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Bananas

Comedia Fielding Mellish (Woody Allen) es un torpe y tímido catador de productos que, abandonado por su novia, la sensual y atractiva Nancy, decide cogerse unas vacaciones y pasarlas en la pequeña República de San Marcos. Pero lo único que consigue es verse envuelto en un sinfín de líos burocráticos en un país dominado por la guerrilla. Todo se complica aún más cuando, después de la conquista del poder por los guerrilleros, su líder se vuelve ... [+]
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2006
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera cinta en la filmografía del genio judío neoyorkino, donde se continúa perfilando el personaje standard de sus películas, del mismo modo a como Charles Chaplin perfiló su inolvidable Charlot, o Groucho Marx caricaturizó el suyo propio.

Algunos dicen que efectivamente Allen caricaturizaba su propia persona, creando uno de los monstruos fílmicos más interesantes del séptimo arte.

En Bananas nos encontramos con el monstruo creador e inconteniblemente prolífico que jamás haya existido. Los diálogos cortantes, secos, definitivamente sardónicos, mordaces e incisivamente irónicos plagan esta maravillosa película del año 1973, en un tiempo donde la estética era otra, la de policías corruptos, atracos, mafias gangsteriles y violencia claroscura y gradualmente acercándose al posterior ritmo narrativo del videoclip, tan típico en los 90.

En aquel entonces empezaba a emerger como una leve detonación percutida, un tipo de cine que supuso la continuación con ahínco de otr que empezaba ya a languidecer, el cine denso, de diálogos con dobles sentidos y que alentaban las mentes del espectador, aunando entretenimiento e intelecto, sin mermar por ello si quiera un ápice de creatividad artística.

Fueron los últimos estertores de un cine que había sido glorioso, y que de la mano de Allen volvería a revivir antiguos fastos y loas varias.

Cada situación de la vida por grandilocuente que fuera, Allen la retomaba como pedazos deformados de un universo caleidoscópico y la devolvía al espectador en forma de sutiles,gozosos y deleitables pasajes de ensueño sublimes...

Una hora y veinte minutos de metraje, donde se nos presentan multitud de situaciones de las que Allen se vale como subterfugio para denunciarlas, mientras al mismo tiempo se ríe y nos hace reir de ellas. Y todo al ritmo fusionado del caribeño "Yo quiero la noche" del The Yomo Toro Trío.

LOS COMIENZOS. I M P R E S C I N D I B L E S.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
burton
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23 de marzo de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En sus primeras películas el maestro judío defendía ya a toda costa un cine orientado a la risa, con el sano objetivo de divertir a base de cachondeo y en el que el argumento quedaba al margen, con guiones no tan trabajados como los que vendrán con los años. En el caso de "Bananas" no importan tanto las razones, todas surrealistas, que llevan a uno y a otro lado al personaje principal, de Nueva York a dirigir un estado centroamericano. Se trata de una historia no muy acertada. Vista la idea como lo que es, una tontería como una casa, debiera caer en el menosprecio general, pero hay que reconocer que ciertos diálogos, la base de su humor, colocan a esta película lejos de ser considerada como un descalabro absoluto.

