Taxi
5.8
4,981
Drama
Por haber suspendido los exámenes, el padre de Paz (Ingrid Rubio), que es taxista, la obliga a aprender la profesión. La chica descubre pronto que su padre es miembro de una banda de taxistas fascistas que, durante el turno de noche, buscan por las calles de Madrid a homosexuales y negros para darles una paliza. Según ellos, lo único que hacen es limpiar la ciudad de indeseables. Lo malo es que Paz se enamora de Dani, un joven atractivo ... [+]
19 de junio de 2023
19 de junio de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a admitir que la idea de que se juegue con un grupo de taxistas que van por ahí haciendo de vengadores, pese a que eso conlleve un grado de homofobia y xenofobia totalmente espantoso, es cuánto menos algo curioso.
Y si encima se enlaza dos de los odios más opresores y asquerosos de los siglos (como es el odio por la etnia y por la orientación) con una relación familiar...la cosa puede ser MÁS QUE INTERESANTE.
Desgraciadamente, hay dos cosas que me descolocan y convierten la historia de Saura en algo rutinario.
1) La dichosa historia de amor. Se carga el filme. Hay por lo menos cuarenta minutos de metraje entre los protas que no va de nada, salvo de una historia de amor con cuentagotas que poco me importa. Tampoco es que el personaje de él esté desarrollado, con lo cuál no me interesa nada por dónde se mueve esta trama.
2) No es creíble. Lo gracioso es que me creo lo del grupo de taxistas redentores. Pero hay un ALTÍSIMO GRADO de riesgo innecesaria en cada acción que toma su protagonista. Si me dijeses que a la prota casi le matan y su padre le recoge mientras está en pleno rollo vigilante...pues todavía, pero aquí es que es meter a la prota en un embolao porque sí.
Se pierde en detalles menores y teniendo la opción de mostrar que estos grupos que usan la violencia como método redentor, acaban sucumbiendo bajo aquello que más detestan...se nos muestra una historia de amor a MEDIO GAS y una trama de taxistas vigilantes que es de todo menos novedosa.
Y es una pena...porque la primera escena con la yonqui y la posterior operación promete...pero mi gozo en un pozo.
Y si encima se enlaza dos de los odios más opresores y asquerosos de los siglos (como es el odio por la etnia y por la orientación) con una relación familiar...la cosa puede ser MÁS QUE INTERESANTE.
Desgraciadamente, hay dos cosas que me descolocan y convierten la historia de Saura en algo rutinario.
1) La dichosa historia de amor. Se carga el filme. Hay por lo menos cuarenta minutos de metraje entre los protas que no va de nada, salvo de una historia de amor con cuentagotas que poco me importa. Tampoco es que el personaje de él esté desarrollado, con lo cuál no me interesa nada por dónde se mueve esta trama.
2) No es creíble. Lo gracioso es que me creo lo del grupo de taxistas redentores. Pero hay un ALTÍSIMO GRADO de riesgo innecesaria en cada acción que toma su protagonista. Si me dijeses que a la prota casi le matan y su padre le recoge mientras está en pleno rollo vigilante...pues todavía, pero aquí es que es meter a la prota en un embolao porque sí.
Se pierde en detalles menores y teniendo la opción de mostrar que estos grupos que usan la violencia como método redentor, acaban sucumbiendo bajo aquello que más detestan...se nos muestra una historia de amor a MEDIO GAS y una trama de taxistas vigilantes que es de todo menos novedosa.
Y es una pena...porque la primera escena con la yonqui y la posterior operación promete...pero mi gozo en un pozo.
20 de noviembre de 2011
20 de noviembre de 2011
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde siempre el ser humano ha tenido un lado oscuro, cruel, maligno y eso seguirá por los siglos de los siglos. Cuando hablamos de personajes como Hitler, Mussollini, Franco o Nicolae Ceaucescu nos vienen a la mente lo que es capaz de hacer hombre a sus congéneres. Y lo más triste de todo es que todo ese odio es por una sencilla razón, las diferencias de pensamientos. Yo creo en esto, tú no me apoyas...debes morir.
