La cocinera del presidente
2012 

5.5
1,873
27 de abril de 2013
27 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hortense Laborie era una prestigiosa chef del Perigord cuando el presidente francés Francois Mitterrand decidió contratarla como cocinera particular en el Palacio del Elíseo y responsable de las comidas presidenciales por encima del chef de la gran cocina del palacio. Por tanto tenemos historia del tipo que encandila a los franceses y a los norteamericanos (dos regímenes políticos de ejecutivos presidenciales) y suelen dejar más bien fríos a los que vivimos en monarquías o gobiernos democráticos parlamentarios con presidentes poco menos que honorarios. Es decir la de la lucha de clases o sexos en las que la parte débil, el pobre o la mujer, logran escalar hasta ponerse a la altura del "príncipe" presidente librando batallas contra poderosos establecidos y más bien clasistas o misóginos que forman parte de la clase poderosa vecina al presidente.
Diseñada como un flash back cronológico visto desde un presente que es futuro de los hechos narrados, la cosa resulta un poco confusa ya que no se nos aclara bien el comienzo y las secuencias de uno y otro tiempo no están debidamente separadas. La presentación de recetas y platos hacen salivar al espectador pero no se crean conciencia de estar viendo una buena película, cuyos momentos más interesantes--los que atañen a la cocinera y un presidente que se humaniza a través de la cocina familiar recordada y revivida por la eficaz cocinera-- quedan desvaidos y faltos de profundidad y consistencia.
Un juguete intrascendente, con ligeros toques de humor y un "actor", el ensayista literario, novelista y académico Jean d'Ormesson haciendo de presidente que seguramente encandilará a los franceses pero que aqui nos deja fríos, aunque no está nada mal su actuación para un actor improvisado. Christian Vincent, el director, no es un novato (esta es su octava película) pero no se eleva más que un buen director de serie para televisión y en definitiva eso parece la película. Catherine Frot hace un buen uso de su complejo papel, engañosamente atractivo, la cocinera ruda pero tierna, excelente profesional y llena de fuerza y energía. Punto y aparte para la música, firmada por Gabriel Yared, responsable de maravillas como las BS de "El paciente inglés" o "El talento de Mr. Ripley".
Diseñada como un flash back cronológico visto desde un presente que es futuro de los hechos narrados, la cosa resulta un poco confusa ya que no se nos aclara bien el comienzo y las secuencias de uno y otro tiempo no están debidamente separadas. La presentación de recetas y platos hacen salivar al espectador pero no se crean conciencia de estar viendo una buena película, cuyos momentos más interesantes--los que atañen a la cocinera y un presidente que se humaniza a través de la cocina familiar recordada y revivida por la eficaz cocinera-- quedan desvaidos y faltos de profundidad y consistencia.
Un juguete intrascendente, con ligeros toques de humor y un "actor", el ensayista literario, novelista y académico Jean d'Ormesson haciendo de presidente que seguramente encandilará a los franceses pero que aqui nos deja fríos, aunque no está nada mal su actuación para un actor improvisado. Christian Vincent, el director, no es un novato (esta es su octava película) pero no se eleva más que un buen director de serie para televisión y en definitiva eso parece la película. Catherine Frot hace un buen uso de su complejo papel, engañosamente atractivo, la cocinera ruda pero tierna, excelente profesional y llena de fuerza y energía. Punto y aparte para la música, firmada por Gabriel Yared, responsable de maravillas como las BS de "El paciente inglés" o "El talento de Mr. Ripley".
27 de septiembre de 2013
27 de septiembre de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que me haya pasado, al alza, en mi nota. Pero se trata de una película del subgénero "gastronómico", y encima francesa, narrada con esa sencillez, esa bonhomía, ese savoir vivre de que hace gala el cine galo, perdón por el chiste fácil, y no me he podido resistir. Basada libremente en las memorias de la cocinera de François Mitterrand, propone una suave crítica política al tiempo que unas recetas de saltar las lágrimas. Demuestra que los políticos ni siquiera te dejan comer en paz, y que todo se va al traste en cuanto meten mano en ello, lo que sea. Sorprende la elección de la figura del presidente: Jean D'Ormesson, afamado escritor y filósofo francés, autor de caudalosa bibliografía, tótem de las letras francesas, actor debutante a la tierna edad de... 87 años. Casi un siglo de historia ante las cámaras, y como si lo hubiera hecho toda la vida. Catherine Frot no defrauda en su encarnación de esa mujer apasionada por los productos de la tierra y las recetas de la abuela, que lleva la felicidad a la pequeña comunidad de trabajadores de la Antártida tanto como al presidente de la República. En su punto.
17 de junio de 2014
17 de junio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los amantes del buen cine y la buena comida, este es un film explosivo.
Película sencilla donde las haya, bien cocinada, sin complicaciones, a fuego lento durante unas 95 minutos y...listo.
Si quieres pasar un buen rato, te recomiendo que la veas, no tiene desperdicio y seguro que no dejaras una migaja en el plato, te lo aseguro.
En fin, creo que me está entrando un poco de hambre, bajare a la cocina a ver que hay hoy de cenar.
Un saludo amigos, disfrútenla.
