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Mujeres del siglo XX

Drama. Comedia A finales de los años 70, tres mujeres exploran el amor y la libertad en California al tiempo que un adolescente experimenta el paso a la madurez rodeado por estas mujeres, su madre y dos amigas, que le marcarán para siempre. El año es 1979. En Santa Bárbara, Dorothea Fields (Annette Bening) es una enérgica mujer soltera y cuya mayor preocupación es la educación de su hijo de 15 años, Jamie (Lucas Jade Zumann), en una época de rebelión ... [+]
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
18 de junio de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el primer trimestre del año asolan la taquilla española las diferentes películas nominadas en los óscar, pero por razones ajenas a la calidad intrínseca algunas películas son ignoradas por la distribución. Este fue el caso de la muy estimable Ciertas mujeres, y también ha sido el caso de otra película centrada en la femineidad: la dramedia Mujeres del Siglo XX, escrita y dirigida por un Mike Mills que ya nos deslumbró con Principiantes. Conforme lo descubrí no cupe en mí de asombro, pues el director, el reparto, el tema y los aplausos recibidos en ultramar eran más que suficientes para poder garantizarle a esta película una mínima vida comercial. Ya desde sus primeros tráilers captaron mi atención, y tras el primer recibimiento crítico en Iberia tuve claro que me hallaba ante un proyecto especial que debía degustar con premura. Y ni siquiera mis mejores expectativas me prepararon para lo que iba a encontrar. Una película vivaz, divertida y optimista, que mira al pasado con aprecio y retrata con acierto incisivo las relaciones humanas y sus pormenores, en una historia de trama nada revolucionaria pero sobresaliente en su construcción, que mediante un gran envoltorio, guión y personajes implica al espectador en una de las películas del año.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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26 de noviembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película compleja por todo lo que representa: desfases generacionales -y emocionales también-, solidaridad, introspección, sexualidad, intentos de aproximación entre una madre y un hijo, amistad, aprendizaje, feminismo, desconcierto, hippismo incluso (a cargo de Billy Crudup, siempre un placer el verle) y un montón de etcéteras en torno a las vivencias de un núcleo de personas de diferentes edades y extracciones, pero interrelacionadas entre sí al convivir en común. Da la impresión de que su director ha vivido en primera persona todos estos vericuetos y ha querido plasmarlos como recuerdos, unos recuerdos que, en parte, todos podemos compartir desde nuestra humanidad, sea cual sea la edad. Cierto que, según la época, predominan los esquemas pero en el fondo todos sabemos de qué se habla cuando se tocan sentimientos.

Me ha gustado en especial el papel de Greta Gerwig -con ese look capilar- exhortando a sus acólitos en el tema menstruación -1979, un hurra por ella- y también como un chaval de apenas quince añitos (Lucas Jade Zumann) le planta cara, y muy bien, a una dama como Bening con todo su gran bagaje. También que se haga énfasis en una buena consigna: la importancia de ser fuertes... Sólo una pequeña pega: que en los minutos finales se despachen veinte años de un plumazo cuando antes hemos asistido, por espacio de casi dos horas, a un ritmo mucho más lento y sin pasar por lo paulatino. Pero bueno, el intento de plasmar como fue aquella época para un joven adolescente queda manifiesto y patente, incluyendo, al mismo tiempo, un homenaje explícito a la figura materna, a pesar de las controversias, y aunque a veces el narrarlo resulte irregular
Rebeca
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1 de marzo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensible, cálido y cotidiano drama independiente estadounidense sobre la familia y las identidades individualidades en un recorrido multigeneracional. Espléndida y potente interpretación de Annette Bening.
El director y guionista Mike Mills (Beginners, 2010) planta su visión de una familia y sus derivaciones convivientes bajo un mismo techo a finales de los años ’70; de ahí despliega el entrecruzamiento de los personajes, haciendo hincapié en los femeninos, planteando los conflictos causi existenciales y las salidas que cada uno va encontrando en una sociedad que avanza hacia el precipicio de profundos cambios.
Con el premio a las mejores películas independientes del año en National Board of Review, la propuesta de Mike Mills se muestra costumbrista y sencilla, sin que el objetivo opaque el camino a recorrer, el que se muestra repleto de matices e imaginativas sensibilidades donde abundan la incomprensión generacional, el punk, la emancipación femenina y hombres alejados del estereotipo machista dominante.

Calificación Fanaseriecine: 7 sobre 10
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
fanaseriecine
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16 de marzo de 2017
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Criar a un hijo nunca es tarea fácil.
De alguna manera, muchas películas pasan de puntillas sobre el tema, limitando al hijo a mera presencia satélite del protagonista de turno, o reduciendo su crianza a una serie de victorias y fracasos.
Cuando la verdad es que todo eso no es nada adecuado: un hijo no es una victoria ni un fracaso.
Es un ramillete de miedos, un parcheado de inseguridades, el todo y la nada que una madre o un padre podrá dejar, el último refugio de sus enseñanzas sin valorar.

