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Revenant: El renacido

Aventuras. Western Año 1823. En las profundidades de la América salvaje, el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Glass resulta gravemente herido por el ataque de un oso y es abandonado a su suerte por un traicionero miembro de su equipo, John Fitzgerald (Tom Hardy). Con la fuerza de voluntad como su única arma, Glass deberá enfrentarse a un territorio hostil, ... [+]
Críticas 563
Críticas ordenadas por utilidad
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8
22 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que Kidman es a "Los otros", Tom Hanks es a "Forrest Gump", así es Di Caprio a "El Renacido". Pero más allá de la actuación de Oscar de Di Caprio, que considero igual de merecida que en otros papeles en los que tampoco se lo han concedido, hay que ver la película. Y la cinta es técnicamente perfecta, como destaca casi toda la crítica, pero no es conmovedora. El espectador se queda como a una media distancia, permaneciendo atento a cada nuevo avatar del personaje pero sin una sensación de riesgo, miedo, dolor, pena,... en resumen sin empatía alguna.

Por otra parte, la cinta, parafraseando al "gran" M. Rajoy, es "muy Iñarruti y mucho Iñarruti". Es de agradecer al destino que, después de que el proyecto llevase desde que se publicó en 2002, cayendo en diferentes manos, fuese Iñarruti el que lo sacase adelante escogiendo a Di Caprio en lugar de...con todos mis respetos, a Samuel L. Jackson, que fue barajado por otros directores como protagonista, pero al que ese mismo destino parece empeñado en que se perpetúe como secundario (o actor de reparto, como se quiera).

Sólo la fotografía, aunque llegue a abusar de los 360 grados, la música del inefable Ryuichi Sakamoto y, evidentemente, la actuación de Leonardo merecen ser visionadas sin dilación...eso sí, damas y caballeros, en PANTALLA GRANDE.
8
23 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro González Iñárritu nos embarca en una aventura épica, donde hace que la voluntad de sobrevivir de un hombre el leit motiv en que apoyar una adaptación de una novela que narra unos hechos reales acaecidos en el primer cuarto del siglo XIX, donde el hombre se enfrentaba con la naturaleza por el negocio de las pieles de los animales, una naturaleza más cruda, más fría, más despiadada, y no sólo eso, además se debe enfrentar a otros seres mejor adaptados que el propio hombre al medio, como los depredadores autóctonos de la zona en su lucha diaria por la supervivencia y las tribus indígena locales, que tenían la sensación de ser despojados de su hábitat natural, de sus raíces, de sus costumbres.

Una película de silencios, de ausencia de diálogo, donde el protagonista último es la propia naturaleza en todo su esplendor y en toda su furia, esos majestuosos paisajes que se suceden, esas nevadas que todo lo congelan esparciendo nieve por doquier, esas montañas insalvables, esos ríos caudalosos, con sus rápidos y sus cascadas, ese viento que aúlla dando paso a una excelente banda sonora original, otro de los aciertos de la cinta, que acompaña a los silencios , a la ausencia de diálogo, a la naturaleza en su plenitud.

Y ahí estamos los hombres con nuestra codicia e inmundicias mancillando esa tierra, esas costumbres, ese ciclo de la vida. El depredador último proclamando su superioridad como ser más evolucionado a hierro y fuego, a sangre y muerte, huyendo ante la adversidad a sus reductos arrancados de la tierra donde se puede imponer a todo, incluso a la más dura naturaleza.

Dicaprio no necesita grandes diálogos para interpretar a su personaje, un hombre blanco adaptado al medio con un hijo de la relación con una nativa india, que sufre unas espantosas heridas fruto de su lucha contra la naturaleza y es abandonado a su suerte (gran trabajo de maquillaje, por cierto, dando mucha credibilidad a las secuelas del combate) con los trofeos que le llevaron a su presunta muerte, trofeos que a la larga le dan la vida nuevamente, y poseído por esa fiebre humana que es la venganza persigue por los inhóspitos paisajes a Tom Hardy, en otro gran papel de sujeto representando las miserias humanas.

Supongo que la academia, después de varias oportunidades más que merecidas por Leonardo Dicaprio le dará la ansiada estatuilla, no así quizás a la película y a la dirección, o al menos por ahí van mis apuestas después de haber visto "Spotlight".

