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Regreso a casa

Drama El preso político Lu Yanshi es liberado cuando termina la Revolución cultural. Cuando regresa a casa, descubre que su esposa sufre de amnesia; no lo reconoce y continúa esperando el retorno de su esposo sin darse cuenta de que está a su lado. (FILMAFFINITY)
Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
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5
20 de octubre de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un comienzo dramático, cruel y trepidante que augura un mejor desarrollo, Retorno a casa entre en un bucle repetitivo del que ya no retorna. En un pirmer momento muestra el rechazo social del perseguido, rechazo incluso de su propia hija criada en el régimen, a la que apenas conoce y que apenas le conoce a él y del que quiere eliminar cualquier huella que le relacione con el marginado del sistema y que le perjudique.
Tras ese primer cuarto de hora de metraje narra el regreso del marginado siempre frustrado por la amnesia de su mujer, que sigue amándole, pero no le reconoce después del trauma sufrido en su ausencia. El desarrollo de los intentos desesperados de recuperar a su mujer y que ésta le reconozca es el centro argumental del resto de la obra.
Sin juzgar su valor metafórico con respecto de la situación política china del momento que describe, la película, aunque bien realizada en su inicio, bien interpretada (los tres personajes principales están magníficos), no llega a emocionar, ni transmitir lo que pretende Yimou. Se van sucediendo uno tras otro, los intentos del marido por intentar recuperar a su mujer tornando la película hacia una narración plana y tediosa en la que acabo perdiendo el interés esperando que el final tenga algún mensaje.... o no. Pero ya da igual, el interés se pierde por el camino sin retorno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final si tiene un mensaje: la aceptación y resignación del protagonista ante la situación como prueba de amor hacia su mujer. Pasando de ser el actor que se interpreta a si mismo bajando las escaleeras de la estación esperando convecer a su esposa amnésica, a ser el compañero y cómplice llevando a su mujer a la estación para esperar la llegada de él mismo y sabiendo que nunca se producirá. Lo que se perdió ya no volverá y luchar por ello ya no tiene sentido.
11 de agosto de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moscú no cree en las lágrimas, ¿recordamos la película soviética de Vladimir Menshov, ganadora del Oscar a la Mejor película en habla no inglesa en 1980? Bueno, pues parece que Pekín tampoco, al menos en la China de la Revolución Cultural de Mao, según presenciamos en Regreso a casa (2014), de Zhang Yimou. Al fin y al cabo los sentimientos son una debilidad burguesa. Basurilla.

¿Que qué fue la Revolución Cultural de Mao? Nada tan fácil como volver a ver la ampliamente galardonada ¡Vivir! (1994), del mismo Zhang Yimou, un director que se ha erigido como azote de los totalitarismos, en general, y del chino, en particular, cuya relación con la actriz Gong Li, habitual en sus filmes, tampoco fue del agrado del colectivismo hegeliano. De esta película mencionaremos sólo el Premio BAFTA a la Mejor película en habla no inglesa y el Premio del Jurado en Cannes.

Y es así como se nos plantea Regreso a casa: la insignificancia de la persona en el bucle de la ética maoísta y el esfuerzo baldío de implorar un mínimo de humanidad.

Pero cuando se persigue lo inalcanzable se desarrolla la melancolía, o las enfermedades mentales, si se prefiere un término más clínico, que es exactamente lo que le sucede a Wanyu, el personaje de Gong Li en el largometraje de Yimou: el amor de una mujer frente a todo el aparato del Partido Comunista Chino. No estropeo el final de la película al desvelar lo anterior, puesto que lo que verdaderamente importa en este filme es comprobar hasta qué punto la sociedad puede destruir al individuo y las diferentes fases de esa destrucción es lo que se muestra en esta producción.

En El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, Florentino Ariza le confiesa a Fermina Daza: “he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetir una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre”; y ésa es la espera en que se halla el personaje interpretado por Chen Daoming, Lu Yanshi, represaliado al desierto del Gobi por cuestiones ideológicas: que su mujer, la profesora Wanyu, recupere la razón. También, como en la novela del escritor colombiano recién mencionado, el protagonista masculino escribe infinitud de cartas, que no llegan a la mujer en su momento.

