Carretera perdida
7.4
33,189
Intriga. Cine negro
Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video... (FILMAFFINITY) [+]
12 de noviembre de 2010
12 de noviembre de 2010
82 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Tened siempre presente que no todo el mundo posee vuestras capacidades. No os dé apuro admitirlo: vuestra opinión es la que cuenta, los otros se equivocan. Si no pueden o no saben ver lo malo que es David Lynch, intentad no cebaros con ellos, tratad de ayudarles. Llevadles hacia la Luz.
2) Recordad también que vuestra clarividencia es singular. Mucha gente, por desgracia, carece de criterio. Los hay que dan notas altas para quedar bien, para dárselas de listo, para ver si mojan con alguna descarriada chati, captada por la secta de Lynch. Quejaos bien alto de esa nota de 7’5. Es injusta. Es inexplicable. Es una aberración. Abridles los ojos a gritos.
3) Hay quien ha olvidado que toda narración consta de introducción, nudo y desenlace, todo ello seguido, a poder ser, de una cristalina moraleja. Esto ha sido así desde los tiempos de la Biblia, y ese tal Lynch no es nadie para cambiarlo. Si el Génesis no tiene agujeros de guión, ¿por qué debería tenerlos “Carretera perdida”? Es vuestro deber hacer que lo recuerden. Indignaos. Espumarajos a voluntad.
4) Tened en cuenta la limitada cultura del público al que os dirigís. Un agradable apólogo, una fabulilla edificante, eso os servirá sin duda para haceros entender. El del traje nuevo del emperador, por ejemplo. Es corto, directo y fácil de comprender, y es posible que hasta ellos capten su significado. Un diálogo o una lista numerada son también buenas opciones. No muy largas, eso sí: su capacidad de concentración es limitada.
5) No os mostréis altaneros, caramba. Sed campechanos y mostraos cercanos, como si escribierais la crítica acodados en la barra de la cantina mientras os hurgáis los dientes con un palillo. Recordad que sois la voz del sensato pueblo llano. Recurrid a alguna palabra soez, eso probará qué lejos estáis de Lynch y sus perfumaditos secuaces. Mostrad desprecio por el arte moderno. Mejor aún: reíos de él. Defended con vuestros puños los bodegones de frutas. Eso es arte, coño. Tened siempre cerca una foto de Millán Astray. Que corra el Anís del Mono.
6) Cuidad el vocabulario. Adjetivos como “sobrevalorada” o “pretenciosa” nunca pasan de moda. Sustantivos como “fraude” o “estafa” siempre suenan contundentes. La palabra “gafapasta” es un gran invento, pero no deberíais quedaros ahí: gafapastez, gafapastada, gafapestoso, gafapestífero, gafapestiño, gilipasta... Las posibilidades son infinitas. Exploradlas a vuestro antojo.
7) Si alguien os habla de onirismo y fantasía o se atreve a recordaros que las reglas de los sueños son extrañas, decidle que los hombres de verdad no sueñan. Eso es de pijos y estreñidos. Y que todo sueño debe tener un significado ló-gi-co. Lo dicen los manuales.
8) Si todo ello fallara, en fin, siempre os queda el recurso de mandar a Lynch a tomar por el culo. No es muy elegante, pero es un buen índice de pasión por el cine. Además, os sentiréis libres y limpios. Y habréis descubierto para qué sirve, en el fondo, el cine de David Lynch.
2) Recordad también que vuestra clarividencia es singular. Mucha gente, por desgracia, carece de criterio. Los hay que dan notas altas para quedar bien, para dárselas de listo, para ver si mojan con alguna descarriada chati, captada por la secta de Lynch. Quejaos bien alto de esa nota de 7’5. Es injusta. Es inexplicable. Es una aberración. Abridles los ojos a gritos.
3) Hay quien ha olvidado que toda narración consta de introducción, nudo y desenlace, todo ello seguido, a poder ser, de una cristalina moraleja. Esto ha sido así desde los tiempos de la Biblia, y ese tal Lynch no es nadie para cambiarlo. Si el Génesis no tiene agujeros de guión, ¿por qué debería tenerlos “Carretera perdida”? Es vuestro deber hacer que lo recuerden. Indignaos. Espumarajos a voluntad.
4) Tened en cuenta la limitada cultura del público al que os dirigís. Un agradable apólogo, una fabulilla edificante, eso os servirá sin duda para haceros entender. El del traje nuevo del emperador, por ejemplo. Es corto, directo y fácil de comprender, y es posible que hasta ellos capten su significado. Un diálogo o una lista numerada son también buenas opciones. No muy largas, eso sí: su capacidad de concentración es limitada.