Taxi es una historia enmarcada en la ciudad de Madrid, la cual posee más de 3.000.000 de habitantes. Por supuesto no todos son españoles, no todos son heterosexuales, no todos llevan una vida sana y ejemplar. El motivo suficiente para darles caza y exterminarlos. Reme, Velasco, Niño y Calero comparten más que su profesión de taxistas, también lo hacen en ideologías políticas...son fascitas, conservadores de pro. No aceptan cambios en la sociedad, para ellos España tenía un modelo perfecto y la sociedad actual la está modificando y ellos no lo van a permitir. Con denominaciones como Mierda: hombre de color, pescado: homosexual o carne: yonkie se comunican a través de las emisoras de sus taxis, quedando en lugares muy particulares donde como dioses bajados del mismísimo Olympo se toman la justicia por su mano. Todo este plan se origina después de que en una carrera el marido de la Reme fuese tiroteado por una yonkie una vez le hubo robado la recaudación del día. La pena es que Carlos Saura no deja ver si estos acontecimientos eran anteriores a este suceso por parte del personaje del ex-policía Calero.
Pero después de la tormenta siempre viene la calma y hay otra parte positiva en la historia. Dani el hijo de la Reme y Paz la hija de Velascos se aman, pero ella desconoce en que han convertido a su amado a lo largo del tiempo. Ahora es un soldado a disposición absoluta de la causa llamada "limpieza de España". Por un lado es un chico alegre, divertido, amable, cariñoso y tierno. Sin embargo, se transforma cuando está al lado de los otros soldados y sale a cazar. La trama gira en torno a la pareja, como ella entra en el mundo del taxi y comienza a sospechar y a atar cabos llegando a una conclusión muy dramática, con un final para dejar contento al espectador sin mojarse mucho el director.
Me hubiese gustado ver una crítica más dura hacia ese sector fascista que sigue viviendo en nuestro territorio, a ver centrado más la historia en ese grupo y no tanto en la trama romántica de los protagonistas. Si vas a hacer una crítica social, debes ir hasta las últimas consecuencias. Buscar sus orígenes, ver su estatus, como se organizan, quien los sufraga, todo lo relacionado con esa escoria de zumbados. Está claro que a mi tampoco me gustan muchas de las cosas que veo en mi país, pero eso no es razón suficiente para buscarmes unos colegas, nos rapemos la cabeza, nos disfracemos de motoristas como los Angeles del Infierno y con bates de beísbol y navajas salgamos a la calle a hacer un mundo mejor. No, ese no es el camino.
Taxi es una historia enmarcada en la ciudad de Madrid, la cual posee más de 3.000.000 de habitantes. Por supuesto no todos son españoles, no todos son heterosexuales, no todos llevan una vida sana y ejemplar. El motivo suficiente para darles caza y exterminarlos. Reme, Velasco, Niño y Calero comparten más que su profesión de taxistas, también lo hacen en ideologías políticas...son fascitas, conservadores de pro. No aceptan cambios en la sociedad, para ellos España tenía un modelo perfecto y la sociedad actual la está modificando y ellos no lo van a permitir. Con denominaciones como Mierda: hombre de color, pescado: homosexual o carne: yonkie se comunican a través de las emisoras de sus taxis, quedando en lugares muy particulares donde como dioses bajados del mismísimo Olympo se toman la justicia por su mano. Todo este plan se origina después de que en una carrera el marido de la Reme fuese tiroteado por una yonkie una vez le hubo robado la recaudación del día. La pena es que Carlos Saura no deja ver si estos acontecimientos eran anteriores a este suceso por parte del personaje del ex-policía Calero.
Pero después de la tormenta siempre viene la calma y hay otra parte positiva en la historia. Dani el hijo de la Reme y Paz la hija de Velascos se aman, pero ella desconoce en que han convertido a su amado a lo largo del tiempo. Ahora es un soldado a disposición absoluta de la causa llamada "limpieza de España". Por un lado es un chico alegre, divertido, amable, cariñoso y tierno. Sin embargo, se transforma cuando está al lado de los otros soldados y sale a cazar. La trama gira en torno a la pareja, como ella entra en el mundo del taxi y comienza a sospechar y a atar cabos llegando a una conclusión muy dramática, con un final para dejar contento al espectador sin mojarse mucho el director.
