PocoyóSerieAnimación
6.0
11,523
Serie de TV. Animación. Infantil
Serie de TV (2005- ). 4 temporadas. Pocoyó es un niño muy curioso, quien vivirá con sus amigos innumerables aventuras en un mundo que está empezando a descubrir. "Pocoyó" es una serie de animación 3D producida en España, cuya animación, orientada al público de edad preescolar, se caracteriza por sus fines educativos y pedagógicos. Esta serie estimula los sentidos de los más pequeños en donde predominan los colores fuertes, la música y ... [+]
8 de mayo de 2013
8 de mayo de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevaba una larga temporada tirándome de los pelos comprobando las series y películas dirigidas al público infantil, teóricamente educativas, que han salido desde hace unos años... Teniendo tantos sobrinos pequeños, y no tan pequeños, pues fui tía hace 16 años, me he tenido que tragar muchas series y películas infantiles, y siempre tenía esa sensación de echar de menos los programas de mi infancia, desde Barrio Sésamo hasta Heidi o incluso Oliver y Benji, que probablemente entretenía más que muchos de los (con perdón) bodrios de hoy en día.
Han pasado por mis ojos los Teletubbies con su manía de repetir lo mismo tres o cuatro veces insultando la inteligencia de los más pequeños de la casa. Los lunnis. Bob Esponja. Dora la Exploradora. Las supernenas. Lazy Town, y un largo etcétera que me hacía arañarme para arriba.
De todo lo que he visto en estos años, quizá me olvide de algo, pero diría que lo único que se salva es Caillou, Baby Einstein y Pocoyó.
Pocoyó me parece divertido, entrañable, y muy educativo. Incluso está la versión "Let's go, Pocoyó" en inglés. Son capítulos cortos, lo cual es un punto a favor, ya que, en general, los niños aguantan poco tiempo sentados delante de la televisión. En un capítulo da tiempo a ver una historia coherente (lo cual he echado de menos en muuuuuchas series modernas para niños) entrañable, amena, divertida. Y educativa, que tampoco viene mal.
Han pasado por mis ojos los Teletubbies con su manía de repetir lo mismo tres o cuatro veces insultando la inteligencia de los más pequeños de la casa. Los lunnis. Bob Esponja. Dora la Exploradora. Las supernenas. Lazy Town, y un largo etcétera que me hacía arañarme para arriba.
De todo lo que he visto en estos años, quizá me olvide de algo, pero diría que lo único que se salva es Caillou, Baby Einstein y Pocoyó.
Pocoyó me parece divertido, entrañable, y muy educativo. Incluso está la versión "Let's go, Pocoyó" en inglés. Son capítulos cortos, lo cual es un punto a favor, ya que, en general, los niños aguantan poco tiempo sentados delante de la televisión. En un capítulo da tiempo a ver una historia coherente (lo cual he echado de menos en muuuuuchas series modernas para niños) entrañable, amena, divertida. Y educativa, que tampoco viene mal.
7 de marzo de 2015
7 de marzo de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de mucho tiempo soportando la galopante ausencia de los programas educativos infantiles arrribó desde el país ibérico este niño de gorro, buzo y pantalón azul curioso, inteligente, sencillo pero también necio es Pocoyo.
Sus amigos como lo son Elly, la elefanta rosada tierna y sabelotodo; Pato el pato amarillo tímido y pataletudo; Loula la cachorra cariñosa y traviesa; Pajoroto, el pájaro dorminón y gruñon; Pajaro bebé, lo opuesto al Pajaroto; Valentina, la oruga alegre y juguetona, Fred, el pulpo rojo motivador; Ballena, su nobleza lo dice todo; y finalmente, los marcianos que en ocasiones amenizan el programa.
Exhorto el programa por varias razones: como es un programa infantil que va desde los cero hasta los seis años es "obligatorio" ver este programa que le servirá como referente para el juego y el compartimiento entre padres e hijos. La segunda, para comprender el mundo que le rodea así como las emotivas historias contadas por el narrador y los niños que les aconsejan a Pocoyo, Elly y Pato paraque tengan una mejor convivencia. Las canciones, el baile de Fred el pulpo, SuperPocoyo, los cuentos de Pocoyo, el profesor Pato, navegado con Elly, formemos figuras, el menú de números, el show de los hermanos marcianos hacen motivar y darle al televidente infantil para ver de otro modo como será su modo de vida y lograr el mejor contacto y aprendizaje con el mundo externo e interno.
Así que, éste y otros programas de similar corte se deben emitir no importando de qué generación sea para que los niños se motiven viendo dichos programas no sólo para entretener sino tambien para el aprendizaje y la mejor enseñanza con valores de manera asertiva y sin crear perjuicios más adelante.
Sus amigos como lo son Elly, la elefanta rosada tierna y sabelotodo; Pato el pato amarillo tímido y pataletudo; Loula la cachorra cariñosa y traviesa; Pajoroto, el pájaro dorminón y gruñon; Pajaro bebé, lo opuesto al Pajaroto; Valentina, la oruga alegre y juguetona, Fred, el pulpo rojo motivador; Ballena, su nobleza lo dice todo; y finalmente, los marcianos que en ocasiones amenizan el programa.
