El circo
8.0
8,376
1 de septiembre de 2017
1 de septiembre de 2017
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos pocos días llegó a mis oídos una noticia maravillosa: Pablo, un bebé de ocho meses, vio su primera película.
Se trataba, como aquellas que evocaba "Cinema Paradiso", de una proyección veraniega con acompañamiento en directo al piano de "El circo"; ya saben, esa vieja película de Chaplin a menudo poco valorada porque se sitúa entre dos de sus obras canónicas, "La quimera del oro" y "Luces de la ciudad", pero que en su modestia contiene algunos de los mejores y mejor filmados gags de su carrera, aderezados con notas de una genuina emoción que no excluye la amargura.
Al igual que la música amansa a las fieras, contaba su madre —por cierto, una de las plumas más seguidas y valoradas durante la Edad de Oro de FilmAffinity, ya llovió desde entonces— que Pablo había tenido un día irritable, pero que sin embargo quedó completamente quieto, tranquilo y fascinado por esas sombras que iban y venían.
En el fondo, la misma hipnótica y misteriosa seducción por el traqueteo de las imágenes a veinticuatro fotogramas por segundo que sentimos a lo largo de toda nuestra vida quienes nos declaramos amantes del cine, aunque para entonces necesitemos justificarlo con la pátina de la intelectualidad y las interpretaciones sesudas.
Se preguntaba esperanzada su cinéfila madre si cuando Pablo llegue a la edad de las locuras del amor compartirán las maravillas de Murnau, Fritz Lang, Billy Wilder o William Wellman, o acaso Pablo le pedirá que le ponga "Laura", "Amanecer" o "Vértigo". Yo espero que así sea, y me gusta imaginar que en uno de esos días Pablo se reencuentre por azar con la figura del vagabundo ataviado con bastón y bombín, y sienta entonces una repentina punzada que le resulte incapaz de explicar, mientras su madre, satisfecha, sonríe a su lado.
Pero todo eso habrá de llegar. Ahora es el momento, tan solo, de dar cuenta del sueño de una noche de verano en el que el cine se acercó a un bebé de ocho meses y le susurró: "Pablo, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad".
[Para Pablo y Cristina]
Se trataba, como aquellas que evocaba "Cinema Paradiso", de una proyección veraniega con acompañamiento en directo al piano de "El circo"; ya saben, esa vieja película de Chaplin a menudo poco valorada porque se sitúa entre dos de sus obras canónicas, "La quimera del oro" y "Luces de la ciudad", pero que en su modestia contiene algunos de los mejores y mejor filmados gags de su carrera, aderezados con notas de una genuina emoción que no excluye la amargura.
Al igual que la música amansa a las fieras, contaba su madre —por cierto, una de las plumas más seguidas y valoradas durante la Edad de Oro de FilmAffinity, ya llovió desde entonces— que Pablo había tenido un día irritable, pero que sin embargo quedó completamente quieto, tranquilo y fascinado por esas sombras que iban y venían.
En el fondo, la misma hipnótica y misteriosa seducción por el traqueteo de las imágenes a veinticuatro fotogramas por segundo que sentimos a lo largo de toda nuestra vida quienes nos declaramos amantes del cine, aunque para entonces necesitemos justificarlo con la pátina de la intelectualidad y las interpretaciones sesudas.
Se preguntaba esperanzada su cinéfila madre si cuando Pablo llegue a la edad de las locuras del amor compartirán las maravillas de Murnau, Fritz Lang, Billy Wilder o William Wellman, o acaso Pablo le pedirá que le ponga "Laura", "Amanecer" o "Vértigo". Yo espero que así sea, y me gusta imaginar que en uno de esos días Pablo se reencuentre por azar con la figura del vagabundo ataviado con bastón y bombín, y sienta entonces una repentina punzada que le resulte incapaz de explicar, mientras su madre, satisfecha, sonríe a su lado.
Pero todo eso habrá de llegar. Ahora es el momento, tan solo, de dar cuenta del sueño de una noche de verano en el que el cine se acercó a un bebé de ocho meses y le susurró: "Pablo, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad".