Me hubiese gustado ver una crítica más dura hacia ese sector fascista que sigue viviendo en nuestro territorio, a ver centrado más la historia en ese grupo y no tanto en la trama romántica de los protagonistas. Si vas a hacer una crítica social, debes ir hasta las últimas consecuencias. Buscar sus orígenes, ver su estatus, como se organizan, quien los sufraga, todo lo relacionado con esa escoria de zumbados. Está claro que a mi tampoco me gustan muchas de las cosas que veo en mi país, pero eso no es razón suficiente para buscarmes unos colegas, nos rapemos la cabeza, nos disfracemos de motoristas como los Angeles del Infierno y con bates de beísbol y navajas salgamos a la calle a hacer un mundo mejor. No, ese no es el camino.
2 de febrero de 2024
2 de febrero de 2024
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Aquí) paz y (después) gloria. Facha. Fachas. Tú lo que eres es un facha, pero facha, facha, vaya, facha, muy facha, fachero. Sombras y niebla. Noche y niebla. Un amor... viví.
La recordaba terrorífica (mente) mala, infame y... sí, de susto, y muerte, el espanto, de no creer, ese tabernero guion.
Muda, obra maestra. La pena es que la dramatización es grotesca, pésima, ridícula, intelectualmente es sonrojante, indigente, acojonante, nula, de guardería, reflexivamente bajo cero, como para dejarla propina, moralmente de traca, de una simpleza que anonada, tantos millones de años de evolución, se supone, trillones de libros, cientos de miles de pensadores excelsos egregios para esto, si lo sé, no vengo, manolo, me quedo en Urano o en Neptuno si acaso con mengano o zutano, para esta regresión, políticamente paupérrima, cobarde, inexistente, no se mete en camisa de once varas, nada, nana, roma, argumentalmente tan chusca como delirante y penosa pomposa, la última media hora concretamente es como para pasar una noche en el calabozo, rumiando, qué he hecho yo para merecer esto, y ser demandado por el gremio de los cómicos, tú no eres de los nuestros, te retiramos el saludo, si me preguntan, yo no te conozco, me llamo a andanas, ya te llamaremos, de acojono, este guion sí que da miedo, virus contagioso, pandemia, y no estos fachas, fachas, pero fachas, fachas muy fachas, que si te los encuentras por ahí en la calle les das dos collejas y te da un ataque de risa, o pena, que no solo no les pagas la carrera, sino que además les quitas el carnet y la licencia y el taxi, tres en uno, por compasión, por caridad, para que no se hagan más daño, porca miseria, anda, majo, tómate unas vacaciones, vete con Torrente a ver si te espabilas un poco, te desasnas, o te enseña algo el jefe, padre padrone, valores, majete, me dices a mí de mili.
Todo lo cual contrasta con lo que ya apuntamos al principio de este magno texto o escrito, sentar cátedra, de eso se trata o a eso vinimos, enseñar deleitando, que si a la película le quitas todos los diálogos, dimes y diretes chungo rocambolesco lisérgicos, parrafadas disparatadas, disquisiciones botarates, comentarios patateros y un largo e infinito etcétera de chorradas barrabasadas y lo fías todo a lo puramente audiovisual, imágenes y música, es una gozada, el placer de ver y sentir, piel contra piel, pero muy guapa, casi tanto como estaba ella, diosa, hermosa, enorme, y lo borda, y como casi, no tanto, todo el resto del elenco especialmente Ágata tan desaprovechada para la causa y habitualmente con papeles recurrentes reincidentes inmersos, los santos inocentes, en turbiedades sexuales malamente, no hay otra, y Ángel y Maite y Eusebio y Paco, muy bien, Carlos Fuentes más bien no, así como hay que destacar a Vittorio por supuesto, esos tonos, esa paleta de colores, esa alma desgarrada pintada al óleo, y los planos tan hermosos como preciosos del maestro, travelling barrido en la comida, juego de espejos o cristales mediante por ejemplo cuando están los dos en el taxi y se están reconciliando, precioso, sin olvidarnos de ninguna de las maneras de la banda sonora que percute, pum, pum, pum, bellamente y esas maravillosas canciones lolailas gitanas de amor que si no te emocionas estás definitivamente muerto y que son como de los Gipsy Kings, un plagio, claro, descarado.