Notable película, un 8.
9
24 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film me evoca a varias películas, principalmente del gran Terrence Malick "Nuevo Mundo" pero no de su filosofía, también las escenas cuando Dicaprio se come con ansías el pescado, me recordo a Gollum del Señor de los Anillos, y por último en la escena cuando se esconde dentro del caballo, es muy parecida a la del imperio contraataca, cuando Luke se esconde dentro del "animal" para protegerse del frio.
Por otra parte, la película es friamente bellísima; la fotografia, la cinematografía, las actuaciones de DiCaprio y Tom Hardy, excepto la música, que no la recuerdo. Iñárritu con esta película remedio o subsano de la grandilocuente o verborreica y olvidable Birdman.
8
24 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La duración de la película es una de las grandes bazas a favor de la misma. Le permite respirar, mostrar, construir una narración. La trama, el guión, no es la única fuerza de una narración. Este tipo de películas se juegan congeniar con el espectador. Ante una trama poderosa, un guión férreo y un devenir de los acontecimientos milimetrado la capacidad de reflexionar es más redudica (lo que no quiere decir que sea malo cuando todo encaja). El renacido se explica más desde la experiencia, desde lo físico. Tanto del cuerpo físico (en este caso el maltrecho de Hugh Glass, interpretado por Di Caprio) como el espacio físico (maravillosamente mostrado por Emmanuel Lubezki). Desde esa fisicidad y ese tempo la película tiene sentido, es creíble, resulta una epopeya adictiva.

La película es un alarde técnico espectacular. Pero no se deja epatar por un preciosismo pedante ni la siempre constante mano de Iñárritu en la cámara subraya más de lo que debe. Digámoslo sin miramientos: la película es ambiciosa, majestuosa, conmocionante. Y la película y su director lo saben y lo quieren demostrar constantemente. Pero no es un ejercicio vacío, no queda en una pedantería e impresión vacua sino que está tocada por una vara de criterio, de potencia (a todos los niveles) dominada, suministrada a lo largo del metraje. Solo en unas pocas escenas se le van de la mano en cuanto a grandilocuencia. Esa grandilocuencia es en lo que la convierte en el perfeco ejemplo de una gran obra, de gran presupuesto, casi un blockbuster se podría decir pero que funciona perfectamente porque tiene una entidad propia, porque crea un relato, porque fluye durante los 156 minutos.

Al leer sobre las vicisitudes del rodaje, es imposible no remitirse a Werner Herzog y sus espectaculares historias de rodajes en el Amazonas. Algo tiene la película del mejor Herzog, de esa naturaleza descarnada y extraña y de esos personajes que en la peores condiciones o sacan lo peor de si mismos o se centran simplemente en sobrevivir. Para poco más están en esos lugares. Y si para poco más están allí tampoco es necesario más guión e historia que la que El renacido quiere mostrar. Una historia de venganza y ya. Pero qué manera de mostrarla.

https://incertidumbreycine.wordpress.com/2016/02/24/el-renacido-the-revenant-alejandro-g-inarritu-2015/
5
24 de febrero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de lo mucho que me pirró Birdman, ardía en deseos de echarle un tiento al nuevo trabajo de Alejandro González Iñárritu, y ya una vez me enteré de que contaba con Leonardo DiCaprio y Tom Hardy en el reparto, apaga y vámonos. ¡Tenía que ver esta película sí o sí!

Era uno de los acontecimientos más importantes del año, una de las claras favoritas para los Oscar, la gran oportunidad de DiCaprio de llevarse por fin la célebre estatuilla y de Iñárritu de ser el primer director de toda la historia en ganarla dos años consecutivos.

Tardé un poco más de lo deseable, ya que se me acumularon losestrenos y mi presupuesto no daba para más, pero por fin conseguí echarle un ojo en pantalla grande a esta odisea cinematográfica.

Y me ha parecido UNA CASTAÑA.

No nos engañemos, The Revenant no es una mala película. No del todo al menos. No quiero ir de pedante, porque por mucho que algunos iluminados digan que sí, tengo la ferviente creencia de que el cine no puede ser juzgado objetivamente. Pero si conseguimos mantener la mente fría, rápido nos daremos cuenta de que tiene muchas cualidades redentoras que nos evitan hablar de un desastre de proporciones bíblicas. Y vamos a empezar por ellas.

Entre la tremenda fotografía de Emmanuel Lubezki y el enorme fetichismo por los planos secuencia de Iñárritu, desde luego The Revenant es una película que da gusto ver. La ambientación está conseguidísima y te sumerge sin problemas en la América salvaje. Combínalo con el aire acondicionado a mala hostia del cine y la inmersión será espectacular.