5) No os mostréis altaneros, caramba. Sed campechanos y mostraos cercanos, como si escribierais la crítica acodados en la barra de la cantina mientras os hurgáis los dientes con un palillo. Recordad que sois la voz del sensato pueblo llano. Recurrid a alguna palabra soez, eso probará qué lejos estáis de Lynch y sus perfumaditos secuaces. Mostrad desprecio por el arte moderno. Mejor aún: reíos de él. Defended con vuestros puños los bodegones de frutas. Eso es arte, coño. Tened siempre cerca una foto de Millán Astray. Que corra el Anís del Mono.
6) Cuidad el vocabulario. Adjetivos como “sobrevalorada” o “pretenciosa” nunca pasan de moda. Sustantivos como “fraude” o “estafa” siempre suenan contundentes. La palabra “gafapasta” es un gran invento, pero no deberíais quedaros ahí: gafapastez, gafapastada, gafapestoso, gafapestífero, gafapestiño, gilipasta... Las posibilidades son infinitas. Exploradlas a vuestro antojo.
7) Si alguien os habla de onirismo y fantasía o se atreve a recordaros que las reglas de los sueños son extrañas, decidle que los hombres de verdad no sueñan. Eso es de pijos y estreñidos. Y que todo sueño debe tener un significado ló-gi-co. Lo dicen los manuales.
8) Si todo ello fallara, en fin, siempre os queda el recurso de mandar a Lynch a tomar por el culo. No es muy elegante, pero es un buen índice de pasión por el cine. Además, os sentiréis libres y limpios. Y habréis descubierto para qué sirve, en el fondo, el cine de David Lynch.
30 de octubre de 2008
30 de octubre de 2008
72 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenías razón y me acordé del cuento de Cortázar, “La noche boca arriba”, en que un motorista accidentado y hospitalizado sueña estar siglos atrás entre aztecas hasta que comprende que está en el altar sacrificial de la pirámide soñando con una ciudad de altas torres entre las que iba sin control sobre un extraño insecto de metal. Trasvase de identidades por el sueño, el inconsciente y el tiempo a través de una fina membrana reversible conectada a un laberinto como una cinta de Moebius que corre tan pronto dentro de la mente del protagonista Fred como fuera, esto es difícil separarlo, porque la cinta de Moebius empieza a transportarnos enseguida, alguien llama al interfono y dice que Dick Laurent ha muerto, lo dice alguien a quien no vemos pero cuando acabe saliendo estaremos de vuelta en el mismo punto aunque por el otro lado de la cinta, y me acordé de Haneke, tenías razón, de “Caché”, cuando aparecen los videos, deficientes y borrosos, de la casa por fuera el primero, y por dentro con la pareja durmiendo el segundo, menudo escalofrío, pero mucho más cuando en una fiesta aparece ese tipo, el draculín, a quien seguramente sólo ve el saxofonista Fred, y nosotros, la encarnación de la locura asesina, que está en dos sitios a la vez, bilocación, qué miedo… Usted me invitó a entrar en su cabeza, responde a la pregunta de si nos conocemos, ahí la típica zambullida a otra dimensión mental, como al entrar en la oreja de “Terciopelo azul”, o en la ventana negra de “Eraserhead”, porque Fred ya había aclarado que le gustaba recrear las cosas a su manera, no necesariamente como pasan, y estamos en su imaginación fabuladora, una clara pista, y hay varias, el freejazz del saxo mientras en el club ve a su mujer con otro, telefonea a casa y nadie descuelga, suenan los tonos y se hace un vacío enloquecedor, la misma música de saxo que quita de la radio del taller donde trabaja como el mecánico en que se ha transmutado, justo cuando va aparecer el gángster con su novia, y aquí lo que decías, igualito que “Vértigo”, la rubia clavada a la morena menos por el pelo, y el protagonista tiene en flash fuerte reminiscencia, y hablando de flashes ahí están esos relámpagos que acompañan a los saltos de plano mental a través de la membrana, a veces también un estruendo como de helicóptero. Porque eran los puntos de partida de Lynch: un matrimonio recibe cintas de video que graban su propia vida, y alguien se despierta un día y descubre que es otra persona totalmente distinta, no un poco sino totalmente. Añadimos los celos y el impulso asesino enloquecido, y ocurre que algunos actos propios no se pueden asumir y hay fuga a otra personalidad, aquí es fuga total, psicológica y física, el cine no tiene por qué copiar la realidad, lo que llamamos realidad, puede inventarla, sólo faltaba, no está mal perderse alguna vez en una película y no saber qué demonios está pasando, descansar de lo trillado y previsible… Se acaba el papel, busco más…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
