No es que yo espere milagros de un general, aunque sea de los de Estado mayor. No espero que sea una lumbrera pero sí que a lo largo de su carrera haya aprendido a comportarse con dignidad y decoro, que crea en la función que está ejerciendo. Puedo esperar que dentro de esas instancias salga algún que otro merluzo, sin que por ello haya de sufrir excesivamente el cuerpo al que pertenecen. (y lo mismo podría decirse de los sacerdotes y los jueces, por ejemplo, por no meterme solo con los militares).

Pero que en una Escuela de Estado Mayor, o algo parecido, donde asisten altos mandos del Ejército para recibir formación de élite, los generales alumnos se comporten como niños mal educados, tirándose trozos de tiza, robando la mermelada o cantando en un bar de pueblo la "canción del Cola Cao", o se escapen por la noche contraviniendo las órdenes superiores y que todo ésto lo hagan con menosprecio de sus profesores, unos capitanes jóvenes y bien preparados, de inferior rango militar pero con conocimientos superiores a sus alumnos. es demasiado. No es la primera vez que Armiñan peca de sensiblero y no le importa ponerse en evidencia para asegurarse una audiencia poco exigente.
Creo que tanto los generales como el propio Armiñan deberían aprender a tener más respeto a su audiencia.