B
6.4
4,220
Drama
El 15 de Julio de 2013, el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, es trasladado desde la prisión para declarar en la Audiencia Nacional. Hasta este día, había negado toda relación con los llamados "papeles de Bárcenas", pero después de 18 días en prisión ha decidido cambiar su declaración. Esta película retrata lo que pasó en esa sala aquel día. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2015
1 de diciembre de 2015
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando saltó el escándalo, mi mente cinéfila ya pensaba en la posible versión cinematográfica de la historia de Bárcenas y la financiación ilegal del Partido Popular. Veía que la historia tenía un potencial digno de películas como ‘Todos los hombres del Presidente’. Así, que la historia se haya llevado por fin al cine no me extraña en absoluto, pero también es cierto que creo que la volveremos a ver y de otra forma.
David Ilundain coge diálogos directos del juicio al que somete el juez Ruz a este individuo y de una forma muy minimalista y austera, recrea el juzgado donde se está llevando a cabo la investigación. Se me ocurrían planos, presentaciones de personajes y otra artimañas cinematográficas que podrían haber venido bien, pero le habrían restado verosimilitud. Ilundain firma la película de forma casi documental, quiere que seas participe y espectador, como si estuvieses allí mismo, en esa sala, y contarte todo (lo que has oído y lo que has querido ignorar) sobre el caso Bárcenas.
La trasmutación de Pedro Casablanc, impecablemente caracterizado como Bárcenas eleva el listón, aunque me hubiera gustado que se analizase de alguna manera el personaje. ‘B’ solo se puede entender como esa película que tienes que ver para darte cuenta de todo lo que está sucediendo. Lo has oído en las televisiones y radios, pero no es lo mismo si te lo cuentan en directo y se lo oyes decir a los responsables.
Ahora que estamos en vísperas de las elecciones del 20-D, yo la echaría un buen vistazo. Estoy seguro de que ‘B’ remueve tu conciencia y sirve como un buen ejemplo para baremar tu voto.
Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com
David Ilundain coge diálogos directos del juicio al que somete el juez Ruz a este individuo y de una forma muy minimalista y austera, recrea el juzgado donde se está llevando a cabo la investigación. Se me ocurrían planos, presentaciones de personajes y otra artimañas cinematográficas que podrían haber venido bien, pero le habrían restado verosimilitud. Ilundain firma la película de forma casi documental, quiere que seas participe y espectador, como si estuvieses allí mismo, en esa sala, y contarte todo (lo que has oído y lo que has querido ignorar) sobre el caso Bárcenas.
La trasmutación de Pedro Casablanc, impecablemente caracterizado como Bárcenas eleva el listón, aunque me hubiera gustado que se analizase de alguna manera el personaje. ‘B’ solo se puede entender como esa película que tienes que ver para darte cuenta de todo lo que está sucediendo. Lo has oído en las televisiones y radios, pero no es lo mismo si te lo cuentan en directo y se lo oyes decir a los responsables.
Ahora que estamos en vísperas de las elecciones del 20-D, yo la echaría un buen vistazo. Estoy seguro de que ‘B’ remueve tu conciencia y sirve como un buen ejemplo para baremar tu voto.
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Un drama judicial necesario de ver por lo que representa y por la enorme interpretación de Casablanc
7 de febrero de 2016
7 de febrero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
B (Bárcenas) de David Ilundain es un drama judicial basado en hechos reales sobre el juicio al ex tesorero del partido popular Luis Bárcenas, de cómo después de 18 días en prisión cambio su declaración. Dirigida con un ritmo vigoroso que es marcado por la velocidad declaratoria del protagonista y con un estilo sumamente directo y veraz, es una obra necesaria de conocer por los españoles no por su brillo fílmico, sino por la realidad que muestra para ser conscientes de parte de la corrupción en este caso del PP por una contabilidad en B, logrando con ello mantener absorto al público y expectante por su desarrollo y por los números mencionados, concluyendo un implacable film que se ciñe a lo real y que no dejará a nadie indiferente.
