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El juego de Hollywood

Comedia. Intriga. Drama Griffin Mill (Tim Robbins), un productor de Hollywood, recibe cartas amenazadoras que le envía un guionista, cuyo proyecto rechazó. Intentan llegar a un acuerdo, pero tras una terrible discusión, Griffin lo mata. La crisis económica de los estudios es tal que se hará todo lo posible para que el productor eluda su responsabilidad. (FILMAFFINITY)
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9
5 de marzo de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
223/12(25/10/12) Robert Altman nos regala aquí una de las mejores sátiras sobre el mundo de Hollywood, sobre todo de los ejecutivos que en la sombra hacen y deshacen, irreverente radiografía de la trastienda del mundo de los sueños del celuloide, incorpora a la trama varios guiños cinéfilos ingeniosos. El realizador convoca a más de 60 celebridades en formatos de cameo, como se rodó en estudios algunos simplemente pasaban por allí y se apuntaron, demostrando gran nivel de autocrítica e hilarante sentido del humor.

La cinta se abre un cuadro de un rodaje, aparece un golpe de claqueta con el título de la película y del director en ella esto da pie a un magno plano-secuencia de 8 minutos (spoiler), homenaje indisimulado a ‘Touch Of Evil’ de Orson Welles y a ‘The Rope’ de Hitchcock a las que se hace referencia durante la secuencia, en la que la cámara se mueve por un estudio de cine, salta de personaje a personaje, espia charlas, entrevistas de trabajo, ello para darnos un fresco de los protagonistas y sus personalidades. Griffin Mill es un ejecutivo de gran estudio de cine que decide que guión se lleva al cine y cual no, su mundo se tambalea por dos circunstancias, una recibe postales anónimas amenazadoras de un escritor al que rechazó su guión, ha desechado tantos que no sabe quién puede ser; el otro hecho es que el estudio contrata a Larry Levy (buen Peter Gallagher), lo cual ve como rival que le puede empujar fuera, Griffin comienza a pertrechar un plan para hacerle una zancadilla profesional. Con este hilo argumental se desarrolla esta cínica semblanza de este paraíso superficial con cimientos de barro basada en la novela ‘The Player’ de Michael Tolkin que el mismo guioniza de modo brillante.

La cinta es una constante autoreferencia, Griffin llega decir en el film que un relato hollywoodiense ha de poseer suspense, comedia, violencia, esperanza, sentimientos, desnudos, sexo y final feliz, sobre todo final feliz, pues bien eso es la ironía de Altman, pues eso es lo que mete en esta cinta, aunque con el sello punzante del autor en formato de ambigüedad moral, todo contado con una mordacidad sibilina penetrante. El relato fílmico tiene momentos de gran agudeza socarrona, lanza puyas cruentas a los directivos que mueven los hilos de Hollywood, con diálogos y frases muy agudas, espléndido cuando Levy dice que va a una reunión de Alcohólicos Anónimos, no porque él sea uno de ellos, si no porque allí es donde se cierran los tratos, desternillante la reunión de ejecutivos, Levy menosprecia ‘Ladrón de bicicletas’ llamándola cine de arte y ensayo, lo remata diciendo que eso no es cine de verdad, este muestra su ‘revolucionario ideario’, sugiere que los guionistas son dispensables, no son necesarios, se pueden eliminar, para hacer trabajos atractivos solo hace falta sacar noticias de un periódico, y en un guiño sobresaliente, Mill descubre es la información de que un guionista, Kahane (buen Vincent D’Onofrio), ha sido asesinado, y casualidad, el espectador sabe que lo ha hecho un ejecutivo de cine, gloriosa alegoría de lo que quisieran muchos de los mandamases de estudios, fascinante.

