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La chienne

Drama. Intriga Narra la desdichada vida del cajero de una empresa que se enamora de Lulú. Aunque su amor no es correspondido, él está dispuesto a hacer cualquier cosa por ella. En 1945, Fritz Lang se basó en la misma historia para hacer la película “Perversidad”. (FILMAFFINITY)
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
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8
10 de agosto de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “La Chienne” (1931) de Jean Renoir con Michel Simon, Janie Marèse, Georges Flamant, Roger Gaillard, Romain Bouquet, Pierre Desty, entre otros. Drama social francés, cuya traducción literal es “La Golfa”, a menudo se la conoce en inglés como “Isn't Life a Bitch?” La película comienza con un teatro de marionetas que definen la historia que se va a contar como: “No es un drama, ni una comedia: No tiene moraleja y no demuestra nada. Los personajes no son héroes ni traidores. Son pobre gente como usted y como yo” donde el protagonista, un empleado de mediana edad menospreciado en su trabajo y oprimido por su insoportable esposa, encuentra una válvula de escape en su afición por la pintura, y se obsesiona por una prostituta que, obligada por su chulo, le saca todo lo que puede llevándolo a la ruina total. Esta es la 1ª película sonora y la 1ª película importante de Jean Renoir; basada en una novela de Georges de la Fouchardiere, que tuvo un “remake” del gran Fritz Lang, titulado “Scarlet Street” (1945), pero con otro sentido estético, sin ningún trasfondo político, otra visión del mundo y de la humanidad; por lo que las diferencias inconfundibles en la ejecución y el estilo, hacen que estas 2 obras maestras sean lo suficientemente distinguibles; pero mientras el film de Lang profundiza en las tensiones psicológicas, Renoir nos hunde el barullo y vitalidad de Montmartre. El filme tiene detalles técnicos tan importantes como de producción; pues se cuenta que los productores se asustaron por lo directo de la trama y expulsaron a Renoir del rodaje, avisando a la policía para impedir que el director volviese a aparecer por allí; sin embargo, ante la imposibilidad de encontrar otro director con agallas para levantar aquella historia, tuvieron que recontratar a Renoir; además, al parecer, cuando la película estuvo terminada, los productores quisieron retocarla para encontrar el tono de comedia que consideraban comercial… por su parte, Jean Renoir ganó la batalla judicial, y consiguió que se estrenara en su versión íntegra, al tiempo que creó un gran revuelo entre los fascistas, que atacaron la película con violencia. Técnicamente asombrosa y muy adelantada a su tiempo; Renoir maneja con sobriedad una cámara serena, que acierta al aproximarse con espíritu de “voyeur” a la sordidez de sus personajes, algo que casi 80 años después de su estreno sigue resultando impactante; y tal vez esta sea la película donde se asientan sus principios: El enfoque social del drama, una ambientación lúgubre y brumosa, personajes víctimas de su condición y de los estereotipos sociales y, sobre todo, una muestra de la filosofía de Renoir, una mirada abierta sobre el libre albedrío y la convicción de que “todos tienen sus razones” La historia termina como inició, con un fundido del teatro de marionetas, como si aquella haya sido una puesta en escena teatral circular, como la vida misma. Del reparto, todos correctos, pero sobre todo hay mucha ironía: Se cuenta que el filme fue responsable de la separación de Renoir y Catherine Hessling, que molesta por haber sido reemplazada por Marèse; tuvo la recompensa de sentir la emoción al ver cómo sus actores reprodujeron en la vida privada, las mismas peripecias que viven los personajes durante la película: El protagonista, Michel Simon, está espléndido en su papel, resultando a la vez ridículo y digno de lástima; él vivió realmente esa pasión por Janie Marèse, quien, a su vez, se enamoró durante el rodaje de Georges Flamant, que interpretaba al chulo despiadado receptor del dinero que el pobre empleado entregaba a la prostituta. La semejanza entre ficción y realidad, tuvo incluso una trágica prolongación en el accidente de coche que le costó la vida a Marèse, poco después de haber rodado la secuencia en que es asesinada por los celos de uno de esos hombres. Michel Simon, que iba con Marèse en el auto, posteriormente amenazó a Renoir con una pistola, y dijo que la muerte de Marèse era culpa suya: “Mátame si quieres, pero yo hice la película”, le respondió Renoir. En definitiva cabe preguntarse si “La Chienne” es mejor que “Scarlet Street”; en primer lugar, esta está más cargada sexualmente, y la segunda estaba encadenada al Código Hays; sin embargo, el filme de Lang sigue siendo el más sombrío de los 2, y sigue siendo uno de los sellos distintivos del cine negro clásico; mientras que la obra de Renoir sólo se beneficia de su tono “tragicomédico” constante. Las 2 son grandes películas, donde “la ilusión del amor puede sobrevivir a la vista de un dormitorio lúgubre, pero inevitablemente uno se despierta”
RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
8
21 de mayo de 2017 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo es aún casi primitivo en este Renoir pero, a la vez, es grande. Primero, por la trama, ingeniosa, nada convencional, de mala vida. Después, por la gran interpretación de Michel Simon. Y, además, como sucede en estas películas antiguas, se convierte en un documento de época: ambiente callejero, coches, gente, juicios y prejuicios.
Es cierto que todo titubea, la cámara a veces tropieza, algunos personajes son muy simplistas...pero cuando escribo esto la película tiene cerca de noventa años.
Es notable porque empieza a verse lo que dará de sí el gran Jean Renoir.
6
2 de enero de 2020 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni de lejos estamos ante una de las mejores películas de Renoir. Aparte, comparándola con el remake de Lang ("Perversidad") queda aún más en evidencia. Algo estática, con un elenco artístico discreto salvo el gran Simon, ha envejecido regular y casi no conserva la fuerza de su estreno. Sigo sin entender cómo se valoran ciertas obras de Renoir solo por llevar su firma mientras otras del mismo no se ponen en el gran lugar que merecen.
8
19 de diciembre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible ver esta película sin pensar en "Perversidad" (Frizt Lang, 1945), obra que calca el argumento de la presente "La golfa" (dudo que nadie haya caído en esta obra si no es cinéfilo, como también dudo que haya muchos cinéfilos que no hayan visto "Perversidad").

