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Como ella sola

Drama Una neurótica mujer, emocionalmente desequilibrada, arruina la vida de todas las personas que se cruzan en su camino, hasta el punto de que las consecuencias de su comportamiento llegan a ser trágicas. (FILMAFFINITY)
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5
7 de diciembre de 2020
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
398/07(06/12/20) Fallido melodrama sureño fue la segunda dirección de John Huston, film de los llamados de ‘mujeres’ (que nunca más abordó el de Nevada), teniendo muchos mimbres para ser bueno, como es la mencionada realización del hombre que debutó con la gran “El Halcón Maltés”, un guión de Howard Koch (“El Sargento York”, “La carta” o “Casablanca”), la adaptación de la novela homónima Premio Pulitzer 1941 de Ellen Glasgow, el tour de forcé vibrante entre Bette Davis y Olivia de Havilland como hermanas y rivales, secundarios magnos como Hattie McDaniel o Charles Coburn, o el tratamiento serio (novedoso para la época) del racismo como un lacra. Pero todo esto queda diluido en un film que parece hecho en base a clichés desarrollados a toda prisa, donde las dos protagonistas hacen de sus roles una cuasi caricatura de sus caracteres explotados hasta la saciedad, donde la Davis es una mala malísima plana, y el rol de la Havilland es una buenaza infinita que produce grima. Teniendo para coronarlo todo un final acorde al tiempo y la censura imperante moralista.

En Richmond, Virginia, Asa (Frank Craven) y Lavinia (Billie Burke) (de soltera Fitzroy) Timberlake les dio a sus dos hijas nombres masculinos: Roy (Olivia de Havilland) y Stanley (Bette Davis). La película comienza con las mujeres jóvenes como adultas. Asa Timberlake ha perdido recientemente su parte de una empresa tabacalera a manos de su ex socio William Fitzroy (Charles Coburn), el hermano de su esposa. Roy, exitosa decoradora de interiores, casada con el Dr. Peter Kingsmill (Dennis Morgan). Stanley está comprometida con el abogado progresista Craig Fleming (George Brent). La noche antes de su boda, Stanley se escapa. Roy tiene de empleado a un joven negro, Parry Clay (Ernest Anderson), que estudia para abogado, es el hijo de Minerva Clay (Hattie McDaniel), la criada de la familia de los padres de Timberlake.

Todo se siente como una telenovela folletinesca donde los agujeros e incoherencias son tapadas por el siguiente elemento errado, mezclando de forma irregular el drama, el thriller, el cine negro, o la denuncia social, donde todo es tan simplista como que los buenos son muy buenos y los malos malísimos, sin complejidades, todo siendo remachado sin capacidad sutilezas. Hay elementos que se apuntan pero por desgracia el Codigo Hays impide explicitar, como es la relación entre la díscola sobrinita y su viejo (verde) tío. Hay una estimable denuncia de la clase alta y su hedonismo y corrupción moral, reflejada en el personaje de Charles Coburn, capaz de engañar y vampirizar a su hermana por dinero, capaz de mimar en su sobreprotección hasta corromper a su sobrina, y ella le responde con la moneda de él, mintiendo, manipulando y pisando a los demás. Se nota hay una buena historia aquí, pero esto sobre el celuloide queda desequilibrado.

Quizás parte de los problemas provengan de los que hubo en la trastienda del rodaje, que Huston recomendara a Koch atenuar los elementos polémicos de la novela, que la Bette Davis estuviera desatada en su histrionismo alentada por cuasi-novel Huston, los celos de esta por el tratamiento visual que Huston daba a la Havilland (mantenía un romance con el director durante la filmación). Para rematarlo tres días después del ataque japonés a Pearl Harbor, que llevó a Estados Unidos a la WWII, Huston tuvo que dejar la producción para una asignación en el Departamento de Guerra de Estados Unidos, siendo reemplazado por la Warner por Raoul Walsh para completar la película, aunque no recibió crédito en la pantalla. Walsh y Davis se enfrentaron de inmediato, y ella se negó a seguir su dirección o volver a filmar escenas completas. Desarrolló laringitis y permaneció fuera del plató durante varios días. Después de su regreso, el productor Hal B. Wallis actuó frecuentemente como mediador entre Davis y Walsh, quien amenazó con renunciar. Ya en la pos-producción la película fue desaprobada en 1943 para su lanzamiento en el extranjero por la Oficina de Censura en tiempos de guerra, porque trataba con sinceridad la discriminación racial como parte de su trama. Resultando que el propio Huston renegó de la cinta en su autobiografía, “A libro abierto”, a la autora del libro Glasgow quedó descontenta con la adaptación, y tampoco gustó a Bette Davis.