La fotografía de interior hace buen uso de los claroscuros, logrando un evocador y sugerente trabajo que es idóneo para lo que ofrece el film y está repleto de detalles estéticamente apropiados. La música brilla por su ausencia y no es usada para dar mayor sobriedad al film y no distraer la atención con sonidos innecesarios. Los planos y movimientos de cámara consuman una correcta labor técnica a través del uso de los plano-contraplanos, cámara en mano, fija, generales, subjetivos, tercera persona y detalles que son sencillos y logran recrear el ambiente del juicio.
Las actuaciones son verosímiles y remarcables. Como protagonistas Pedro Casablanc está convincente y brillante en una admirable actuación que clava y Manolo Solo está irreprochable en una tarea recordable, siendo buenos el resto de acompañamientos del film aunque son breves sus apariciones o participaciones. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones elegantes e impolutos típicos de políticos, jueces, abogados y periodistas en una buena labor que junto con los decorados de interiores te transportan a la sala de juicios.
El guion, escrito por el director junto con Jordi Casanovas, es clavado a lo que sucedió con el juicio de Bárcenas cuando decidió cambiar de actitud y tirar de la manta para descubrir así quienes recibieron sobres de dinero negro, logrando con ello mantener al público pegado al asiento sobre todo por la narrativa e interpretación de Pedro Casablanc, finalizando con ello un film que no brilla por su calidad cinematográfica, sino por la verdad corrupta que muestra a todos aquellos que la quieran descubrir. Esto se lleva a cabo con una narrativa directa y expresiva que es de lo más sugestiva e impecable al ser muy veraz y parecida a la voz real de Bárcenas. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que es dinámico y no da un respiro en sus declaraciones, pasando su visionado en un santiamén.
En conclusión, la considero una obra indispensable de conocer por todos los españoles por lo que muestra y esclarece, además de por los nombres que menciona que recibieron dinero en negro en sobres por su parte, dejando al publico estupefacto con la contabilidad en B que manejaba uno de los partidos políticos más poderosos de España. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, montaje, planos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa declaratoria que hacen de B, un film portentoso y veraz para descubrir parte de la corrupción española dentro de la política.
La fotografía de interior hace buen uso de los claroscuros, logrando un evocador y sugerente trabajo que es idóneo para lo que ofrece el film y está repleto de detalles estéticamente apropiados. La música brilla por su ausencia y no es usada para dar mayor sobriedad al film y no distraer la atención con sonidos innecesarios. Los planos y movimientos de cámara consuman una correcta labor técnica a través del uso de los plano-contraplanos, cámara en mano, fija, generales, subjetivos, tercera persona y detalles que son sencillos y logran recrear el ambiente del juicio.
Las actuaciones son verosímiles y remarcables. Como protagonistas Pedro Casablanc está convincente y brillante en una admirable actuación que clava y Manolo Solo está irreprochable en una tarea recordable, siendo buenos el resto de acompañamientos del film aunque son breves sus apariciones o participaciones. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones elegantes e impolutos típicos de políticos, jueces, abogados y periodistas en una buena labor que junto con los decorados de interiores te transportan a la sala de juicios.
El guion, escrito por el director junto con Jordi Casanovas, es clavado a lo que sucedió con el juicio de Bárcenas cuando decidió cambiar de actitud y tirar de la manta para descubrir así quienes recibieron sobres de dinero negro, logrando con ello mantener al público pegado al asiento sobre todo por la narrativa e interpretación de Pedro Casablanc, finalizando con ello un film que no brilla por su calidad cinematográfica, sino por la verdad corrupta que muestra a todos aquellos que la quieran descubrir. Esto se lleva a cabo con una narrativa directa y expresiva que es de lo más sugestiva e impecable al ser muy veraz y parecida a la voz real de Bárcenas. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que es dinámico y no da un respiro en sus declaraciones, pasando su visionado en un santiamén.