Exhorto el programa por varias razones: como es un programa infantil que va desde los cero hasta los seis años es "obligatorio" ver este programa que le servirá como referente para el juego y el compartimiento entre padres e hijos. La segunda, para comprender el mundo que le rodea así como las emotivas historias contadas por el narrador y los niños que les aconsejan a Pocoyo, Elly y Pato paraque tengan una mejor convivencia. Las canciones, el baile de Fred el pulpo, SuperPocoyo, los cuentos de Pocoyo, el profesor Pato, navegado con Elly, formemos figuras, el menú de números, el show de los hermanos marcianos hacen motivar y darle al televidente infantil para ver de otro modo como será su modo de vida y lograr el mejor contacto y aprendizaje con el mundo externo e interno.
Así que, éste y otros programas de similar corte se deben emitir no importando de qué generación sea para que los niños se motiven viendo dichos programas no sólo para entretener sino tambien para el aprendizaje y la mejor enseñanza con valores de manera asertiva y sin crear perjuicios más adelante.
26 de marzo de 2013
26 de marzo de 2013
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta oscura y trágica historia (y crítica) podría ser real y, por lo tanto, merece ser contada…
¿Existen los elefantes rosas? ¿Patos con sombrero? ¿Niños que no crecen? ¿Un mundo con fondo blanco y narrador? ¿Voces de niños en off? ¿Pájaros de más de 40 años? ¿Series infantiles interactivas?
Para entender una serie tan absurda como “Pocoyó” —¿cómo asuntos sociales permite que se emita la serie de un niño abandonado que vive junto con animales y que no sea Tarzán?— basta con analizar esta historia sobre la ficción de un niño que parece hijo de Jamiroquai y lleva una camisa de fuerza azul y tender hacia algún tipo de adicción a la azúcar (por no decir drogodependencia).
Se cree que YÓ, así hacía llamarse y decía ser un compositor musical de series infantiles, padecía un gran estrés al componer melodías para tantos capítulos —¡Eso!, ¿por qué tienen tantos capítulos las series infantiles?— debido a su afán de superación personal al pedirle proyectos cada vez más complicados… Acabó sumido en una crisis y bloqueo creativo que le llevó a las mismas puertas de un psiquiátrico en un deteriorado estado tras vagar durante meses por el mundo. Lo encontraron indocumentado y desde el psiquiátrico confirmaron que su maltrecho estado propició a un trauma de su niñez desplegarse en su psique hasta controlar su mente. A medida que YÓ se hizo con el poder de su comportamiento degeneró en algo mucho más peligroso… Tenía un denotado desdoblamiento de personalidad y rasgos de psicosis esquizofrénica. Todos los crímenes que decía haber cometido —desde el psiquiátrico se verificó con los registros policiales vagas huellas de su posible identidad pero ninguna condujo realmente a nada— fueron reprimidos por una nueva personalidad, más pacífica e infantil llamada PocoYÓ… que en realidad es una versión ‘reducida’ de YÓ: POCO…YÓ…
Las reveladoras sesiones, donde PocoYÓ y YÓ luchaban por establecer el control, debían llevarse a cabo en una sala acolchada debida a la extrema violencia y peligrosidad de una de las identidades del sujeto. De ahí, tal vez, se puede extraer ese mundo con fondo blanco y sin colores característico de la serie. Cuando PocoYÓ se hacía con el control su comportamiento era el de un niño curioso que interactuaba con un mundo imaginario y otros ‘amigos’ que decía que le acompañaban. La voz del doctor actuaba como una voz en off dentro de ese mundo donde PocoYÓ pedía la interactuación de otros niños para guiarle… La regresión a su infancia confirmó el gran trauma que supuestamente vivió. Durante las sesiones eran recurrentes ciertos personajes: un pato cascarrabias con sombrero que era una representación del padre que supuestamente le abandonó y ‘salió volando’ seguramente tras, tal vez, asesinar a su mujer, simbolizada como una gran afable elefanta cubierta de ‘sangre’. Los expertos del psiquiátrico creían que la discusión que provocó el crimen y fuga del asesino fue originada por el sacrificio de la perra y mascota de PocoYÓ al caer gravemente enferma. Al parecer, PocoYÓ fue dispuesto a asuntos sociales y quedó golpeado por el destino al tener que abandonar a su pájaro al que llamaba Pajaroto… único ser vivo de su supuesta familia… Asuntos sociales, no obstante, proporcionó a PocoYÓ ayuda psiquiátrica. Era tan pequeño y estaba tan lleno de vida que todo el mundo, incluso él, pensaba que no volvería a recordar lo sucedido…
Una noche, PocoYÓ y YÓ se hicieron con todos los registros de sus sesiones… y huyeron lejos… Tan lejos… que no pudieron ser encontrados nunca…
Misteriosamente y años después de su desaparición comenzó la emisión de “Pocoyó” con un enorme éxito en todo el mundo.