[Para Pablo y Cristina]
16 de diciembre de 2011
16 de diciembre de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película donde la comedia y la dramatización se mezclan, formando un conjunto maravilloso y apasionante, y sobre todo disfrutable emocionalmente.
La película nos muestra a un Chaplin en busca de fortuna, pero por esas coincidencias que da “su” destino, acaba trabajando en un circo, donde los disgustos y las dichas, estarán presentes en cada momento.
Los espectadores encontrarán un Charles Chaplin genuino, donde su ingenio y talento no tiene límite, adaptándose perfectamente al escenario, y creando a partir de los elementos, historias, unas graciosas y otras románticas, pero todo ello siempre buscando que el espectador se sienta atraído, y ¡consiguiéndolo!
Hay una escena que quisiera recalcar, al principio de la película, cuando huye de la policía, Chaplin aparece por la izquierda y el ladrón por la derecha, ambos corriendo y se juntan en el centro de la escena cambiando su rumbo en 90 grados, y corren a la par, de frente, hacia la cámara, es una imagen, para mí gusto tremenda y formidable, la coordinación, junto a realismo de la misma, confieren ese aura de genialidad y de visión que muy pocos tienen, y entre ellos Chaplin sin duda alguna, y en cierta forma un resumen de su obra más técnica, donde pocas cosas se dejaban a la improvisación y casi todo estaba pensado y bien organizado.
Disfruten de la película, porque reirán de placer y sentirán que las palabras sobran, pero que los sentimientos están muy, pero que muy presentes.
La película nos muestra a un Chaplin en busca de fortuna, pero por esas coincidencias que da “su” destino, acaba trabajando en un circo, donde los disgustos y las dichas, estarán presentes en cada momento.
Los espectadores encontrarán un Charles Chaplin genuino, donde su ingenio y talento no tiene límite, adaptándose perfectamente al escenario, y creando a partir de los elementos, historias, unas graciosas y otras románticas, pero todo ello siempre buscando que el espectador se sienta atraído, y ¡consiguiéndolo!
Hay una escena que quisiera recalcar, al principio de la película, cuando huye de la policía, Chaplin aparece por la izquierda y el ladrón por la derecha, ambos corriendo y se juntan en el centro de la escena cambiando su rumbo en 90 grados, y corren a la par, de frente, hacia la cámara, es una imagen, para mí gusto tremenda y formidable, la coordinación, junto a realismo de la misma, confieren ese aura de genialidad y de visión que muy pocos tienen, y entre ellos Chaplin sin duda alguna, y en cierta forma un resumen de su obra más técnica, donde pocas cosas se dejaban a la improvisación y casi todo estaba pensado y bien organizado.
Disfruten de la película, porque reirán de placer y sentirán que las palabras sobran, pero que los sentimientos están muy, pero que muy presentes.
4 de marzo de 2010
4 de marzo de 2010
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me he reído, es una buena película pero no me ha sacudido como El chico o Luces de la ciudad, no tiene la denuncia anti-totalitaria ni el mensaje pacifista de El gran dictador, no retrata las miserias de la época, el romanticismo y el amor no están tan sublimes... No es que esta película sea mala, es que en comparación con las otras de Chaplin esta sale perdiendo.
Una colección de buenos gags, un homenaje al circo nada despreciable, pero es solo eso, y Chaplin era capaz de muchas mas cosas.
Una colección de buenos gags, un homenaje al circo nada despreciable, pero es solo eso, y Chaplin era capaz de muchas mas cosas.
2 de junio de 2016
2 de junio de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme más divertido de toda su filmografía, en él encontramos gags hilarantes, desternillantes, y contiene un final que ha sido considerado unánimemente como unos de los más tristes y hermosos jamás filmados por Chaplin. Una obra encantadora e inolvidable que con el paso del tiempo se enriquece.
3 de marzo de 2014
3 de marzo de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El circo ha llegado a tu ciudad, los ciegos no pagan los tuertos la mitad. El mayor circo del mundo te va a dar los mejores gags del mundo mundial. además hay fieras, mujeres en el alambre y monos. Hay escenas de espejos que te dejarán la costillas maltrechas de tanto reír y la escena en que Él se hace pasar por un muñeco articulado es de traca. El circo es cine con mayúsculas .
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