Discreta pero funcional película de artes marciales dirigida por Keanu Reeves. Con un argumento propio de los años 80s, la película se deja ver con agrado, tiene una coreografía que funciona, los escenarios son espectaculares e incluso Keanu Reeves en su papel de villano, crea un personaje interesante y, sobre todo, uno de esos malvados con corazón de hielo que tanto gusta al público. La película funciona mas por su apariencia formal que como concepto o guión aunque, de vez en cuando, que te ofrezcan un producto digno, solvente y simple, también es de agradecer. Una película que hará las delicias de los amantes de las artes marciales y de los seguidores de Keanu Reeves, aunque hay que dejar claro que estamos ante la película de la década sino un simple divertimento perfectamente manufacturado que nos ofrece a un Keanu Reeves director quien, de seguir por esta senda, puede llegar a ofrecernos interesantes películas de magnifico entretenimiento.

Nuetro protagonista - le reconoceréis fácilmente por su incalificable corte de pelo- se llama Tigrechán y es un telepizzero experto en Tai-chi empeñado en desmostrar que además de una gimnasia para el Imserso, el Tai-Chi puede ser una poderosa herramienta de defensa y de justicia. Desgraciadamente, en contra de las enseñanzas de su maestro, se ve obligado a pelear por dinero para salvar su templo, lo que le desarmoniza un chakra, le desestabiliza el tao y le hace dejar de ser él mismo, además de entrar en una peligroso y oscuro mundo de apuestas ilegales donde tendrá que pelear contra terribles enemigos, empezando por él mismo.

Sí, correcto, es un película sin nada nuevo y que parece salida de los noventa... y ese es su principal atractivo. Peleas y más peleas, buenos contra malos y la presencia de Keanu Reeves que le da un fascinante toque hortera y decadente, de ternura y nostalgia por las películas de la juventud que dejamos atrás. Ains.

Película rematadamente mala, los tópicos mil veces visto en las películas de artes marciales, con improvisación del guión sobre la marcha para ir tirando. Resulta entretenida por las fantásticas coreografías de las peleas protagonizadas por Tiger Hu Chen, porque sino es más plana que una tabla para planchar. Todo previsible, y la pelea final entre Keanu Reeves y Tiger, no está a la altura ni mucho menos, y de una falsedad tramposa que insulta a los espectadores. Si quería rodar Keanu una película de artes marciales está claro que el que sobraba era él.

Hacía mucho tiempo que no veía una producción ambientada en el lejano oriente sobre un campeonato de artes marciales. Creo que hay que remontarse a los tiempos de Van Damme para ver algo así, al menos con producción occidental o con algún actor famoso.
Es Keanu Reeves, quizás añorando sus buenos tiempos de "Matrix", quien ha llevado a la pantalla esta historia de un luchador profesional captado por una red ilegal de peleas transmitidas por internet.
Como es lógico pensar, el argumento no es muy trascendental que digamos, ni tampoco las actuaciones. Aquí lo importante son las peleas y no creo que nadie se acerque a "El poder del Tai Chi" esperando ver otra cosa.
Pues bien, el protagonista es todo un atleta que ofrece unas coreografías absolutamente espectaculares. Y hay muy poco (si es que hay algo) montaje de cables o efectos, o por lo menos no se nota lo más mínimo. Los combates parecen muy reales hasta el punto de que los golpes duelen solo de verlos.
Además, el estilo, basado en el Tai Chi, es algo que yo personalmente no había visto nunca antes.
La película tampoco se enrolla mucho en el entrenamiento ni en la espiritualidad típicos del subgénero, sino que va al grano sin tratar de engañar a nadie.
Keanu está tan inexpresivo como siempre, aunque nuevamente eso importe poco en un film de estas características, y menos cuando hace de malo impasible, algo no muy habitual en él.
En fin, un puro divertimente de peleas para el que le gusten estas cosas. No pasará a la historia pero tampoco se le puede pedir más. No está mal pero tampoco da para mucho. Ofrece algunas buenas peleas y poco más.

Con El poder del Tai Chi, Keanu Reeves presenta su primer trabajo como director, donde muestra su pasión por el mundo de las artes marciales y en el que da rienda suelta a todo lo aprendido a lo largo de su participación en películas como Matrix.

El argumento de la película brilla por su ausencia al resultar demasiado sencillo y previsible, no supone ningún reto para el intelecto, pero sirve de excusa para dar paso a una oleada de secuencias de combate bien coreografiadas. Las escenas de combate son realmente lo único que mantiene la atención del espectado, en el desarrollo de una trama endeble y carente de gancho que está totalmente desfasada. Reeves demuestra lo que aprendió rodando con los hermanos Wachowski y con el coreógrafo de Matrix, ofreciendo toda una variedad de escenas de combate rodadas con novedosas técnicas visuales, acompañadas por música cañera al más puro estilo Matrix, para intentar no caer en la monotonía, algo que no consigue.

En el apartado interpretativo todo el reparto ofrece un trabajo pobre, mediocre e insulso, donde incluso el propio Keanu Reeves, es una broma de sí mismo. Destaca positivamente el trabajo de Tiger Hu Chen, que por lo menos resulta convincente en las escenas de combate al poner la intensidad necesaria en lo que hace pero que, para cuestiones emocionales, deja mucho que desear.

El director realiza un trabajo correcto, cuidando el aspecto visual y técnico, pero cae en el abuso del empleo de escenas de combate y en prolongar en exceso un argumento que no da para más de 90 minutos. Juega con las luces, con el aspecto visual de los escenarios, trasladando a los personajes de un lado a otro pero, en resumidas cuentas, no deja de ser una repetición de ideas que llega a resultar pesada. En su afán por ofrecer nuevos puntos de vista y con el empleo de juego de luces, llega a marear con la cámara y a ofrecer combates confusos donde no se aprecian con nitidez algunos de los movimientos. Reeves se reserva un personaje lineal y vacío, diseñado exclusivamente para hacer el mal. Su aportación interpretativa resulta pobre y mediocre, no resulta convincente en las escenas de combate que protagoniza, donde se hace notorio el paso del tiempo y las limitaciones físicas que acarrea. Sus movimientos carecen de la velocidad e intensidad necesaria, en comparación con el protagonista, Tiger Hu Chen parece un caracol, lo que resta interés al desarrollo del combate que los enfrenta.

En resumidas cuentas, El poder del Tai Chi es una película insulsa, intrascendente, no cuenta nada nuevo, tan fácil de ver como de olvidar, solo para amantes del cine de artes marciales poco exigentes.