Película sencilla donde las haya, bien cocinada, sin complicaciones, a fuego lento durante unas 95 minutos y...listo.
Si quieres pasar un buen rato, te recomiendo que la veas, no tiene desperdicio y seguro que no dejaras una migaja en el plato, te lo aseguro.
En fin, creo que me está entrando un poco de hambre, bajare a la cocina a ver que hay hoy de cenar.
Un saludo amigos, disfrútenla.
4 de septiembre de 2013
4 de septiembre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mitterrand sabía montárselo bien. Más que un presidente de la República se asemeja en la película a un monarca de la edad media. Para él, para sus invitados, y familiares, contrata a una desconocida cocinera del Perigord especialista en cocina casera elaborada con productos de primera calidad. Su carácter y su maestría en los fogones conquistan el paladar y parece ser, porque solo está insinuado, los deseos carnales del Presidente. Hay una escena en la que él baja de noche y de forma clandestina a la cocina. Le pregunta si han llegado las primeras trufas. Ella le enseña las que recibió por la mañana. Los médicos, le han prescrito un plan de comidas especial, ya está muy enfermo. Pero él se sienta en la mesa de la cocina y ve como ella le prepara una tostada con foie, de un pan que se mete por los ojos, y le coloca encima una capa de rodajas de trufa. Si alguien ve la película con el estómago vacío puede sufrir una intensa bulimia con el aspecto que ofrece la tostada. La boca se llena de saliva y los jugos gástricos se ponen en acción. Y más, cuando ella abre una botella de tinto Chatêau Rothschild 1969 y le ofrece una copa. Ella se sienta frente a él y se pone otra. Se miran intensamente... Luego él se marcha subiendo los escalones de la cocina con gran dificultad. Es la mejor escena de la película. No se quedan atrás las de los platos exquisitos que llegan a la mesa presidencial.
Catherine Frot representa a una convincente cocinera y Jean D'Ormesson - un filósofo y escritor que nunca se puso delante de una cámara- encarna con brillantez a un siempre atildado Mitterrand. Advierto a los glotones de que la película puede herir profundamente su sensibilidad. Esos platos no están al alcance de nuestros bolsillos.
Catherine Frot representa a una convincente cocinera y Jean D'Ormesson - un filósofo y escritor que nunca se puso delante de una cámara- encarna con brillantez a un siempre atildado Mitterrand. Advierto a los glotones de que la película puede herir profundamente su sensibilidad. Esos platos no están al alcance de nuestros bolsillos.
20 de noviembre de 2015
20 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La cocinera del presidente" es una película amable y bienintencionada. De hecho, resulta tan amable y tan bienintencionada, que termina resultando decepcionante.
El film, basado en hechos reales aunque intente aparentar lo contrario, nos narra las peripecias de una cocinera que es contratada para ser la chef personal del presidente de la republica de Francia. Hasta aquí todo correcto, si no fuera por dos minúsculos detalles. En ningún momento se menciona el nombre del presidente en cuestión, y tampoco se dicen los años en que sucede la historia. Supongo que lo hacen con la idea de no entrar en polémicas, o para evitar controversias; pero al final el tiro les sale por la culata, ya que convierten algo que podría ser trascendente, en algo totalmente intrascendental. Han transformado "La cocinera del presidente" en un film vacío e insustancial, que ni siquiera funciona como comedia. Todo lo que le sucede a la protagonista termina dejando la sensación de importar poco o nada. Vamos, utilizando un símil culinario, podría decirse que a la cinta le falta sal.
Toda esa capa de anonimato que han intentado darle a la película, saca a la luz otros puntos flacos del film que, de otra forma, igual no se habrían visto. Por ejemplo: la ligereza del guion, su desenlace tan tibio como insulso, unas interpretaciones con el piloto automático puesto,... En resumidas cuentas, en "La cocinera del presidente" hay mucha diferencia entre lo que es, y lo que podría haber sido.
El film, basado en hechos reales aunque intente aparentar lo contrario, nos narra las peripecias de una cocinera que es contratada para ser la chef personal del presidente de la republica de Francia. Hasta aquí todo correcto, si no fuera por dos minúsculos detalles. En ningún momento se menciona el nombre del presidente en cuestión, y tampoco se dicen los años en que sucede la historia. Supongo que lo hacen con la idea de no entrar en polémicas, o para evitar controversias; pero al final el tiro les sale por la culata, ya que convierten algo que podría ser trascendente, en algo totalmente intrascendental. Han transformado "La cocinera del presidente" en un film vacío e insustancial, que ni siquiera funciona como comedia. Todo lo que le sucede a la protagonista termina dejando la sensación de importar poco o nada. Vamos, utilizando un símil culinario, podría decirse que a la cinta le falta sal.
Toda esa capa de anonimato que han intentado darle a la película, saca a la luz otros puntos flacos del film que, de otra forma, igual no se habrían visto. Por ejemplo: la ligereza del guion, su desenlace tan tibio como insulso, unas interpretaciones con el piloto automático puesto,... En resumidas cuentas, en "La cocinera del presidente" hay mucha diferencia entre lo que es, y lo que podría haber sido.
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