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La madre

Drama Adaptación de la novela homónima de Máximo Gorki, está ambientada durante la Revolución rusa de 1905. Narra los trágicos acontecimientos de ese año a través del sufrimiento de una madre por su hijo y su marido, una mujer campesina que tomará conciencia de la lucha social sólo a través del ejemplo y la tragedia. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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7
16 de julio de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pudovkin simboliza, en esa madre sufriente y entregada, la nueva patria que en 1905 iba a nacer con la revolución que se originó por el motín del acorazado Potemkin, expandiéndose por toda Rusia contra el zarismo.
Ella, pobre, madura, castigada, curtida, sacrificada y resistente, es la madre Rusia, la madre patria que vela por sus hijos, los obreros, los proletarios, los campesinos. O así la representó Pudovkin, esa figura universal que es la que pare y perpetúa la especie, que protege y cuida de su prole con uñas y dientes, con su vida si es preciso. Que da todo lo que es y lo que tiene por sus hijos. Vientre fértil que es como la tierra, que da frutos y enriquece el mundo. Sombra bienhechora y vigilante, abnegada, soportando mil adversidades para que al fin la carne de su carne consiga sus sueños, si está en sus manos ayudarlo.
Ella vibra si él lo hace, creerá en lo que él crea, se arrastrará por el fango que él pise, enarbolará su bandera, y se postrará firme ante el ataque enemigo.
La madre Rusia es el símbolo de todas las madres valientes que pelean hasta la última gota de su sangre por un futuro, el que quieren dar a sus niños.
Agitan las fibras esos ojos emaciados, de mirada tan antigua como la humanidad. Son los ojos de todas las madres que padecen.
Y la nueva Rusia ruge con el deshielo primaveral, en un torrente renacido que despierta después del letargo de los hielos invernales.
Por medio de algo tan cercano como esa figura maternal que mueve el mundo, otro de los grandes cineastas soviéticos subió al pódium del panorama artístico e histórico plasmando en imágenes la obra maestra del escritor Maksim Gorki.
8
3 de julio de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela homónima de Máximo Gorki, la película de Pudovkin hace un precioso retrato de los acontecimientos que sacudieron Rusia en 1905, cargados de manifestaciones e inmersos en los ideales revolucionarios que empezaban a calar en las conciencias de los obreros, haciéndose cada vez más patente la lucha de clases entre opresores y oprimidos.

Destaca en La Madre esa escena de juicio en el que las condenas están decididas de antemano, donde vemos a los magistrados dibujando en sus cuadernos de notas y mirando el reloj para irse cuanto antes, sin importarles lo más mínimo la inocencia o culpabilidad de los acusados. También llaman la atención esos fundidos entre distintos edificios, y en general la genialidad con la que el montaje está articulado, tal y como cabría esperar de cualquier autor soviético. Fíjese si no en esa inserción de planos detalles tan avanzada para ser 1926 el año de producción.

No obstante, estando ya el espectador más evolucionado con el paso del tiempo, sí pueden detectarse en el filme unos cuantos saltos de eje y fallos de raccord de luz, pero que desde luego en ningún momento nos sacan de la diégesis.
9
3 de marzo de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba, y de las grises casuchas salían con premura gentes hoscas con el cansancio todavía en los músculos (…) Se oía el chapoteo de los pasos en el fango y se oían, luego, también otros sonidos: el ruido ensordecedor de las máquinas, el silbido del vapor… Por la tarde, cuando el sol ya se ponía, los obreros, con los rostros impregnados de humo, se esparcían nuevamente por las calles (…). La fábrica había devorado su jornada y las máquinas habían succionado toda la fuerza de sus músculos. Habituados a ser explotados siempre con el mismo empeño, no esperaban ningún cambio en su favor y consideraban cualquier reforma tendiente tan sólo a aumentar la opresión. El hombre vivía así unos cincuenta años… y entonces moría”.

Estos apartes, los he tomado del primer capítulo de la excelente novela, “Madre” (Мать) que, Maksim Gorki publicara en 1907, como una recreación de la lucha contra la opresión, pero, sobre todo, una alegoría de la toma de conciencia representada en la madre de un joven obrero que, día a día, se va convirtiendo en la Madre (Verdad) de todos los que luchan contra la injusticia.

La señora Vlasova, maltratada por su esposo hasta el día en que éste fallece, cree todavía en la justicia del Estado, no acepta la violencia… y quiere que su hijo, Pavel, sea un hombre de bien que obedezca las normas, pero lo que sucederá con el muchacho de aquí en adelante, va a mostrarle la otra cara de la sociedad que todavía no conseguía ver.

Con guion de Nathan Zarkhi, el director Vsevolod Pudovkin, hace una versión libre con “LA MADRE”, prescindiendo de algunos personajes y haciendo algunos sensibles cambios para interesar a quienes ya habían leído la obra de Gorki – ¡y en la Unión Soviética eran muchísimos quienes la habían leído! -, y el resultado es bien afortunado, sobre todo, al convertir a la familia en una suerte de metáfora en micro de la sociedad que se padecía durante la monarquía: el padre, es el Estado opresor; la madre, la clase trabajadora; y el hijo, la nueva generación que busca despertar. Empero, la novela profundiza muchísimo más en la participación de la madre en la lucha contra la injusticia, y las reflexiones sociológicas de Maksim Gorki, son de un valor clarificador incalculable.