…Así que el tipo desaparece, se transmuta, aparece como otro y los pasmados carceleros dicen que parece cosa de espíritus, y cosa también, digo yo, de esa atmósfera incómoda típica de Lynch, con gángster psicópata, gritón y descontrolado y esclavizante, con sexo sórdido, videos de orgías siniestras, Marilyn Manson y la rubia enculada sin fin en pantalla grande B&N, en video sale lo turbador y excesivo, que no falta, se pasa de las casitas con césped y vallas blancas a la oscuridad de la que se entra y se sale a menudo, a la gente que desaparece de las fotos, porque el bucle narrativo hace bailar a cosas y gente, entre música de Badalamenti, Jobim, freejazz, Lou Reed y Bowie, y atmósferas Edward Hopper, hasta cerrar ese círculo bastante cuadrado en el interfono, lo que pasó aquella noche donde termina y empieza todo… En resumen, tenías razón y la película es de lo más interesante, te confirmo, voy a pedir que me la pongan otra vez, y no me enrollo más, te mando esto ya porque el tiempo y el espacio se acaban, y además me dijiste, recuerdo, que querías terminar la crítica y enviarla a FilmAffinity cuanto antes…
2 de marzo de 2007
2 de marzo de 2007
177 de 302 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta peli la vi hace años y ya sólo recuerdo que a mitad de cinta estaba dándole a la tecla del Fast Forward (F.FWD) porque me la sudaba lo que intentaban contarme, o más bien no contarme.
En ese momento no caí que era de Lynch, hasta que la devolví al videoclub y me fijé. Todo cobró sentido entonces.
Hay gente que cree que Lynch sólo hace que vomitar sus diarreas mentales en sus películas. Yo no lo creo. Soy de la opinión que los que están como una chota son sus seguidores. Él sólo hace lo que todo gurú de una secta, alimentar a sus discípulos y seguir dándoles carnaza, no sea que se le acabe el chollo.
Como todo el mundo sabe, en una secta pueden caer no sólo la gente "ignorante" si no también personas muy cultas e inteligentes.
Uno de los rituales de esta secta de los lyncheros es que el gran Lynch les toma el pelo cada cierto tiempo. Supongo que debe ser un rito fetichista para conservar su extraña pelambrera.
Pero no os preocupéis amigos, está demostrado que de las sectas también se puede salir. Ahora bien, el primer paso para curarse siempre es reconocer la enfermedad. Ya se sabe que en los manicomios nadie cree que está loco.
Así que conmovido y sensibilizado ante esta pandemia que corroe el mundo de los cinéfilos, os dejo unas útiles señas donde dirigirse. Escoged según intensidad del síntoma.
La ya tradicional:
Dr. Sigmund Freud
Karlsplatz, 16
Viena (Austria)
Para un tratamiento más "severo":
Dr. Alexandr Korkossian
Elektroshocking Clinic House
Blood Eyes Hill, s/n
Transilvania
Para desesperados:
Padre Gabriele Amorth
Basilica di San Pietro (4º confesionario del pasillo izquierdo)
Città del Vaticano
En ese momento no caí que era de Lynch, hasta que la devolví al videoclub y me fijé. Todo cobró sentido entonces.
Hay gente que cree que Lynch sólo hace que vomitar sus diarreas mentales en sus películas. Yo no lo creo. Soy de la opinión que los que están como una chota son sus seguidores. Él sólo hace lo que todo gurú de una secta, alimentar a sus discípulos y seguir dándoles carnaza, no sea que se le acabe el chollo.
Como todo el mundo sabe, en una secta pueden caer no sólo la gente "ignorante" si no también personas muy cultas e inteligentes.
Uno de los rituales de esta secta de los lyncheros es que el gran Lynch les toma el pelo cada cierto tiempo. Supongo que debe ser un rito fetichista para conservar su extraña pelambrera.
Pero no os preocupéis amigos, está demostrado que de las sectas también se puede salir. Ahora bien, el primer paso para curarse siempre es reconocer la enfermedad. Ya se sabe que en los manicomios nadie cree que está loco.
Así que conmovido y sensibilizado ante esta pandemia que corroe el mundo de los cinéfilos, os dejo unas útiles señas donde dirigirse. Escoged según intensidad del síntoma.