Como digo, Lang calca la historia pero la película de Renoir, libre del código Hays (1931 y en Francia) es mucho más cruda y explícita. Las relaciones sexuales, sin mostrarse, quedan mucho más evidentes y tanto la promiscuidad de la protagonista como el consentimiento de su "chulo" no dejan lugar a dudas (por ejemplo, en una escena, ella se da el lote con otro en medio de una fiesta con el chulo delante). También el maltrato del chulo hacia ella es mucho más áspero y evidente, así como la sumisión de la chica hacia él.

Con un ritmo más lento que la película de Lang, dibuja un ambiente más asfixiante y lúgrube, acentuando la miseria de los personajes y del entorno en el que se mueven. Renoir nos ofrece unos excelentes encuadres que refuerzan la percepción miserable de los ambientes y transmiten la sensación de la dificultad de escapar de ellos. Eso sí, los movimientos de cámara son muy primitivos, incluso en ocasiones, torpes.

Los personajes no tienen el gancho de Robinson, Bennett y Duryea, pero cumplen muy bien, especialmente Simon. Eso sí, el doblaje no es lo mejor de la película. Recomendable ver en verrsión original.

Renoir introcude algunas pinceladas de comicidad que ayudan a ver la historia con algo más de amabilidad.

Se agradece un final menos moralizante que "Perversidad", pero es que el código Hays pesaba mucho en Hollywood.
6
13 de septiembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Estoy seguro que Lang vio está cinta para "Perversidad" y "Para la mujer del cuadro". Además el protagonista también es pintor. La primera de ellas puede considerarse, incluso, un remake canónico, oficial.
Evidentemente es una historia muy vieja, conocida y trillada, pero seguro que hacerla en 1931 se consideraba tremendamente avanzado. Le supongo, no lo sé porque no he leído nada al respecto, incluso problemas en su exhibición, judiciales, manifestaciones, etc. Sin embargo no hay excusas escabrosas, ni muchos menos de sexo explícito.
A pesar de los años pasados, más de noventa, la temática sigue siendo muy perfectamente actual.
Los actores manejan los registros de manera algo amanerada, con movimientos bruscos, excesivos, poco naturales, algo artificiosos. Sin embargo la composición de los planos es técnicamente perfecta, la cámara no se mueve, los zoom son precisos, y por momentos pueden parecerse a las composiciones de cuadros.
A diferencia de las de Lang, aquí la sordidez no se muestra, simplemente se insinúa. Se da por supuesto. Se requiere algo de imaginación para detectar las humillaciones, las servicias y las maldades de 'la golfa' hacia el pintor. Lo interesante de la propuesta es el drama moral que surge de la tensión de la chica con las opciones que se le presentan. El mito de que a las chicas guapas les gustan los chicos 'palotes' se arraiga en historias como éstas. En ningún momento pretende dejar a su chulo y encariñarse verdaderamente con el amante al que engaña. Y eso es algo que es más vidrioso en la propuesta de Lang.
El arquetipo de mujer malvada y sórdida está mejor planteado en las de Lang. Joan Bennett tiene más cuerpo, emoción y guapura que Janie Marèse.
Me ha gustado, pero menos que otras del director, que tiene verdaderas obras de arte.
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