En favor de la película: las metáforas visuales sirviéndose del agua como fuente de la vida; la precisa edición marcada con paulatinos crescendos; el eficaz contraste entre el interés de los jueces por una yegua más que por un ser humano; y entre otras cosas, la excelente composición de planos que logra Pudovkin, especialmente después del juicio. Sin embargo, a nivel técnico se le escapa algún error de continuidad y la terrible condena a trabajos forzados nunca la vemos cumplirse. Pero, poco empaña esto, una obra sociológica y política que sigue haciendo historia y que enaltece una novela que ya hace parte de los grandes clásicos de la literatura.

Vera Baranovskaya (la madre) y Aleksandr Christyakov (el padre), serían llamados de nuevo por Pudovkin para su siguiente película, “El Fin de San Petersburgo”, y de La Gran Huelga de 1905, pasaremos a la Revolución de Octubre de 1917.

Título para Latinoamérica: MADRE
8
28 de abril de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La madre es un gran ejemplo del cine mudo soviético. Una cinta cargada de dramatismo y de grandilocuencia para engrandecer la idea revolucionaria. La madre es una grandísima película de propaganda y un enorme documento histórico sobre los porqués del surgimiento de la gran revolución rusa.

En primer lugar quiero hablar de lo que representa la figura materna en esta película; La Madre como sujeto sufriente, que padece, a la sombra de los dos hombres de su vida: su marido y su hijo. Esa madre campesina cuya vida queda relegada al hogar, al cuidado del hombre, a la invisibilidad. Esa madre, testigo tanto de la muerte de su marido a manos de los revolucionarios, como del posterior encarcelamiento de su hijo, toma poder en torno a estos dos acontecimientos, especialmente del segundo. En ese momento se convierte en la bandera de la revolución, en el mártir que toda idea necesita para hacerse mito. En el transcurso de la historia pasamos de la madre pasiva a la madre activa, de la madre que sufre a la madre que enarbola un sentimiento.

El enfrentamiento entre el viejo sistema y la nueva idea se vive con una tensión inaudita. La escena del enfrentamiento en la fábrica que acaba con la muerte de Vlasov padre, está filmada con un pulso narrativo excelente y es la gran muestra de este enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo. Aquí vemos otra de las constantes de esta película y del cine soviético en general: el protagonismo del pueblo por encima de cualquier individuo. Aunque la madre ejerce el protagonismo representativo de la idea, al fin y al cabo la película no tiene un protagonista o protagonistas en concreto. Es el pueblo el verdadero estandarte de la historia.

Me encanta la analogía de las estructuras de hielo rompiéndose y el avance de los revolucionarios. Simboliza la destrucción de los cimientos del viejo sistema. El empoderamiento del pueblo, trae consigo la fractura total de la base sobre la que se asienta su opresión; los grandes, rígidos y pesados bloques de hielo son el viejo sistema resquebrajándose ante el avance y poderío de un nuevo sistema a punto de imponerse.

A nivel técnico destaca el soberbio montaje de Pudovkin, un montaje que funciona a las mil maravillas, especialmente en las secuencias de enfrentamiento en los que la rápida concatenación de planos cortos dota a la cinta de gran tensión y dinamismo. La sabia mezcla entre planos generales y primeros planos es también de destacar. A nivel interpretativo, destaca la sobriedad y el realismo con que los actores y actrices llevan a cabo su labor. Sensacional la madre (Vera Baranovskaya). Los encuadres y la abundante cantidad de picados/contrapicados me parecen fundamentales para acrecentar ese valor dramático de la obra. Técnicamente la película es impresionante.

En resumen, estamos ante una película de gran valor histórico y artístico e imprescindible para entender el cine mudo soviético y el cine mudo en general.
7
27 de junio de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal vez algo menos reconocido que su contemporáneo Eisenstein, pero tal vez no por falta de talento sino porque su cine nos resulta mucho más familiar. En la historia que nos cuenta (adaptación de la novela homónima) tienen mucho más peso y significación unos pocos personajes, los protagonistas, pero sin dejar de ser una película de la reciente URSS, como vemos en la inclusión de temas sociales y su tratamiento frente a otras vertientes individuales. Por como trata la narración, ya dicho, nos resulta familiar, pero también por su predilección por los planos cercanos (primeros planos, planos detalle, etc) frente a los más lejanos; nos son más efectivos a la hora de centrarse en historias más individualizadas (estamos acostumbrados hoy día).

En cuanto a la manera de montar es similar a otros autores de la escuela soviética temprana como el ya mencionado más arriba. Sin embargo, porque las comparaciones son odiosas, creo que pese a que no es más familiar y por tanto más fácil de tragar, Pudovkin (al menos en esta obra) a envejecido algo peor que Eisenstein (por eso de seguir con las comparaciones), cuyas películas me han gustado más (al menos sus filmes contemporáneos a "La madre").

Pero no os preocupéis, si os gusta el cine mundo y/o las películas antiguas así como todo el mundo eslavo-soviético, disfrutaréis con esta obra tengáis idea de cine o no tengáis (como es mi caso).
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