Bestias del sur salvaje
2012 

6.5
15,790
11 de agosto de 2013
11 de agosto de 2013
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Es una historia, que puede ser más o menos dura que la realidad, con una trama adecuada a la propia historia y a los personajes, en la que sólo el director es el que pifia la película con tanto movimiento y tembleque de cámara y tanta toma cerrada, no es que le dé sensación de ahogo, es que marea y hace que si la trama no te engancha siquiera un poco la dejes atrás después de 10 minutos de película.
La historia es de 7 u 8, pero le pongo un 6 por la puñetera manera de filmar.
La historia es de 7 u 8, pero le pongo un 6 por la puñetera manera de filmar.
26 de agosto de 2013
26 de agosto de 2013
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Hace casi un año que vi por primera vez Bestias del sur salvaje en el Festival de San Sebastian. Era una tarde de domingo, después de comer, y tras haber caminado más de media hora bajo un sol de justicia tratando de encontrar el (alejado) cine en el que la proyectaban. La película me decepcionó mucho, pero pensé en aquel momento que el humor, las circunstancias y el sueño habían jugado un papel bastante negativo en todo ello. Posteriormente Bestias del sur salvaje acabaría siendo candidata a los Oscar mas importantes del año, con lo que mi sentimiento de culpa hacia ella se hizo mayor.
La he vuelto a ver ahora, tranquilamente sentado en el sofá de mi salón, sin sueño y de buen humor. Y las sensaciones han sido practicamente las mismas. Me resulta imposible conectar con el torrente poético con el que el novato director Benh Zeitlin satura la historia, y con las profundas reflexiones en off de la niña de seis años que la protagoniza.
Bestias del sur salvaje situa su historia al sur de los diques que protegen el continente de la invasión de las aguas. Practicamente en la indigencia, habita ese territorio, conocido como La Bañera, una comunidad de personas que viven en perfecta comunión con la salvaje naturaleza que les rodea. Entre ellos nuestra heroina, Hushpuppy, una niña de seis años que sola, junto a su enfermo padre, trata de sobrevivir en un lugar tan hostil como apasionante. La llegada de una gran tormenta amenaza con romper el frágil equilibrio de tan peculiar lugar (en la película no se menciona el estado de Louisiana ni el huracan Katrina, pero la relación es obvia).
La forma en que Hushpuppy percibe y asimila este universo, así como la relación con un padre que entrega su vida al lugar al que pertenece, son los ejes centrales de un relato que seguramente pretende abarcar mucho más de lo que he conseguido explicar en estar pocas líneas extraídas de entre las toneladas de lirismo que envuelven la historia.
Y es que ahí está el gran error del director y guionista Benh Zeitlin, y es que no sabe poner freno a la incontrolable verborrea poética que ahoga con lirismo de primero de prescolar las posibilidades de un relato que solo en algunos momentos consigue transmitir algunas punzadas de verdad que llegan directas al corazón.
Cuesta mucho tragarse la voz en off de Hushpuppy, lanzando al aire profundas reflexiones sobre nuestro lugar en el mundo, mientras sus fantásticas ensoñaciones se hacen dueñas de la pantalla de forma bastante torpe.
Obviamente la película también tiene aciertos. Hay imágenes poderosas, planos en los que, de forma muy puntual, el potencial poético del relato adquiere vida y llega a provocar fascinación. Hay una cría espontánea y preciosa, que llena la pantalla de furia y energía (no confundir esto con una interpretación merecedora de una candidatura al Oscar). Y hay, también, momentos de una sinceridad que traspasa la pantalla, miradas entre padre e hija hacia el final de la historia, que transmiten una emoción que no aparece en el resto de la película. Son, en cualquier caso, detalles demasiado puntuales para elevar el tono de una película que se sabe especial, y desde luego lo es, pero, desgraciadamente, esto no equivale a decir que sea buena.
La he vuelto a ver ahora, tranquilamente sentado en el sofá de mi salón, sin sueño y de buen humor. Y las sensaciones han sido practicamente las mismas. Me resulta imposible conectar con el torrente poético con el que el novato director Benh Zeitlin satura la historia, y con las profundas reflexiones en off de la niña de seis años que la protagoniza.
