Mel Gibson mete por méritos propios a Porter en la élite de tipos duros del cine. Su personaje es un regalo para que saque a relucir sus tics neuróticos que tanto gustan a quienes vemos en sus papeles una prolongación del genial sargento Martin Riggs, en este caso con algunas arrugas de más y algunos escrúpulos de menos.
Noventa minutos que pasan en un suspiro, dando argumentos irrebatibles de porque ciertos actores no necesitan sacarse un master en interpretación para ganarse el pan. Su talento es su carisma, puede parecer injusto pero es lo que hay. Jamás ganarán un maldito Oscar, aunque francamente eso les importa un bledo, lo cual les otorga otro plus de simpatía de mi parte.
Para colmo, añadiendo más leña al fuego, en esta ocasión contamos con unos secundarios a la altura:
Gregg Henry, haciendo de macarra hortera consigue incluso eclipsar a Mel. Nacer con ese careto tiene sus ventajas en Hollywood.
Kris Kristoferson se come la cámara en apenas unos minutos, quizás debería haberse dedicado al cine desde un primer momento.
Maria Bello, hace honor a su apellido, y encima es buena actriz, supuestamente poco valorada si la comparamos con las divas actuales.
Que decir de Lucy Liu... si no existiera habría que inventarla... meneando ese trasero siempre dispuesta a hacerte kung-fu y partirte bien la cara, hay nada más sexy?

Ya se que estuvo bastante exagerada y con muchas fantasmadas pero estuvo muy entretenida, estuvo mucho mejor esta película que la mayoría de este o estos géneros. Y aunque Mel Gibson me pareció un poco extraño en ese personaje, igual me gustó. Los giros del guion me gustaron y el final me pareció bueno. Lo que no me gustó fue ese tono azul frío que tuvo la película en todo momento.

Mel Gibson vivía sus años dorados en esa década de los 90, tras haber tenido una década de los 80 realmente brillante. Es cierto que años después su carrera caería un poco; pero sin lugar a dudas en esos años uno puede ver algunos de sus mejores trabajos.
En este caso se nos presenta una trama donde dos hombres realizan un robo a unos asiáticos para poder vivir tranquilos por mucho tiempo. Cuando realizan el robo, se dan cuenta que únicamente han conseguido 140.000 dólares; quedándose cada uno con la mitad. Uno de ellos comprende que no es suficiente el dinero, y decide matar al otro; pero no lo consigue. Cuando se recupera de las heridas, éste irá en busca de su socio para poder conseguir esos 70.000 dólares que le corresponden.
Se trata de una película de acción que funciona por partes. Es decir; cuenta con ciertos momentos de muy buena brillantez; sobre todo al principio y al final. El problema que tiene es que en gran parte de la zona central; uno observa diversos momentos que se hacen densos; y que resultan poco interesantes; provocando que uno como espectador pierda en cierto modo el interés.
No obstante, tengo que decir que las partes que funcionan lo hacen muy bien, y no te dejan ni pestañear. A ello ayuda que esas partes corresponden sobre todo a las escenas de acción; las cuales están muy bien dirigidas por Brian Helgeland; un director que se estrenaba en el cine con este film y que posteriormente sorprendería gratamente con otros como "Destino de caballero".
El protagonista de la película es sin lugar a dudas Mel Gibson; un actor acostumbrado a moverse muy bien por el cine de acción con películas como "Mad Max" o "Arma letal" entre otras. Su trabajo es interesante; aunque no me resulta del todo bueno. Creo que cumple por los pelos con lo que se pide; pero en mi opinión no llega a transmitir tanto como uno se espera de él.
En cambio los secundarios son los que cumplen con el trabajo interpretativo. Nombres como Gregg Henry, Maria Bello, James Coburn, Deborah Kara Unger, David Paymer, Lucy Liu o Kris Kristofferson realizan unas actuaciones fantásticas regalando unos personajes que enganchan.
Con respecto a la fotografía; también tengo que decir que funciona bastante bien. Recuerda mucho al estilo que utiliza Brian De Palma en sus films, y tengo que reconocer que a mí me gusta; ya que tiene una esencia de cine clásico pero con un toque moderno.
En fin, "Payback" es una película de acción que se espera mucho más de lo que es en realidad. Tiene ciertos aspectos en los que funciona muy bien; pero hay que reconocer que falla en dos puntos primordiales. Por un lado; parte de todo el desarrollo central resulta un poco aburrido; y por otro lado la actuación de Mel Gibson no es excesivamente buena realizando un personaje un poco plano.

El actor australiano ya había dado muestras de gran talento tras las cámaras con "El hombre sin rostro" y "Braveheart", pero su imagen como actor necesitaba un cambio y con esta segunda adaptación de la novela de Richard Stark (pseudónimo utilizado por Donald E. Westlake) no lo consige del todo, a fin de cuentas sigue siendo Mel, pero digamos que no es el típico papel al que nos tiene acostumbrados, aunque su personaje siga, en parte, cayendo bien, ...cuando no debería.

El caso es, que si la película llama la atención no es tanto por su interpretación como por el hecho de que Brian Helgeland impregne su film de una violencia seca y tosca, un tipo de acción muy setentero, lejos de lo espectacular y asombroso, pero muy efectivo y realista, aunque si bien la película tiene cierto aire a cine negro de los 70, no parece decantarse por una época concreta, con lo que no es un retroceder en el tiempo, pero tampoco una puesta al día del asunto, cosa esta última que agradezco.

Más que ninguna otra cosa, "Payback" es un cambio de registro para un actor que me sigue demostrando que es bueno, pero que sigue anclado a su condición de estrella, lo que dificulta la credibilidad de su personaje, Porter, un tipo cabrón y sanguinario, pero claro, no más que todos los que le rodean.

Tengo entendido que Mel Gibson al ver su película quiso manchar los negativos con café y humo de cigarrillos, y es que a modo del más clásico cine negro se nos presenta a este Porter como ladrón traicionado, buscador de venganza y los 70.000 dólares que le pertenecen. El film de Helgeland es un auténtico vendaval de personajes violentos, traicioneros y extraños en un Chicago manchado de corrupción negra como la axila de una cucaracha de hotel y roja cual sangre densa y púrpura que fluye a cada disparo y golpe propinados o proporcionados por un Gibson, frío delincuente centrado en conseguir la cantidad de dinero necesaria para escapar de la sucia ciudad y sus corruptos integrantes. Chulos, camellos, policías de dudosa reputación, prostitutas y mafiosos perfectamente organizados son los personajes con los que Porter tiene que codearse para salvar su pellejo con su dilatada carrera de criminal con ningún tipo de escrúpulo para disparar, golpear y destruir a cualquiera que se le pase por delante. Payback es una sucia y violenta película de cine de género negro al que el elenco actoral eleva muy por encima de un film de acción al uso en la que brillan los curtidos Kris Kristofferson y James Coburn como curiosos jefes de la organización mafiosa y una Lucy Liu soberbia en su interpretación de 'putilla' sadomasoquista a la que le acelera la líbido la sangre y el maltarato físico. Una película a la que me gustaría rebautizar como: PORTER EL SUCIO.