Ida
2013 

6.9
17,264
Drama
Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
20 de marzo de 2014
20 de marzo de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Titulada, en algunos sitios, Sister of Mercy como si de una canción de Leonard Cohen se tratase (ya sé que es Sisters, la de Cohen), Ida posee la belleza y sinceridad que tienen las letras del cantautor francés. Con una narración precisa y una fotografía preciosa, Ida nos cuenta el viaje de una joven novicia en busca de la verdad personal antes de dar los votos. Anna, en la Polonia de los sesenta, descubrirá un secreto familiar que se remonta a la época de la ocupación nazi.
Pawlikowski define a la perfección cada encuadre. En ocasiones lo centra en el protagonista de la escena, otras partiendo entre dos la pantalla y en otras cediendo el protagonismo a la escena (o al ambiente) más allá de sus personajes. En fin, para ir concluyendo; Ida es una buena película, de verdad que lo es, pero lejos está de ser una obra que sea recordada con los años. Le manca un punto de emotividad y fuerza, a momentos, que sí posee por ejemplo Nebraska. Eso sí, supera, y de largo, a Una femme du vème. Véanla, durante ochenta minutos veréis una buena película.
http://www.dentrodelasala.com/ida/
Pawlikowski define a la perfección cada encuadre. En ocasiones lo centra en el protagonista de la escena, otras partiendo entre dos la pantalla y en otras cediendo el protagonismo a la escena (o al ambiente) más allá de sus personajes. En fin, para ir concluyendo; Ida es una buena película, de verdad que lo es, pero lejos está de ser una obra que sea recordada con los años. Le manca un punto de emotividad y fuerza, a momentos, que sí posee por ejemplo Nebraska. Eso sí, supera, y de largo, a Una femme du vème. Véanla, durante ochenta minutos veréis una buena película.
http://www.dentrodelasala.com/ida/
6 de mayo de 2014
6 de mayo de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los orientales son maestros en contar historias sencillas recreándose en las imágenes, y ahorrando conversaciones y palabrería. Esta película es una digna alumna occidental. Le va bien el blanco y negro porque es como un viejo álbum de fotos familiar en el que echamos un vistazo a un ya antiguo pasado, aunque no muy lejano en el tiempo.
La historia es emotiva y evocadora, y mantiene el interés de principio a fin, gracias a la personalidad de las dos actrices protagonistas, y a la magnífica ambientación y fotografía. Trata del encuentro con las raíces familiares y religiosas, y del deseo de huida, de encontrar un lugar seguro en el que descansar, común a las dos mujeres protagonistas.
Muy recomendable. Mejor en cine.
La historia es emotiva y evocadora, y mantiene el interés de principio a fin, gracias a la personalidad de las dos actrices protagonistas, y a la magnífica ambientación y fotografía. Trata del encuentro con las raíces familiares y religiosas, y del deseo de huida, de encontrar un lugar seguro en el que descansar, común a las dos mujeres protagonistas.
Muy recomendable. Mejor en cine.
23 de octubre de 2014
23 de octubre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente si hubiera que resumir o poner un ejemplo de lo que ha sido el arte cinematográfico desde sus inicios hasta ahora, "Ida" en un 90% sería una muestra excelente.
Todo en ella es exquisito. Dice su director que no planifica, que va descubriendo la película según la va rodando y que ni siquiera se considera un director de cine. Pues a lo mejor ese es el truco, dejarse llevar por la pasión y que lo absorbido profundamente, aquí hay muchas influencias, salga a la superficie casi inconscientemente y se obre el milagro.
En ida se da un prodigio de síntesis narrativa. Todo se nos cuenta en menos de hora y media con una belleza tan cruda como la historia. Una mirada critica a esa Polonia maltratada por la historia pero no exenta de sus propios pecados. Esa Polonia donde el catolicismo forma parte de la bandera nacional y donde la fé se le supone al individuo como el valor en la cartilla militar en contraposición a años de posguerra bajo el yugo comunista de Moscú.
Dos actrices representando lo enseñado y lo aprendido, lo ideal y lo real, lo espiritual y lo terrenal. Las dos estupendas, las dos conviven con un espantoso pasado común y cada una afronta el futuro de forma diferente. Solo queda respetar sus decisiones sin juzgarlas.
Cada plano es cine en estado puro con una excelsa fotografía y como se ha escrito con un aroma a tiempos pasados donde el cine nos sorprendía con la belleza, el amor, el humor o el dolor del poeta que estaba al otro lado de la cámara.
Todo en ella es exquisito. Dice su director que no planifica, que va descubriendo la película según la va rodando y que ni siquiera se considera un director de cine. Pues a lo mejor ese es el truco, dejarse llevar por la pasión y que lo absorbido profundamente, aquí hay muchas influencias, salga a la superficie casi inconscientemente y se obre el milagro.
En ida se da un prodigio de síntesis narrativa. Todo se nos cuenta en menos de hora y media con una belleza tan cruda como la historia. Una mirada critica a esa Polonia maltratada por la historia pero no exenta de sus propios pecados. Esa Polonia donde el catolicismo forma parte de la bandera nacional y donde la fé se le supone al individuo como el valor en la cartilla militar en contraposición a años de posguerra bajo el yugo comunista de Moscú.
