The PunisherSerie
2017 

Steve Lightfoot (Creador), Andy Goddard ...
7.2
8,355
Serie de TV. Acción
Serie de TV (2017-2019). 2 temporadas. 26 episodios. Frank Castle, conocido por las calles de Nueva York como 'el Castigador', busca venganza contra los responsables de la muerte de su familia y, por el camino, destapa una conspiración que va mucho más allá de su vendetta personal. Spin-off de la serie "Daredevil".
15 de octubre de 2020
15 de octubre de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta es la pregunta que me hago después de ver las dos temporadas, la verdad es que después de ver su debut en la segunda temporada de Daredevil esperaba bastante más de esta serie, seamos sinceros esta serie es soporífera tiene episodios muy buenos 3 o 4 por temporada, el resto relleno, cuando termine la primera temporada me dije bueno en la segunda ya será Punisher a tope, iluso de mi esta segunda temporada es todavía peor que la primera, soy fan de Punisher desde crio y la verdad que no encuentro la esencia de Punisher por ningún lado, ¿tanto cuesta coger una saga de Punisher y adaptarla? pues debe ser que si material bueno de Punisher hay para dar y regalar, pero lo peor es ver como desaprovechan todo lo mostrado en Daredevil, ya tenían la presentación, ya tenían al personaje presentado y llegan y nos presentan a un Frank Castle con dudas, ahora soy Punisher ahora ya no, vamos a ver Punisher es una máquina de matar y lucha una guerra sin fin contra todo tipo de delincuentes, no se cuestiona lo que hace porque esa es su vida y es lo único que quiere, es decepcionante ver lo que han hecho con el personaje una vez más, lo siguiente lo dejo es spoiler que hay tela y despropósitos a tope.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay incoherencias que no sabes por donde coger, después de espachurrarle la cara a Billy Russo aparece en la segunda temporada con cuatro arañazos y dicen que ese es puzzle, vamos por favor.
Punisher recibe unas palizas mortales y se levanta como si nada, ¿es que ahora tiene factor de curación a lo lobezno?
Punisher nunca estaría rodeado de tanta gente para ayudarle, el ayuda, pero no necesita ayuda y aquí parece que si no está con gente no es capaz de solucionar nada.
Nunca he visto a Punisher ir contra unos enemigos con una pistola, él siempre tiene un plan, va cargado de armas y pilla por sorpresa a los criminales, aquí no, se presenta contra 10 tíos armados hasta los dientes con una pistola por favor un poco de seriedad que una cosa es ser un psicópata como dicen y otra es ser gilipollas.
Punisher jamás dejaría a un criminal con vida como sucede con ese sacerdote en el último episodio, a ver si eres culpable estas muerto ese es el lema de siempre y aquí después de todo lo que hace ese tío va y le deja con vida porque le dice que no haga daño a sus hijos, Punisher le hubiera contestado que él no mata inocentes y le hubiera reventado la cabeza.
Frank se mete de cabeza en peleas y situaciones que más que un marine entrenado parece un buscabroncas de discoteca.
Ese final de la segunda temporada con Punisher matando a todos esos pandilleros, ¿era lo que tenían pensado para Punisher en la tercera temporada? Eso era lo que cualquier fan de Punisher quería ver desde el primer capítulo.
Punisher recibe unas palizas mortales y se levanta como si nada, ¿es que ahora tiene factor de curación a lo lobezno?
Punisher nunca estaría rodeado de tanta gente para ayudarle, el ayuda, pero no necesita ayuda y aquí parece que si no está con gente no es capaz de solucionar nada.
Nunca he visto a Punisher ir contra unos enemigos con una pistola, él siempre tiene un plan, va cargado de armas y pilla por sorpresa a los criminales, aquí no, se presenta contra 10 tíos armados hasta los dientes con una pistola por favor un poco de seriedad que una cosa es ser un psicópata como dicen y otra es ser gilipollas.
Punisher jamás dejaría a un criminal con vida como sucede con ese sacerdote en el último episodio, a ver si eres culpable estas muerto ese es el lema de siempre y aquí después de todo lo que hace ese tío va y le deja con vida porque le dice que no haga daño a sus hijos, Punisher le hubiera contestado que él no mata inocentes y le hubiera reventado la cabeza.
Frank se mete de cabeza en peleas y situaciones que más que un marine entrenado parece un buscabroncas de discoteca.
Ese final de la segunda temporada con Punisher matando a todos esos pandilleros, ¿era lo que tenían pensado para Punisher en la tercera temporada? Eso era lo que cualquier fan de Punisher quería ver desde el primer capítulo.