En conclusión, la considero una obra indispensable de conocer por todos los españoles por lo que muestra y esclarece, además de por los nombres que menciona que recibieron dinero en negro en sobres por su parte, dejando al publico estupefacto con la contabilidad en B que manejaba uno de los partidos políticos más poderosos de España. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, montaje, planos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa declaratoria que hacen de B, un film portentoso y veraz para descubrir parte de la corrupción española dentro de la política.
14 de julio de 2016
14 de julio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias al ya consolidado ciclo de reposiciones veraniegas que llevan a cabo los Cines Renoir, pude disfrutar de la esquiva B de David Ilundain, película cuyo visionado ansiaba y que hasta ahora se me había escapado. Adaptación de la obra teatral de Jordi Casanovas Ruz-Bárcenas, dirigida aquella por Alberto San Juan, y que suponen una dramatización cuasi documental de la transcripción directa del diálogo que se mantuvo entre estos personajes del título en una larga declaración judicial efectuada en la Audiencia Nacional. Sencilla en su planteamiento y sobria y escueta en su ejecución, el filme aqueja un planteamiento visual limitado y poco variado, pero la calidad de sus interpretaciones, su ritmo narrativo y la potencia del relato verídico que nos narra logran introducir al espectador en una experiencia apasionante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Luis Bárcenas, ex-tesorero del Partido Popular, es detenido por su implicación en uno de los casos de corrupción política española más importantes de los últimos tiempos: la prueba, mediante unos documentos personales escritos por él filtrados a los medios de comunicación, de una financiación B o en negro del Partido practicada durante décadas. Denostado públicamente, presionado, abandonado y vilipendiado por sus compañeros de Partido, Bárcenas decide desoír los consejos de sus abogados y a la décima audiencia ante la justicia reconoce la veracidad de esos documentos. Durante una declaración de cinco horas, reducida en este caso a los puntos de mayor interés, enumeró todos los nombres, empresas, fechas y motivos ocultos tras los múltiples pagos en efectivo de los cuales fue ejecutor y cómplice, en un sistema de favores y correspondencias que afecta a la más alta instancia de la cúpula popular. El filme presenta una única escena, que se desarrolla en el mismo escenario con muy pocos personajes, de los cuales solo los dos protagonistas tienen una función narrativa relevante. Y lograr con tan escasos elementos con los que jugar una experiencia intensa y emocionante tiene mucho mérito. Y el filme lo logra gracias a la avasalladora fuerza de una historia tan real como la vida misma. Este caso, hecho público y puesto a disposición de todo el mundo, pone sobre la palestra los entresijos financieros que empresas con altos ingresos pueden llevar a cabo para no perder de sus dineros los porcentajes de tributación estatal, en una cadena endémica de contemplación y complicidad, donde el beneficio personal de todos se imponía a las obligaciones morales para con el estado. Pero si algo eleva la calidad del conjunto son las soberbias interpretaciones de Pedro Casablanc y Manolo Solo, que gracias a meses de interpretación del guión en salas teatrales han asumido a la totalidad las características de sus personajes, imitando a la perfección sus tics, expresiones, gestos, modos de hablar y actitudes físicas hasta un extremo tal que importa poco su escaso parecido físico.
Dado que Ilundain procura emular la atmósfera de la obra original y reproducir fielmente el clima asfixiante y frenético que se produjo aquel caluroso 13 de julio en aquella pequeña sala de la Audiencia Nacional, las oportunidades visuales que ofrecen un puñado de personajes sentados en una sala cerrada durante más de una hora son muy limitadas. Por lo que esta decisión, junto con la decisión de no incluir imágenes de archivo para ilustrar los sucesos enumerados (con la excepción de un fragmento eficaz pero prescindible introducido antes de los créditos finales) provoca que el resultado final, producido además por micro-mecenazgo con muy pocos medios, sea un conjunto de primeros planos y planos medios de un personaje con algún general de situación y escasos movimientos de cámara, más allá de puntuales desenfoques que pretenden dar ese look documental de grabación de una cámara de la propia audiencia. Y una ausencia total de música o elementos gráficos. Pero son todo decisiones de puesta en escena, y esta propuesta, según esta planteada, no necesita más.