Altman derrocha maestría manejando varios géneros y tonos dramáticos, como director de circo maneja varias pistas a la vez y en todas sale airoso con escenas rodadas con enorme inspiración, por supuesto el plano-secuencia, la entes mencionada reunión de directivos, la charla telefónica entre June (correcta Greta Scacchi) y Mill, este mira de modo voyeurista a través de la ventana, metáfora sibilina de lo que es un espectador, el encuentro entre Kahane y Mill, de una tensión cortante asfixiante, los socarrones cameos de actores famosos, las dos bufonas visitas de Mill a la comisaria, con una Woopy Goldberg y Lyle Lovett divertidísimos, ello con un increscendo dramático inteligente, derivando en un clímax final escalonado que hará las delicias de los más sibaritas cinéfilos (spoiler).

Tim Robbins como protagonista realiza una actuación magnífica, antihéroe manipulador, demagógico, traicionero, temeroso, inteligente, arrogante, y lo emite de modo contenido si caer en la estridencia, su lenguaje gestual emociona, una gran interpretación.

Puesta en escena muy elegante, retrato que respira veracidad, con buena fotografía de Jean Lépine (‘Ciudadano Bob Roberts’ o ‘Pret a Porter’), tiene su cumbre en el plano-secuencia; y música de Thomas Newman (‘American Beauty’) es un gran acierto, sabiendo combinar diferentes estilos para encauzar emociones.

En conjunto, una obra que gana con cada nuevo visionado, narración con distintas capas de crítica a esta Arcadia de las ilusiones de Hollywood, corrosiva mirada al ombligo que sirve paradójicamente para homenajearlo con constantes referencias a clásicos, ‘El Graduado’, ‘Memorias de África’, ‘Laura’, ‘Sunset Bulevard’ y más y más.

Algunos de los nombres que aparecen con mayor o menor tiempo son Harry Belafonte, Karen Black, Gary Busey, Robert Carradine, Cher, James Coburn, John Cusack, Peter Falk, Louise Fletcher, Terri Garr, Glenn Scott, Jeff Goldblum, Gould Elliot , Joel Grey, Angelica Huston, Jack Lemmon, Andie MacDowell, Malcolm McDowell, Nick Nolte, Burt Reynolds, Julia Roberts, Susan Sarandon, Rod Steiger, Patrick Swayze, Lily Tomlin, Robert Wagner o Bruce Willis. Fuerza y honor!!!

P.D. El Plano-secuencia es antológico, el realizador de Kansas City despliega una destreza insultante, arranca en una pintura alegórica al cine, sigue con el mencionado claquetazo y la palabra acción, sale de un recibidor al exterior, una plazuela concurrida de un estudio, se eleva la cámara y vemos llegar al protagonista en su todoterreno, la imagen baja y del interior del coche baja, se dirige a su despacho, un guionista le acosa con una idea para una de ciencia ficción, entran en las oficinas, la cámara se queda con otro personaje, Walter Stuckel (buen Fred Ward), ... (continua en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... este charla con un mensajero sobre un gran plano secuencia, el de ‘Sed de Mal’, la cámara se para en una ventana, por ella Griffin Mill atiende a otro guionista, este le cuenta lo que puede ser ‘El Graduado II’, la cámara se mueve hacia el exterior donde otro guionista habla con otra ejecutiva sobre un proyecto post-apocalíptico, de pronto ven un accidente, un carrito eléctrico ha atropellado a un mensajero, van a socorrerlo, la cámara hace un zoom sobre una postal que llevaba, en ella se lee al pie de una foto de grandes estrellas <Su Hollywood está muerto>, la imagen se desplaza sobre un porsche que llega y encadena con un grupo de turistas japoneses que visitan las instalaciones, la cámara se queda con un mercedes que llega a la puerta de la oficina de la sede, se baja el jefe del estudio, Levinson Joel (Brion Jones), este se cruza con unos ejecutivos que salen al exterior, charlan sobre los posibles despidos en el estudio, y de cómo Griffin Mill peligra, pasan por delante de una ventana, la del despacho de Griffin, a este un par de mujeres le cuentan una idea para una película, la cámara se aleja y vemos al mensajero accidentado que deja el correo, Walter Stuckel charla con un guionista sobre ‘La Soga’ y la maravilla que fue hacerla sin cortes (!!!), y por último volvemos a la ventana de Mill donde otro guionista le cuenta otra idea para otro film, una comedia de suspense político psíquica pero con sentimiento (!!!), mientras revisa el correo y ve atemorizado la postal amenazadora y corten!!! Extraordinaria, de una genialidad excelsa, sublime la coreografía de personajes, la sincronización de entradas, salidas, cruces resulta apoteósica, y todo con un sentido informativo, con lo que oímos y vemos tenemos una descripción nítida del mundo en que nos vamos a mover. Una cámara enérgica y vigorosa que se mueve como un espectador entre las bambalinas de un rutinario día en y un estudio de cine, de cómo los guionistas deben convencer en apenas unos minutos que su idea es la buena, cuantos grandes proyectos se habrán ido al retrete por falta de tiempo o por necedad de un ejecutivo.