En fin, abominable fechada en 1996, y vista ahora, hecha en 1926, (eliminando escenas absurdas, la mitad, a punta pala) asombrosa, alucinante, nació en el momento equivocado, 70 años después de lo previsto, con retraso, de lo debido, está desincronizada, desacompasada, suele pasar.
Si Travis Bickle viera lo que hicieron en España con su sagrado legado se cagaba en todos sus muertos, no volvería a ver una película porno en su puta vida, desgracia, a dos velas, a pan y agua, insomnio perpetuo.
Los últimos planos también son muy bonitos e inevitablemente, como siempre, nos mete regala sus bailes y lereles a todo trapo vengan o no mucho a cuento, gracias, ese sí que sabe o sabía lo que vale un peine.
Madrid en los noventa era Vietnam con Napalm, de esos polvos estos lodos, el colmo, obvio.
Qué culpa tienen, yo me pregunto barrunto, todos los trans, yanquis, maricones o moros de que la gente no sepa conducir en Madrid, cojones, hostias, en fin.
La Biblia de neón demon.
Lo mejor: Calimero.
Lo peor: que te dan ganas de hacerte un tatuaje ahí, justo, en la punta, que diga no a la guerra que es muy perra.
La recordaba terrorífica (mente) mala, infame y... sí, de susto, y muerte, el espanto, de no creer, ese tabernero guion.
Muda, obra maestra. La pena es que la dramatización es grotesca, pésima, ridícula, intelectualmente es sonrojante, indigente, acojonante, nula, de guardería, reflexivamente bajo cero, como para dejarla propina, moralmente de traca, de una simpleza que anonada, tantos millones de años de evolución, se supone, trillones de libros, cientos de miles de pensadores excelsos egregios para esto, si lo sé, no vengo, manolo, me quedo en Urano o en Neptuno si acaso con mengano o zutano, para esta regresión, políticamente paupérrima, cobarde, inexistente, no se mete en camisa de once varas, nada, nana, roma, argumentalmente tan chusca como delirante y penosa pomposa, la última media hora concretamente es como para pasar una noche en el calabozo, rumiando, qué he hecho yo para merecer esto, y ser demandado por el gremio de los cómicos, tú no eres de los nuestros, te retiramos el saludo, si me preguntan, yo no te conozco, me llamo a andanas, ya te llamaremos, de acojono, este guion sí que da miedo, virus contagioso, pandemia, y no estos fachas, fachas, pero fachas, fachas muy fachas, que si te los encuentras por ahí en la calle les das dos collejas y te da un ataque de risa, o pena, que no solo no les pagas la carrera, sino que además les quitas el carnet y la licencia y el taxi, tres en uno, por compasión, por caridad, para que no se hagan más daño, porca miseria, anda, majo, tómate unas vacaciones, vete con Torrente a ver si te espabilas un poco, te desasnas, o te enseña algo el jefe, padre padrone, valores, majete, me dices a mí de mili.