Muy objetiva (más allá de los créditos finales y los insertos de reacción de los asistentes a la audiencia) y concisa en su exposición de unos hechos concretos, B es una película que tendrá problemas para encandilar a extranjeros o a desentendidos de la actualidad política, pero es una escenificación más del tremendo poder que la palabra aún ejerce en el medio cinematográfico. Una de las propuestas más potentes del último ejercicio dentro del cine patrio.
Dado que Ilundain procura emular la atmósfera de la obra original y reproducir fielmente el clima asfixiante y frenético que se produjo aquel caluroso 13 de julio en aquella pequeña sala de la Audiencia Nacional, las oportunidades visuales que ofrecen un puñado de personajes sentados en una sala cerrada durante más de una hora son muy limitadas. Por lo que esta decisión, junto con la decisión de no incluir imágenes de archivo para ilustrar los sucesos enumerados (con la excepción de un fragmento eficaz pero prescindible introducido antes de los créditos finales) provoca que el resultado final, producido además por micro-mecenazgo con muy pocos medios, sea un conjunto de primeros planos y planos medios de un personaje con algún general de situación y escasos movimientos de cámara, más allá de puntuales desenfoques que pretenden dar ese look documental de grabación de una cámara de la propia audiencia. Y una ausencia total de música o elementos gráficos. Pero son todo decisiones de puesta en escena, y esta propuesta, según esta planteada, no necesita más.
Muy objetiva (más allá de los créditos finales y los insertos de reacción de los asistentes a la audiencia) y concisa en su exposición de unos hechos concretos, B es una película que tendrá problemas para encandilar a extranjeros o a desentendidos de la actualidad política, pero es una escenificación más del tremendo poder que la palabra aún ejerce en el medio cinematográfico. Una de las propuestas más potentes del último ejercicio dentro del cine patrio.
16 de julio de 2016
16 de julio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre ha habido, y por desgracia habrá siempre, políticos corruptos que no dudan en meter la mano en la caja pública para su propio enriquecimiento y vivir como marqueses. El caso de este señor, no solo implica a un solo hombre, sino a todo un partido político, el partido político más votado en las elecciones de diciembre de 2015 y este pasado 26 de junio: el Partido Popular.
No había duda, o casi ninguna, de que un tema de tal calado nacional iba a tener más pronto que tarde adaptaciones. Y así fue. Primero fue una obra de teatro, de cuyo guión se traslada a la gran pantalla sílaba por sílaba sobre lo que sucedió en aquel interrogatorio a uno de los más grandes chorizos, y a su vez miembro de, porque no decirlo, una organización criminal.
Con una producción austera, un guión que no deja lugar a la imaginación y una duración muy limitada, todo el peso recae sobre los actores, una papeleta que tanto Pedro Casablanc (Luis Bárcenas) como Manolo Solo (el juez Pablo Ruz) resuelven sobradamente.
El otro punto fuerte de la cinta es, aunque pudiera parecer lo contrario por lo encorsetado del guión, el como han fidelizado todo lo que pasó aquel día. Han conseguido plenamente su objetivo que era relatar de forma fidenigna los hechos.
Así pues queda una obra recomendable, tanto si quieres ver propuestas humildes como si quieres documentarte sobre historia. Porque este caso de extensa corrupción es ya historia de España.
No había duda, o casi ninguna, de que un tema de tal calado nacional iba a tener más pronto que tarde adaptaciones. Y así fue. Primero fue una obra de teatro, de cuyo guión se traslada a la gran pantalla sílaba por sílaba sobre lo que sucedió en aquel interrogatorio a uno de los más grandes chorizos, y a su vez miembro de, porque no decirlo, una organización criminal.
