Con "Peligro inminente" nos encontramos con el clásico thriller de intriga política, algo complicado de seguir, pero bien construido, con inteligencia y seriedad. No obstante, creo que los 141 minutos acaban pasando factura a este trabajo de Phillip Noyce pues cuesta mantener la intensidad narrativa con tantas idas y venidas del protagonista y personaje que anda suelto por ahí. Personalmente me gusta bastante el principio para luego ir perdiendo fuerza a medida que nos acercamos al desenlace. En este sentido la espectacular secuencia del "recibimiento" de Jacobs en Colombia no tiene punto de comparación con la parte del final en la que la alergia de Jack Ryan (Harrison Ford) a las armas de fuego resta bastante intensidad al momento cumbre.

Basado en la novela homónima de Tom Clancy, parece que el argumento de la película podía haber dada mucho más de sí. Al final los entresijos de los cárteles de la droga y el gobierno norteamericano no llegan a colisionar resolviéndose de un modo un tanto fallido el conflicto. Otra cosa muy distinta es la postura ideológica de la cinta. Como no conozco mucho al personaje de Jack Ryan, ni al autor del libro, tampoco puedo opinar demasiado. Aunque en el cartel Harrison Ford aparezca envuelto en la bandera estadounidense no me atrevería a calificar "Peligro inminente" de una obra patriótica, como muchos hacen. Más bien diría que, algo que hacen muy bien en el país del dólar, es dar una de cal y otra de arena, sacar los trapos sucios pero manteniendo las formas para que la crítica no llegue a afectar estructuralmente al sistema y a los valores de los Estados Unidos.

Peligro inminente es una correcta adaptación del best seller de Tom Clancy "Clear and present danger". Tiene un guión más trabajado y la historia no es tan simple como en la de Juego de patriotas. La película cuenta con un gran presupuesto y está muy bien hecha. Incluye buenas escenas de acción, sobre todo la de la emboscada en una calle de Bogotá con terroristas disparando con lanzagranadas sobre el convoy estadounidense.

Jack Ryan investiga el asesinato de un empresario norteamericano a manos de narcotraficantes colombianos. Lo que descubre es una sucia trama de espionaje y traiciones, con la CIA de por medio, que salpica incluso al mismísimo presidente de los Estados Unidos.

Aunque la película sea de mayor calidad que la de su predecesora y cuente una historia más interesante, no es tan disfrutable como la de Juego de patriotas. Tal vez porque la trama resulte demasiado fantasiosa e increíble, sobre todo, lo relacionado con los asuntos turbios del presidente. Juego de patriotas era un ligero pasatiempo de calidad irregular pero muy entretenido y con brillantes escenas de acción. Su trama no era tan pretenciosa y resulta más atractiva que la de Peligro inminente cuya duración alcanza las dos horas y media. El argumento es más enrevesado y no es tan digerible.

En resumen, es curioso comprobar que Peligro inminente sea una buena película, pero que sin embargo, me gustó menos que Juego de patriotas que es peor.

Morosa y pomposa. Elegancia aparatosa.
Esto comienza cuando al zote número uno, zoquete mayor del reino, también conocido como presidente de los Estados Unidos de América, nada menos, se le ocurre la brillante idea, nada, que se levantó jotero el buen hombre, con ganas de juerga, de acabar con el Imperio de la droga mala en un quítame allá esas pajas, colombiana para más señas; que se ve que se acuerda en un repente, la memoria es lo que tiene, muy traicionera, que le había prometido a su pueblo querido hacer algo gordo al respecto y ya, ha llegado la santa hora de mancharse las manos y atarse los machos.
A ese temblor júntale un cáncer de páncreas de un jefazo bueno y honorable a todo sol; que el pobre se indispone y nombran al zote número dos, Harrison Ford (qué actor, madre mía, qué primeros planos, entre el estupor y la desidia, del asco a la altanería de bolera de Memphis) a pleno rendimiento y como jefe de la inteligencia (tiene narices la ironía malsana, el oxímoron a contrapelo).
Y enfrente, para que haya partido, tenemos a los malosos más peligrosos, lo mejor de cada casa; dos maquiavelos de oficina libidinosa, dos truhanes de medio pelo que tratan a su presi como al pelele nefando que realmente es.
Finalmente, el militarote; el simpático Dafoe que, por mucho que le torturen con tanta mala baba al otorgarle personajes imposibles, como es este el lamentable caso, siempre sabe asalir airoso, al primer paso.
Y ya, si nos vamos de viaje a la Colombia hermosa, nos encontraremos allí al Almeida que tal baila, de risa el pobre, cumplidor como latino rompebragas y felón asesino.
Si en cambio nos da por quedarnos en casa, al amor del calor del hogar, nos esperará, con toda la sabiduría del mundo y los brazos abiertos, la esposa más fiel, lista y entregada que vieron los tiempos, la sin par Anne Archer.
Todos preparados para esta fiesta tan triste y pueril. Para este teatrillo tan pobre y ridículo.
El mundo es gris, grita uno de los majaderos en pleno ataque de inspiración creativa. Gris marengo habría que añadir. Gris hojalata seguramente.

Segunda adaptación de Phillip Noyce de una de las novelas de Tom Clancy cuyo personaje principal es Jack Ryan, interpretado nuevamente por Harrison Ford.

Película de espías al máximo nivel, con el trasfondo del narcotráfico colombiano y la erótica del poder en la Casa Blanca.

Gran película de acción, con memorables actuaciones de Willem Dafoe, eficaz y creíble como casi siempre, y un Joaquim de Almeida al que le sienta el papel como un guante.

Película para volver a ver en más de una ocasión.

Sobresaliente, 9 y a favoritas.

Ya sabemos que Tom Clancy era un fascista furibundo. Sabemos también que su héroe, Jack Ryan, es la viva imagen del estadounidense limpio, pulcro, patriota, dispuesto a arriesgar hasta la vida por su país y sus convicciones. Cuando ves una película de la franquicia, ya sabes lo que te espera. En este caso, sólo deseaba que me entretuviera, pero me aburrí bastante. Estoy harto de sicarios mexicanos, de narcotraficantes mexicanos, de tupidas redes de corrupción entre la administración estadounidense y los señores de la droga. Me da igual que Joaquim de Almeida sea un villano creíble, y que salga de las catacumbas Patrick Bauchau para encarnar a uno de ellos. Hay algo en la película que no acaba de arrancar. No sé si es la sempiterna inexpresividad de Harrison Ford, la aparición de la detestable Anne Archer, o que James Horner no estaba inspirado aquel día. Hasta Willem Dafoe pone cara de asco. Lo mejor, Donald Moffat, el presidente corrupto. Qué cosas hay que ver. Usar y tirar.