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Sombras en el paraíso

Comedia. Drama. Romance Nikander es un conductor de un camión de la basura, que una noche verá como su vida se complica al morirse su compañero de trabajo. Además, se enamora de Ilona, una cajera de un supermercado. Primera entrega de "La trilogía del proletariado" que se compone además de "Ariel" y "La chica de la fábrica de cerillas." (FILMAFFINITY)
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
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7
10 de abril de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes grises, los que van y vienen, tosen, fuman, trabajan sin alegría, beben sin estusiasmo, aman sin amor, mueren como perros.....Esas sombras sin suerte, con las alforjas repletas de estériles futuros, son los que cuentan para el bueno de Kaurismäki, los que merecen su atención; ellos, que producen la miel pero nunca probarán una sola gota, son los elegidos para protagonizar sus películas y para gritar desde lo más profundo de su silencio: ¡aquí estamos, míranos porque existimos!

Pero no es que el finlandés esté enamorado de la estética del fracaso, es que él cree en lo vivificante del estiércol y encuentra más dignidad en un obrero alcohólico que en un financiero de agusanada conciencia; tal vez porque cada borracho es diferente y todos los especuladores están repetidos.
No queremos vernos, pero tras las monótonas vidas de los trabajadores y parados de Aki estamos muchos de nosotros: tristes, desesperanzados, rendidos.....adocenados; sombras de nuestra propia sombra, en el paraíso de otros.
7
5 de julio de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta noche continué con mi revisión de la obra de Kaurismaki, ese extraño director finlandés que hacía películas con cuatro duros, unos pocos personajes de perfiles unidireccionales, paladas de nicotina en el ambiente y música deliciosa. Obras sobre frías soledades en un país desangelado, donde es tan fácil como necesario abandonarlo todo y escapar, ante la aparición de la más ínfima llama que aparente algo de calor para esas almas hibernadas. Esta vez le tocó el turno a un rudo basurero cuyos ojos se topan con los de una vulgar cajera de supermercado y entonces...

Y de fondo sonando gloria variada, la magia de Albert Collins, la hipnótica cantinela del maestro John Lee Hooker o las geniales y repetitivas frases melódicas del gran Elmore James, por nombrar a aquellos más cercanos a mi terreno. Sin duda otra rara avis con un sabor no degustable por todos, pero que servidor siente y valora más a medida que evolucionan sus canas.
8
17 de septiembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué pueda ser el paraíso en la ciudad helada donde viven Nikander e Ilona. A lo mejor, es una lavandería para limpiar el uniforme del supermercado de ella, o, quizás, el mono de basurero de él. También puede que sea el bar donde van todas las tardes para tomar unas cervezas o pelearse con el dueño, hasta que los echen a golpes. O la disco cutre donde uno se emborracha hasta caerse, casi siempre solo o sola. O, seguramente, es el restaurante lujoso, caro y selecto, donde nunca les dejarán pasar.

De cualquier forma, Nikander e Ilona parecen seres expulsados del paraíso, si es que eso es un lugar lleno de luz, esperanza y promesas, porque ellos son solo sombras oscuras en una ciudad fría... Ilona y Nikander son dos personas solitarias y abrumadas por esa soledad y por la rutina de una vida rutinaria, triste y sin esperanza, en un lugar tan gris, helado y plomizo que parece muy fácil perder la ilusión o la esperanza, si es que alguna vez la tuvieron.

Nikander parece que no. Es un hombre despojado de todo, incluso de nombre, y huele a tabaco rancio, a cerveza barata, a trabajo sucio y a vida aburrida. No tiene nada que ofrecer a Ilona, que es una mujer desencantada y amargada por mejorar una vida que va de mal en peor.

Hasta aquí es una historia vulgar, narrada en el fin del mundo, como indica su nombre, pero que parece tan cercana como si vivieras a unos pasos de ellos y a mil kilómetros del paraíso. Pero lo extraordinario es que, más allá de esa historia triste de vidas tristes de personas tristes, por las que no apostarías nada, hay esperanza y luz. Y amor. Y, debajo de esos adoquines tan helados y negros, está la playa, o el puerto, o el horizonte... no sé... un lugar, sin reservas de admisión, donde las personas tengan esperanza a pesar de todo y se enamoren estupidamente, sin motivo para nada de todo ello... a lo mejor incluso eso es el auténtico paraíso...
9
23 de mayo de 2024
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda película de Aki Kaurismaki es una obra maestra. Es una película realizada en su totalidad sobre una base firme y crítica. Tiene un trasfondo teórico e ideológico clásico marxista, su estrecha relación con esta ideología no sacrifica la trama ni la puesta en escena para transmitir el mensaje político. El paisaje citadino y cotidiano de Helsinki se entremezclan muy bien con la música popular y los sonidos del día a día; su argumento y sus personajes, vuelven este film cercano y determinantemente humano.