21 de noviembre de 2017
21 de noviembre de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Punisher' aterriza en Netflix con su serie en solitario de la misma forma que llegó en su día a la serie de 'Daredevil': de manera absolutamente brutal. La historia es clara: Frank Castle se ha hecho un nombre por las calles de Nueva York: "The Punisher", y su único objetivo vital por el momento es el de encontrar venganza contra los responsables de la muerte de su familia; claro que... estamos en "la ciudad que nunca duerme", y en este enclave, todo lo que levantas esconde algo mucho más oscuro que lo que había en la superficie...
Hablando de penumbras, precisamente, nos encontramos con uno de los puntos clave de la serie: la oscuridad. Su magistral estilo de interpretarla hacen de la serie un amalgama de grises mezclado con detalles de color que alimentan la angustia del personaje trasmitiéndosela al espectador; una manera más que correcta y sorprendente de mostrar las brutales escenas de acción y hacerlas aún más salvajes. El ritmo lento pero no pausado y un abrumador aire de sorpresa envuelven junto a esta tenebrosidad 'The Punisher', dejando claro que la serie protagonizada por Jon Bernthal es una extenuante y poderosa historia, oda absoluta a las venganzas personales, a la supervivencia bajo el mandato de la ira y al día a día de convivencia con el dolor de la injusticia.
Jon Bernthal es una absoluta muestra de interpretación. El personaje le viene como anillo al dedo para dar rienda suelta a sus aptitudes, y esto ya se mostró en la segunda temporada del Diablo de Hell's Kitchen; es decir, no nos sorprende. Pero esa profundidad que consigue transmitirle, esa "mimetización" y simbiosis en que se convierten Jon y Frank que nos llega a los ojos a través de su manera de interpretarlo hace que a nuestra memoria nos lleguen otro binomios inseparables.
Ey, ¿y tus superpoderes?
Bien es cierto que la entrada al Universo Cinematográfico de Marvel fue absolutamente bestia, y para todos aquellos que no conociesen al personaje les pillaría por sorpresa sus habilidades tan destructivas. Frank Castle no tiene superpoderes; Frank Castle no quiere superpoderes; Frank Castle no necesita superpoderes. La violencia, letalidad y su mente atormentada e inundada en el dolor más profundo se dan la mano con la ira y la rabia, lo que convierten a Frank en 'The Punisher' y le hacen no ver más allá de acabar con quien se interponga en su camino. Y Marvel lo ha sabido utilizar dejando que su serie no sea nada light.
Pero no solo la fuerza reside en la misma; la profundidad del protagonista y del personaje hacen que tus emociones se rindan a la corriente que los episodios marcan, y que navegues por la historia dejándote llevar hasta el destino que la misma te marca. El guion es rico y serio, nada de extraños vaivenes e historias secundarias innecesarias; ese sonido de golpes, peleas y entre escenas marcan la intensidad de lo que estás viendo y lo escala en importancia y esas imágenes lo hilan todo y lo dejan atado y bien atado.
En definitiva, 'The Punisher' es una bárbara historia que el propio Jon Bernthal hace crecer aun más. Sombría, salvaje y recomendable.
Crítica para MagaZinema.
http://www.magazinema.es/the-punisher-netflix-marvel/
Hablando de penumbras, precisamente, nos encontramos con uno de los puntos clave de la serie: la oscuridad. Su magistral estilo de interpretarla hacen de la serie un amalgama de grises mezclado con detalles de color que alimentan la angustia del personaje trasmitiéndosela al espectador; una manera más que correcta y sorprendente de mostrar las brutales escenas de acción y hacerlas aún más salvajes. El ritmo lento pero no pausado y un abrumador aire de sorpresa envuelven junto a esta tenebrosidad 'The Punisher', dejando claro que la serie protagonizada por Jon Bernthal es una extenuante y poderosa historia, oda absoluta a las venganzas personales, a la supervivencia bajo el mandato de la ira y al día a día de convivencia con el dolor de la injusticia.
Jon Bernthal es una absoluta muestra de interpretación. El personaje le viene como anillo al dedo para dar rienda suelta a sus aptitudes, y esto ya se mostró en la segunda temporada del Diablo de Hell's Kitchen; es decir, no nos sorprende. Pero esa profundidad que consigue transmitirle, esa "mimetización" y simbiosis en que se convierten Jon y Frank que nos llega a los ojos a través de su manera de interpretarlo hace que a nuestra memoria nos lleguen otro binomios inseparables.
Ey, ¿y tus superpoderes?