Dos actrices representando lo enseñado y lo aprendido, lo ideal y lo real, lo espiritual y lo terrenal. Las dos estupendas, las dos conviven con un espantoso pasado común y cada una afronta el futuro de forma diferente. Solo queda respetar sus decisiones sin juzgarlas.
Cada plano es cine en estado puro con una excelsa fotografía y como se ha escrito con un aroma a tiempos pasados donde el cine nos sorprendía con la belleza, el amor, el humor o el dolor del poeta que estaba al otro lado de la cámara.
16 de diciembre de 2014
16 de diciembre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con apenas una hora y veinte de metraje, 'IDA' se ha convertido en un referente internacional de forma, contexto y efecto cinematográfico. Alabada por los Premios del Cine Europeo y la crítica de todos los países, queda marcada en este año como una película fuera de su época que trastorna por su clara afinidad al cine europeo de los 60, demostrando una raíces que llegan a lo más profundo del sentido de autores como Bergman y Bresson. Una joya contemporánea creada hace décadas o, al menos, envuelta en la pretenciosa perfección estética y humana de títulos de antaño.
A punto de hacerse monja en los años 60 de una Polonia que aclamaba secretos a voces sobre una memoria que muchos intentaban borrar, Ida emprende su último viaje en busca de la verdad; en busca de la consagración de su espíritu, su fe y su pasado, a la vez que el de una nación entera. Su pequeño viaje se convierte en una máquina del tiempo, en el portal hacia aquello por lo que ella estaba en ese punto de su vida. Con apenas cuatro personajes relevantes queda definida una historia familiar y personal con pasado, presente y futuro, además de un sentimiento social amargo, triste y agónico como el que sufrió gran parte de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
El excelente lenguaje cinematográfico creado por Pawel Pawlikowski conforma la principal marca de autoridad de la película. "No hay nada en su sitio", he llegado a escuchar en la sala en la que la proyectaban, pero es justamente lo contrario de lo que ocurre. Las proporciones son estudiadas al milímetro para crear cuadros en movimiento a partir de planos estáticos. Los personajes pueden quedar fuera de campo en muchos instantes, o relevados a un segundo plano de importancia, pero el contexto proporciona el sentido y la forma del drama, gracias a una fotografía meticulosa y una iluminación estudiada al detalle que logran hacer hablar a la propia imagen, siendo ésta más importante en casi todo el film que las propias conversaciones.
El blanco y negro y los 4:3 son imprescindibles para este excelso drama de atrevida constitución en ésta época, con aspecto de recuerdo, forma de espíritu fotográfico y reflexión de dolor ante la historia. Lo que pueda parecer desgana o cansancio para muchos, se traduce en escenas críticas de sentimiento y reflexión sobre el holocausto, las creencias o los horrores cometidos en la vida. Como era de esperar, todo conduce hacia un final amargo, creíble y drástico, a la vez que sereno y discreto, dejando una sensación opaca en el cuerpo y abriendo la puerta a la meditación en aquellos que se deleitan con ella.
CarlosDL - http://odiseaenelcine.blogspot.com.es/
A punto de hacerse monja en los años 60 de una Polonia que aclamaba secretos a voces sobre una memoria que muchos intentaban borrar, Ida emprende su último viaje en busca de la verdad; en busca de la consagración de su espíritu, su fe y su pasado, a la vez que el de una nación entera. Su pequeño viaje se convierte en una máquina del tiempo, en el portal hacia aquello por lo que ella estaba en ese punto de su vida. Con apenas cuatro personajes relevantes queda definida una historia familiar y personal con pasado, presente y futuro, además de un sentimiento social amargo, triste y agónico como el que sufrió gran parte de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
El excelente lenguaje cinematográfico creado por Pawel Pawlikowski conforma la principal marca de autoridad de la película. "No hay nada en su sitio", he llegado a escuchar en la sala en la que la proyectaban, pero es justamente lo contrario de lo que ocurre. Las proporciones son estudiadas al milímetro para crear cuadros en movimiento a partir de planos estáticos. Los personajes pueden quedar fuera de campo en muchos instantes, o relevados a un segundo plano de importancia, pero el contexto proporciona el sentido y la forma del drama, gracias a una fotografía meticulosa y una iluminación estudiada al detalle que logran hacer hablar a la propia imagen, siendo ésta más importante en casi todo el film que las propias conversaciones.
El blanco y negro y los 4:3 son imprescindibles para este excelso drama de atrevida constitución en ésta época, con aspecto de recuerdo, forma de espíritu fotográfico y reflexión de dolor ante la historia. Lo que pueda parecer desgana o cansancio para muchos, se traduce en escenas críticas de sentimiento y reflexión sobre el holocausto, las creencias o los horrores cometidos en la vida. Como era de esperar, todo conduce hacia un final amargo, creíble y drástico, a la vez que sereno y discreto, dejando una sensación opaca en el cuerpo y abriendo la puerta a la meditación en aquellos que se deleitan con ella.
CarlosDL - http://odiseaenelcine.blogspot.com.es/
17 de diciembre de 2014
17 de diciembre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ida de Pawel Pawlikowski, película rodada en un inmaculado blanco y negro, retrata la búsqueda de un pasado terrible por parte de una joven sobrina y de su tía -sus padres fueron asesinados por los nazis y por polacos colaboracionistas necesarios- en una Polonia gris, sin esperanza, en los años sesenta del siglo XX, no tan difíciles de entender para los españoles que hayamos vividos esos años sesenta en nuestro país.
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