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Extraños en el paraíso

Comedia. Drama Dos amigos y la prima de uno de ellos, que acaba de llegar a Estados Unidos desde Budapest, viven en Florida diversas aventuras. Popular película del cine independiente de los ochenta que se rodó en apenas 18 días con un equipo de sólo once personas: tres actores y ocho técnicos. (FILMAFFINITY)
Críticas 43
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8
10 de abril de 2011 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los apenas 18 días de rodaje, un escaso presupuesto, los tres actores principales y unos cuantos figurantes y técnicos le fueron más que suficientes a Jim Jarmusch para rodar su segunda película ‘Stranger than Paradise’. Rodada en su mayor parte en interiores, la cinta posee una fría pero acertada fotografía en blanco y negro de Tom DiCillo que recalca ese sentimiento nihilista y melancólico. La pérdida de valores, la tremenda marginalidad y la profunda desilusión por seguir adelante se encuentran en una juventud carente de expectativas, de motivación y de deseos, que no ve más allá de todo lo vulgar que los rodea. Una fascinante y excelente manera de hacer cine a modo de road movie.
8
12 de enero de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
WELCOME TO THE WONDERFUL WORLD WHERE NOTHING IS HAPPENING...o eso parece, porque Jarmusch envuelve su película con un manto de opacidad y simpleza. Pero nada más lejos de realidad.
Ayudado de esa simpleza, el director ahonda en el vacío existencial de su generación, de ese hastío y apatía, metáfora tremendamente conseguida en la conversación que tienen Willie y Eddie con el hombre que trabaja en la fábrica.
"¿Te imaginas trabajar en una fábrica?"
En Eva encuentran una especie de némesis, una especie de alter ego invertido, más sofisticada y que busca el sueño americano que tanto parecen despreciar los dos amigos.
Esa crítica se recrudece aún más cuando aparece en escena la tía Lotte, hablando en otro idioma, clara exposición de la diferencia de generación y los valores perdidos en los nuevos adolescentes. Cuando los protagonistas parece que intentan "reconducir" su vida, si se puede llamar así, se dan de bruces con su auténtico yo y la historia acaba donde empezó, solo que con los factores invertidos.
Las elipsis temporales, aqui fundidos a negro, cobran especial importancia como tiempo perdido, no recuperado, aumentando esa sensación de que casi nada está pasando, de que la película en realidad no trata un guión, si no un estado (¿catatónico?) de ánimo y que Jarmusch logra captar mejor que nadie con un desparpajo muy solemne y un toque casi poético del medio que le rodea.
6
20 de octubre de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lago. Historia de Tokio. Hasta luego cocodrilo. El vestido es mío. Kung Fu Panda.
Limbo. Infierno. Cielo. Vincent Gallo y Aki Kaurismaki. Flores rotas.
Todos hacen de todo. Humor triste. Carver. Frases cortas (fundido en negro, otro párrafo, validado), no hipotácticas.
Bonita. Pobreza. Delicada. Sobria. Dulce y rasgadamente melancólica. Desolada. Superficialmente hermosa. Ella es estupenda, una niña grande, y ellos casi parecen iguales, hermanos gemelos, las parejas del proceso.
Screamin Jay Hawkins.
Siempre le falta algo, estiloso, de efecto, de gesto, de pose, publicitario del vacío y la sorda angustia, la poética de la cochambre sin pasarse, a medias, vende la marca existencialista posmoderna, la identificación distanciada con la pena, hace del fracaso un artefacto, un objeto de mercadeo, traduce el desconcierto en lenguaje que sublima, te quiere hacer sentir parte de los elegidos, de los bellos malditos, de los que más entienden, es su regla del juego, a sí mismo, de pose, inteligencia, talento, certeza, no vuela, se queda a ras de suelo, no tiene la fuerza ni la capacidad ni las agallas del genio, del que realmente destaca o sobresale, es un poeta simbolista.
Planos fijos medios. Muchos.
Una comuna de artistas de prestigio y no con mucho dinero la hicieron.
Hasta qué punto aguantar el momento/silencio es bueno y denso o ya no, o es solo huero, cuando hablar y qué, mover la cámara o no tal vez, gente o nada, pasa algo o se quedan quietos, todas estas ambiguas y difíciles decisiones llenan su cine, ahí está la clave de su arte, la sensación de estar en construcción, de ver algo que se está haciendo en ese mismo momento, que no está acabado Wilder, que está abierto, poroso, esponjoso, eso en el mejor de los casos, como el ideal de su propuesta que muchas veces también, como todo el resto, se acaba transformando en mera fórmula, autocomplaciente muestra pensada para un público que necesita desesperadamente sentirse diferente, mejor, claro, masajeo, formar parte del club, de la secta, pasar al siguiente nivel de exigencia, el grupo, eres de los míos, no de los que están fuera y de nada se enteran, bienvenido, querido amigo, yo así vivo.