Llama la atención en lo positivo el tratamiento de la temática racial en el marco del sur profundo USA, reflejado en el joven Parry Clay (actor debutante), al contrario de los estereotipos hasta el momento como paletos pueriles, aquí Parry es un tipo educado, culto y con sueños de ascenso, pero sabiendo donde está, reflejado en esto que le dice a Roy cuando esta lo ve estudiando un libro de leyes a altas horas de la noche: "... un chico blanco, puede aceptar casi cualquier tipo de trabajo y mejorar. Bueno, como en esta tienda. Tal vez pueda llegar a ser empleado o gerente. Pero un chico de color, no puede hacer eso. Puede mantener un trabajo o puede perderlo. Pero no puede subir más alto. Así que tiene que pensar en algo que pueda hacer y que nadie pueda quitarle.” No se da el típico tratamiento paternalista de los blancos a los negros, se le da carácter tridimensional, además de exponer el racismo soterrado de esta retrógrada sociedad, "Está muy claro que el testimonio de un negro en la corte es casi seguro que se ignorará si entra en conflicto con el testimonio de una persona blanca", comenta en angustiado Parry ante el chantaje emocional a que es sometido, respondiendo él con orgullo y nobleza. Un alegato pro derechos de las minorías (en este caso los negros), que aún siendo flojo el resultado final de la película, el modo en que se aborda esto da que no es tiempo perdido su visión. La carrera de Anderson después de este trabajo pasó inmediatamente a pequeños papeles de porteadores, ayuda de cámara y el omnipresente "hombre negro".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película contrapone los dos caracteres de las dos hermanas enfundadas en sus encasillamientos generados en varios films pretéritos, donde la Davis es una femme fatale pasada de vueltas, egoísta, caprichosa, envidiosa, visceral, vengativa, mentirosa, racista, vaga, amoral, inmadura, y todo ello con exceso, pero encima es que no le pega los hombres caigan rendida a sus pies, pues la Davis era como mucho llamativa y resultona, pero una belleza sensual no!; Frente a ella su hermana encarnada por la Havilland como la racional, dulce, bondadosa, sensata, trabajadora, altruista, tolerante, cabal, en un papel que la actriz hacía con el piloto automático, pero que aquí supera su buenismo cualquier límite creíble cuando ayuda sin dilemas morales a su hermana cuando esta se ha escapado con su marido, me resulta inverosímil, hace que su personaje parezca tonto en su buenismo patológico, no digamos ya cuando la vuelve a aceptar e invita a salir con ella y su ‘nueva pareja’, hay que suspender en mucho la credibilidad; Me hubiera gustado ver los papeles cambiados, habría sido original, e incluso algo más aceptable, pues Havilland es mucho más bella que la Davis.

En papeles secundarios están George Brent y Dennis Morgan, resultan blanditos empequeñecidos por las dos actrices protagónicas. Morgan encima tiene la desgracia de estar en rol que parece echo hachazos, pues nadie se cree que se fugue con el pendón desorejado de su cuñada, chirrían más que el Titanic partiéndose en dos, con un desarrollo donde incoherente es quedarse muy corto, pues pasamos de una escena en que él le declara su amor eterno y felicidad, al la siguiente lo vemos borracho y resignado a estar con una frívola Stanley, para a continuación enterarnos de su desdicha fuera de plano. No hay por dónde cogerlo, como si en la mesa de edición nos hubieran hurtado de información, penoso: Pero es que el arco de desarrollo del Craig de Brent no le va a la zaga, pues es abandonado por su novia la noche antes de la boda, se deprime, reflejado cuando lo vemos con barba de dos días sentado en un banco (¿?), pero en uno de los flashes más ridículos que recuerdo en tiempo, aparece la también despechada Roy, se sienta junto a él (antes no los habíamos visto conversando), charlan un par de minutos, y ya tiene un romance, por imperativo del guión es quedarse a varios planetas de distancia.

