Dotada de una sencilla puesta en escena, es una película ligera que se deja ver con parsimonia, sutil como la brisa marina de primavera. Gira toda su esencia alrededor de la estupenda actuación de Catherine Frot (Odette, una Comedia sobre la Felicidad) en el rol de una cocinera humilde de la región del Perigord que es requerida por el mismísimo presidente de la república. Como se dice, está basada en un hecho real, pero el director Christian Vincent (El Juez -2015-) logra crear una comedia elegante que muestra sus cartas en el arte culinario (parece realmente un programa de cocina en algunos momentos muy bien elaborado) y en el que el resto del reparto sabe cómo encajar en la película sin dificultad, mimetizados tras el dosel que deja tras de sí una gran Catherine Frot.
Sin dudas, una cinta liviana y recomendable que no deja empachos en su visionado.

Inspirada en una historia real, Hortense Laborie, es llamado por el presidente de la República para que sea la responsable de las comidas personales del Palacio de los Elíseo. Un película ligera y fácil de olvidar no exentos de buenos momentos gastronómicos, la actriz protagonista Catherine Frost correcta no faltó de pimienta, una música agradable de Gabriel Jared. Un film que se deja ver pero entre plato y plato faltó de armonía.

Creo que los franceses tienen un habilidad increíble para mostrar la belleza de la cotidianidad y los sabores del palacio no es la excepción, es una película que, sobretodo para los amantes de la cocina, es un plato ligero y delicioso. Las escenas en la cocina son exquisitas.

Aunque la historia es sencilla y las actuaciones no son realmente muy resaltantes es una película que te hace pasar un rato agradable y te deja un buen sabor de boca.

Cuando una película de cocina resulta sosa es un crimen como cuando un plato te queda igual de soso. Ni el ritmo te lleva, ni te interesa la historia de esta cocinera, ni te interesa su lucha contra la Cocina Central, como el gran malvado, ni se ve que esta señora tenga vida personal más allá de los fogones y su huida de ellos. Tampoco el anciano presidente de la República Francesa resulta creíble, y piensas que debiera de estar hace años en un asilo, no tomando las riendas del pais.

La huida de la cocinera a una isla remota el único interés que tiene es el de hacerte sentir envidia por los afortunados que pueden degustar semejantes platos en medio de un medio ambiente tan frío y hostil.

Solo te queda pues disfrutar todas las imágenes de cocina y de la elaboración de los platos así como del amor que la cocinera Hortense le dedica a su cocina por encima de personas y circunstancias.

Como casi todos los filmes procedentes del cine francés, cumple con creces en el apartado visual con una fotografía cuidada, planos detallistas y en general un encuadre espectacular, trasladándonos casi de verdad a una cocina presidencial/palaciega. Las actuaciones también son reseñables, correctas.

A partir de ahí, la nada. Un magnífico y bonito envoltorio para un contenido vacío. Te pasas el metraje esperando a que llegue el conflicto que no acaba de aparecer por ningún lado. Es una pena porque los mimbres son buenos, pero se ha quedado en una película llena de buenas intenciones con mala ejecución.