Alexandr Sokurov culmina su tetralogía sobre el poder con esta caprichosa visitación al Fausto de Goethe, que sitúa en los inicios del diecinueve en Alemania (y en alemán). El relato de Goethe se va reflejando de una forma peculiar aunque reconocible: Johannes Zeiler interpreta a un científico en crisis económica y vital que visita a un prestamista (Anton Adasinsky) que resulta ser un diablo que le impulsa a conocer y desvirgar a la bella Margarita (encarnada en la angelical jovencita Isolda Dychauk) y matar a su hermano soldado tras riña de taberna, y así sucesivamente. Aunque el discurso (o delirio) intelectual de Sokurov es muy difícil de seguir –sospecho que imposible para todo el que no sea él mismo-, la película está plagada de imágenes llamativas, desde encuadres y planos de impacto (alguno con lentes deformantes) hasta efectos especiales gore (un homúnculo bastante asquerosillo o la propia anatomía del Mefistófeles desnudo). Otros puntos, no obstantes, los más estimables, desvelan un sentido de la fantasía y la belleza visual poco frecuentado por las producciones convencionales.

Le doy un cinco por ponerle algo. Y por esta razón. No puede soportar verla entera.
Asiduo lector del Fausto y de las demás obras de Goethe, pienso que si Goethe hubiera podido ver esto le daría un síncope, se moriría de asco.
Asco es lo que me produce la primera y larga escena con un cadáver destripado. Asco la escena de las lavanderas y un Mefistófeles deforme, sin el menor gesto de la elegancia diabólica que tiene en el libro.
Asqueroso y pútrido todo el entorno.
Quizá, pienso, Sokúrov ha querido hacer algo inspirado en el expresionismo alemán, en sus autores más extremos y sórdidos.
La Gretchen del libro nada que ver con la de aquí. Asco.
Todo lo que me gustó El arca rusa y Padre e hijo me repugna esta.

Nos encontramos ante el típico ejemplo de cine intelectual que busca la profundidad en la confusión, que equivoca estética con suciedad (los cambios de lentes y proporciones del encuadre son horrorosos) y que desprecia al público que no la valorará bien.
Contiene una de las escenas más bochornosas que he visto últimamente, en una especie de lavandería pública, y si no la he entendido en su complejidad no creo que sea porque soy estúpido. Lo puedo ser por otros motivos, sin duda, pero no por no entender la mente retorcida de su autor.
Con la excusa de revisar un clásico universal Sokurov nos endiña un engendro de mucho cuidado. Por suerte, a estas alturas, ya no caen tantos pseudo cinéfilos como hace años.
Y le pongo un 4 es porque técnicamente es correcta y los actores son profesionales y hacen lo que les pide el director.

Fui predispuesto al cine a ver algo de autor y con tempo lento. Pero esto es una castaña mayúscula que no hay por donde pillar. Excesivamente metafórica, aburrida, pretenciosa hasta la náusea, con diálogos absurdos, larga de cojones....No os acerquéis a este engendro fílmico, por favor. Vuestro cerebro os lo agradecerá eternamente

Un film inútil, estúpido y mediocre, que su horroroso director factura a golpe de clisé "de autor", sin el menor sentido narrativo, estético o meramente ético. La versión de Murnau nunca será superada, por mucho que el presente engendro pretenda ir más allá. Infecta y astuta falacia seudo-cultural.