Mug
2018 

5.8
1,016
Comedia
Jacek gasta pintas de rebelde y escucha a Metallica en un pueblo polaco de misa diaria, gris como un dolor de postguerra y en pleno milagro arquitectónico: construir un Cristo a escala del Corcovado de Brasil. Y en esas están cuando Jacek, trabajándole la cabeza al Jesucristo, cae dentro de ella y se destroza la cara. Ahora hay que rehacérsela, si bien los médicos confían más en la voluntad de Dios que en el bisturí, y Dios parece que ... [+]
4 de abril de 2020
4 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jacek, por caprichos del destino, pasará de ser un joven de personalidad bien definida, alegre y con ganas de adentrarse en la aventura del porvenir, a un borroso boceto de futuro. Un accidente será el culpable de que pase de ser un individuo con gancho, a un apestado. Todo ello en una población polaca de gran religiosidad donde día sí y día también, sus habitantes oyen en boca del oficiante aquello de que el cuerpo es para los gusanos y lo que importa es la espiritualidad, el alma de las personas.
Ver como ante acontecimientos inesperados se reacciona haciendo uso de autodefensas innecesarias, es lo que probablemente haya llevado a la directora polaca a plantear esta triste historia desde fuera, para subrayar lo patético del comportamiento humano, incluso de los más cercanos, cuando la supuesta violencia del feo y diferente es una amenaza para la cotidianidad de las vidas simplonas.
Este brusco enfrentamiento con sus propias contradicciones y el perverso instinto que enseña los dientes al herido, sitúan a nuestro rebelde seguidor de Metallica, el hombre de las dos caras, en un injusto purgatorio del que no tiene la llave.
El miedo a lo desconocido, y más si es nuestra pareja, nuestro hijo o nuestro amigo, está claro que coloca a los llamados seres inteligentes al borde, sino dentro, de la irracionalidad. Que puede resultar hasta cómica, como lo son las caídas, las desbandadas, las excusas y las mentiras piadosas.
Quiero pensar que hay pueblos mejores, para soportar una fatalidad, incluso en Polonia, que ese que tiene un Cristo a escala del Corcovado de Brasil.
Ver como ante acontecimientos inesperados se reacciona haciendo uso de autodefensas innecesarias, es lo que probablemente haya llevado a la directora polaca a plantear esta triste historia desde fuera, para subrayar lo patético del comportamiento humano, incluso de los más cercanos, cuando la supuesta violencia del feo y diferente es una amenaza para la cotidianidad de las vidas simplonas.
Este brusco enfrentamiento con sus propias contradicciones y el perverso instinto que enseña los dientes al herido, sitúan a nuestro rebelde seguidor de Metallica, el hombre de las dos caras, en un injusto purgatorio del que no tiene la llave.
El miedo a lo desconocido, y más si es nuestra pareja, nuestro hijo o nuestro amigo, está claro que coloca a los llamados seres inteligentes al borde, sino dentro, de la irracionalidad. Que puede resultar hasta cómica, como lo son las caídas, las desbandadas, las excusas y las mentiras piadosas.
Quiero pensar que hay pueblos mejores, para soportar una fatalidad, incluso en Polonia, que ese que tiene un Cristo a escala del Corcovado de Brasil.
19 de noviembre de 2019
19 de noviembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para quienes hayan visto 'Los Simpson' se acordarán del episodio donde Moe Szyslak se hacía la cirguía estética para ser más guapo y la vida le cambiaba; en este caso pasa algo similar, pero de otra forma.
En este caso, el accidente por el que pasa Jacek sirve para reflexionar de que (mierda) somos y para reír un rato también, esta cinta no es simplemente una historia de alguien cuyo accidente le cambia la vida y hay espacio para escenas desenfadadas, como el exorcismo.
Un poco de drama y un poco de comedia negra dan lugar a una película cuyo público potencial puede ser todo el mundo; para algunos será una comedia negra sobre un trágico accidente, para otros será una lección de humildad de como afrontar la desgracia de un ser querido. Esto es lo más valioso de la película.
Eso y la naturalidad que transmite el elenco, empezando por el propio protagonista, Mateusz Kosciukiewicz, donde parece que salgan de un documental más que sean actores de un largometraje.
La distribución en España en cines de este filme será escaso y poca gente lo habrá podido ver, pero si dan algún día con esta cinta denle una oportunidad, no creo que les deje indiferente y, quizás, hasta empaticen un poco más desde ahora con gente que sufre aunque, en apariencia, les pueda parecer graciosos en su inocencia.
En este caso, el accidente por el que pasa Jacek sirve para reflexionar de que (mierda) somos y para reír un rato también, esta cinta no es simplemente una historia de alguien cuyo accidente le cambia la vida y hay espacio para escenas desenfadadas, como el exorcismo.