Todo lo cual contrasta con lo que ya apuntamos al principio de este magno texto o escrito, sentar cátedra, de eso se trata o a eso vinimos, enseñar deleitando, que si a la película le quitas todos los diálogos, dimes y diretes chungo rocambolesco lisérgicos, parrafadas disparatadas, disquisiciones botarates, comentarios patateros y un largo e infinito etcétera de chorradas barrabasadas y lo fías todo a lo puramente audiovisual, imágenes y música, es una gozada, el placer de ver y sentir, piel contra piel, pero muy guapa, casi tanto como estaba ella, diosa, hermosa, enorme, y lo borda, y como casi, no tanto, todo el resto del elenco especialmente Ágata tan desaprovechada para la causa y habitualmente con papeles recurrentes reincidentes inmersos, los santos inocentes, en turbiedades sexuales malamente, no hay otra, y Ángel y Maite y Eusebio y Paco, muy bien, Carlos Fuentes más bien no, así como hay que destacar a Vittorio por supuesto, esos tonos, esa paleta de colores, esa alma desgarrada pintada al óleo, y los planos tan hermosos como preciosos del maestro, travelling barrido en la comida, juego de espejos o cristales mediante por ejemplo cuando están los dos en el taxi y se están reconciliando, precioso, sin olvidarnos de ninguna de las maneras de la banda sonora que percute, pum, pum, pum, bellamente y esas maravillosas canciones lolailas gitanas de amor que si no te emocionas estás definitivamente muerto y que son como de los Gipsy Kings, un plagio, claro, descarado.
En fin, abominable fechada en 1996, y vista ahora, hecha en 1926, (eliminando escenas absurdas, la mitad, a punta pala) asombrosa, alucinante, nació en el momento equivocado, 70 años después de lo previsto, con retraso, de lo debido, está desincronizada, desacompasada, suele pasar.
Si Travis Bickle viera lo que hicieron en España con su sagrado legado se cagaba en todos sus muertos, no volvería a ver una película porno en su puta vida, desgracia, a dos velas, a pan y agua, insomnio perpetuo.
Los últimos planos también son muy bonitos e inevitablemente, como siempre, nos mete regala sus bailes y lereles a todo trapo vengan o no mucho a cuento, gracias, ese sí que sabe o sabía lo que vale un peine.
Madrid en los noventa era Vietnam con Napalm, de esos polvos estos lodos, el colmo, obvio.
Qué culpa tienen, yo me pregunto barrunto, todos los trans, yanquis, maricones o moros de que la gente no sepa conducir en Madrid, cojones, hostias, en fin.
La Biblia de neón demon.
Lo mejor: Calimero.
Lo peor: que te dan ganas de hacerte un tatuaje ahí, justo, en la punta, que diga no a la guerra que es muy perra.
3 de noviembre de 2022
3 de noviembre de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iniciada la etapa de documentales de gente dando palmas y cantando, Saura se despacha con otro balazo de un género a cuyo nacimiento había contribuído desde el principio de su carrera, inspirándose en los hechos reales que presumiblemente inspiran la subtrama secundaria compartida con 'El Día de la Bestia' (1995, Álex de la Iglesia): las agresiones de taxistas neonazis a mendigos, homosexuales e inmigrantes.
Y si la letra con sangre entra, la sangre de asfalto en el cine de Saura siempre ha entrado mejor adornándolas de tragedia romántica con la parejita guapa de marras -ella es la hija castigada a aprender el oficio de papá (Ángel de Andres López); él es un taxista joven del que se encaprichará (Carlos Fuentes).
Eusebio Lázaro, Agata Lys y el añorado Paco Maestre -haciendo de cabrón como acostumbraba- completan el pseudoequipo de exterminadores envueltos en un cúmulo de embolados que no siempre resultan necesariamente creíbles: las pelucas de Ingrid Rubio y las carusas que pone todo el tiempo tampoco ayudan a armar de sentido un esperpéntico guión en el que Santiago Tabernero involucra a personajes volubles en situaciones precipitadas simplemente porque sí.
En serio, ojito cuidao con la galería de cucamonas de Rubio entre el momento en que le suelta a su madre que ha suspendido los examenes y su padre le suelta un guantazo.
Carlos Fuentes tira tanto de sobreactuación como, en mayor medida si cabe, un puñado de frases y reacciones psicóticas que ni Travis Bickle se atrevería a recrear delante de un espejo sin sentirse abochornado.
Si esta majadería es la que hizo que Carlos Saura dejase de dirigir guiones con relatos sobre delincuencia urbana no conozco razones coherentes para reprochárselo.
Mejor me pido un Uber.
Y si la letra con sangre entra, la sangre de asfalto en el cine de Saura siempre ha entrado mejor adornándolas de tragedia romántica con la parejita guapa de marras -ella es la hija castigada a aprender el oficio de papá (Ángel de Andres López); él es un taxista joven del que se encaprichará (Carlos Fuentes).