Con una producción austera, un guión que no deja lugar a la imaginación y una duración muy limitada, todo el peso recae sobre los actores, una papeleta que tanto Pedro Casablanc (Luis Bárcenas) como Manolo Solo (el juez Pablo Ruz) resuelven sobradamente.
El otro punto fuerte de la cinta es, aunque pudiera parecer lo contrario por lo encorsetado del guión, el como han fidelizado todo lo que pasó aquel día. Han conseguido plenamente su objetivo que era relatar de forma fidenigna los hechos.
Así pues queda una obra recomendable, tanto si quieres ver propuestas humildes como si quieres documentarte sobre historia. Porque este caso de extensa corrupción es ya historia de España.
25 de enero de 2018
25 de enero de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Todo es spoiler, obviamente)
No mantengo la afirmación.
Teatro. Dos actores enormes y un gran texto. Palabras a chorros y buenos secundarios.
Sobriedad. Verdad. Austeridad. Rigor. Bella elegancia despojada.
Una maquinaria desmontada pieza a pieza en su implacable funcionamiento.
Donantes anónimos (aquí muchos con su nombre, hasta José Luis Moreno) que no querían ser anónimos y que solo pretendían/lograban la posibilidad de acceder a una audiencia real papal (política). Sin ánimo de lucro (seguramente). Para intercambiar opiniones y hablar del tiempo y el RealMadridFútbolclubBarcelona.
Dinero con tres posibles destinos:
- Sobresueldos para los pobres políticos que no ganan lo suficiente por defender/representar a los ciudadanos mediante el mejor sistema conocido por el hombre, la democracia.
- Campañas electorales indispensables para informar como es debido a los ansiosos (los dedos huéspedes, se los comen directamente) ciudadanos deseosos de conocer las buenas nuevas programáticas democráticas.
- Otros asuntos o complementos varios. La vida entera cabe en ellos.
- Lo que sobra. Para la caja. Y ya veremos. Arrieritos somos y por el (polvo del) camino nos (los), dineros, encontraremos.
¿El modo y el tiempo? Sobres marrones mensuales entregados en mano a jefes, adyacentes, ayudantes y todos sus secretarios y buenas gentes.
¿El mayor enemigo de Bárcenas? La María Dolores de Cospedal que tanto asusta al personal. Entre ojo y ojo la tiene el pobre santo inocente. Es a la única a la que acusa de exigir claramente dinero.
¿A quién más teme? A Aznar el innombrable. De cuyo nombre, precisamente, no se acuerda o (lo) confunde. Jota Eme o Jota Erre.
¿Lo que más le duele, lógicamente? Su santa mujer que por ella se muere y de lágrimas casi se nos derrite o deshace si su nombre o imagen a las mientes le viene. Entre (bomberos no se pisan la manguera, entre churreros... ) mafiosos, piensa él, no se puede tocar a la familia, eso supone traspasar el límite, traicionar los códigos.
¿Cómo es es(t)e señor? Arrogante, engreído, contenido, orgulloso de sí mismo, dolido. Frío, fiero y algo ridículo. Se nota, se ve que está acostumbrado a fajarse, a guardar las formas, a ir de gran hombre por la vida o el mundo pese a no ser más que un intermediario, un fontanero, un medio o mediante, el hombre de los recados, un adverbio solamente. Vanidoso. Fullero. Tahúr. Que se tiene en alta estima y consideración, que se quiere injustamente perseguido, se duele del martirio, se cree, o eso dice o da a entender, honrado, pundonoroso, un buen soldado, fiel a sus amigos y al partido. Honorable en su eficiencia. Se sabe un tornillo valioso, parte de un engranaje monstruoso. Piensa que es un privilegiado y que otros más cutres (menos disciplinados y samuráis) le han malamente maltratado. Que los políticos son patéticos y más bajos (que él) al hacer de bufones, vivir de mentiras y la eterna petición de votos como si fueran mendigos. Y los desprecia aunque viva de ellos, lo mismo que desprecia al resto de la ciudadanía al considerar que no han sabido prosperar ni destacar en la jungla humana que es la vida. Un sálvese quien pueda de un hombre con moral de mafioso siciliano (o qué más quisiera, ni siquiera), que abraza una ética aparte que permite a unos cuantos privilegiados vivir por encima de sus posibilidades y capacidades, mucho más mediocres de lo que pretenden. Por eso quiere dar miedo e imponer respeto, de ahí su actitud intimidante y el aire de militar chusquero, de gran cacique de los bajos fondos, Pepé le Moko, seguro, intachable, superior, leal, eso trata de aparentar y hacer creer, que está más allá de la vulgaridad del resto, que está más cerca del orden natural de las cosas, de ese modo que colma, de aquel ritmillo.