La ya tradicional:
Dr. Sigmund Freud
Karlsplatz, 16
Viena (Austria)
Para un tratamiento más "severo":
Dr. Alexandr Korkossian
Elektroshocking Clinic House
Blood Eyes Hill, s/n
Transilvania
Para desesperados:
Padre Gabriele Amorth
Basilica di San Pietro (4º confesionario del pasillo izquierdo)
Città del Vaticano
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tengo pensado ir a ver "Inland Empire". Pero en primera fila y girando el asiento 180º. Es que el espectáculo está en el público claro. Lo que pasa es que no me atrevo a ir sólo, igual es peligroso ¿Algún voluntario para acompañarme?
2 de abril de 2015
2 de abril de 2015
51 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con 'Carretera perdida' y 'Mulholland drive' forma Lynch, deliberadamente o no, un díptico sobre la evasión de la realidad. Ambas son, además, la crisálida estética y conceptual de la que eclosiona la rotunda 'Inland empire'; cinta que, para mí, culmina el estilo del autor llevándolo a su fase paroxística y última.
1. 'Mulholland dr.': el sueño como vía de escape. Cerrar los ojos y desaparecer del mundo; o mejor, inventarlo en el infinito subconsciente. Los fantasmas esperan tu regreso al despertar.
2. 'Carretera perdida': la fuga psicogénica, el "estado de fuga" mental. "Reencarnarse" en otro y habitar otra existencia. Cuando la amnesia, tras el shock, comienza a disiparse, vuelve la memoria de lo anterior; retorna uno a la cárcel del ser original. El trauma que esquivaste te atrapa de nuevo.
...
No hay línea cronológica, no hay parámetros temporales. 'Carretera perdida' se desarrolla en el espacio de un segundo de memoria: no es orden, no es esquema; es caos y desorden, como la evocación cualquiera de un hecho ya acontecido. Es estado de ánimo; es entropía emocional.
...
Lynch ofrece datos con los que ir configurando el drama, con un importante margen de aportación personal.
1º. ['Dick Laurent está muerto'. Un esposo celoso. Una esposa infiel. Unas cintas domésticas de desconocida autoría. La encarnación de una oscura pulsión, con el rostro enfermizo de Robert Blake. Un asesinato.]
Fred ingresa en prisión, acusado de homicidio. La película podría desarrollarse, en realidad, en esta habitación. Quizás sea el único emplazamiento físicamente real de todos. El km.0 de la carretera perdida.
2º [Fred, dentro de la celda, se convierte en Pete; o Pete va en busca de Fred para salvarle; o Fred invoca a Pete para salvaguardar su integridad psíquica... O Fred recuerda, en el cuerpo de Pete].
...
En la realidad fingida del joven Pete, poco a poco, van filtrándose ominosos recuerdos, que no pueden convivir con la descarnada realidad. El saxofón. Los celos. Dick Laurent. La pornografía. Unos padres preocupados, anticipando cómo acabará todo. El abandono de una novia cariñosa por una femme fatale. Unos policías vigilando, ocultos en la retaguardia, esperando que la fantasía se resquebraje para perseguir de nuevo al asesino.
Tres momentos dolorosos, referidos al componente sexual de la película.
1. La ridícula tentativa de Fred de hacer el amor con su mujer. Él termina, precoz. Ella palmea, condescendiente, su espalda, como a un adolescente inexperto.
2. Alice follando en una película pornográfica, proyectada cruelmente en la pared. La feroz certeza de la mujer amada en los impersonales brazos de otro. Y, ésta vez sí, gozando.
2. El sexo terminal a la luz de los faros del coche. "Nunca me tendrás".
...
Finalmente, las dos realidades chocan entre ellas. Son la misma. Se han superpuesto, se han retro-alimentado. Se han complementado. Han completado el círculo.
Pete vuelve a ser Fred.
...
'Carretera perdida' es la historia de un hombre consumido por los celos, que hace algo terrible e intenta olvidarlo. Dick Laurent está muerto. Ella, Susan/Renée, también. No obstante, a los fantasmas del recuerdo no se les puede exterminar.
Fred conducirá eternamente una autopista perdida dentro de su cabeza, cuyo lugar de meta es también el punto de salida.
Gracias.
1. 'Mulholland dr.': el sueño como vía de escape. Cerrar los ojos y desaparecer del mundo; o mejor, inventarlo en el infinito subconsciente. Los fantasmas esperan tu regreso al despertar.