Bestias del sur salvaje situa su historia al sur de los diques que protegen el continente de la invasión de las aguas. Practicamente en la indigencia, habita ese territorio, conocido como La Bañera, una comunidad de personas que viven en perfecta comunión con la salvaje naturaleza que les rodea. Entre ellos nuestra heroina, Hushpuppy, una niña de seis años que sola, junto a su enfermo padre, trata de sobrevivir en un lugar tan hostil como apasionante. La llegada de una gran tormenta amenaza con romper el frágil equilibrio de tan peculiar lugar (en la película no se menciona el estado de Louisiana ni el huracan Katrina, pero la relación es obvia).
La forma en que Hushpuppy percibe y asimila este universo, así como la relación con un padre que entrega su vida al lugar al que pertenece, son los ejes centrales de un relato que seguramente pretende abarcar mucho más de lo que he conseguido explicar en estar pocas líneas extraídas de entre las toneladas de lirismo que envuelven la historia.
Y es que ahí está el gran error del director y guionista Benh Zeitlin, y es que no sabe poner freno a la incontrolable verborrea poética que ahoga con lirismo de primero de prescolar las posibilidades de un relato que solo en algunos momentos consigue transmitir algunas punzadas de verdad que llegan directas al corazón.
Cuesta mucho tragarse la voz en off de Hushpuppy, lanzando al aire profundas reflexiones sobre nuestro lugar en el mundo, mientras sus fantásticas ensoñaciones se hacen dueñas de la pantalla de forma bastante torpe.
Obviamente la película también tiene aciertos. Hay imágenes poderosas, planos en los que, de forma muy puntual, el potencial poético del relato adquiere vida y llega a provocar fascinación. Hay una cría espontánea y preciosa, que llena la pantalla de furia y energía (no confundir esto con una interpretación merecedora de una candidatura al Oscar). Y hay, también, momentos de una sinceridad que traspasa la pantalla, miradas entre padre e hija hacia el final de la historia, que transmiten una emoción que no aparece en el resto de la película. Son, en cualquier caso, detalles demasiado puntuales para elevar el tono de una película que se sabe especial, y desde luego lo es, pero, desgraciadamente, esto no equivale a decir que sea buena.
5 de noviembre de 2013
5 de noviembre de 2013
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Hermosa realidad sureña con tintes mágicos y vigorosas imágenes, destacando por encima de todo la espontaneidad de su joven protagonista. No obstante, puede ser excesivamente lírica o poética, ansiando más de lo que es. Además su discurrir es algo irregular y de ritmo pausado y atenuado.
Una grata sorpresa, si bien ha sido encumbrada por la crítica (no así por el público en general), lo que a nuestro juicio es bastante exagerado.
Una grata sorpresa, si bien ha sido encumbrada por la crítica (no así por el público en general), lo que a nuestro juicio es bastante exagerado.
24 de enero de 2014
24 de enero de 2014
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Película difícil de definir y de valorar. Soy partidario de huir de los tópicos de "poema visual" o "lirismo a lo Malick" porque lo cierto es que no le ayuda. Pero sí que es sumamente interesante. Y bonita, joder. Aunque le reste credibilidad los soliloquios metafísicos y filosóficos de una niña de seis años. No da el pego. Tal vez haya que tomarla como otra vuelta de tuerca a la pobreza, a la miseria. Allí, en las afueras de una ciudad, viven los "nadies" (como los llamaba Eduardo Galeano), en una comunidad que ellos aceptan y reivindican como suya, con una forma de vida más cercana al lado animal del ser humano, ajenos a esos "acuarios sin agua" en donde se vive en las ciudades. Hushpuppy y su padre, su padre y Hushpuppy, conforman el binomio de la trama, de este paseo por los pantanos y por las carencias. Reír y llorar no está bien visto, y eso es algo en lo que están equivocados los habitantes de La Bañera, porque hace falta llorar y reír siempre que se pueda y siempre que se necesite, porque es inevitable no hacerlo.
La pequeña actriz hace un papel memorable, conciso, serio, convincente. Un papel con el que gobierna prácticamente cada segundo en el que aparece durante la película. Y la fotografía es cruel y hermosa, no necesariamente por este orden.
Por muchas cosas, me es difícil valorar "Bestias del sur salvaje". Tiene todos los alicientes para ser una película aprobada con gran nota pero los monólogos de la pequeña y el innecesario homenaje a Miyazaki me hacen reducir en algunos puntos la nota final. Aún así, os invito a verla porque merece la pena.
