Volver a ver Rocky combatir cosa que parecía imposible, es como ver a Jordan volver a jugar cuando se retiró ya en su día...
Buen papel de Silvestre Stallone, no me parece gran actor, todo lo contrario, pero es un personaje único, en un papel único.
Bill Conti dió alas en su dia gracias a una espléndida banda sonora, que la oyes y emociona hasta un enterrador.

Si bien hablamos de un actor del que no se puede recordar nada demasiado bueno, me inclino a pensar que Stallone, del que me sorprendo escribiendo una crítica favorable, tiene aprecio a este boxeador de pocas luces, uno de los personajes más representativos de su carrera, y será por ello, que ha sabido darle el enfoque más afortunado que se le podía dar al viejo luchador después de tanta guerra.

Stallone, con gran acierto, nos presenta a un Rocky crepuscular, que se sabe y se siente acabado pero no lo acepta (ver spoiler), melancólico, nostálgico, una vieja gloria convertida en espectáculo circense... y a la vez rinde homenaje a la saga mediante alusiones, viejos conocidos, anécdotas, gags... que sin duda los seguidores recordaremos con una sonrisa.

Así y con todo este transfondo nostálgico, el guión, si bien no será original, seguirá el sacrosanto esquema de cualquier entrega de la saga, con una introducción/desafio más larga e interesante de lo normal (que es lo que hace más interesante a ésta), el videoclip de entrenamiento con algunos guiños cómicos a la archifamosa escalera y el esperado combate.

De este último cabe destacar el realista y cuidado efecto televisivo dado, la espectacularidad de la lucha como bien tiene que suceder en una película de estas características y el dramatismo casi épico, a la par que emotivo ("¿qué le dices a tu hijo?") enfatizado por los planos en blanco y negro con otros detalles y fotogramas casi fijos.

Ésta es la cinta que merecía Rocky para ser enterrado definitivamente, con honores y entre aplausos, por el propio actor que siempre lo ha caracterizado. Un muy acertado colofón a otra saga que de tanto alargar se acabó yendo de las manos y que ha recuperado la dignidad para ser recordada con buen sabor de boca con esta entrega final tan agradable.

"Bienvenidos a Rockylandia"

He aquí la proeza de un actor que en el año 1976 protagonizó posiblemente su mejor película y que 30 años después se pone en forma, y nos regala una película que si bien no está a la altura de aquella clásica ni quizás de la siguiente, sí tiene la magia que impregnaba aquellos 2 clásicos. La película es buena, los guiños están por todas partes, Poli es auténtico como en el pasado, pero Adrian no está y la eché mucho de menos. En definitiva hay que darle las gracias a Sylvester, y que otros actores tomen nota de cómo se despide una estrella del cine, a la espera de Rambo IV eso sí...

Para un seguidor acérrimo de Rocky como yo me siento, entiendo que le falta acción, o mejor dicho, le falta un combate más, de esos que te levantas a aplaudir en el cine, como yo recuerdo en anteriores episodios, especialmente con Rocky 2 y Rocky 4.
Pero por otro lado, tengo que reconocer que de toda la saga, es la más seria y mejor hecha junto a la primera.
La película está bien contada, tiene un ritmo lentillo pero suficiente y ahonda en la personalidad del protagonista más que en anteriores capítulos.
Sinceramente la película me gustó, pero yo esperaba la típica americanada que me llevase a mi adolescencia.
Definitivamente es mejor verla sin una idea preconcebida.

Leyendo las críticas de esta película me arrepiento de no haber sido tan valiente para haber ido al cine a verla y haber disfrutado como todos los que fueron, pero después de la IV y V entrega era todo un desafio.

Para los fans de Stallone y del cine de los años ochenta esta película se trata de el fin de una época que ha marcado nuestras vidas, y se da uno cuenta que los años no pasan en balde ni siquiera para el todopoderoso Silvester Stallone.

Este señor tan criticado es mucho más inteligente de lo que aparenta en sus películas.

Es de gran mérito que una persona con un cociente intelectual tan elevado interprete un personaje con tan poco cerebro y se ria de sí mismo.