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Los dioses vencidos

Bélico Christian Diestl (Marlon Brando) es un teniente del ejército alemán que ama a su país, pero guarda serias dudas con la guerra que comienza a abrirse camino. Noah Ackerman (Montgomery Clift) es un soldado americano que sufre las presiones de sus propios compañeros y jefes, pero está dispuesto a defender lo que es justo a como dé lugar. Ambos se enamoran de chicas con carácter, y esto también sirve de acicate para mantener el impulso de ... [+]
Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
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8
18 de agosto de 2022 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película encontramos a cuatro hombres que combaten por muy diferentes razones. Primero, en una estación de ski en Baviera en vísperas de la guerra, conocemos a un joven alemán (Brando) que ha crecido con la República de Weimar y ha visto que en los últimos años Hitler ha devuelto el orgullo a los alemanes. Se le puede considerar un idealista ingenuo. Después, ya comenzada la guerra, conocemos en una oficina de reclutamiento de Nueva York a un joven judío (Clift) de apariencia frágil pero gran determinación que acude a alistarse voluntario. Tiene clara cual es su causa. Mientras, en la misma oficina, un hombre ya maduro, profesional del espectáculo de éxito (Martin), supera el examen médico y es reclutado obligatoriamente. Inmediatamente inicia las gestiones para intentar librarse. Por último, un capitán del ejército alemán (Schell), superior del teniente en el que se ha convertido el personaje de Brando, que es un fiel y aplicado servidor del régimen.
He visto una versión de 160 minutos, siete menos del minutaje de la reseña y, aún así, la censura en España aligeró bastante más el metraje y los fragmentos restituidos, en versión original, son muy significativos. En el primero, el teniente encarnado por Brando, insatisfecho con el servicio que se le ha asignado en el París ocupado, pide un traslado de destino. En el fragmento eliminado, el capitán que interpreta Schell amonesta severamente al teniente y le deja bien claro que su único cometido, el de todos ellos, es acatar órdenes dejando cualquier otra consideración aparte.
A cada uno de estos hombres corresponde una mujer. El personaje de Martin tiene una novia-amiga, una mujer de mundo, que agita su mala conciencia y le empuja a cumplir con su deber. Clift conoce a una jovencita de provincias, tan frágil y resuelta como él, que sabe que el único impedimento que puede haber a su amor es que su conservador padre jamás ha conocido a un judío. Y aunque el padre de su novia cede, el recluta Clift tendrá que enfrentar el antisemitismo latente en la sociedad americana durante su periodo de instrucción. Por su parte, el teniente Brando conoce en París a una joven francesa que, pese a la hostilidad que siente hacia los ocupantes, es capaz de ver en él un fondo de nobleza y espera que el transcurso de la guerra le haga ver lo equivocado de su causa. Por último, la esposa del capitán nazi, a la que conocemos porque el teniente Brando la visita, por petición del propio capitán, durante un permiso y que resulta ser un pendón desorejao. Segundo corte de la censura: una secuencia en la que la química sexual entre Brando y la bellísima May Britt está a punto de fundir la pantalla. Demasiado para aquella época. Y para esta también, diría yo.
El tercer corte de la censura extirpa quirúrgicamente todas las secuencias del campo de concentración, tanto aquella en la que Brando comprende por fin la monstruosidad de la causa a la que sirve como las que se desarrollan después, con el campo ya liberado por el ejército aliado, y en las que se pone de manifiesto la colaboración de la población civil alemana con aquellos horrores. Si aún con estas secuencias el final resulta abrupto, sin ellas resultaría fulminante.
Como puede verse, las razones por las que cada uno de los protagonistas combate son muy distintas. Personas idealistas pueden servir a causas equivocadas o legítimas. Hay quien intenta eludir responsabilidades y peligros y quien se entrega como instrumento del mal. El guión hace un retrato preciso de personajes y situaciones, aunque podría haber aligerado algo de eso que el crítico de cine del periódico de provincias que se leía en mi casa calificaba de “mullido sentimental”. La puesta en escena es competente y los interpretes están muy en sus papeles. Incluso Brando.
"El baile de los malditos" es un melodrama bélico, o antibélico según se miré, de vidas cruzadas, el que se sustenta en sus magníficas interpretaciones, porque aunque contiene algunas excelentes secuencias y su relato tiene cierto calado, ciertamente por momentos puede hacerse algo lento y aun aburrido. Pero esto sólo es por momentos, porque de un modo u otro, el relato fluye incesante a través de sus constantes cruces de caminos, por los que transitan, arrastrados por las circunstancias, sus casi siempre afligidos personajes.

En una Alemania entusiasmada con un nuevo orden, un monitor de esquí, que cree que en éste hallará mejores oportunidades, cortejará a una dama, de vacaciones de invierno en los Alpes bávaros, ésta es una dama de la alta sociedad americana, que no deja de admirar el encanto del atleta de aspecto nórdico, pero a la que le desagrada, profundamente, el nuevo Estado Nacionalsocialista, al que éste seguramente hubo votado…

…Ya de regreso en Nueva york, ella, calladamente, incluso reprochará a su novio, un bohemio autor de comedias musicales, que éste trate de eludir el alistamiento forzoso, al que es requerido. Quien una vez en la oficina de alistamiento entablará amistad con un joven de débil aspecto y de melancólica sonrisa, al que invitará a una de sus fiestas. Allí, el joven, conocerá a una chica de mirada optimistas, de la que se enamorará...

