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Ensayo de un crimen

Drama. Comedia Archibaldo de la Cruz ha visto en su infancia morir a su institutriz, alcanzada por una bala perdida, mientras él se escondía en el ropero de su madre. Ya adulto, la muerte de varias mujeres cercanas a él hacen que Archibaldo crea que es un asesino. Su único argumento es que él deseó todas esas muertes y que las mujeres terminaron siendo asesinadas. Interrogado por un juez, Archibaldo desvela su vida y las razones por las que piensa que ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
16 de octubre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta extraño que aun los de­tractores más acérrimos de una obra de arte se vean compelidos a alabarla, tal como ocurre con Ensayo de un crimen. Me parece el galardón más alto que un artista pueda conquistar. Es la prerro­gativa de los genios. ¡Y vaya si Buñuel lo era! Un maño universal que produjo una obra maestra tras otra desde el mismísimo instante en que decidió hacer cine hasta el último día de su vida.
Aquí estamos frente a uno de los trabajos más simples, formalmente ha­blando, del iluminado de Calanda. Sin embargo, sus intrincadas derivaciones psicológicas hacen que su digestión sea compleja. En lo que a mí respecta, cada vez que la veo no paro de reírme de principio a fin. Pero reír es lo mío. Voy a centrarme en la consigna del reto, la boda de Archibaldo con Car­lota. Ingresamos a la iglesia, nos vamos desplazando entre la numerosa concu­rrencia hacia el altar. Delante de noso­tros un cura bajito y calvo se sienta junto a un militar. Enseguida se les une un co­misario de policía. El trío, a expensas del sacerdote, conversa animadamente. El policía confiesa que se ha conmovido al punto de saltarle alguna lágrima al ha­ber presenciado, pocos minutos antes, una boda, un bautismo y una confirma­ción. El cura le responde: “Es que la pompa de la iglesia católica y, por qué no decirlo, el manto de poesía con que envuelve todos sus actos es algo único, excepcional. ¿Qué sentirían ustedes si esta fuera una boda civil por ejemplo, al­go prosaico, vulgar?”.
Desde el cine, una ficción, Buñuel nos invita a una ácida reflexión sobre esa otra ficción de la vida real producida por sus instituciones (Iglesia, Fuerzas Armadas, Policía), como si se trataran de estudios cinematográficos. Equipara los espectáculos para que nuestros ojos despierten y puedan operar un découpa­ge vital, la revolución de una cosa en otra. Como él mismo decía a propósito de la segmentación cinegráfica: “Lo que antes no era, ahora es”.

Del libro "100 días de cine", Igor Sergei Klinki, 2013
klinki
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23 de febrero de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
De nuevo hablaré poco de la peli, pues bastante la han destripado, sin piedad, en la sinopsis (debiera ser cambiada) y en alguna que otra crítica donde no avisan de spoilers. Como a mí lo de informarme cuanto pueda antes del visionado no es algo que me entusiasme en exceso y creo firmemente que los trailers son un invento del demonio pues me ha pillado todo de sorpresa. Y así ha sido que a base de fruncir el ceño intentando dilucidar hacia dónde quería llevarme el bueno de Buñuel ha transcurrido medio metraje, o por ahí. Una vez sentadas las bases del desarrollo argumental la cosa parece más clara, alguno dirá que incluso previsible, pero eso no empaña un resultado acojonante, de atinado en sus puñaladas crítico-irónico-surrealistas sin que por ello entre en juego la ida de olla, nada de eso, pues en este caso el director se excede lo justito y es en el guión donde brilla con luz propia. Tanto que uno acaba cegado ante lo macabro y lo obsesivo y dichos atributos pasan a formar parte del propio espectador, que si consigue empatizar del todo con ese entrañable personaje que es Archibaldo de la Cruz dará palmas con las orejas, cual torero meneando su capote... Ole ole y ole, qué grande eres, Buñuel, coño.

En resumen, como buen hijo mimado Archibito crece agasajado con toda clase de lindezas y caprichos hasta que un buen día, ya entrado en años y luciendo bigotito se reencuentra con fantasmas del pasado y decide, como si el mundo no fuera más que un escenario hastiado, que él lo que quiere ser es asesino, así por las buenas, se ve él con el instinto y con el arte. Y hasta aquí puedo contar, el resto del viaje les corresponde a ustedes recorrerlo. Yo me limitaré a lanzar, pues, ni más ni menos que una recomendación para aquel que aún no haya presenciado una de las cumbres (otra) de un cineasta irrepetible.

El final, por cierto, última muestra de genio. Te sigo el chiste, colega, vaya si te lo sigo... Aún me estoy descojonando. Ah, ¿que no dije que esto era una comedia? Es que es mucho más que eso. Es una conjunción de mala baba, fetichismos del autor, bajezas humanas, confluir de géneros y precisión de relojero impresionante. Y como toda película grande, de las que se estiran cabezonas en nuestra memoria.

Bonus Track: "Únicamente le haré una sugerencia: empiece a usar la cortadora".
José (FullPush)
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31 de marzo de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ensayo de un crimen” es una de las cintas más personales de Luis Buñuel y una de las más divertidas y perturbadoras de su filmografía. En ella el paranoico Archibaldo de la Cruz intenta repetidamente asesinar muchas mujeres, fracasando siempre, en una historia que es, al mismo tiempo, un catálogo de cómicas frustraciones y el retrato inquietante de una personalidad desequilibrada.