Bien es cierto que la entrada al Universo Cinematográfico de Marvel fue absolutamente bestia, y para todos aquellos que no conociesen al personaje les pillaría por sorpresa sus habilidades tan destructivas. Frank Castle no tiene superpoderes; Frank Castle no quiere superpoderes; Frank Castle no necesita superpoderes. La violencia, letalidad y su mente atormentada e inundada en el dolor más profundo se dan la mano con la ira y la rabia, lo que convierten a Frank en 'The Punisher' y le hacen no ver más allá de acabar con quien se interponga en su camino. Y Marvel lo ha sabido utilizar dejando que su serie no sea nada light.
Pero no solo la fuerza reside en la misma; la profundidad del protagonista y del personaje hacen que tus emociones se rindan a la corriente que los episodios marcan, y que navegues por la historia dejándote llevar hasta el destino que la misma te marca. El guion es rico y serio, nada de extraños vaivenes e historias secundarias innecesarias; ese sonido de golpes, peleas y entre escenas marcan la intensidad de lo que estás viendo y lo escala en importancia y esas imágenes lo hilan todo y lo dejan atado y bien atado.
En definitiva, 'The Punisher' es una bárbara historia que el propio Jon Bernthal hace crecer aun más. Sombría, salvaje y recomendable.
Crítica para MagaZinema.
http://www.magazinema.es/the-punisher-netflix-marvel/
21 de noviembre de 2017
21 de noviembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre todos los personajes que alguna vez han poblado un cómic, Frank Castle sigue siendo uno de los más simples, y a la vez uno de los más complejos.
Parecería fácil reducirle al estereotipo de justiciero vengativo propio de los ochenta, pero cuando algún autor ha rascado tras esa capa se ha encontrado un abismo negro, negrísimo, que como dice el dicho te mira de vuelta.
Frank Castle es la encarnación del ciudadano de a pie, amoroso padre de familia y respetable vecino, en continua lucha con una conciencia oscura que le cuenta que el sistema no funciona como debería, porque todo lo que se ha ganado lo puede perder en un segundo, por unas reglas caprichosas que se dictan desde el beneficio inmediato, pasando por encima de vidas humanas, que son los "daños colaterales".
Y Castle lo sabe, porque él mismo ha sido parte de eso.
'The Punisher', versión serie, por fin tiene tiempo de recorrer ese pozo moral al que otras versiones apenas se asomaban.
Porque, lo dicho, aquellas se contentaban con presentar a Frank como ejecutor de una venganza, y nunca veíamos reposadamente cómo le afectaba, cómo le dolía o cómo reaccionaba.
Y si lo que determina quiénes somos es cómo encajamos las decepciones, como se dice en un momento de la serie, nada nos cuenta más de Castle que verle tratando de afinar una nota en la guitarra de su presente para un pasado que ya no existe.
Frank Castle murió en aquel picnic de parque. Pero, una vez consumada su venganza, también murió Punisher.
Entonces, ¿quién es el hombre que queda, blandiendo el mazo en la madrugada, destrozando un muro de obra con la furia de mil emociones nunca expresadas?
Nadie, un zombie, un espectro vagando por un mundo que no entiende. Circundado por los restos humanos de una guerra que a todos agotó.
Pero no pasa mucho tiempo hasta que un justiciero vuelve a ser necesario, porque alguien mueve los hilos turbios en la ciudad, traficando droga en los soldados muertos que volvían a casa, meándose en la paz por la que habían batallado y, en definitiva, sacando provecho de un escenario en el que nadie debería ganar nada.
Esto sigue siendo la guerra, sólo que ni nosotros ni Castle nos habíamos dado cuenta.
Por si acaso hace falta resaltarlo, ahí está esa manera de filmar los tiroteos y planificar estrategias, una decisión estilística que nos demuestra que estas personas no han abandonado Afganistán: una guerra urbana que sólo ven los que participan en ella, librada por náufragos de una vida que han tenido que adaptar lejos de casa, porque no pueden evitar esa deriva.
Por eso el antiguo compañero de Frank, Billy Russo, dirige una agencia de seguridad preparada para todo, por eso las reuniones de veteranos están llenas de combatientes, viejos y jóvenes, que se despiertan disparando la pistola de su mesilla cuando alguien entra por la puerta.
Porque la guerra se sigue llevando por dentro, nunca ha sido abandonada cuando se necesita.
Frank podría haber acabado en alguno de los dos lados de ese espectro (matando por dinero o muriendo por no poder matar) pero las contradicciones de su pasado le dejan en tierra de nadie: él siempre acarició su esposa con tanto cariño como sangrienta brutalidad desplegaba con los enemigos de Norteamérica.