¿Y el otro, su némesis actoral o peliculero teatral, el gran juez Ruz? Otra cosa, más cercano, menos altivo, más discreto, sencillo, sereno y relajado. Exquisito y puntilloso. Correcto. Juicioso. Gris. En segundo plano. Forma parte de otra fábrica o negociado, en otra ventanilla, es otro clavo en otra máquina, otra vuelta de tuerca. Hermana. Pero aquí algo lejana.
Los dos, Casablanc y Solo, están inmensos. Pero al que hay que sacar a hombros es al primero. Habla como metralleta acatarrada, de voz nasal, pelo engominado y brazos como escudo. Casi resulta tierno esbirro en su raciocinio de bribón de medio pelo, de ratero subalterno o de poco vuelo, mandado.
Sí, la política, los partidos, el PP, son una entente (del/para el mal, el patio de Monipodio) aberrante y grosero desopilante, un siniestro cachondeo, una organización criminal de libre comercio en el intercambio sumario, y sigue, masivo consuetudinario conchudo alevoso de trapicheos, en el saqueo, en la corrupción como norma, no como excepción, no nos confundamos, como regla inviolable y primera, mandamiento fundamental, el abc, dios (absoluto) al que hay que rezar y todas las fuerzas, armas y bagajes destinar.
Quizás lo más divertido (hay mucho de gracioso, y terrorífico, en la inocente, por costumbre, descripción de tanto desvergonzado cinismo, en la normalidad con la que se habla de lo que es/hay en ese mundo aka estercolero) se produce al comentar cómo contactaban o buscaban donantes/clientes. Esa simpática extorsión, el salario del miedo, el impuesto revolucionario, el trueque con almanaque que consistía en tantear las cuentas/rentas más pimpantes para sablearlas a cambio de futuros premios, regalos e influencias, chanchullos, permisos, gabelas, beneficios, encaje de bolillos.
Si me citas, te cito. Si me das, te doy. Si me llamas, te llamo. Hoy por ti, mañana por mí, las gallinas que entran por las que salen, venga.
No mantengo la afirmación.
Teatro. Dos actores enormes y un gran texto. Palabras a chorros y buenos secundarios.
Sobriedad. Verdad. Austeridad. Rigor. Bella elegancia despojada.
Una maquinaria desmontada pieza a pieza en su implacable funcionamiento.
Donantes anónimos (aquí muchos con su nombre, hasta José Luis Moreno) que no querían ser anónimos y que solo pretendían/lograban la posibilidad de acceder a una audiencia real papal (política). Sin ánimo de lucro (seguramente). Para intercambiar opiniones y hablar del tiempo y el RealMadridFútbolclubBarcelona.
Dinero con tres posibles destinos:
- Sobresueldos para los pobres políticos que no ganan lo suficiente por defender/representar a los ciudadanos mediante el mejor sistema conocido por el hombre, la democracia.
- Campañas electorales indispensables para informar como es debido a los ansiosos (los dedos huéspedes, se los comen directamente) ciudadanos deseosos de conocer las buenas nuevas programáticas democráticas.
- Otros asuntos o complementos varios. La vida entera cabe en ellos.
- Lo que sobra. Para la caja. Y ya veremos. Arrieritos somos y por el (polvo del) camino nos (los), dineros, encontraremos.
