevos tiempos. A recordar la escena de la carta que Dolores Costello recibe en la soledad de la mansión , para mí lo mejor que nunca rodó Welles.
granon
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22 de agosto de 2007
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se eliminase la escena final (añadida por la productora en contra del criterio de Welles) y se terminase la película con el fundido en negro anterior, sería una película redonda.

Si además se recuperasen las escenas cortadas (eliminadas por la productora, alterando así el ritmo del tramo final de la película), sería una obra maestra.
El bajista
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