El clímax final es de lo más hollywoodiense y a la vez esconde un gran ataque a este submundo. Primero sucede la escena del reconocimiento en la comisaria de Pasadena, allí la tensión se puede cortar, con el colofón de que la testigo escoge a un poli, Griffin Mill queda libre de todo riesgo, la acción salta un año y vemos el epílogo, el final de una película con grandes estrellas, protagonizada por Julia Roberts y Bruce Willis y cómo no, Julia es salvada por Bruce y esta le pregunta que por que ha tardado tanto a lo que este le contesta que el tráfico estaba imposible, tiene un final feliz, justo lo contrario que había dicho Mill que Levy que tenía que ser el guión, el arma con el que acabó con su rival, vemos a Griffin en su despacho rodeado de Oscars, parece ser el jefe del estudio, sale en su Rolls Royce y de camino a su casa recibe la llamada de un guionista que le cuenta su argumento:

Guionista: - Es una historia sobre Hollywood, Griffin, un verdadero thriller, es sobre un cabrón productor ejecutivo de estudio que asesina a un guionista creyendo que le estaba acosando, el problema está en que se equivoca de guionista, ahora tiene que hacer frente al chantaje además de a la poli, pero, aquí viene lo mejor, el hijo de puta consigue salirse con la suya.
Mill: Se sale con la suya.
G: Absolutamente, es un final al estilo de Hollywood. Se casa con la chica del guionista muerto, viven felices y comen perdices.
M: Puedes garantizar ese final?
G: Lo garantizo.
M: Y como se llama tu guión?
G: ‘The Player’ (título original).
M: ‘The Player’. Me gusta.
Llega a su gran casa donde le espera su mujer June embarazada, esta le pregunta:
June: Porque has tardado tanto?
Mill: El tráfico estaba imposible (autoreferencia).
Griffin acaricia la barriga hinchada de ella y me parecen escuchar los acordes de ‘Rosemary´s Baby’, sútil.
9
8 de abril de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el primer planazo secuencia, y ayudado más adelante por unos fantásticos cameos, Altman nos introduce de lleno en el mundo de Hollywood. No obstante, no veo esta película tanto como una bofetada a la sociedad hollywoodiense (aunque se la merezca), sino como un fantástico thriller que aprovecha para, de vez en cuando, dejar que su escenas tengan cierto tono satírico, en especial ese pedazo de inteligentísimo final, ante el cual no puedo hacer otra cosa que sacarme el sombre, además de la escena anterior en una sala de proyección.

Altman domina a la perfección la puesta en escena, centrándose durante gran parte de la película en un Tim Robbins notable, al que el espectador acaba por compadecer, pues la película casi consigue hacernos sentir en nuestras propias carnes la agonía que sufre su personaje, gracias a una banda sonora y una ambientación de matices opresivos, que tienen su momento cumbre en una perversa escena de sexo.

Muy recomendable.
AGF
9
2 de abril de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hipocresía, avaricia y falsedad: detrás de las cámaras de Hollywood.