Un poco de drama y un poco de comedia negra dan lugar a una película cuyo público potencial puede ser todo el mundo; para algunos será una comedia negra sobre un trágico accidente, para otros será una lección de humildad de como afrontar la desgracia de un ser querido. Esto es lo más valioso de la película.
Eso y la naturalidad que transmite el elenco, empezando por el propio protagonista, Mateusz Kosciukiewicz, donde parece que salgan de un documental más que sean actores de un largometraje.
La distribución en España en cines de este filme será escaso y poca gente lo habrá podido ver, pero si dan algún día con esta cinta denle una oportunidad, no creo que les deje indiferente y, quizás, hasta empaticen un poco más desde ahora con gente que sufre aunque, en apariencia, les pueda parecer graciosos en su inocencia.
2 de agosto de 2020
2 de agosto de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
El tiempo parece tener un recorrido más lento en Polonia, en la escena del baile el tiempo se divide en dos, un tiempo lento, soso, casi como el andar de un perezoso; y un tiempo vertiginoso, frenético, histérico, convulso. El tiempo de esa Polonia se ha detenido en el trávelin que va de las patas al brío nostálgico de un cuadro de Manzur, al flujo estático, a los rostros que emparejan y al plano abierto que culmina la épica del ritmo. Al final el centellear romántico, como ideal inalterable, imposible, que muestra a la Polonia en una instantánea de pretensiones eternas.
28 de agosto de 2020
28 de agosto de 2020
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“Mug” (no confundir con la gran obra maestra de Jeff Nichols, “Mud”) es una tragicomedia polaca de Malgorzata Szumowska con algunos claros y ciertas sombras, pero al menos interesante. Sin ser una gran película, cumple con su función de forma profesional y sin grandes alardes, sabiendo lo que que se quiere hacer.
A través de una forma fílmica un tanto curiosa (desenfocando los laterales de la mayor parte de los planos apostando por una profundidad de campo constante), a medio camino entre la comedia y el drama, “Mug” nos cuenta la historia de Jacek, un chaval heavy que vive por y para Metallica en un remoto y muy beato pueblo polaco donde apenas la alegría de vivir ha llegado y el culmen de la diversión es la misa dominical. Allí intenta sobrevivir con ganas de emigrar a Londres junto a su novia y participando en el gran reto para la historia del pueblo: la construcción de un Cristo de 33 metros de altura que supere al brasileño de Corcovado.
Pero los designios de Dios son inescrutables, y más en tan triste y gris pueblo polaco y, en plena colaboración en la construcción de la escultura, Jacek cae al vacío y se convierte en el primer receptor de un trasplante de cara en el mundo. Obviamente, su vida a dar un cambio radical y dramático a partir de ese momento, y comenzará a vivir en sus propias carnes la hipocresía social y el odio al diferente, sea en su familia, en la presunta comunidad cristiana o en cada rincón de su mundo.
A medio camino entre la comedia (sutil como el humor polaco hacía prever) y el drama, con ecos expresos y confesos a la gran obra maestra de David Lynch “El hombre elefante”, la película no se eleva para trascender en ningún momento pero tampoco aburre, discurre plácida y sin grandes pretensiones y cumple honradamente con su misión sin entusiasmar ni dejar huella.
A través de una forma fílmica un tanto curiosa (desenfocando los laterales de la mayor parte de los planos apostando por una profundidad de campo constante), a medio camino entre la comedia y el drama, “Mug” nos cuenta la historia de Jacek, un chaval heavy que vive por y para Metallica en un remoto y muy beato pueblo polaco donde apenas la alegría de vivir ha llegado y el culmen de la diversión es la misa dominical. Allí intenta sobrevivir con ganas de emigrar a Londres junto a su novia y participando en el gran reto para la historia del pueblo: la construcción de un Cristo de 33 metros de altura que supere al brasileño de Corcovado.
Pero los designios de Dios son inescrutables, y más en tan triste y gris pueblo polaco y, en plena colaboración en la construcción de la escultura, Jacek cae al vacío y se convierte en el primer receptor de un trasplante de cara en el mundo. Obviamente, su vida a dar un cambio radical y dramático a partir de ese momento, y comenzará a vivir en sus propias carnes la hipocresía social y el odio al diferente, sea en su familia, en la presunta comunidad cristiana o en cada rincón de su mundo.
A medio camino entre la comedia (sutil como el humor polaco hacía prever) y el drama, con ecos expresos y confesos a la gran obra maestra de David Lynch “El hombre elefante”, la película no se eleva para trascender en ningún momento pero tampoco aburre, discurre plácida y sin grandes pretensiones y cumple honradamente con su misión sin entusiasmar ni dejar huella.
20 de diciembre de 2018
20 de diciembre de 2018
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film donde emergen las miserias que resultaron ser tan humanas que a veces espantan a algún espectador. Existen altibajos pero es interesante el hecho de que despierte ideas y pensamientos ahí donde tal vez no exista la intención.Si buscas solo entretenerte seguí de largo, estas perdonado.
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