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Man on WireDocumental

Man on Wire
2008 Reino Unido
Documental, Intervenciones de: Philippe Petit
7.4
11,887
Documental Documental sobre la hazaña del funambulista francés Philippe Petit que, el 7 de agosto de 1974, logró de manera ilegal caminar sobre un alambre tendido entre las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York. Culminada la proeza, fue arrestado por la policía, pero la exhibición fue considerada por algunos "el crimen artístico del siglo". (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2009
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leves murmullos en el patio de butacas. Se abre el telón y un silencio sepulcral invade la sala. El foco ilumina una elegante silueta que acaba de hacer su aparición en escena. Un hombre con aire risueño -casi burlesco- vestido de negro se desliza ágilmente hasta una tarima para atraer la atención del respetable. Y a fe que lo consigue. Quizás es por la energía que irradia, o quizás es por el hecho que el tiempo parece afectarle de manera distinta que al resto de los mortales... quizás sea porque bajo esta sonrisa se esconde una de las historias más increíbles jamás contadas. Al fin y al cabo estamos ante Philippe Petit, el autor del “delito artístico del siglo”.

Una presentación similar podría hacerse de James Marsh, consagrado documentalista y auténtico recolector de historias chocantes. Suyos son los filmes ‘Troubleman’, sobre Marvin Gaye y su asesinato a manos de su padre, ‘The Burger and the King’, referente a los hábitos alimenticios de Elvis Presley, o ‘Wisconsin Death Trip’, acerca de una ola de suicidios y asesinatos que tuvieron lugar durante de la década de los 80 en una pequeña localidad norteamericana. Con su último y -justamente- galardonadísimo último trabajo, Marsh cambia de tono y se impregna del positivismo que desprende el protagonista de esta proeza sin precedentes.

Auténtico buscavidas y artista de profesión, Philippe Petit supo desde la temprana edad de 17 años, que el sueño de su vida sería “coronar” las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, cruzándolas subido en un fino alambre. Una auténtica locura que a nadie más se le podría haber ocurrido. ¿Acto de rebeldía? ¿Meta personal para alcanzar algún tipo de realización espiritual? Prohibido preguntar al respecto... pues poco -o nada- importa la respuesta. Así nos lo hace saber este irrepetible funambulista, que a la vez se sumerge a la perfección en el papel de principal vehículo conductor de la historia. Durante su narración, Petit salta, se esconde entre las cortinas, susurra, grita y se emociona. Es en definitiva el maestro de ceremonias ideal; una de estas personas a las que no me importaría cederle horas y horas de mi tiempo para que compartiera conmigo sus inagotables odiseas.

Para no quedarse atrás en este auténtico tour de force, el director James Marsh pone todo su ingenio al servicio del gran show. Haciendo honor a sus galones, imprime al documental un ritmo ágil y sabe jugar a la perfección sus cartas. Con la excelente selección tanto de grabaciones de la época como de entrevistas a los cómplices de la hazaña (muy emotivos todos ellos también), la historia avanza tan sutilmente como Petit en cualquiera de sus grandes actuaciones. ‘Man on Wire’ se detiene allí donde el gozo es mayor y pasa de puntillas en los temas más escabrosos de esta sin duda intrincadísima historia. Con ello, queda algún que otro cabo suelto por atar, pero a cambio se imprime a la cinta una fuertísima sensación de espectáculo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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23 de abril de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Man on wire’ es la historia de un sueño: Caminar sobre el cielo de Manhattan a través de un alambre sujetado por las dos torres gemelas del World Trade Center de Nueva York. En la búsqueda de ese sueño, el documental nos narrará las relaciones entre los distintos protagonistas de aquella gesta y sus distintas conductas ante ella. Las tensiones entre sus amigos, novia y cómplices diseñando aquel perfecto plan. Los viajes de ida y vuelta. La obsesión. La minuciosidad de los detalles. El ensayo casero con sus amigos en el campo. O en Notre Dame y el Puente de la bahía de Sidney. Sus aventuras y desventuras. Discusiones y malentendidos. La agonía de los distintos protagonistas en el último piso respectivo de la torre norte y sur intentando esquivar a los guardias para comenzar el montaje. Y, el final del sueño. La culminación del mismo. Un tipo andando sobre el cielo de Manhattan.

