En realidad, la historia de amor no es más que un complemento circunstancial de las vidas de dos personas atadas a sus destinos en situaciones difíciles, viviendo experiencias tremendamente traumatizantes y complicadas. Sean Penn demuestra ser un director de oficio que sobrepasa en mucho sus ya grandísimas dotes de actor. Además, le acompaña un excelente reparto con Jean Reno y Javier Bardem. Charlie Theron recuerda en su papel a la Juliette Binoche de la celebrada "El paciente inglés", una enfermera de vocación que se resiste a abandonar a sus pacientes hasta que ya no puede más. La voz en off narrativa de las propias experiencias cumple con los cánones de un buen relato. No cuenta lo que se ve ni cuenta lo que no se ve. El guion da especial interés a la polémica centrada en la filosofía vital, incidiendo en cuestiones sobre hasta qué punto se debe o se puede intervenir intentando cambiar la historia de los demás, la propia existencia o emprendiendo acciones que parecen inútiles y desmoralizan al más sacrificado. La puesta en escena es cruenta y realista pero no gratuita. Los heridos mutilados y eviscerados parecen de verdad. Por una vez, los yankis no son los salvapatrias de turno ni ángeles heroicos. Todavía quedan testimonios directos de doctores españoles voluntarios de la ONG Médicos del mundo que salvaron la vida de milagro, cuando estalló en Burundi la masacre tribal entre Hutus y Tutsis, que asesinó a sanitarios, maestros y religiosos, destruyendo en pocas semanas hospitales y escuelas que habían tardado años en construirse. Obviamente, el film no es para personas sensibles o ajenas al sufrimiento humano. Es una tragedia. Quien no quiera pasar un mal rato que no la vea.

Adivina, adivinanza.
¿Qué tienen en común las siguientes cosas?
- Planchar.
- Cortarse las uñas de los pies.
- Hacer la lista de la compra.
- Emparejar los calcetines limpios.
- Planear el próximo fin de semana.
- Limpiar el polvo de los muebles.
- Divagar pensando en mamíferos insectívoros (o sea, musarañas).
¿Lo pilláis? Bueno, venga, os lo diré. Puedes hacer cualquiera (o todas) de estas cosas perfectamente mientras ves este pútrido engendro, porque:
a) Así aprovechas mejor las dos eternas horas que dura.
b) No vas a perder el hilo de todas formas, tal es su vacío argumental.
Esta “última cara” (el título original es igual o más feo que el que le han puesto) solo sirve para incrementar el saldo bancario de los que la han hecho, porque lo que es entretener, lo consigue igual que un programa de Jesús Quintero cuando entrevistaba a un torero retirado.
Es superlativo el aburrimiento que transmite con su excesiva voz en “off”, la cámara lenta y unos planos tan cercanos que casi podemos verles los pelos de la nariz (aunque no logremos ver lo que está pasando).
Tiene tantas escenas de relleno que cuesta trabajo resumir la insulsa historia, ni falta que hace porque está mal filmada, mal montada y directamente mal hecha. Pretende reflejar nuevamente el drama de la vida en África, como si fuera a estar igual o mejor que otras tantas como “Hotel Rwanda” o “Diamante de sangre”. La relación de los protagonistas o las tonterías como la clase que da ella al principio llenando un recipiente con disquisiciones filosóficas baratas, son de vergüenza ajena.
Posiblemente sea la peor película que ha hecho mi admirada Charlize Theron, aunque no tengo ni pizca de ganas de volver a ver “La cara del terror” para confirmarlo.
Posiblemente también sea la peor película que ha hecho Bardem, aunque podría empatar fácilmente con “El consejero”. Eso sí lo confirmo porque es difícil superar (a la baja) esa cosa de Ridley Scott.
Y también puede que sea la peor película en la que ha trabajado Hans Zimmer, incluyendo su pésima labor en “The amazing Spider-man 2”.
Todo está mal, lo que cuentan y cómo nos lo cuentan. Pero su peor defecto es ser indescriptiblemente tediosa.
¿Qué es perder el tiempo? Ver esta película.

Me he sorprendido mucho al leer la nota de esta película.
Veo que o gusta mucho o la vilipendian igual.
Me pregunto por qué razón no se puede mezclar la guerra con el amor. ¿Qué gran frivolidad es esa?
La vida es lo que somos, sí, pero también lo que sentimos, como lo sentimos y como lo vivimos.
Para mi ha sido una gozada. Le daría un ocho, pero pongo nueve porque se merece subir esa media.
No todo te lo tienen que dar mascado. Tenemos una cabeza que puede ir un poco más allá de lo que se nos muestra, que además no me parece poco.

Drama romántico estadounidense que oscila entre una muy buena idea, tramos bien realizados y con actuaciones interesantes, pero se fluctúa a lugares comunes inundados de tránsitos melodramáticos excesivamente pegajosos donde los protagonistas se hunden en lo cursi.
El director Sean Penn (Hacia rutas salvajes, 2007) y el guionista Erin Dingam no le encuentran el punto de cocción a una trama que se presenta como atractiva cuando refleja el drama de los refugiados africanos, pero que tropieza con el embrollo amoroso. La potencia de las imágenes y las historias entre refugiados por momentos se hace excesivamente dura y no encaja con el romanticismo rebuscado.
Con un paso sin premios por Cannes, la propuesta de Sean Penn parece querer aprovecharse de la dupla protagónica conformada por Charlize Theron y Javier Bardem, aunque en realidad hay tramos en que la desprecia y se sumerge en el objetivo puesto en el drama de los refugiados, pero no termina de elegir hacia donde quiere ir y naufraga a media agua. La trama se presume de una disyuntiva filosófica y moral, a pesar de quedarse a mitad de camino producto de adosarle ese romanticismo innecesario; además de una extensión excedida.

Calificación Fanaseriecine: 5 ½ sobre 10

Es la típica película de más de dos horas con un argumento que no da para más de hora y media, la alargan con escenas intrascendentes que hace que sea aburrida. Por otro lado las interpretaciones de Charlize Theron y Bardem bastante pobres la verdad.

Si no tienes otra cosa que hacer se puede ver, pero si tienes otras alternativas mejor opta por éstas últimas.