Como fuera de casa en ninguna parte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Te tenías que haber ido a Madrid, con todos nosotros, te hubiéramos acogido con los brazos abiertos.
Es una de esas películas en las que entras en otra dimensión, como pasar de una casa de putas o el congreso de los diputados a un de clausura convento, con los maitines y las madres superioras, todo el día rezando, contrito, bendito, religión, pureza, baño en balneario, de sangre limpieza y de espíritu santo descanso, un mundo desconocido para el que solo conoce el griterío, la chabacanería y la ramplonería, la propaganda y el calor seguro de la tribu, donde todo está pautado y tiene la misma respuesta, no hay pega, y te sientes agradecido, el cambio del cambio, por supuesto, ese relajo elevado, alerta, un oasis, te exige, te advierte, droga pura, te interesa, sabes que no se van a reproducir las opciones más banales y obvias, se les buscan las vueltas, espera, te gusta casi todo, es realismo sucio lírico, la abulia, la falta de entusiasmo, el espejo deformante correcto, no el abyecto, la carencia de grandes oraciones ocurrencias ingeniosas, la repulsión de las moralejas y las putas enseñanzas morales, el rechazo de la ciega acción, del movimiento perpetuo, y de los guiones preparados almodóvar, el blanco y negro lechoso bello, la derrota, los perdedores, los vagos y maleantes, los pícaros de siete suelas desagradables, nada majos ni sonrientes, que caen al suelo y no se levantan, los personajes que no deben ser simpáticos ni admirables ni ejemplos, para bien y para mal, el amor que no es necesario, la falta de deseo y de pasta y de perspectivas y de ilusiones apenas, el sentido del humor negro como un pájaro de mal agüero o ni eso, la falta de chiste o gracia y de sexo, castos, necios, la negación radical de las grandes ambiciones o intereses, los huecos, que se callen y no pase una mierda, que beban y fumen mucho hasta la muerte, que hablen húngaro y no les guste, quieren ser americanos, como todos, como el resto del mundo, faltaría menos, que sean de fuera, de muy lejos, de ninguna o cualquiera parte, la vieja europa, que la fealdad pueda ser tan hermosa, que la música resuena remueva, que se dé a entender y no se diga, un feliz espejismo, es sentirte en casa, de verdad, otra vez extranjero, vagabundo, donde no te faltan tanto al respeto ni te consideran otro bulto sospechoso, al despreciar lo normal te abren la puerta y tú pasas, no tengas miedo, no te va a comer el lobo, te dan esperanza, la de los marginados tan guapos y y horrorosos. Vale.
Pero tampoco nos pasemos, la vuelta del círculo ominoso, hay que pagar el precio, no vayamos de guays ni de entendidos, de especiales y únicos, no caigamos en la otra casilla, justo la contraria de la aborregada y masiva norma, en los tópicos del cine indie, en ese canal o previsible también recorrido, de festivales y mamoneos, de premios y abrazos rotos, cuentos, trucos, tratos, rollos, mentiras, burdas, bobadas.
Ahí está la frontera, la duda.
Aquí sí. No tanto.
Confusiones y malentendidos, tú te vas a Boston y yo a California, el tipo que manda tanto y el que obedece demasiado, la pobre chica que no tiene donde caerse muerta y les sigue, qué remedio tiene, solo amablemente un poco resiste, y la vieja fabulosa siempre gana la partida, sola.
Y de convidado de piedra el de las palomitas, gracioso, mira.
El cielo y el infierno son lo mismo, se parecen tanto al limbo, y Cleveland es una ciudad hermosa casi como Florida está inundada de luz y alegría y Nueva York preñada de oportunidades y maravillosa gente, claro, quién en su sano juicio lo duda, coge el avión y observa.
Los quieres, te imaginas allí con ellos, o con otros, qué importa, viendo la tele, haciendo el ridículo, nada, pelando la pava, chanchullos, supervivencia fiera y suave, mirándote el ombligo, viendo sin parar la tele, comiendo basura, perdiendo el tiempo, mucho vicio, los mejores años de nuestra vida, matando el rato, todo pasa.
Es una comedia loca.
Es el edén. Los últimos días. Tenemos las mejores ofertas.
9
27 de agosto de 2022 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos se preguntarán: ¿Qué encanto puede tener una película, de 1984, que se filmó en unos pocos días y en planos-secuencia con sonido directo; el montaje fue solo pegarlos en orden y cerrar cada toma con un fundido; costó cerca de ¡125.000 dólares! y se rodó en blanco y negro?... ¿Qué atracción puede tener una historia protagonizada por tres personas del “común”, cuya mayor fama la obtuvieron en la música: John Lurie (el único con algunos créditos en el cine) como compositor e intérprete de jazz; Eszter Bálint, compositora y violinista, y apenas con algunos pinitos como actriz de teatro; y Richard Edson, percusionista en una banda de post-punk y sin ninguna experiencia actoral?... ¿Qué entusiasmo puede despertar una historia donde tres fulanos sin grandes propósitos y pretendidamente outsiders, juegan, de repente, a encontrarle algún sentido –no muy exigente- a sus existencias?