Philippe esquivaba la realidad, su acto, su “crimen”. La sonrisa y media vuelta ante la policía así lo reflejaba. Era algo metafísico. Philippe estaba en una realidad sobredimensionada. El sueño era suyo y nadie podía detenerle. Cuarenta y cinco minutos de arte espontáneo sobre el cielo de Manhattan, sobre el frágil alambre a una altura vertiginosa. Fue la gesta de Philippe Petit. Vio, como él mismo dice, cuando miró hacia abajo, una instantánea que jamás volvería a ver. Algo único. Una bacanal de sensaciones placenteras, inexplicables. El momento culmen de su vida. Y con él, su propia muerte, la muerte del funambulista.

Volvió a la realidad en una habitación de un apartamento disfrutando sexualmente con una desconocida. Había logrado su sueño. Un sueño que le obsesionaba desde aquel recorte de periódico a la edad de 19 años en la consulta del dentista. Un sueño que le había llevado seis años. Seis años convenciendo a gente, amigos, cómplices. Seis años luchando por él. Ahora lo había logrado y, con él, moría todo lo que le había rodeado durante ese tiempo.

Los americanos querían saber por qué lo hizo. Tan sensacionalistas ellos, tan morbosos. Hacían volver a Philippe a la banalidad de la vida humana. No hubo un por qué. Simplemente fue un sueño. Su sueño.
The Motorcycle Boy
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26 de enero de 2009
23 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tipo curioso este Philipe Petit, un contagioso entusiasta del equilibrismo que probó sus propios límites al caminar entre las torres gemelas sobre un fino cable suspendido a 450 metros del suelo. Una anécdota memorable, que desgraciadamente, se queda en anécdota. Lo que aquí se cuenta en hora y media se podía haber reducido fácilmente media horita.

Aún así lo ves del tirón, Petit te cae bien y el material de archivo es abundante. El recuerdo de la rebeldía del 68 queda romántico y con un bello punto de ingenuidad, y los últimos diez minutos irradian un halo casi poético de la mano de la música de Erik Satie.

Que no les vendan la moto, es un producto para televisión con el que pasar una agradable sobremesa, aunque eso sí, bien hecho y realizado con dedicación.
Felipe Larrea
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15 de marzo de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Man on wire narra la espectacular hazaña de "Philippe Petit", un hombre que a sus 17 años decidió marcharse de la consulta de un dentista para cumplir su sueño, el de hacer un viaje hacia su propia naturaleza, que no es otra que la de un soñador y para vivir por 45 minutos lo que probablemente ningún otro podrá experimentar.

Con un buen puñado de premios bajo el alambre, James Marsh se codea con un conjunto de profesionales entre los que destaca el director de fotografía -al que le ayuda ese entorno naturalista para poder desplegar todo su potencial- y se rodea de unas condiciones inmejorables que si bien quedan entorpecidas por el escaso fondo que tiene la historia, estas son ampliamente rebasadas por un dominio de la técnica exquisito.

No es baladí que se lance esta historia ahora cuando se podría haber hecho hace mucho tiempo, seguramente el toque melancólico recordando la reconstrucción de la torre más alta que ha caído, le de la frescura de la que goza en todo momento, todo esto acompañado con un montaje hábil y con mucho ritmo, con la inestimable presencia de el propio Petit -un hombre teatral y carismático donde los haya- sin lo que esto hubiera sido una verdadera chufa. Y es que pese a tener unas recreaciones ficticias bastante flojas, a mi parecer el mayor peso narrativo cae en las imágenes reales de los acontecimientos reales que la encumbran como el mejor documental del año y le otorgan todas las credenciales para recibir la estupenda acogida de un público que no quedará defraudado.
Alexander Supertramp
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26 de abril de 2009
22 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente material para un documental del Discovery Channel de cuarenta minutos, pero aburrido y egocéntrico muestrario de autocomplacencia llevado al cine comercial por Marsh para mayor gloria de Philippe. Sí, sí, todo muy romántico, un gran desafío personal, un funambulista fuera de serie, Notre Dame y el monociclo, unas imágenes del WTC dignas de mención, pero un producto altamente sobrevalorado que ha conseguido que la ovejita que tengo en la cabecera de mi cama emitiese un profundo bostezo. De hecho, me he dormido y he tenido que retomarla al día siguiente. Se pierde en detalles anodinos que pudieron ser cruciales para los protagonistas de la hazaña, pero que en una FICCIÓN documental a la mayor parte del público no le dicen absolutamente nada. No vamos a negarle el mérito de habar sido estrenado en cines, pero el documental es más bien flojito y desde luego no va a romper ninguna taquilla.
Shinboneniná
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