Un día de furia
1993 

6.8
25,730
Drama
En Los Ángeles, durante una jornada especialmente agobiante a causa del calor y del colapso del tráfico, de repente, un ciudadano normal se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que lo rodea. Bill Foster (Michael Douglas) no es más que un hombre corriente que supera como puede las frustraciones de cada día y que lo único que quiere es regresar a casa. Un oficial del departamento de policía (Robert Duvall) intentará ... [+]
27 de julio de 2018
27 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si te cobran a precio de oro productos que no lo merecen, si te sorben el cerebro para que compres cosas que no necesitas y que encima te publicitan falsamente, si estás harto de tu jefe, de la hipoteca, de tirar el tiempo en atascos infinitos en una ciudad agobiante, ¿qué harías?
Pues la mayoría de nosotros, hay que reconocerlo, tragamos y continuamos con nuestras simples vidas sin protestar, simplemente porque creemos que las cosas son así y no hay nada que hacer.
Pero el protagonista de esta película estalla, y encabeza una pequeña revolución unipersonal contra el sistema de vida americano y todas esas pequeñas injusticias de la cotidianeidad que pocos se plantean que puedan ser de manera diferente.
Michael Douglas está bastante bien en su papel, aunque le supera ese elegante actor de la vieja escuela llamado Robert Duvall. Parece mentira que, ya pareciendo mayor en esta película, haya continuado haciendo cine muchos años depués (escribo esto en 2018). Lo curioso de la historia es que, por lo menos a mí me pasa, no queda claro quien es el bueno y el malo. Y es que, en el fondo, es difícil no identificarse con el protagonista en alguna de las escenas del film, como la de la hamburguesería o la de la tienda del inmigrante.
Cuando la vi por primera vez me gustó mucho más que en los revisionados. De todas formas es una película interesante, cuya crítica social no es excesivamente profunda pero sí llega a dar un poco que pensar, al tiempo que resulta entretenida.
Pues la mayoría de nosotros, hay que reconocerlo, tragamos y continuamos con nuestras simples vidas sin protestar, simplemente porque creemos que las cosas son así y no hay nada que hacer.
Pero el protagonista de esta película estalla, y encabeza una pequeña revolución unipersonal contra el sistema de vida americano y todas esas pequeñas injusticias de la cotidianeidad que pocos se plantean que puedan ser de manera diferente.
Michael Douglas está bastante bien en su papel, aunque le supera ese elegante actor de la vieja escuela llamado Robert Duvall. Parece mentira que, ya pareciendo mayor en esta película, haya continuado haciendo cine muchos años depués (escribo esto en 2018). Lo curioso de la historia es que, por lo menos a mí me pasa, no queda claro quien es el bueno y el malo. Y es que, en el fondo, es difícil no identificarse con el protagonista en alguna de las escenas del film, como la de la hamburguesería o la de la tienda del inmigrante.
Cuando la vi por primera vez me gustó mucho más que en los revisionados. De todas formas es una película interesante, cuya crítica social no es excesivamente profunda pero sí llega a dar un poco que pensar, al tiempo que resulta entretenida.
22 de junio de 2020
22 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocemos las motivaciones de las personas que nos rodean hasta que no sabemos de sus circunstancias. Eso nos pasará con el personaje que interpreta el oscarizado Michael Douglas, apartado de sus registros habituales de galán maduro con dinero (o con trampas) al que estamos acostumbrados. En esta película nos encontraremos con un desconcertante y desconcertado oficinista al que acompañaremos durante las vicisitudes que va viviendo desde la primera hora del día.
La contrapartida la tendremos en la siempre apuesta segura de Robert Duvall, siete veces candidato al premio Óscar como mejor actor y ganador de una estatuilla. Un currículum impresionante solo al alcance de unos pocos y, en esta ocasión, vuelve a demostrar que su presencia es una garantía de éxito. El comisario se nos jubila, sin saber qué cosas le ocurriran en la última jornada laboral de su vida. El reparto lo completan la desasosegada Barbara Hershey (tiene razones para esa actitud) y una joven Rachel Ticotin quien, quizá injustamente, se ha quedado en una eterna promesa.
El clima que crea el director, de sofoco, de calor, de angustia, de desconcierto, está muy bien conseguido y pronto nos preguntaremos qué estamos viendo, dónde queremos y llegar y cómo sucederá un desenlace que nos mantendrá pegados al sillón.
Triste, real, en ocasiones deprimente, así es "Un día de furia", una cinta que nos dejará pensativo sobre las causas no visibles de muchos hechos que nos rodean y sobre los que, a priori, no encontramos explicación. Pero recordemos que las cosas siempre suelen suceder por algo.
La contrapartida la tendremos en la siempre apuesta segura de Robert Duvall, siete veces candidato al premio Óscar como mejor actor y ganador de una estatuilla. Un currículum impresionante solo al alcance de unos pocos y, en esta ocasión, vuelve a demostrar que su presencia es una garantía de éxito. El comisario se nos jubila, sin saber qué cosas le ocurriran en la última jornada laboral de su vida. El reparto lo completan la desasosegada Barbara Hershey (tiene razones para esa actitud) y una joven Rachel Ticotin quien, quizá injustamente, se ha quedado en una eterna promesa.
El clima que crea el director, de sofoco, de calor, de angustia, de desconcierto, está muy bien conseguido y pronto nos preguntaremos qué estamos viendo, dónde queremos y llegar y cómo sucederá un desenlace que nos mantendrá pegados al sillón.