Ahí es donde entra Microchip, brújula moral de la serie y elemento clave en la evolución de Castle para llegar a comprenderse/salvarse, tendiéndose una relación entre ambos descastados de ejército que no necesitan buscar una guerra desesperadamente.
La familia de Micro entra también en juego, y son el descanso más placentero que podemos encontrar en este panorama: personas de a pie, normales, que no piensan en términos de sangre ni se preocupan más allá de qué van a cenar un martes por la tarde. Frank se mete entre ellos para fastidiar a Micro, pero por el camino, con una mirada que sella su amistad, se dan cuenta de que les necesitan para apreciar a quiénes deben salvar ("estos críos te sacarán de quicio, te complicarán la vida... pero debes agarrarte a algo que te importe para salvar la tuya").
Esa perspectiva de "última oportunidad" se traslada a todos los personajes de la serie: la mujer de Micro, "aún teniendo la mitad de su vida", busca alguien a quien querer, la detective Madani acepta el sexo salvaje de Billy Russo como desahogo, Karen Page sigue buscando un rastro de humanidad en Castle... todos ellos queriendo agarrarse a ese algo importante, ante la guerra sin cuartel ni sentimientos que asola Nueva York.
¿Dónde deja eso a Frank Castle?
Como el único que se enfrentará a la escoria criminal sin mirar atrás, el expiador cadavérico de pecados propios y ajenos, defensor de un inocente que todavía puede permitirse tener sentimientos personales (la primera víctima que Castle dejó atrás).
Su confesión final no es tanto una pedida de ayuda, o una declaración de intenciones, sino una amarga autoafirmación personal: le gustaba estar más allá, lejos de su familia, cada vez más distante, a veces disfrutando de la carnicería que provocaba.
Cuando murieron, su esposa e hijos se convirtieron en sueños, ilusiones cada vez más difíciles de conectar con su verdadera identidad.
Algo con lo que tendrá que aprender a vivir, al igual que el veterano de una guerra que no acaba.
Pero, también en ese final, tras el miedo de la sinceridad, se desprende cierta tranquilidad al confesarlo tal cual.
Y no me queda otra que admirar al hombre que ha decidido abrazar a sus demonios y proponerse que no dañen a nadie más, aunque no pueda compartir su moralidad.
Parecería fácil reducirle al estereotipo de justiciero vengativo propio de los ochenta, pero cuando algún autor ha rascado tras esa capa se ha encontrado un abismo negro, negrísimo, que como dice el dicho te mira de vuelta.
Frank Castle es la encarnación del ciudadano de a pie, amoroso padre de familia y respetable vecino, en continua lucha con una conciencia oscura que le cuenta que el sistema no funciona como debería, porque todo lo que se ha ganado lo puede perder en un segundo, por unas reglas caprichosas que se dictan desde el beneficio inmediato, pasando por encima de vidas humanas, que son los "daños colaterales".
Y Castle lo sabe, porque él mismo ha sido parte de eso.
'The Punisher', versión serie, por fin tiene tiempo de recorrer ese pozo moral al que otras versiones apenas se asomaban.
Porque, lo dicho, aquellas se contentaban con presentar a Frank como ejecutor de una venganza, y nunca veíamos reposadamente cómo le afectaba, cómo le dolía o cómo reaccionaba.
Y si lo que determina quiénes somos es cómo encajamos las decepciones, como se dice en un momento de la serie, nada nos cuenta más de Castle que verle tratando de afinar una nota en la guitarra de su presente para un pasado que ya no existe.
Frank Castle murió en aquel picnic de parque. Pero, una vez consumada su venganza, también murió Punisher.
Entonces, ¿quién es el hombre que queda, blandiendo el mazo en la madrugada, destrozando un muro de obra con la furia de mil emociones nunca expresadas?
Nadie, un zombie, un espectro vagando por un mundo que no entiende. Circundado por los restos humanos de una guerra que a todos agotó.
Pero no pasa mucho tiempo hasta que un justiciero vuelve a ser necesario, porque alguien mueve los hilos turbios en la ciudad, traficando droga en los soldados muertos que volvían a casa, meándose en la paz por la que habían batallado y, en definitiva, sacando provecho de un escenario en el que nadie debería ganar nada.
Esto sigue siendo la guerra, sólo que ni nosotros ni Castle nos habíamos dado cuenta.
Por si acaso hace falta resaltarlo, ahí está esa manera de filmar los tiroteos y planificar estrategias, una decisión estilística que nos demuestra que estas personas no han abandonado Afganistán: una guerra urbana que sólo ven los que participan en ella, librada por náufragos de una vida que han tenido que adaptar lejos de casa, porque no pueden evitar esa deriva.