Altman nos deleita con ésta interesante crítica al mundo de Hollywood con una técnica, reparto y un guión que pone los pelos de punta. Nada más empezar la película, el director nos muestra lo que es capaz de hacer con una cámara. Señoras y Señores agárren-se porque los créditos iniciales se presentan con un plano-secuencia espectacular, pues éste nos transporta directamente a los estudios de Hollywood. Aparecen muchos personajes y muchas conversaciones; Todo gira entorno a cine, Hollywood, cine Hollywood. El director consigue transmitir un estrés constante de trabajo en las oficinas y exteriores del estudio que sitúa perfectamente al espectador en éste mundo.

La trama gira al rededor de un asesinato, amenazas, y alguna historia de amor, todo tiene un toque Hollywood, hipócrita, falso e incluso sucio. El ritmo no decae en ningún momento, en mi opinión, un poco lento, pero aún así muy correcto. El film no es muy previsible y contiene algunas escenas de intriga y humor negro.

El final es bestial, crítica feroz al cine comercial de Hollywood. Final feliz y al mismo tiempo con un mensaje agrio. Juzguen vosotros mismos. En mi opinión, una buena película que vale la pena ver.
8
28 de febrero de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como nos encontramos en plena parafernalia hollywoodiense, pues hoy 28 de Febrero del 2011 ha tenido lugar la entrega de los Oscars, no viene nada mal revisitar la vitriólica comedia del maestro Robert Altman que aprovechó esta ocasión para decir, ladinamente, lo que pensaba sobre la industria del cine y su meca de Los Angeles.

Todo el glamour, todas las alfombras rojas, todas las limusinas y envidiadas estrellas barnizadas de un sospechoso marroncillo, que a juzgar por su olor, no es precisamente caramelo.
Custodiando las sonrisas, elegancia y buenos modales se encuentran las puñaladas traperas, los improperios y las ceremonias de vudú, en las que los alfileres se sustituyen por flechas untadas en curare. Por encima de todos chapotean Míster Dólar y el Tio Sam libando con fruición, y con mucho hielo, cualquier indicio de arte, realidad o libertad creativa que los guionistas (muchos de ellos aún comunistas, ¡nunca aprenderán!) pretendan colar en sus inversiones fílmicas.

En esta ceremonia del absurdo, bien guionizada por cierto por Michael Tolkin, aparecen y desaparecen, interpretándose a sí mismos o haciendo de otros, muchos rostros familiares; peones de oro en manos de productores, que si tuvieran escrúpulos no podrían dedicarse a esto, y que transforman cualquier historia con posibilidades de trascender en un pastiche, que ligue bien con el ketchup, y que dibuje una bobalicona sonrisa en los espectadores cuando aparezca el The End.
7
11 de octubre de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La resurrección de Altman y un film muy sobrevalorado que reune grandes defectos y no resulta todo lo brillante que pudiera haber sido.
Se trata de un thriller cinéfilo y coral, finalmente sarcástico e irónico, cuya mayor virtud radica en el novedoso enfoque que quiere dar Altman al thriller: sin recurrir a una atmósfera de los 40 ni a un tono nostálgico, crea un thriller de cine dentro del cine desde dentro del basurero actual de Hollywood en el que la basura se acumula en proporción geométrica al celuloide producido. Altman compone una parábola en la que un productor stressado y narcisista (Robbins) asesina a un guionista enamorado del cine de "arte y ensayo", resultando la película sugestiva y muy intrigante en toda esta parte, un rompecabezas muy atractivo. Sin embargo, el resultadono puede por menos que decepcionar tal es el tramposo, irónico -falsamente- e inventado final que no logra ni redondear el thriller ni convencer en su sarcástica, cínica o simplemente buscada reivindicación del cine atemporal/crítica al cine actual americano. Tal es así, que "El juego de Hollywood" casi se emparenta con el gremio de películas a las que quiere censurar (eso se llama torpeza creativa, mala construcción del guión...) acabando en tierra de nadie.
La película rinde en su secuencia inicial un discreto homenaje a "Sed de mal" de Welles y existe una constante complicidad de las/los "stars" hollywoodienses coetáneos.
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