Se nos presentan dos personajes extraños, la primera impresión es que están destruidos, y rápidamente entendemos el por qué. Cada aliento de ellos es una petición de pasión, de aventura, de vida. En el inicio nos cuentan sutilmente quien es aquel responsable de la tristeza y la quietud de sus vidas, o mejor dicho “qué”: “El mercado es una máquina, no tiene compasión”, es lo que le dice le jefe del supermercado a Ilona antes de despedirla injustificadamente, unilateralmente y egoístamente. Era el tercer trabajo en el año en que era despedida de la misma forma. Nikander, un conductor del camión de la basura que pierde a su compañero y amigo de años repentinamente, presenta una contradicción vital, pues está en constante lucha su inexpresividad, que ve como fortaleza, y su inocencia nata; esta combinación lo vuelven real y tangible, transmiten empatía y compasión ante él. Ilona muestra una determinada seriedad, un intento de ocultar el dolor y los obstáculos que ha pasado para llegar a donde está, que no es en nada, pero de una formula similar a Nikander, tiene acciones que develan algo más allá de una simple trabajadora, pues es en su sonrisa donde se siente la opresión y lo que se oculta tras la máscara del trabajador. Es allí donde se encuentra el talón de Aquiles del trabajo y capitalismo: la realización personal y espiritual del trabajador.

La creciente y espontánea relación guarda un grito de resistencia, una confidencia, un secreto. Este no es más que la búsqueda de sentirse vivos, pues en el trabajo no se ven ellos mismos, es la alienación de la que Marx habló, y Kaurismaki propositivamente muestra y enseña que es con el otro y donde sus personajes logran verse por primera vez.

En la película hay dos protagonistas: la relación de Nikander e Ilona y la relación de Nikander e Ilona con el trabajo. La segunda es la que determina la primera. Se hace manifiesta cuando Ilona deja a Nikander por la influencia de su nuevo jefe, de su nuevo trabajo con más estatus y prestigio de los que ha tenido. Tambien devela el factor corruptible del capital y del trabajo, pues su jefe la pone contra la espada y la pared para continuar en aquel lujoso local de ropa. Los lujos y la vanidad le juegan una mala pasada a Ilona y se deja llevar por ellos, sin darse cuenta que el capital va en sentido contrario al que dicta su corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A veces, un empujón es lo que se necesita para abrir los ojos. En el caso de Ilona fue verse en el mismo restaurante de alta clase al que la intentó llevar Nikander pero que no los dejaron pasar, pero esta vez está con su jefe. Allí se percata de su gran error. Para Nikander, fue verse cercano a la muerte por su terquedad y orgullo. El caso, es que los dos arrepentidos de sus decisiones se reencuentran, y en una simple conversación y cuatro preguntas, deciden embarcarse y huir.

Si no estaba claro durante toda la película cuál era el mensaje político, el simbolismo del final lo aclara y lo hace fervientemente. ¡Súbete al ferry del comunismo! Cinco años hecha antes de la caída de la Unión Soviética, el ferry en el que se montan tiene la bandera de la URSS, van en un camión de basura, Nikander se despide de su amigo con un estrechón de manos (muestra de una hermandad) y nuevamente la sonrisa sincera de ella. Estos simbolismos, dan pie a pensar la estrecha y coherente relación de la película con la ideología marxista, no es de menos que esta película sea la que abre la “Trilogía del proletariado”. Este final político e ideológico es producente de la narrativa hecha, la crítica al capitalismo es sutil e insinuada durante el film, pero es al final que es directo y simbólico.
6
21 de julio de 2010
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillamente la mirada de un anodino hombre de sangre fría en cuyo recóndito corazón yace la tibia esencia de un romántico del cine. Kaurismäki, nórdico por excelencia, recorre el mundo de los bajos fondos como ya es habitual en su cine y explora la presencia condenada de un atípico proletario en Helsinki. Luego al juntarle bajo el juicio del amor, con una cajera de supermercado, crea una pareja que raya los límites de lo convencional y les llena de una pasión tan sarcástica como genuina. A fin de cuentas, el título del filme no puede ser más propio y justo para el argumento. Sinceramente el retrato entre parco y bello de un par de sombras en el paraíso finés.
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