En la ciudad condenada de Nueva York, Cross (Tye Sheridan) es el ángel atormentado que baja al infierno para intentar salvar a gente que no quiere ser salvada. Junto a Rutovsky (Sean Penn), su compañero, construyen una “buddy movie” deprimente y tortuosa, en la que no acaba de quedar claro si el protagonista logra alcanzar su sueño.

Las escenas despojadas de la luz del sol e inundadas con el rojo de las luces de emergencia, junto a una banda sonora llena de sonidos incómodos, hacen de la película una experiencia desagradable y desmoralizante. En esa línea, la estructura narrativa repetitiva, repleta de misiones fallidas, aumenta esa sensación de agobio y derrota. Queda así un mensaje muy claro: intentar ayudar a quien no quiere ayuda puede llegar a destrozarte, especialmente si vives el calvario de los paramédicos.

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Somos más indulgentes con las películas que vemos en el tren porque, al fin y al cabo, basta con que nos hagan el trayecto más corto. Vi a bordo de un Alvia el largometraje de acción CIUDAD DE ASFALTO (Jean-Stéphane Sauvaire, 2023) que busca el público mediante “imágenes impactantes” de emergencias médicas —los atendidos son siempre gente marginada— y la presencia de Sean Penn. Especie de crónica del trabajo de los “paramédicos” plantea la tentación de abandonar a enfermos con vidas complicadas y las heridas que la profesión deja en estos sanitarios expuestos a todo. Le sobran metros y el tratamiento es bien pobre. Para el tren (sobre todo si lleva retraso).

Un film que me dejó agotada mentalmente por lo que había visto durante dos horas que se hacen largas.
Hay desesperación, marginación, tiroteos y gente de baja estrofa que no quiere ser salvada.
Todo ello lleva a nuestros personajes a pensar si hacer el bien o por el contrario no hacer nada.
Sheridan y Penn están muy bien en sus papeles.
Le pondré un interesante (6) porque te hace pensar.
Besitos y saludos.