Otra novela de García Márquez con la que podemos establecer una relación es El coronel no tiene quien le escriba, donde el coronel Buendía espera inútilmente una carta del gobierno. En la película de Yimou, Wanyu no recibe la correspondencia de su marido mientras todavía conserva la lucidez, y la única carta que le llega, aunque con un cierto retraso, es la que le anuncia una llegada que para ella será invisible a pesar de que un mes detrás de otro se dirige a la estación de tren. En El coronel no tiene quien le escriba, la ansiada carta no llega desde un punto de vista objetivo, en Regreso a casa, el marido no llega desde un punto de vista psicológico, pero en el fondo es lo mismo: un anhelo insatisfecho en una sociedad que no da la talla.

En el Paraíso de los valores absolutos, un poquito de relatividad moral, por favor, que eso no significa traicionar ideales solidarios ni ser enemigo del pueblo, ni nada por el estilo. Recordemos, simplemente que la mínima pieza de todo el entramado social no es la familia, según se ha afirmado reiteradamente, sino el hombre, y por lo tanto es a la persona a lo que debemos mimar. Para hacer buenos cestos necesitamos buenos mimbres, según recuerda la sabiduría popular, y por ello, nunca conseguiremos sociedades sanas sobre las emociones castradas.

Y no pretendo ser original al respecto, dado que así lo defendió David Hume, uno de los pilares del empirismo británico, en el siglo XVIII, cuando comprobó que todavía carecíamos de una teoría convincente de la ética después de los dos mil años transcurridos desde Sócrates hasta la centuria de las luces. De ahí que propusiera una ética de las emociones, es decir, un planteamiento según el cual, lo bueno, lo malo o lo regular dependía del nivel de rechazo afectivo que nos inspiraran las diferentes situaciones, lo que equivalía a relativizar los juicios morales y debería haber constituido una andanada bajo la línea de flotación de las opiniones cristalizadas. Lamentablemente, en un número demasiado extenso de sociedades no ha sido así, sino que predominan o han predominado hasta hace muy poco los fundamentalismos ortodoxos.

¿Qué hacer ante la sinrazón dominante? La propuesta de Yimou es bastante clara: ante la barbarie, delicadeza, que es el valor que predomina en Regreso a casa, una exquisita pieza de empatía humana construida sobre una banda sonora en la que predominan los sencillos acordes de un piano solo.
8
16 de agosto de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El excelente director chino Zhang Yimou realizó el año pasado este filme con el que intentó volver a la esencia íntima de sus primeras películas ("Sorco rojo") a diferencia de sus posteriores películas más espectaculares a nivel visual ("Hero"). El filme cuenta la historia de el preso político Lu Yanshi que es liberado cuando termina la Revolución cultural china. Cuando vuelve a casa, descubre que su esposa sufre amnesia psicológica, no le reconoce y continúa esperando que su marido regrese sin darse cuenta de que está a su lado. Junto con la ayuda de la hija que tienen en común, el hombre vive delante de la casa de la mujer e intenta que le reconozca. La película se centra en la relación a tres entre el marido, la mujer y la hija e utiliza la metáfora de la amnesia de la esposa como la de la nación china. El relato es pausado, visualmente es atractivo, la realización desprende sensibilidad y delicadeza y la historia de un amor truncado llega a emocionar, sobre todo en los momentos en que la mujer va a esperar a su marido, como el conmovedor plano final. Además del del regreso de la faceta más íntima de Yamou, antes de sus proyectos con Matt Damon, el filme también es la vuelta de su actriz fetiche Gong Li, que hace una excelente interpretación a medida que transcurren los años. Su mirada y su rostro es uno de los más atractivos del cine oriental. El filme fue presentado fuera de concurso en el festival de Cannes y en la sección oficial del festival de Valladolid, donde bien podría haber obtenido algún reconocimiento. Quizás "Regreso a casa" no esté a la altura de las obras maestras del director como "La linterna roja" o "¡Vivir!" pero esta es una de las mejores de la última etapa del cineasta y una de las más recomendables en la cartelera de este verano.