Triste, real, en ocasiones deprimente, así es "Un día de furia", una cinta que nos dejará pensativo sobre las causas no visibles de muchos hechos que nos rodean y sobre los que, a priori, no encontramos explicación. Pero recordemos que las cosas siempre suelen suceder por algo.
4 de septiembre de 2020
4 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos a un intenso drama, que gracias a un magnifico guión va creciendo en intensidad, y va entrando esta furia en nuestros apacibles asientos, y ya no nos puede dejar indiferentes cada avatar en el que el protagonista va entrando.
Sin duda es un guión perfecto y nada amable con una realidad que no lo es.
Con reparto que está perfecto y a destacar al protagonista que consigue transmitirnos toda clase de emociones.
Perfecta dirección de un director que no ha perdido las riendas.
Sin duda es un guión perfecto y nada amable con una realidad que no lo es.
Con reparto que está perfecto y a destacar al protagonista que consigue transmitirnos toda clase de emociones.
Perfecta dirección de un director que no ha perdido las riendas.
4 de diciembre de 2020
4 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, vista hoy, Un día de furia ha perdido algo de realismo. Parece algo extraño que, aun en cuna ciudad tan caótica, en todos los sentidos, como Los Angeles (y cualquiera que haya estado lo sabe), una persona cualquiera emprenda esa especie de road trip por la ciudad haciendo lo que hace Bill sin que nadie lo detenga.
Sin embargo, pese a este pequeño defecto, no cabe duda de que Un día de furia es la película que mejor ha reflejado la desesperación diaria de un hombre corriente llevado al límite por las circunstancias, y cómo esa ira acumulada puede terminar explotando. Un poco como le pasaría, años después, al personaje de "Bombita", a quien daba vida Ricardo Darín, en Relatos salvajes.
En parte, el mérito es también de Michael Douglas, que tiene una mirada, una presencia, y un carisma tan potentes que nos hace creer que efectivamente es este hombre que estalla de manera tan violenta contra todo y todos los que se le ponen por delante. A su lado, Robert Duvall también hace una muy buena interpretación como el policía que, en el día de su jubilación, ha de detener a semejante personaje.
Un elogio hacia el ciudadano medio, el que día tras día aguanta tensiones y humillaciones diversas por la necesidad de sobrevivir, y una advertencia acerca de la violencia y salvajismo que habita en todos nosotros.
Lo mejor: Michael Douglas, fabuloso, y el impacto que todavía hoy tiene su fondo.
Lo peor: Puede que, vista hoy, no sea muy realista en su desarrollo.
Sin embargo, pese a este pequeño defecto, no cabe duda de que Un día de furia es la película que mejor ha reflejado la desesperación diaria de un hombre corriente llevado al límite por las circunstancias, y cómo esa ira acumulada puede terminar explotando. Un poco como le pasaría, años después, al personaje de "Bombita", a quien daba vida Ricardo Darín, en Relatos salvajes.
En parte, el mérito es también de Michael Douglas, que tiene una mirada, una presencia, y un carisma tan potentes que nos hace creer que efectivamente es este hombre que estalla de manera tan violenta contra todo y todos los que se le ponen por delante. A su lado, Robert Duvall también hace una muy buena interpretación como el policía que, en el día de su jubilación, ha de detener a semejante personaje.
Un elogio hacia el ciudadano medio, el que día tras día aguanta tensiones y humillaciones diversas por la necesidad de sobrevivir, y una advertencia acerca de la violencia y salvajismo que habita en todos nosotros.
Lo mejor: Michael Douglas, fabuloso, y el impacto que todavía hoy tiene su fondo.
Lo peor: Puede que, vista hoy, no sea muy realista en su desarrollo.
18 de mayo de 2021
18 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era la mejor época de Michael Douglas, y Barbara Hershey y Robert Duvall, de probada solvencia, siempre cumplen; pero algunas de las estridencias habituales de Joel Schumacher, y ese intento de acentuarlo todo, de remarcarlo todo, dejaron a UN DÍA DE FURIA a medio camino, como un coche que se abandona en la carretera para volver a casa.
No sé si es razonable que alguien que ha perdido el trabajo y a su mujer y a su hija, alguien hastiado de la grosera monotonía, de esas continuas discordancias que todos sufrimos a diario, pueda destrozar una tienda de ultramarinos y dar comienzo, así, a toda una escalada de violencia. Pero puede, ay, que el hilo que separa la estricta observación de las normas del frenesí delictivo sea demasiado fino.
Es otro hijo de la Odisea, este UN DÍA DE FURIA. Un tataranieto de Homero venido al mundo en los años 90 que habla de todo aquello que nos saca de quicio y que, alguna vez, nos hace desear una boca prestada, un brazo prestado o una voluntad prestada.
No sé si es razonable que alguien que ha perdido el trabajo y a su mujer y a su hija, alguien hastiado de la grosera monotonía, de esas continuas discordancias que todos sufrimos a diario, pueda destrozar una tienda de ultramarinos y dar comienzo, así, a toda una escalada de violencia. Pero puede, ay, que el hilo que separa la estricta observación de las normas del frenesí delictivo sea demasiado fino.
Es otro hijo de la Odisea, este UN DÍA DE FURIA. Un tataranieto de Homero venido al mundo en los años 90 que habla de todo aquello que nos saca de quicio y que, alguna vez, nos hace desear una boca prestada, un brazo prestado o una voluntad prestada.
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