La pequeña actriz hace un papel memorable, conciso, serio, convincente. Un papel con el que gobierna prácticamente cada segundo en el que aparece durante la película. Y la fotografía es cruel y hermosa, no necesariamente por este orden.
Por muchas cosas, me es difícil valorar "Bestias del sur salvaje". Tiene todos los alicientes para ser una película aprobada con gran nota pero los monólogos de la pequeña y el innecesario homenaje a Miyazaki me hacen reducir en algunos puntos la nota final. Aún así, os invito a verla porque merece la pena.
13 de febrero de 2014
13 de febrero de 2014
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Esta es una de esas películas que desde la simpleza pretenden llegarte al corazón. Pero no se queda en ese melodrama, tienes que evitar que la superficie te retenga y sumergirte en las profundidades del film para poder exprimirla al 100%. La película ofrece más de lo que enseña, está repleta de metáforas que hacen referencia desde a la debilidad o al miedo hasta la separación entre dos mundos. Es de agradecer que el cine independiente se haya hecho oír, tanto en festivales (4 nominaciones Oscars y 1 al BAFTA) como en salas (12mill.$ en USA), otro claro ejemplo de que cuanto más ajustado sea un presupuesto (2mill.$) mejores son los resultados.
No puedo hacer ninguna comparación de esta obra con las predecesoras del director, porque son películas... raras y que yo ni he visto ni tengo intención de hacerlo. Benh Zeitlin ha demostrado soltura para grabar en entornos hostiles (como el de la miseria sumada a una catástrofe natural), para representar todas las caras de la pobreza (desde la despreocupación por las banalidades materiales hasta la angustia por la subsistencia), y para la presentación de personajes a los que va desmontando a medida que se van desarrollando los hechos. La fotografía es magistral, nos sentimos parte de la vida rutinaria y las desdichas de los protagonistas. La banda sonora capitanea la película exaltando el dramatismo narrativo.
La niña protagonista es simplemente una ACTRIZ con tan solo 10 años, más actriz de lo que muchas asentadas en Hollywood llegan a ser. Quvenzhané Wallis (la niña) no hace una interpretación compleja y detallada, simplemente porque su personaje no lo requiere, pero en su sencillez expresa todo por lo que ha pasado una cria que ha crecido en la miseria más absoluta. Dwight Henry ha sido la otra alegría, un actor sin prácticamente currículum que ya es solicitado por los grandes (Steve McQueen: 12 años de esclavitud); da vida a un padre que sin nada no solo tiene que mantener a su hija sino prepararla para su propia autodepedencia, en apariencia es un personaje predecible que se va descomprimiendo a medida que pasan los minutos obligándonos a retractarnos en nuestro desprecio inicial para acabar con empatizando con él.
No puedo hacer ninguna comparación de esta obra con las predecesoras del director, porque son películas... raras y que yo ni he visto ni tengo intención de hacerlo. Benh Zeitlin ha demostrado soltura para grabar en entornos hostiles (como el de la miseria sumada a una catástrofe natural), para representar todas las caras de la pobreza (desde la despreocupación por las banalidades materiales hasta la angustia por la subsistencia), y para la presentación de personajes a los que va desmontando a medida que se van desarrollando los hechos. La fotografía es magistral, nos sentimos parte de la vida rutinaria y las desdichas de los protagonistas. La banda sonora capitanea la película exaltando el dramatismo narrativo.
La niña protagonista es simplemente una ACTRIZ con tan solo 10 años, más actriz de lo que muchas asentadas en Hollywood llegan a ser. Quvenzhané Wallis (la niña) no hace una interpretación compleja y detallada, simplemente porque su personaje no lo requiere, pero en su sencillez expresa todo por lo que ha pasado una cria que ha crecido en la miseria más absoluta. Dwight Henry ha sido la otra alegría, un actor sin prácticamente currículum que ya es solicitado por los grandes (Steve McQueen: 12 años de esclavitud); da vida a un padre que sin nada no solo tiene que mantener a su hija sino prepararla para su propia autodepedencia, en apariencia es un personaje predecible que se va descomprimiendo a medida que pasan los minutos obligándonos a retractarnos en nuestro desprecio inicial para acabar con empatizando con él.
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