Valoración: 8
Lo mejor: la maravillosa interpretación de Gong Li.
Lo peor: la delicada realización puede caer en falta de fuerza dramática.

http://josh-cine.blogspot.com.es/
7
28 de septiembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una extensa y prestigiosa filmografía a sus espaldas (de la que del momento servidor ha disfrutado de la sublime La linterna roja), el Xi´anés Zhang Yimou, algo diluido a nivel mediático en la última década, siempre suscita el interés del aficionado cuando estrena filme. Con dos años de retraso llega a España Regreso a casa, donde visita una vez más el melodrama triste y tierno. Y los resultados son muy altos tanto a nivel formal como narrativo, pues aunque precise cierta suspensión de incredulidad, su tragedia histórica, tan desoladora como afectuosa, conmueve con alta intensidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Basada en la novela de Geiling Yan, se nos cuenta la historia de Feng Wanyu (una sobresaliente Gong Li), una mujer que, durante la revolución cultural en China, ha sufrido el apresamiento de su marido Lu Yanshi (Chen Daoming) por afinidad política contraria al régimen. Años después, llega a sus oídos la noticia de que se ha escapado, y su deseo de encontrarse con él le llevará a actuar a escondidas frente a todo el mundo, incluido su hija adolescente Dandan, bailarina de ballet afín al partido que hará lo que haga falta para lograr el papel protagonista en una obra de propaganda política de la escuela. Tras varias décadas de dolor y rencor, Lu será finalmente absuelto, pero nada será ya como antes, pues Wanyu es víctima de un extraño comportamiento. Partiendo de que el núcleo narrativo es la imposibilidad del encuentro amoroso entre la pareja, separada durante años por la tiranía de opinión del régimen de Mao, debido a la incapacidad de Wanyu para descubrir que su marido hace mucho que regresó y está delante de sus ojos, las explicaciones científicas y sucesos médicos utilizados para explicar esta carencia rozan inevitablemente la inverosimilitud. Pero ello no supone, ni mucho menos, un obstáculo insuperable para disfrutar la narración. En un marco de crítica al régimen represivo de los 70 (usando para ello algunas escenas de diálogo algo demasiado obvio en sus inicios), la película se adentra, durante la mayoría de su metraje, en un melancólico y humanitario reencuentro de la familia rota, y un ingenioso empeño por esquivar la anomalía materna y reparar las heridas aún lacerantes del pasado y la traición filial.

Su tono y desarrollo sigue una línea continuista y reiterativa (con la excepción de unas excelentemente planificadas escenas de acción cuando el escapado Lu se cuela en su hogar a escondidas durante la noche lluvioso al inicio), pero la excelente fotografía de Zhao Xiaoding (una realización dinámica de tomas en grúa y zooms lentos y prolongados , junto con un montaje raudo, dotan al filme de ritmo, elegancia y un estilo sobrio), la reflexiva y pausada música compuesta por Qijang e interpretada por Lang Lang, y unas grandes interpretaciones (en particular de una Gong Li que dota a su complicado personaje de múltiples matices gestuales, corporales y conductuales) dan al filme una hondura sentimental potente y embaucadora, y logran varias escenas de sobresaliente factura. Apoyado todo en un guión bien armado y completo, que brilla en su sutil y gradual introducción de los elementos narrativos de importancia recapituladora, el filme logrado es notable en muchos frentes.