A Allen lo defiendo cuando toca, que ha sido en numerosas ocasiones, cuando ha estado cerca de la perfección, a un paso de la obra maestra, pero con "Bananas" está lejos, muy lejos de lo que vendrá y apenas se atisban retales de lo que más adelante vendrá con todas las letras, un cine hecho y maduro. Se intuye al maestro pero no se trata de un peliculón. Hay gags inconexos que no pueden ser apreciados más que como partes incomunicadas con el resto que con independencia de su calidad no hacen mejor a la película. Con "Bananas" me quedo a medias, pero más bien decepcionado.
Luisito
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3 de enero de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente comedia "woodyalleniana", con algunas de las escenas más brillantes del gran director. Con un guión en el que subyace una dura crítica, tanto a los países sudamericanos ("Somos los mayores exportadores de hernia") como a la política de Estados Unidos ("La CIA no se arriesga: algunos de nosotros luchamos a favor del gobierno, y otros en contra"), la cinta se recrea en diálogos espléndidos y mordaces, llenos de una ironía brutal y un tremendo cinismo. La dirección es estupenda, con toques de cine mudo en muchas de sus escenas, una puesta en escena estupenda y unas interpretaciones fabulosas.
En fin, una de esas comedias que uno debería ver antes de morir.
dorian88
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5 de julio de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando empezó en el cine, Allen no era más que un cómico que trasladaba una sucesión de gags y secuencias humorísticas a la pantalla, de este modo, el que luego sería uno de los más grandes cineastas, se limitaba a hacer el payaso sin más intención que hacer reír; años más tarde, con la llegada de “Annie Hall” (1977), vendría esa explosión de talento en la que dejó de lado la comedia más burda para intentar crear un estilo propio de comedia sofisticada melodramática unida a sus particulares demonios neuróticos que se han convertido en su inconfundible sello particular. “Bananas” fue su segunda película tras las cámaras tras “Toma el dinero y corre” (1969) y fluye en su misma dirección, se trata de una comedia loca donde Allen intenta conseguir un estilo lo más parecido a las “screwballs comedies” con un argumento imposible y unos diálogos que son los que hacen avanzar la acción, rápidos, directos y cuanto más punzantes mejor.

La película también se puede ver como una crítica hilarante sobre cosas realmente muy serias, Allen dispara simétricamente contra las repúblicas bananeras (las que están al sur del río Grande) y contra Estados Unidos, igualmente a los gobiernos y a los habitantes, nadie se escapa del látigo de las bufonadas de Allen. Y si a vosotros no os atrae la política, también tiene otros asuntillos de los que incisivamente hace escarnio, buena parte de la película está dedicada a las frustraciones amorosas del protagonista (el mismo Allen), el eterno e incomprensible femenino que trastoca la racionalidad del hombre que intenta cortejar a la dama, él propone y ella dispone, y en el caso de Allen casi siempre disponen en contra de él. El filme también tiene alusiones a otras películas, como “Tiempos modernos” o “El acorazado Potemkin”, muchos gags de Allen son chaplinianos, pero también provienen de Buster Keaton, Harold Lloyd o Groucho Marx.

No es una obra maestra pero hace que el espectador pase algo más de una hora de entretenimiento, risas y un humor absurdo que despierta las carcajadas de todo aquel que se acerca a la película; si buscáis una de las obras mayores de Allen, os equivocáis de película, si buscáis entretenimiento, risas y pasar un buen rato disfrutando de un guión fantásticamente delirante y absurdo, probad a ver Bananas, no lo lamentaréis. Por cierto, la película supuso el debut oficial en el cine de Sylvester Stallone, con una breve aparición haciendo de desalmado matón en el metro, en realidad, Stallone había debutado el año anterior en la película de porno suave “El semental italiano (The Party at kitty and Stud’s)”.
Juan Marey
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25 de noviembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza un espectáculo de lucha en el cual el actor y director Woody Allen pretende alzarse con un título que le validará como director de culto durante más de 40 años. Si consigue domar a la bestia, podrá sentirse orgulloso de haber obtenido el calificativo de cómico de por vida, aunque más tarde podrá pasarse al drama si se le antojase. Se ven golpes, inmaduras luchas y , miren, Woody es abofeteado. Pero la disputa es encarnizada, hay varios chistes verdaderamente audaces, pero la facilidad entra en el cuadrilátero y le juega una mala pasada. Woody se revuelve, habla, y eso se le da bien, pero se abalanza con demasiada rápidez sobre un terreno todavía no solidificado. Se cae, se levanta. Se vuelve a caer, pero atención, llega la escena del juicio, y señoras y señores, WOODY VENCE, sí señor, vence con poca madurez, poca soltura, pero vence !!!
El matrimonio entre la comedia y este despeinado nihilista comienza con esta película donde se ve humor que madurará pocos años después. Queda consumado, ha superado la prueba.
Javier Moreno
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