¿El modo y el tiempo? Sobres marrones mensuales entregados en mano a jefes, adyacentes, ayudantes y todos sus secretarios y buenas gentes.
¿El mayor enemigo de Bárcenas? La María Dolores de Cospedal que tanto asusta al personal. Entre ojo y ojo la tiene el pobre santo inocente. Es a la única a la que acusa de exigir claramente dinero.
¿A quién más teme? A Aznar el innombrable. De cuyo nombre, precisamente, no se acuerda o (lo) confunde. Jota Eme o Jota Erre.
¿Lo que más le duele, lógicamente? Su santa mujer que por ella se muere y de lágrimas casi se nos derrite o deshace si su nombre o imagen a las mientes le viene. Entre (bomberos no se pisan la manguera, entre churreros... ) mafiosos, piensa él, no se puede tocar a la familia, eso supone traspasar el límite, traicionar los códigos.
¿Cómo es es(t)e señor? Arrogante, engreído, contenido, orgulloso de sí mismo, dolido. Frío, fiero y algo ridículo. Se nota, se ve que está acostumbrado a fajarse, a guardar las formas, a ir de gran hombre por la vida o el mundo pese a no ser más que un intermediario, un fontanero, un medio o mediante, el hombre de los recados, un adverbio solamente. Vanidoso. Fullero. Tahúr. Que se tiene en alta estima y consideración, que se quiere injustamente perseguido, se duele del martirio, se cree, o eso dice o da a entender, honrado, pundonoroso, un buen soldado, fiel a sus amigos y al partido. Honorable en su eficiencia. Se sabe un tornillo valioso, parte de un engranaje monstruoso. Piensa que es un privilegiado y que otros más cutres (menos disciplinados y samuráis) le han malamente maltratado. Que los políticos son patéticos y más bajos (que él) al hacer de bufones, vivir de mentiras y la eterna petición de votos como si fueran mendigos. Y los desprecia aunque viva de ellos, lo mismo que desprecia al resto de la ciudadanía al considerar que no han sabido prosperar ni destacar en la jungla humana que es la vida. Un sálvese quien pueda de un hombre con moral de mafioso siciliano (o qué más quisiera, ni siquiera), que abraza una ética aparte que permite a unos cuantos privilegiados vivir por encima de sus posibilidades y capacidades, mucho más mediocres de lo que pretenden. Por eso quiere dar miedo e imponer respeto, de ahí su actitud intimidante y el aire de militar chusquero, de gran cacique de los bajos fondos, Pepé le Moko, seguro, intachable, superior, leal, eso trata de aparentar y hacer creer, que está más allá de la vulgaridad del resto, que está más cerca del orden natural de las cosas, de ese modo que colma, de aquel ritmillo.
¿Y el otro, su némesis actoral o peliculero teatral, el gran juez Ruz? Otra cosa, más cercano, menos altivo, más discreto, sencillo, sereno y relajado. Exquisito y puntilloso. Correcto. Juicioso. Gris. En segundo plano. Forma parte de otra fábrica o negociado, en otra ventanilla, es otro clavo en otra máquina, otra vuelta de tuerca. Hermana. Pero aquí algo lejana.
Los dos, Casablanc y Solo, están inmensos. Pero al que hay que sacar a hombros es al primero. Habla como metralleta acatarrada, de voz nasal, pelo engominado y brazos como escudo. Casi resulta tierno esbirro en su raciocinio de bribón de medio pelo, de ratero subalterno o de poco vuelo, mandado.
Sí, la política, los partidos, el PP, son una entente (del/para el mal, el patio de Monipodio) aberrante y grosero desopilante, un siniestro cachondeo, una organización criminal de libre comercio en el intercambio sumario, y sigue, masivo consuetudinario conchudo alevoso de trapicheos, en el saqueo, en la corrupción como norma, no como excepción, no nos confundamos, como regla inviolable y primera, mandamiento fundamental, el abc, dios (absoluto) al que hay que rezar y todas las fuerzas, armas y bagajes destinar.