'20th Century Women' no solo tiene a una excelente muestra de actrices de todas las generaciones, sino que basa todo su discurso en una idea tan potente como desoladora, difícil de asimilar: que la construcción de identidad de un hijo, o de cualquiera, es un proceso inacabado en el que nunca se tendrá todas las respuestas, o al menos nunca al mismo tiempo.
"Antes, todo el barrio criaba a los hijos" recuerda Dorothea (una gigantesca Annette Bening, haciendo muchísimo más con menos), añorando tiempos más humildes en los que lo material no había sobrepasado a lo comunal. Y de ese pensamiento casi inocente, decide pedir ayuda a la joven Abbie y la más adolescente Julie para criar a su hijo Jaime: mujeres fuertes y decididas, cada una con una independencia nacida de sus circunstancias y su inseguridad.
Todo por conectar, casi desesperadamente (pero de esa manera calmada que da la madurez), con la vida de un hijo que se empieza a plantear las preguntas importantes.

¿A qué obedece esto? ¿Cómo se debe sentir esto otro? ¿Cuál es mi verdadero valor?
Abbie, la hermana mayor que nunca tuvo, Julie, el amor adolescente que no tiene, y Dorothea, la atípica madre que siempre tendrá, unen sus fuerzas en una tarea tan titánica como es formar una joven mente.
Sin embargo, Mike Mills aprovecha y, sin abandonar las formas de drama independiente, expande sus vidas de lo particular a lo general, apoyándose en esas (a su manera) extraordinarias mujeres para hablar de la alarmante falta de empatía que ha embargado nuestros sentimientos en este nuevo siglo.
El discurso "Crisis de Confianza" del presidente Jimmy Carter pronunciado en Julio del 1979 sirve para apuntalar generaciones enteras, dedicadas a una incansable búsqueda de sentido que no ha resultado como esperábamos que fuera. Hemos perdido a las personas en la mezcla, hemos minusvalorado sus afectos e importancia, todo porque nunca fueron la versión perfecta de lo que quisimos que fueran.

Ante este pensamiento, Dorothea reacciona con casi insultante simplicidad, mientras Julie y Abbie miran sus imperfecciones, pensando que deben avergonzarse de ellas.
Y el mensaje de esta historia es claro y directo: no.
No te avergüences de lo que no eres. No te limites por lo que piensas que eres. Celebra lo imperfecto o imperfecta que eres. Y exige lo que de verdad quieres.
Es el único derecho que este nuevo siglo nos ha legado, el único que no debería ser obviado.

En esta vida, no todo puede ser perfecto ni ideal. Tenemos derecho a querernos, y a querer a otros por lo que son, sin que se hundan en la desintegración de su individualidad.
Asumamos que, con ellos, no suele haber cierres espectaculares ni grandes despedidas.
Pero lo que siempre va a quedar es la huella de esas personas extraordinarias, que pasaron por nuestra vida.
Charles
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14 de diciembre de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
…y del siglo XXI, porque aunque esta película esté ambientada en la California de 1979, las cuestiones que toca son universales y traspasan las barreras temporales y geográficas, al menos en lo que llamamos "Occidente". Puede que a finales de los 70 existiera un abismo cultural y sociológico entre España y los EE UU (probablemente la “familia” de Dorothea/Annette Bening nos hubieran parecido marcianos) pero en la actualidad lo que vemos en la pantalla sería perfectamente extrapolable a nuestro país, nuestro tiempo y nuestras vidas. Quizá por ello esa ambientación quede un tanto desleída, máxime cuando las referencias —sobre todo musicales— que aparecen son de grupos que en España debieron de tener un seguimiento muy minoritario (salvo la cita de Talking Heads y alguna imagen de Ramones, poco más, y conste que soy coetáneo del adolescente Jamie). Lo mismo puede decirse de la caracterización de los personajes e incluso de los coches —modelos que en aquella época ya eran antiguallas—, como si se buscase deliberadamente la atemporalidad, y la ubicación de la historia en los 70 sólo fuera una herramienta para abordarla desde un futuro en el que ya se sabe cómo acabará todo, cómo pasará la vida sobre los personajes y sobre todos nosotros: bodas, hijos, divorcios, el fin del punk, la revolución conservadora, el sida, internet… y finalmente la muerte.

Estamos ante una excelente película que toma como punto de partida los problemas de comunicación entre una madre y su hijo adolescente (es imposible que no nos reconozcamos en cada escena los que hayamos sufrido tan “bonita” etapa) y acaba tocando las vidas de los personajes que como satélites orbitan alrededor de ambos: la artista que se aloja en la casa, la vecina que todas las noches se cuela en la habitación del hijo pero sólo lo quiere como amigo; el “compañero” de la madre, un ex hippie que convive con ella pero no parece implicarse en nada que no sea el bricolaje (la casa está en permanente reforma)… A medida que se profundiza en sus vidas se van poniendo sobre el tapete la maternidad, la adolescencia, la sexualidad (especialmente la femenina) y la liberación de la mujer; pero también la familia, el amor, la rebeldía, la insatisfacción vital en las sociedades opulentas, la incomunicación, el sentido de la vida… que surgen con naturalidad y un acertado uso del humor, sin intensidades impostadas ni profundidades de manual de autoayuda. A ello hay que añadir la interpretación de la protagonista, una Annette Bening que carga con gran parte de la película, del mismo modo que su personaje lo hace con las vidas de los que la rodean.

Y en cuanto a la factura formal, pulcritud y solvencia absolutas, con un manejo de la cámara como sólo los yanquis saben hacer, lo que no implica renunciar a ciertos elementos que se salen de la ortodoxia pero sin provocar dolor de cabeza en el espectador. Muy buena.
Juan Pini
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