…En Europa da comienzo la guerra y nuestro esquiador es un flamante teniente de La Wehrmacht, de un ejército alemán que avanza invencible hacia París, sólo con alguna que otra pequeña escaramuza. Pero el transcurso de la guerra le irá, poco a poco, desmoralizando, hasta hallar una verdad que se le hará insoportable…

...De nuevo en América, nuestros recién enamorados, con la aprobación del padre de la chica, contraerán matrimonio. Seguidamente el recién casado de aire melancólico y el descreído compositor, se incorporarán al ejército, juntos en la misma compañía, donde nuestro enclenque joven, demostrará, a pesar de su aspecto, su profunda fortaleza y su carácter indomable (recordándome “De aquí a la eternidad”)…

…Al fin alcanzamos las últimas escenas, en las que se cerrará este círculo de vidas cruzadas, durante unas secuencias que son, a su modo, una moraleja.
5
17 de abril de 2015
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Envejecerá como lo ha hecho, igual que una bella mujer que no acepta su edad. Vaya emplaste de sucesión de imágenes.
El mediocre de Dmytryk con un proyecto que le venía grande, como si le dieran a Stallone rodar algo así.
Con esos actores y ese presupuesto, que hubiera salido con un director como Huston, Aldrich.
Nunca lo sabremos.... eso sí, éste bandolero del cine se encarga de hacer un pastelón que atragantaría al más goloso.
Las historietas de amor son tórridas y la de Monty, de una cursilería que ni lo que el viento se llevó.
La caza de brujas provocó, que a mediocres les dieran estos proyectos... Además fue un delator.
Quiere abarcar tanto, que al final lo que cuenta lo hace con torpe superficialidad.

Ni Brando, esta bien elegido para el papel, a M. Clift, le da un remedo de aquí a la eternidad, Maximilian Shell,
horroroso en su papel de oficial nazi convencido de su deber.
Cuesta creer, que sea el mismo actor, que luego rodaría al gran cagueta, en "la cruz de hierro".
Claro eso sí, bajo las órdenes de Peckimpah.
Dean Martin, es el único que está medio pasable, quizá, porque el papel iba mucho con su personalidad.
No porque sea un gran actor, casi interpretó el mismo y único papel toda su carrera.

Lo más insoportable es la música, cargante, meliflua, subrayando las imágenes, como hacía tiempo que no veía y oía escuchar una música peor metida y más chirriante, entre imagen y sonido.
La empalagosa música metida hasta en escenas de bombardeos.
El único diálogo inteligente:
" Dentro de diez años seremos íntimos amigos de los alemanes y los japoneses".
Aún así, casi tres horas da para mucho y quién quiera ver un melodramón muy de la época, con una gruesa
capa de barniz de film bélico, y no sea muy exigente, pasará hasta un rato entretenido-a.
30 de noviembre de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida en unos años en los que parece ponerse de moda en el cine de Hollywood la Segunda Guerra Mundial en tanto que curiosa mezcla genérica de cine bélico, amor y drama -recordemos "De aquí a la eternidad" (From Here to Eternity, 1953), de Fred Zinnemann , "Más allá de las lágrimas" (Battle Cry, 1955), de Raoul Walsh, o "Tiempo de amar, tiempo de morir" (A Time to Love and a Time to Die, 1958), de Douglas Sirk-, esta película de Dmytryk tiene a priori el atractivo de ver juntos a dos actores míticos como Marlon Brando y Montgomery Clift, pero, pese a ello, flojea por todas partes: Brando interpreta su papel de antihéroe pasado por el tinte con notable desgana, y a Clift, recién salido de su casi mortal accidente de coche, sucedido en 1956, se le ve desfigurado, y además es demasiado viejo para su papel. Según IMDb, Clift fue rechazado por el ejército de los EE.UU. para el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial por padecer de diarrea crónica; en esta película no sólo se alista, sino que encima es un héroe. Tal vez Clift compensaba o sublimaba los problemas de su vida real a través de sus trabajos como actor...

Luego están los aspectos inverosímiles o poco creíbles de la trama: no se entiende que Barbara Rush se vaya sola a esquiar a los Alpes, ¡desde los EE.UU.!, si tiene novio, o que Clift y Hope Lange se hagan novios tan deprisa, o que un cobarde como el personaje de Dean Martin se presente voluntario para ir al frente, o que Brando sea un chulesco oficial del ejército alemán si en el fondo es un pacifista más interesado en las mujeres que en la ideología nazi, o, en fin, que Clift deserte cuando ya ha demostrado su hombría (¿o su tendencia autodestructiva?). Algunas transparencias cantan tanto que hacen ridículas las situaciones, como ocurre en la secuencia, involuntariamente cómica, en la que Brando y Maximilian Schell huyen por el desierto del Sahara compartiendo la misma moto.

El problema es que "El baile de los malditos" son varias películas a la vez, y ninguna de ellas resulta satisfactoria, pese a los 160 minutos del metraje de la versión que he visto. Dmytryk tiene mejores obras sobre el nazismo -"Los chicos de Hitler" (Hitler's Children, 1943)-, y sobre el antisemitismo -"Encrucijada de odios" (Crossfire, 1947)- que ésta, que, me temo, ha envejecido bastante mal, a pesar de su estupendo elenco actoral, incapaz de remontar un guión imposible y una dirección poco arriesgada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final, en el que Dean Martin mata a Marlon Brando, pretende ser muy agudo e ingenioso, pero también resulta ser, como todo lo anterior, un poco absurdo, ridículo y forzado.
8
25 de marzo de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buenas dos películas en una. Dos modos de retratar una guerra. La visión de un cínico oficial alemán, no muy convencido de las bondades de la guerra, y de dos americanos, uno más hombre que el otro. Solo se encuentran las dos historias en el último minuto.
Gran interpretación de Brando, y sobre todo de Clift, que es un actor maravilloso. Por ahí andada Maximilan Shelf y demás, con lo que el reparto está muy logrado.
De sus mejores películas. Con esto acabo todo lo que tengo de Dmytryk, habrá que comprar más...
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