Por eso el antiguo compañero de Frank, Billy Russo, dirige una agencia de seguridad preparada para todo, por eso las reuniones de veteranos están llenas de combatientes, viejos y jóvenes, que se despiertan disparando la pistola de su mesilla cuando alguien entra por la puerta.
Porque la guerra se sigue llevando por dentro, nunca ha sido abandonada cuando se necesita.
Frank podría haber acabado en alguno de los dos lados de ese espectro (matando por dinero o muriendo por no poder matar) pero las contradicciones de su pasado le dejan en tierra de nadie: él siempre acarició su esposa con tanto cariño como sangrienta brutalidad desplegaba con los enemigos de Norteamérica.
Ahí es donde entra Microchip, brújula moral de la serie y elemento clave en la evolución de Castle para llegar a comprenderse/salvarse, tendiéndose una relación entre ambos descastados de ejército que no necesitan buscar una guerra desesperadamente.
La familia de Micro entra también en juego, y son el descanso más placentero que podemos encontrar en este panorama: personas de a pie, normales, que no piensan en términos de sangre ni se preocupan más allá de qué van a cenar un martes por la tarde. Frank se mete entre ellos para fastidiar a Micro, pero por el camino, con una mirada que sella su amistad, se dan cuenta de que les necesitan para apreciar a quiénes deben salvar ("estos críos te sacarán de quicio, te complicarán la vida... pero debes agarrarte a algo que te importe para salvar la tuya").
Esa perspectiva de "última oportunidad" se traslada a todos los personajes de la serie: la mujer de Micro, "aún teniendo la mitad de su vida", busca alguien a quien querer, la detective Madani acepta el sexo salvaje de Billy Russo como desahogo, Karen Page sigue buscando un rastro de humanidad en Castle... todos ellos queriendo agarrarse a ese algo importante, ante la guerra sin cuartel ni sentimientos que asola Nueva York.
¿Dónde deja eso a Frank Castle?
Como el único que se enfrentará a la escoria criminal sin mirar atrás, el expiador cadavérico de pecados propios y ajenos, defensor de un inocente que todavía puede permitirse tener sentimientos personales (la primera víctima que Castle dejó atrás).
Su confesión final no es tanto una pedida de ayuda, o una declaración de intenciones, sino una amarga autoafirmación personal: le gustaba estar más allá, lejos de su familia, cada vez más distante, a veces disfrutando de la carnicería que provocaba.
Cuando murieron, su esposa e hijos se convirtieron en sueños, ilusiones cada vez más difíciles de conectar con su verdadera identidad.
Algo con lo que tendrá que aprender a vivir, al igual que el veterano de una guerra que no acaba.
Pero, también en ese final, tras el miedo de la sinceridad, se desprende cierta tranquilidad al confesarlo tal cual.
Y no me queda otra que admirar al hombre que ha decidido abrazar a sus demonios y proponerse que no dañen a nadie más, aunque no pueda compartir su moralidad.
10 de diciembre de 2017
10 de diciembre de 2017
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trece episodios Igual de largos que el titulo del comentario.
Una pequeña historia que se podia contar en media hora.
Una perdida de tiempo en dialogos torpes,
John Bernthal hace su trabajo y el resto están pero no mucho más.
Una pequeña historia que se podia contar en media hora.
Una perdida de tiempo en dialogos torpes,
John Bernthal hace su trabajo y el resto están pero no mucho más.
28 de noviembre de 2017
28 de noviembre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Por primera vez en mucho tiempo, no tengo ninguna guerra que afrontar. Y, si soy sincero... Tengo miedo". Retazos finales de un retrato áspero de las secuelas de la guerra. La última serie de la combinación Marvel y Netflix presenta un western urbano en el que los personajes deambulan hacia un destino inequívoco. Estructuras más importantes que la voluntad individual trazan una línea invisible.
Y ahí funciona como engranaje el clásico mecanismo del hombre sin nada que perder porque lo ha perdido todo, cuyo único miedo es no continuar batalla tras batalla. Con la figura de Frank Castle en juego, personajes secundarios con entidad propia como Micro, la agente Madani o Billy Russo comienzan a salir de su zona de confort para alinearse fuera de esa senda predeterminada. La guerra continúa.
Y ahí funciona como engranaje el clásico mecanismo del hombre sin nada que perder porque lo ha perdido todo, cuyo único miedo es no continuar batalla tras batalla. Con la figura de Frank Castle en juego, personajes secundarios con entidad propia como Micro, la agente Madani o Billy Russo comienzan a salir de su zona de confort para alinearse fuera de esa senda predeterminada. La guerra continúa.
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