Eusebio Lázaro, Agata Lys y el añorado Paco Maestre -haciendo de cabrón como acostumbraba- completan el pseudoequipo de exterminadores envueltos en un cúmulo de embolados que no siempre resultan necesariamente creíbles: las pelucas de Ingrid Rubio y las carusas que pone todo el tiempo tampoco ayudan a armar de sentido un esperpéntico guión en el que Santiago Tabernero involucra a personajes volubles en situaciones precipitadas simplemente porque sí.
En serio, ojito cuidao con la galería de cucamonas de Rubio entre el momento en que le suelta a su madre que ha suspendido los examenes y su padre le suelta un guantazo.
Carlos Fuentes tira tanto de sobreactuación como, en mayor medida si cabe, un puñado de frases y reacciones psicóticas que ni Travis Bickle se atrevería a recrear delante de un espejo sin sentirse abochornado.
Si esta majadería es la que hizo que Carlos Saura dejase de dirigir guiones con relatos sobre delincuencia urbana no conozco razones coherentes para reprochárselo.
Mejor me pido un Uber.
6 de marzo de 2014
6 de marzo de 2014
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine español posterior al período de la transición hay dos cosas que son el pan nuestro de cada día: los silencios artificiales y los actores que recitan de memorieta el papel que se han aprendido.
¿Os habéis dado cuenta de que en el cine norteamericano se interrumpen más cuando hablan los actores que en el cine español? Y, sin embargo, ¿acaso no es una seña de identidad de nuestra cultura mediterránea el interrumpirnos y no dejarnos hablar los unos a los otros? Pues bien, por obra y arte de magia, esa naturalidad tan nuestra se convierte, al pasar de la realidad al celuloide, en una especie de frases recitadas, acompañadas de mímica que no va en absoluto con lo que se dice en el momento, y que dan paso a esos silencios artificiales.
Este film no es emocionante, ni tiene dinamismo en los diálogos, ni transmite un sólo punto de veracidad. Es, tan sólo, un popurrí de escenas donde un individuo "a" dice "blablabla" y un individuo "b" responde "blebleble" y se saca el cadáver de un travesti como si fuera una longaniza. Más allá de eso, poco. Ah, sí, debo felicitar a los extras de la escena en que Ingrid ve su nota de selectividad, ya que son los únicos que, verdaderamente, dan el pego en esta historia. El resto... no.
Para los que no hayan visto el film: ni siquiera os lo planteéis como sonido de fondo para una siesta profunda de un domingo por la tarde. Es tan mala que os despertaréis con dolor de cabeza y es un día malo para ponerse a buscar farmacias, y tal.
¿Os habéis dado cuenta de que en el cine norteamericano se interrumpen más cuando hablan los actores que en el cine español? Y, sin embargo, ¿acaso no es una seña de identidad de nuestra cultura mediterránea el interrumpirnos y no dejarnos hablar los unos a los otros? Pues bien, por obra y arte de magia, esa naturalidad tan nuestra se convierte, al pasar de la realidad al celuloide, en una especie de frases recitadas, acompañadas de mímica que no va en absoluto con lo que se dice en el momento, y que dan paso a esos silencios artificiales.
Este film no es emocionante, ni tiene dinamismo en los diálogos, ni transmite un sólo punto de veracidad. Es, tan sólo, un popurrí de escenas donde un individuo "a" dice "blablabla" y un individuo "b" responde "blebleble" y se saca el cadáver de un travesti como si fuera una longaniza. Más allá de eso, poco. Ah, sí, debo felicitar a los extras de la escena en que Ingrid ve su nota de selectividad, ya que son los únicos que, verdaderamente, dan el pego en esta historia. El resto... no.
Para los que no hayan visto el film: ni siquiera os lo planteéis como sonido de fondo para una siesta profunda de un domingo por la tarde. Es tan mala que os despertaréis con dolor de cabeza y es un día malo para ponerse a buscar farmacias, y tal.
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