Monocorde en su tono sentimental y excesiva en su intensidad melodramática, Regreso a casa hace uso, sin embargo, de un portentoso dominio de las herramientas cinematográficas para narrar un relato bonito y humano, vistoso y desgarrador, triste y esperanzador. Es gracias a expresiones como estas que podrá redimirse el pasado, y la expresión artística en su más alto nivel trasciende las fronteras culturales.
6
14 de agosto de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver Regreso a casa, lo primero que vino a la mente fue el título de una obra del célebre pintor belga René Magritte en el que junto a la representación de una pipa, se muestra el texto (Ce n'est pas une pipe: esto no es una pipa), resultado del contradictorio pero atrayente discurso del arte surrealista... Evidentemente, quienes hayan visto este film saben que de surrealista tiene poco, más bien hiperrealista... aunque la trascendencia del amplio componente emocional en él, pueda evocar esa contradicción surrealista...
Sin entrar en datos concretos de los nombres orientales de los personajes (que parecen hechos para hacernos enloquecer de confusión a los occidentales, como imagino sucederá a la inversa), Regreso a casa es una historia costumbrista, cotidiana, en un contexto histórico devastador, tremendamente ideologizado... Es precisamente lo que le acontece a la tríada protagonista de la historia, cuyo menor delito fue vivir bajo una dictadura y el mayor, no sobreponerse a tal hecho y establecer un antes y un después en sus vidas, es decir, no cerrar puertas y abrir otras. No son, en definitiva, víctimas absolutas de sus circunstancias, sino de su actitud frente a ellas. De ahí que, entre otras cosas, esto no sea una pelicula de amor, algo que contradirá muy seguramente la percepción de muchos espectadores. La protagonista, que a más de uno le recordará a la Penélope que aguarda sentada en un banco en la estación, termina por no reconocer al objeto de esa espera y mientras ella espera y espera, su amor desespera al comprobar que a su regreso, nada vuelve a ser lo mismo. Todo esto alimenta un sinfín de emociones en la butaca, de manera que no hay una "neurona espejo" en la sala que no nos provoque más de una lágrima a lo largo del metraje de la cinta. Como tantas otras veces, más valdría que nos pararamos a analizar de modo más objetivo las pretensiones del film para con el espectador y es aquí donde veo la debilidad argumental más grande de este trabajo. Sin duda, la película ha ido respaldada de una campaña publicitaria superior a la media para este tipo de historias no expresamente comerciales y es evidente que el argumento va dirigido a no dejar en las butacas títere con cabeza en el plano emocional y eso se logra sabiendo de antemano la reacción del público, los sesgos, estereotipos y mitos con los que pasa por taquilla... Esto no es una película de amor, no porque sea una película con tintes de denuncia contra la barbarie de una exacerbada ideología concreta, sino porque cuenta una historia muy acorde con la visión romántica en nuestra cultura (veo que en Oriente no habría "cambio horario" al respecto) y que tristemente dista de lo que habría de identificarse con la salud mental, como de hecho es prueba la problemática sufrida por nuestra Penélope... Este argumento, que podría haber servido de base para crear una historia de crecimiento y superación, de autoafirmación humanista, apela en cambio al sentimentalismo, al lacrimeo empático del espectador, al que se le sugestiona para compadecerse de los personajes, como si éstos vivieran bajo el dictado no de un regimen político, sino de una fuerza sobrehumana que no les permite replantearse sus vidas, sus destinos y hacer algo con ellos... Es decir, aporta poco a nivel argumental con respecto al cine comercial y promueve el afianzamiento de esos estereotipos y prejuicios con los que el espectador se había acomodado en la butaca e inconscientemente prefería verlos confirmados.
Por lo que respecta a las cuestiones no argumentales, Regreso a casa adolece de una cierta asimetría en los tiempos en los que se distribuye el relato, concediéndose demasiados recursos visuales y argumentales en determinados momentos de la cinta, como al inicio, que caen en vacío y en realidad no aportan sustancia, sino que se exceden en detalles, como un excesivo recreo de mostrar la introspección de los personajes, hasta caer en cierta artificialidad. Claro que esto lo contrapesa la buena interpretación de la tríada protagonista, con la ínclita Penélope en estado de gracia... Ni que decir tiene que la fotografía y ambientación del film, dadas las circunstancias reinantes en la cinematografía actual, son notables.
En definitiva, pese a la cierta novedad argumental, Regreso a casa no aporta nada nuevo en realidad, sino que afianza roles de victimismo e indefensión aprendida bajo unas circunstancias adversas, apelando a la emoción y la visceralidad, al más puro estilo comercial, sazonada con recursos visuales, tiempos, introspecciones más propias del cine anticomercial. Todo ello vestido con unos recursos técnicos notables... Pero lo más llamativo es que Regreso a casa no es una película de amor o, al menos, no debería serlo...
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