Quizás lo más divertido (hay mucho de gracioso, y terrorífico, en la inocente, por costumbre, descripción de tanto desvergonzado cinismo, en la normalidad con la que se habla de lo que es/hay en ese mundo aka estercolero) se produce al comentar cómo contactaban o buscaban donantes/clientes. Esa simpática extorsión, el salario del miedo, el impuesto revolucionario, el trueque con almanaque que consistía en tantear las cuentas/rentas más pimpantes para sablearlas a cambio de futuros premios, regalos e influencias, chanchullos, permisos, gabelas, beneficios, encaje de bolillos.
Si me citas, te cito. Si me das, te doy. Si me llamas, te llamo. Hoy por ti, mañana por mí, las gallinas que entran por las que salen, venga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película o documento ficcionado recreado es una miniatura impecable. Solo yerra cuando se pone levemente enfática a través de algunos gestos innecesarios o subrayados, de ciertas reacciones o miradas gruesas de los allí presentes.
Hasta tiene un crescendo y un clímax que (se) cita (y encela) en las amenazas (muy poco) veladas del partido al respecto del futuro negro o poco halagüeño de su mujer si habla más de la cuenta.
(Y, se supone, que si tuvo que desdecirse y contar lo realmente ocurrido, fue al ver que seguía girando la rueda de la diosa fortuna y le dejaban con el culo al aire, allá te las compongas. Para así hacerse fuerte y luchar con algo en la mano, tener algo con lo que negociar, con una fuerza y un posible miedo del partido de que vaya a más o suelte más por esa boquita. Pero acabó pasando por la cárcel el truhan individuo, el felón chulesco, el tunante avieso, el facineroso. Alguien tenía que pagar un precio, el pato. Un chivo expiatorio para salvaguardar a tanto mangante)
El epílogo quizás peque de redundante. Lo cual no quita que sea glorioso en su exacto retrato de España camisa blanca de mi esperanza, de Rajoy, del congreso, de los partidos, del PP, de la democracia, quién sabe si segura tan probablemente hasta del propio pueblo.
Buena obra, terrible, ligera, vertiginosa y fascinante en su acercamiento ominoso hermoso al otro lado de las cosas, certera y precisa y alada en su pulcra representación de una realidad tan verdadera como una piedra, arroja, tira, igual de ruda, bruta y plena, mineral, como una persona que cuenta, tan voluble, rica(mente) y cenagosa.
Hasta tiene un crescendo y un clímax que (se) cita (y encela) en las amenazas (muy poco) veladas del partido al respecto del futuro negro o poco halagüeño de su mujer si habla más de la cuenta.
(Y, se supone, que si tuvo que desdecirse y contar lo realmente ocurrido, fue al ver que seguía girando la rueda de la diosa fortuna y le dejaban con el culo al aire, allá te las compongas. Para así hacerse fuerte y luchar con algo en la mano, tener algo con lo que negociar, con una fuerza y un posible miedo del partido de que vaya a más o suelte más por esa boquita. Pero acabó pasando por la cárcel el truhan individuo, el felón chulesco, el tunante avieso, el facineroso. Alguien tenía que pagar un precio, el pato. Un chivo expiatorio para salvaguardar a tanto mangante)
El epílogo quizás peque de redundante. Lo cual no quita que sea glorioso en su exacto retrato de España camisa blanca de mi esperanza, de Rajoy, del congreso, de los partidos, del PP, de la democracia, quién sabe si segura tan probablemente hasta del propio pueblo.
Buena obra, terrible, ligera, vertiginosa y fascinante en su acercamiento ominoso hermoso al otro lado de las cosas, certera y precisa y alada en su pulcra representación de una realidad tan verdadera como una piedra, arroja, tira, igual de ruda, bruta y plena, mineral, como una persona que cuenta, tan voluble, rica(mente) y cenagosa.
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