Spoiler:

Excitante momento donde sale la más genuina Bette Davis es cuando en el tramo final va a pedir ayuda a su tío, él está de bajonazo pues le ha dicho el médico le quedan seis meses de vida, pero ella no hace caso de su depresión, solo le interesa la proteja de la policía y la cárcel, y ella pasa olímpicamente de los sollozos de él, su egoísmo más palpitante explota.

-William Fitzroy: Pero es que voy a morir, no lo entiendes? Voy a morir.
-Stanley: Sí, vas a morir, pero tú eres viejo, ya has vivido y yo apenas he comenzado a vivir. Piensa en mí. Piensa en qué será de mí si no me sacas de este aprieto. Ni siquiera me escuchas. No te importa lo que me ocurra, eres como todos. No te importa que vaya a la cárcel. Lo único que te importa es tu miserable vida. Pues por mí, puedes morirte!

En la secuencia del bar roadhouse, si te fijas veras a la mayor parte del elenco de la primera película de Huston, “El halcón maltés”, incluidos Bogart, Astor, Greenstreet, Lorre y el padre del director, Walter.

Me queda una cinta que apunta mucho más de lo que da, quedándose casi en un esbozo de lo que tendría que haber sido. Fuerza y honor
9
24 de julio de 2009
6 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor, trompetas en el coliseo, Chuck Biscuits a la batería, y mi abuela asomando su liebre.

Atronadora e incontestable película de Petete que vuelve a obsequiarnos con una nueva intervención propia de E.T., y por supuesto, acompañada por una incombustible Aceituna de Havilland que aquí rompe culos con un chasquido de dedos.

John Huston de vez en cuando se ponía el calzón y salía a dirigir como Balboa en el ring, aquí no encaja, sólo sacude, y sin parar, memorables escenas de Petete a los mandos de un coche en las que el diablo parece santa claus.

Apoteósica.
14 de mayo de 2011
7 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi admiración por Bette Davis es infinita. Al fin y al cabo estamos hablando de una de las mejores actrices de todos los tiempos, con interpretaciones en su carrera de pura antología. Esa admiración, sin embargo, no me ciega tanto como para no reconocer que existen, como mínimo, dos películas donde no puede ser más inverosímil e inapropiado el papel que interpreta. Una es "El señor Skeffington" (Vicent Sherman, 1944); la otra, "Como ella sola".

¿Por qué me resulta tan absolutamente increíble Bette Davis en dichos papeles? Pues porque la mítica actriz tendrá multitud de virtudes y un talento incuestionable, pero en cuanto a belleza física deja mucho que desear. Siendo muy benévolo se podría decir que la Davis es simplemente mona, pero dista mucho de ser guapa y atractiva (da igual que se mida por los cánones de belleza de los años 40 que por los actuales). Esto es una gran obviedad.

Entonces, ante tal evidencia, ¿cómo podemos llegar a creernos que desate esas pasiones amorosas, encandile con su belleza a todos los personajes y enamore fugazmente a todo el que la rodea? Una cosa es la suspensión de credibilidad y otra, muy distinta, es aceptar lo inaceptable.

Pero vamos, hagamos un esfuerzo y supongamos que la belleza es algo relativo y que el personaje de Bette Davis tiene tal magnetismo que ciega de pasión y amor a todo hombre que se cruce con ella. Si nos atenemos a esta suposición, entonces se puede tolerar "El señor Skeffington", pero desde luego nunca el personaje de "Como ella sola".

Puesto que, dado que el atractivo o la atracción física que despierta una mujer es algo muy personal, subjetivo y cuestionable. Hasta ahí consiento. Lo que ya no me cabe en la cabeza es cómo, careciendo de virtudes físicas, pueda llegar a gustar un personaje tan desagradable, pueril, caprichoso, consentido, cruel, déspota, nauseabundo y vulgar. Más que un cúmulo de virtudes, tiene todo un torrente de defectos a cual peor. Y, sin embargo, esto no es impedimento para que sea una mujer arrebatadora que desata pasiones entre los hombres. Inverosímil se mire por donde se mire.

De todos modos, la Davis es una actriz tan fabulosa y todoterreno que se le perdona que interprete papeles tan inadecuados y absurdos. Por tanto, conectemos al máximo nuestra suspensión de credibilidad y a disfrutar el melodrama en todo su esplendor.

www.eldespotricadorcinefilo.com
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