¿Existen los elefantes rosas? ¿Patos con sombrero? ¿Niños que no crecen? ¿Un mundo con fondo blanco y narrador? ¿Voces de niños en off? ¿Pájaros de más de 40 años? ¿Series infantiles interactivas?
Para entender una serie tan absurda como “Pocoyó” —¿cómo asuntos sociales permite que se emita la serie de un niño abandonado que vive junto con animales y que no sea Tarzán?— basta con analizar esta historia sobre la ficción de un niño que parece hijo de Jamiroquai y lleva una camisa de fuerza azul y tender hacia algún tipo de adicción a la azúcar (por no decir drogodependencia).
Se cree que YÓ, así hacía llamarse y decía ser un compositor musical de series infantiles, padecía un gran estrés al componer melodías para tantos capítulos —¡Eso!, ¿por qué tienen tantos capítulos las series infantiles?— debido a su afán de superación personal al pedirle proyectos cada vez más complicados… Acabó sumido en una crisis y bloqueo creativo que le llevó a las mismas puertas de un psiquiátrico en un deteriorado estado tras vagar durante meses por el mundo. Lo encontraron indocumentado y desde el psiquiátrico confirmaron que su maltrecho estado propició a un trauma de su niñez desplegarse en su psique hasta controlar su mente. A medida que YÓ se hizo con el poder de su comportamiento degeneró en algo mucho más peligroso… Tenía un denotado desdoblamiento de personalidad y rasgos de psicosis esquizofrénica. Todos los crímenes que decía haber cometido —desde el psiquiátrico se verificó con los registros policiales vagas huellas de su posible identidad pero ninguna condujo realmente a nada— fueron reprimidos por una nueva personalidad, más pacífica e infantil llamada PocoYÓ… que en realidad es una versión ‘reducida’ de YÓ: POCO…YÓ…
Las reveladoras sesiones, donde PocoYÓ y YÓ luchaban por establecer el control, debían llevarse a cabo en una sala acolchada debida a la extrema violencia y peligrosidad de una de las identidades del sujeto. De ahí, tal vez, se puede extraer ese mundo con fondo blanco y sin colores característico de la serie. Cuando PocoYÓ se hacía con el control su comportamiento era el de un niño curioso que interactuaba con un mundo imaginario y otros ‘amigos’ que decía que le acompañaban. La voz del doctor actuaba como una voz en off dentro de ese mundo donde PocoYÓ pedía la interactuación de otros niños para guiarle… La regresión a su infancia confirmó el gran trauma que supuestamente vivió. Durante las sesiones eran recurrentes ciertos personajes: un pato cascarrabias con sombrero que era una representación del padre que supuestamente le abandonó y ‘salió volando’ seguramente tras, tal vez, asesinar a su mujer, simbolizada como una gran afable elefanta cubierta de ‘sangre’. Los expertos del psiquiátrico creían que la discusión que provocó el crimen y fuga del asesino fue originada por el sacrificio de la perra y mascota de PocoYÓ al caer gravemente enferma. Al parecer, PocoYÓ fue dispuesto a asuntos sociales y quedó golpeado por el destino al tener que abandonar a su pájaro al que llamaba Pajaroto… único ser vivo de su supuesta familia… Asuntos sociales, no obstante, proporcionó a PocoYÓ ayuda psiquiátrica. Era tan pequeño y estaba tan lleno de vida que todo el mundo, incluso él, pensaba que no volvería a recordar lo sucedido…
Una noche, PocoYÓ y YÓ se hicieron con todos los registros de sus sesiones… y huyeron lejos… Tan lejos… que no pudieron ser encontrados nunca…
Misteriosamente y años después de su desaparición comenzó la emisión de “Pocoyó” con un enorme éxito en todo el mundo.
29 de julio de 2014
29 de julio de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente se trata de una serie infantil para los más pequeños, pero he hecho esta crítica, no desde mi punto de vista, sino que voy a criticar desde el punto de vista de los niños. ``Pocoyó´´ goza de inteligencia técnica, belleza visual, y escenas que aunque sean infantiles, saben entretener y divertir. Los niños aprenderán con Pocoyó, mucha variedad de cosas. Aprenderán un poco de inglés, hábitos de vida y lo harán, mientras se ríen y se divierten con Pato, Ely, Pocoyó, El Pulpo, la oruga y compañía. En definitiva, se trata de una educativa serie infantil con escenas divertidas y episodios resonantes y maravillosos. Aunque mi nota desde mi punto de vista es un 4,5.
10 de octubre de 2012
10 de octubre de 2012
4 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por el realismo del elefante rosa, por el diseño de los decorados, más blancos que la ropa de color lavada con lejía, por el pájaro loco que pulula por detrás del niño, por el caperucito azul que no sabe ni puede hablar dado que no tiene boca, por los otros personajes tan currados que no había visto nada igual desde Phineas y Ferb. Por todo eso, puntúo a esta supuesta forma de aprendizaje para niños con la nota que se merece: un uno.
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