Tenemos aquí a Buñuel bromeando a costa del cine psicoanalítico hollywoodiense, en una de sus mejores películas mexicanas con la que se ríe de la burguesía, la Iglesia, el Estado, la justicia, etc. Quedan para la memoria la morbosa escena de la institutriz muerta con la sangre corriendo por los muslos, la triple conversación con el maniquí, la ensoñada imagen de la bailarina con la musiquilla que incita a nuestro protagonista a sus perversiones y… la divertidísima comedia negra que es en conjunto esta bellísima obra de Buñuel.

Aparentemente puede calificarse como una comedia de humor negro en la que nos encontramos ante un asesino que nunca puede consumar sus crímenes, continuamente impedidos por rocambolescas circunstancias que se le adelantan. Esta lectura es válida pero insuficiente, puesto que el personaje de Archibaldo le sirve a Buñuel para retratar muchas de sus propias obsesiones y complejos, desde el fetichismo del que hace gala Archibaldo en su infancia, hasta su particular visión del sexo femenino, del amor y de la muerte. Además la película tampoco es ajena a lecturas digamos más espirituales, a análisis relacionados con otro de los intereses máximos de Buñuel: el mundo de la religión, el pecado, la condena, la penitencia, la absolución y el sentimiento de culpa.
Juan Marey
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8 de noviembre de 2009
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Éste es, para mi gusto, uno de los filmes más imperfectos que haya realizado, Luis Buñuel… empero, no deja de ser una divertida comedia llena de gracia e ironía, y que se burla deliciosamente de las peripecias de un burgués que se debate entre ser un santo… ¡o un insaciable criminal! Últimamente, le está dando por ser ésto último, porque está regresando a su memoria una insólita experiencia que tuvo de niño cuando -luego de contarle un cuento sobre una cajita de música que, se supone, es la misma que le regaló un genio a un rey, la cual le concedía el poder de matar a cualquiera de sus enemigos con sólo desearlo y ponerla a sonar-, la institutriz se convierte en su primera confirmación de éste poder.

Convertido en un hombre maduro, Archivaldo de la Cruz, comienza a tener deseos criminales, primero contra la monjal y luego contra una frívola dama. Pero, en éstos, como en sucesivos casos, nos llevaremos curiosas sorpresas que añaden su cuota de humor negro y que dan cuenta de los reveses que la vida antepone a ciertas intenciones.

La preciosa, Miroslava Stern -una actriz checa nacionalizada en México, que tendría un trágico final por un supuesto suicidio, recién terminada la película-, interpreta a Lavinia, una modelo y guía de turistas gringos, quien despertará deseos de los buenos... y deseos de los otros, en el desencajado, Archivaldo.

El guion de, Luis Buñuel y Eduardo Ugarte, basados en la novela homónima de Rodolfo Usigli, contiene notables apuntes que darán prueba de que, las féminas víctimas, son más avisadas que su espontáneo victimario... y se impone, con ésto, un toque divertido que culmina cada secuencia con un histrionismo delicioso. Sorpresas van, sorpresas vienen, y el filme se la juega con una dinámica bastante satisfactoria.

Pero, dejando de lado al menos un par de baches técnicos, la película, siento yo, se resiente por varias cosas: Primero: La actuación de, Ernesto Alonso, resulta demasiado posuda (antinatural y afectada) y sus diálogos son tan recitados que se vuelven empalagosos. Segundo: se maneja la idea de que, “el pensamiento no delinque”, pero, esto es media verdad porque, si bien es cierto que ante la ley humana lo que pesan son las acciones, ante la ley divina, siempre se consideran las intenciones antes que las acciones. Veamos un ejemplo extraido del mismo Buñuel: Un viejo rico regala una casa a una bella mocita. El acto es generoso, pero, la intención es de perversa dominación porque espera, con ello, poder poseer su preciada virginidad. Tercero: Buñuel vuelve a caer, como en la película, “Susana (Demonio y Carne)”, en recompensar indebidamente el mal comportamiento. ¿Si será que, tras una larga compulsión criminal, dos mínimos actos redentores, alcanzan para que un hombre se haga merecedor del gran amor? ¡Claro que, con un breve ejercicio de mentalidad maquiavélica y un tanto buñuelesca, se puede pensar cualquier otra cosa!

En conclusión: <<ENSAYO DE UN CRIMEN>>, es una película divertida a la que, no obstante, le hizo falta cuajo.
Luis Guillermo Cardona
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8 de diciembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don Archibaldo de la Cruz, antiguo don Archibaldito, vive en la vieja mansión de sus aristócratas padres, la misma que aguantó en pie la revolución mexicana y que vio fenecer de forma casual y por herida de bala a su institutriz, de cuya muerte guarda un lúbrico recuerdo infantil que de alguna forma marcará su futura y fetichista relación con las mujeres.

Luis Buñuel, con gran maestría y un acertado guión, pone en pie una excelente obra de difícil clasificación y etiquetaje que bien podría ser considerada una comedia, un drama, un thriller, una denuncia social, el trascender psicológico de un trauma, el fallido escenario de un asesino en serie....; pero que, mucho me temo, habrás de ser tú el que encuentre el casillero que corresponde a esta buñuelesca recreación de la vida de un inquietante burgués, aficionado a la cerámica, a la ropa interior y al erótico misticismo de la beatería.
Sinhué
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