Y, cómo no, a nivel actoral también estamos hablando de algo muy tocho. Leonardo DiCaprio lo da absolutamente todo —incluso más de lo que debería, pero ya volveremos a eso más tarde— en un papel que no es para nada agradecido y Tom Hardy se convierte en una bestia parda, en un villano despreciable y temible a partes iguales, con el que por difícil que parezca no cuesta empatizar de vez en cuando. Dohmnall Gleeson (que últimamente parece estar metido en todos los fregados) y Will Poulter también ofrecen unas interpretaciones a la altura, aunque se vean eclipsados por los otros dos titanes.

Entonces, ¿qué coño falla aquí? Si técnicamente es impecable, los actores están tremendos y la sensación inmersiva es total, ¿por qué me ha parecido tan terrible?

La respuesta es sencilla. The Revenant no es una película: es, a la vez, una lucha constante de egos para ver quién la tiene más gorda y el cebo para Oscar más desesperado que he visto en toda mi puta vida. Y no me molestaría, de verdad que no, pero por lo menos podrían haberse dignado también a que no fuera un tremebundo coñazo.

No os voy a mentir, no ha sido la experiencia más soporífera que he tenido en una sala de cine porque ya vi Segundo Origen hace unos pocos meses. Pero si no fuera por el talento que hay detrás, el descalabro sería peligrosamente similar.

Y la película no empieza mal. Más bien al contrario. Después de una introducción que deja poco respiro —gracias al buen pulso que tiene Iñárritu para las escenas de acción— y que consigue poner las expectativas por las nubes, todo se derrumba a partir de la tan cacareada escena del oso: mal planteada, mal rodada, peor actuada y con unos efectos especiales que son para echarse las manos a la cabeza. Y lo que viene a partir de ahí va cuesta abajo y sin frenos.

No exagero, todo el segundo acto de The Revenant consiste en ver a DiCaprio arrastrándose por el suelo, quedándose dormido mal, despertándose peor, volviéndose a arrastrar y volviéndose a dormir. Como si el guionista se hubiera olvidado de lo que es una elipsis, nos obsequia con un soporífero bucle interminable de hora y media que resulta, a todas luces, excesivo. Adornado, eso sí, con algunas escenas oníricas en las que Iñárritu se cree Terrence Malick con erótico resultado.

(Sigo en spoilers, sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es en este acto cuando se nota especialmente la lucha de egos y la súplica por un Oscar de la que os hablaba antes.

«¿Que tú ruedas la película cronológicamente y en condiciones climáticas intempestivas? Pues yo me como un hígado de bisonte crudo. ¿Que tú babeas, moqueas y te pasas media película arrastrándote y gruñendo? Pues yo moqueo todavía más, ¡que no dejen de salpicar los fluidos a cámara!...»

Aun teniendo el potencial suficiente para ser un peliculón de tomo y lomo, The Revenant termina siendo un festival de cosas que realmente tampoco es que hicieran falta, pero luego queda cojonudo decir lo mal que lo han pasado rodándola y el enorme esfuerzo que les ha costado sacarla adelante. Algo así ocurrió en su día con Birdman y su —falso, que en realidad tampoco tenía tanto mérito— plano secuencia, pero por lo menos en aquella ocasión el guión era acojonantemente bueno si le perdonábamos algún que otro delirio pretencioso.

Aquí no es que haya algún delirio pretencioso, es que he visto películas dirigidas por James Franco mucho más humildes que ésta. El libreto de The Revenant no parece haber sido escrito por un guionista reputado, sino que más bien resulta digno de un adolescente superdotado con carencias emocionales al que nadie entiende y que parece ansioso por que todo el mundo le admire por lo ingenioso de sus metáforas sobadísimas.

Y lo peor de todo es que después, en el tercer acto, la película vuelve a levantar el nivel con creces en un enfrentamiento final que nos evoca a los mejores westerns. No nos dura demasiado la alegría, lo bueno se hace corto y al final sólo es un pequeño destello del peliculón que podría haber sido si sus responsables no estuvieran tan subidos de humos. Al final nos ha quedado un envoltorio precioso plagado de buenos momentos que terminan siendo inundados por una abundante y maloliente oleada de mierda.

Dijo Iñárritu que lo que pretendía conseguir con esta cinta era «una experiencia de inmersión sensorial para que la audiencia pueda fundirse literalmente en la realidad que describe». Visto de esa forma, si su objetivo era que el espectador lo pasara tan jodido como su personaje protagonista, creo que lo ha logrado con creces.

Eso sí, por cada Oscar que se lleve me hago un corte en la muñeca.

Crítica original en: http://www.criticronico.com/2016/02/the-revenant.html
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