Pues, para sorpresa de muchos, todo lo anterior y con una magia indescriptible, el director, Jim Jarmusch, consigue transformarlo en algo con tanto sentido e interioridad humana, que nos deja atrapados y encantados con el resultado.

En el primer segmento, The New World, parece que no pasara nada: Una chica originaria de Hungría, llega de paso donde un primo que ahora vive en New York, pero, informado Bela (ahora, Willie) de que su tía Lotte se encuentra hospitalizada en Cleveland, se verá abocado a tener a Eva durante 10 días, mientras puede ella viajar a casa de su pariente. Eva es una chica pacífica, con un especial atractivo, y quizás por lo que sucede, se ha vuelto fumadora. Su primo Willie, es un tipo despectivo y desordenado, y da la impresión de no tener aspiración alguna; sin reserva, ni decoro le expresa a Eva su fastidio por tenerla en casa, y se molesta con cualquier cosa que ella hace… ni siquiera muestra el más mínimo interés en llevarla a dar un paseo por la ciudad… y solo cuando llega su amigo Eddie, expresa agrado con su compañía. A, Eddie, le gusta Eva, pero, Willie no da entrada para que pueda salir con ellos.

Lo que sucede tras algunos días de estar, Eva en casa de Willie, comienza a tener su magnetismo, porque cada uno conseguirá ver el lado amable del otro… y lo que sucederá, desde entonces, es una divertida y muy auténtica historia de amor sobre tres personas que cometen toda suerte de improcedencias, mientras en sus corazones una semillita llamada Amor, parece germinar con algo de raquitismo, pero, con definitivas ansias de vivir.

Los impulsos que animan a cada uno de estos personajes, parecieran los de desadaptados chicos de escuela, pero, algo sucede con ellos porque, poco a poco, les vamos tomando cariño, sobre todo cuando entendemos que, como todo ser humano, ansían tener un poco del elíxir del amor.

Jarmusch, maneja con gran sobriedad los hilos de ésta relación y la Ley de Reciprocidad juega a aplicarse a la perfección, pero, hay algo muy hondo que anima a éstos indefinidos seres humanos a insistir en lo que muy poco saben cómo alimentarlo y cómo sostenerlo… y hasta habrá un momento en que, el Hado, aportará algo suyo a ver si, por fin, esa delicia llamada Amor consiguen que funcione.

En fin que uno termina hondamente atrapado por éstos particulares y solitarios personajes, y aunque cada trampa y cada ligereza con que juegan en la vida, al final se les devuelve de una u otra manera, terminamos deseándoles un poco de felicidad, porque ¿quién será aquel que, cuando el amor ha llegado a su vida, no se vuelve un poco mejor persona?

<<EXTRAÑOS EN EL PARAÍSO>>, contiene una ácida crítica al idealizado sueño americano… y es la demostración perfecta de la magia de lo simple, para lo cual hace falta una sensibilidad como la de Jarmusch, capaz de lograr un filme entrañable.

Título para Latinoamérica: <<MÁS EXTRAÑO QUE EL PARAÍSO>>
20 de septiembre de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde una fugaz, esta vez practicamente testimonial para el arranque, Nueva York, el peaje invernal de Cleveland, y finalmente, contemplada como la tierra de Oz de las oportunidades ludópatas, una Florida que sigue pareciendo soleada y ahogada en tonos pastel incluso en blanco y negro. Jarmusch mueve en el mismo tablero las fichas de la aprensiva obsesión, tal vez un mecanismo de autodefensa contra la fobia a los inmigrantes, de Willie -el músico y pintor John Lurie- intentando parecer americano, la ofuscada vivacidad de su prima Eva -la violinista Eszter Valint- buscándose la vida fuera de su país y el sujetavelas Eddie -el ex batería de Sonic Youth, Richard Edson-.
Que Edson permanezca erguido como una vara todo el rato y con la espalda en la misma postura que si estuviese arreándole a los platos lo achacaré a que sólo era su primera película y actúa guiándose por la memoria corporal.
La realidad no es perfecta, y quienes la ocupan tampoco. El microuniverso de tres zangalotinos sin oficio ni beneficio bifurca en un paraíso extraño y difícil donde la fórmula errática y errante de Jarmusch no se desvanecía (y no lo ha hecho nunca) sino que se multiplica en tres parias sin destino que, precisamente por eso, no parecen de nacionalidades distintas, puesto que están desprovistos por igual de perspectivas de futuro.
Su único paraíso es el de la BSO que adorna los vaivenes de estos tres primos bastardos de Odile, Arthur y Franz que se zarandean al ritmo sincopado de temas de John Lurie tocados por The Paradise Quartet y el omnipresente exorcismo blues de Screamin Jay Hawkins.
Fruto o no de la casualidad, no veo descabellado afirmar que de la costilla de ésta salió el caldo para que Wong Kar Wai guisase cuatro años más tarde en 'As tears go by'.
Lo que pasa en Florida, se queda en Budapest.
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