2. 'Carretera perdida': la fuga psicogénica, el "estado de fuga" mental. "Reencarnarse" en otro y habitar otra existencia. Cuando la amnesia, tras el shock, comienza a disiparse, vuelve la memoria de lo anterior; retorna uno a la cárcel del ser original. El trauma que esquivaste te atrapa de nuevo.
...
No hay línea cronológica, no hay parámetros temporales. 'Carretera perdida' se desarrolla en el espacio de un segundo de memoria: no es orden, no es esquema; es caos y desorden, como la evocación cualquiera de un hecho ya acontecido. Es estado de ánimo; es entropía emocional.
...
Lynch ofrece datos con los que ir configurando el drama, con un importante margen de aportación personal.
1º. ['Dick Laurent está muerto'. Un esposo celoso. Una esposa infiel. Unas cintas domésticas de desconocida autoría. La encarnación de una oscura pulsión, con el rostro enfermizo de Robert Blake. Un asesinato.]
Fred ingresa en prisión, acusado de homicidio. La película podría desarrollarse, en realidad, en esta habitación. Quizás sea el único emplazamiento físicamente real de todos. El km.0 de la carretera perdida.
2º [Fred, dentro de la celda, se convierte en Pete; o Pete va en busca de Fred para salvarle; o Fred invoca a Pete para salvaguardar su integridad psíquica... O Fred recuerda, en el cuerpo de Pete].
...
En la realidad fingida del joven Pete, poco a poco, van filtrándose ominosos recuerdos, que no pueden convivir con la descarnada realidad. El saxofón. Los celos. Dick Laurent. La pornografía. Unos padres preocupados, anticipando cómo acabará todo. El abandono de una novia cariñosa por una femme fatale. Unos policías vigilando, ocultos en la retaguardia, esperando que la fantasía se resquebraje para perseguir de nuevo al asesino.
Tres momentos dolorosos, referidos al componente sexual de la película.
1. La ridícula tentativa de Fred de hacer el amor con su mujer. Él termina, precoz. Ella palmea, condescendiente, su espalda, como a un adolescente inexperto.
2. Alice follando en una película pornográfica, proyectada cruelmente en la pared. La feroz certeza de la mujer amada en los impersonales brazos de otro. Y, ésta vez sí, gozando.
2. El sexo terminal a la luz de los faros del coche. "Nunca me tendrás".
...
Finalmente, las dos realidades chocan entre ellas. Son la misma. Se han superpuesto, se han retro-alimentado. Se han complementado. Han completado el círculo.
Pete vuelve a ser Fred.
...
'Carretera perdida' es la historia de un hombre consumido por los celos, que hace algo terrible e intenta olvidarlo. Dick Laurent está muerto. Ella, Susan/Renée, también. No obstante, a los fantasmas del recuerdo no se les puede exterminar.
Fred conducirá eternamente una autopista perdida dentro de su cabeza, cuyo lugar de meta es también el punto de salida.
Gracias.
9 de junio de 2007
9 de junio de 2007
95 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que el “universo” Lynch no es para todos. Sus fans lo adoran y la crítica especializada utiliza adjetivos como fascinante, enigmático, claustrofóbico, director de culto, etc, etc etc.
Luego estamos los demás. Gente corriente que desea pasar un buen rato viendo cine, con buenos guiones, buenos actores, buenos directores; pero que en absoluto estamos dispuestos a entrar en un estado transitorio cataléptico o esquizoide de “complicidad” con el Sr. Lynch (u otro director) para intentar colegir o descifrar el contenido de su mensaje fílmico.
Si no ha entendido la película o no le ha gustado nada, no se preocupe. Es usted uno más del inmenso grupo de aficionados al cine a quienes el Sr. Lynch les propone un juego de adivinanzas con las cartas marcadas, donde siempre gana él.
Yo no juego esta mano con usted, Sr. Lynch; es un jugador de ventaja.
Luego estamos los demás. Gente corriente que desea pasar un buen rato viendo cine, con buenos guiones, buenos actores, buenos directores; pero que en absoluto estamos dispuestos a entrar en un estado transitorio cataléptico o esquizoide de “complicidad” con el Sr. Lynch (u otro director) para intentar colegir o descifrar el contenido de su mensaje fílmico.
Si no ha entendido la película o no le ha gustado nada, no se preocupe. Es usted uno más del inmenso grupo de aficionados al cine a quienes el Sr. Lynch les propone un juego de adivinanzas con las cartas marcadas, donde siempre gana él.
Yo no juego esta mano con usted, Sr. Lynch; es un jugador de ventaja.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here