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El último dragón

Acción. Comedia Leroy Green es un joven negro devoto de las artes marciales que idolatra a Bruce Lee. Pero hay dos tipos que le buscan para destruirlo física y psicológicamente. Uno de ellos es Sambo y el otro Arjadian, que además persiguen a la novia de Leroy, Laura Charles que acaba de presentar un disco en el mercado. (FILMAFFINITY)
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4
15 de julio de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leroy es un chaval afroamericano obsesionado con las artes marciales, algo así como la reencarnación de Confucio (inventor de la confusión, como todo el mundo sabe). Tiene hasta la coronilla a su sensei: se pasa todo el día en el gimnasio, repartiendo leña a muñecos, brincando y atrapando flechas al vuelo. El maestro le dice que ya no le puede enseñar nada mas, y que si quiere seguir avanzando y ser el 'over the top' en eso de repartir cates deberá encontrar a otro tipo, un tal Chao Chalao.

El tal Leroy, al que ya no le quedan neuronas sanas de tanto recibir en el cerebelo, se traga semejante bobada y emprende la búsqueda de esa nueva fuente de sabiduría oriental. De paso, se mete en líos con un tal Sambo: un gigantón que anda siempre por ahí con una banda de macarras que parecen sacados de una versión "all audiences" de Mad Max. Pero también ayudará a una presentadora de la tele, a la que un mafioso (que viene a ser como un Danny de Vito de marca blanca) acosa con el siniestro objetivo de promocionar a su novia cantante: una chica que parece la hermana tonta de Cindy Lauper.

En el camino por obtener la suprema iluminación contará con la ayuda de un niño asiático que reparte patadas aéreas y enseña el pulgar hacia arriba en plan 'te doy un like, colega', de su hermano menor que baila y quiere ser graciosillo pero en realidad es un brasas, y de unos chinos que bailan y cantan y trabajan en una fábrica de galletas de la fortuna.

***** Tenía una cuenta pendiente con esta película. Recuerdo ver un anuncio de ella en el cine, cuando era un chavalín, pero me quedé con las ganas de verla. Después le perdí la pista por completo, hasta ahora. La verdad, hubiera sido mejor dejar las cosas como estaban.

Sobre el papel, la idea es muy molona: un film que combinara música funky y disco de la época, peleas callejeras y números de coreografías en un momento en el cual el 'breakdance' se había puesto de moda entre la chavalería. Pero...

El guión de "El último dragón" parece escrito por un niño de seis años. Esto en sí mismo no sería para mí un problema, si no fuera porque la película no ofrece apenas nada de lo que promete: Los número musicales son muy flojos, las canciones no son nada del otro mundo (algo notablemente triste si tenemos en cuenta que el film está producida por la Motown) y las escenas de peleas no son demasiado espectaculares; para colmo, no paran de citar a Bruce Lee, con lo que uno no cesa de dar vueltas a lo odiosas que resultan ciertas comparaciones.

Los protagonistas son un chaval que responde al nombre de Taimak, del cual sólo puedo decir que he visto barandillas de escalera con más expresividad y carisma; y Vanity, una 'mocatriz' (modelo, cantante y actriz) que por aquel entonces debía ser la novia 14.358 de Prince. Con semejante elenco, más una dirección plana y anodina de Michael Schultz, el film no pasó de un discreto y relativo éxito en su estreno.

Supongo que si alguien tuvo la suerte de verla en su día debe guardar un buen recuerdo. Por mi parte y tras recuperarla ahora, pienso que es un ejemplo entre sonrojante y psicotrónico de lo que era el entretenimiento más palomitero de aquella década (reivindicada ahora hasta el paroxismo) a la que llamamos 'los 80'.

ME QUEDO CON: La escena en el cine, delirante y gamberra. Y que el film sea auténtico en su ejemplo de lo que eran las películas familiares de los años 80: totalmente despojadas de cualquier atisbo de lo politicamente correcto. Ah, y hay rayos de colores al final. Por aquel entonces, toda película importante de acción tenía rayos de colores: es un hecho cientificamente probado.

ME SOBRA: Que todo sea tan soso; los protagonistas, los secundarios, las peleas, la música, el bailoteo...
5
11 de agosto de 2019 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desfase absoluto producido por la discográfica Motown, que quiso dar el salto al cine para promocionar artistas y nuevas canciones. Es por ello que en la película tenemos algún que otro montaje musical bastante lamentable, presentado por la bella Vanity en el plató de un falso programa de televisión. Todos esos momentos sobran bastante, ya que lo que nos importa de la cinta es la acción y el repertorio de personajes disparatados que aparecen durante el filme.

Así pues, nos encontramos con nuestro protagonista, Leroy, mostrado como una especie de Bruce Lee negro, algo ingenuo y cuyo único interés consiste en ser el mejor artista marcial del mundo, por lo que buscará alcanzar un último grado de conocimiento una vez que las lecciones de su maestro hayan finalizado. Este maestro le enviará a buscar a otro colega suyo de profesión llamado, atención... Chao Chalao. Durante su búsqueda de la perfección y de Chao Chalao tendrá que vérselas con otro luchador obsesionado por vencer a Leroy, llamado Sho'nuff en VO, pero Sambo en versión doblada, en una decisión inexplicable. Después surgirá otra trama con el que es el villano principal, un tipo de aspecto lamentable empeñado en meter en el programa de Vanity a una cantante a la que produce, cantante bastante lamentable y que viene a ser una parodia de la Madonna de aquella época.

Es tan disparatada la película que no te aburres. Tiene peleas que no son nada del otro mundo y momentos divertidos dado los ridículos que son los personajes. Más allá de eso, no hay nada de especial en esta película, salvo por el hecho de ser fruto de una época donde esta clase de cine era posible. Sólo por ello hay que verla, aunque con el paso del tiempo termines olvidándola casi del todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El combate final con superpoderes incluidos... menuda locura.

El plan del villano Arkadian simplemente por promocionar a una cantante... qué decir de ello.

Chao Chalao no existe, o mejor dicho, no es más que una máquina de imprimir notas para galletas de la fortuna.

Los chinos responsables de la fábrica de galletas son personajes bastante lamentables.
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