Excelente trabajo de actores. Todos están muy bien, y los dos protagonistas lo bordan. Manteniendo la dosis de violencia muy medida y contenida, la tensión se mantiene durante toda la película. El encuentro con la provocación de los protagonistas va detonando las reacciones de cada uno de los pasajeros y poniendo en tensión las relaciones que mantienen entre ellos. El blanco y negro es perfecto para poner de relieve la expresividad de la actuación de cada uno. Una pequeña joya que muy bien podría adaptarse como pieza teatral.

Esta película del año 1967 representa todas los atributos de una película que no puede borrarse de la memoria. Es un thriller en terminos modernos, pero un drama en términos más convencionales, con una trama que nunca pasará de moda. Con una dirección de escena y de actores magistral. Un ritmo notabilísimo y un manejo de fotografía y cámaras excelente. Un diseño de ambiente que no puede ser mejorado.
La actuación de un joven Martin Sheen y un Tony Musante para aplaudir de pie. También encontramos a un joven Beau Bridges que muestra sólidamente su talento incipiente aún.
La historia corta el aliento, se empapa de realidad, en un estilo que no precisa de efectos de guión, palabras, ni de triquiñuelas baratas para sorprender.
Nadie puede escapar de las vivencias y el retrato sicológico de su gran cantidad de personajes, prácticamente capturados en una unico escenario que no cae jamás en la monotonía, sino, por el contrario, atrapa los nervios y la atención del espectador.
Una película que exhibe la calidad insuperable de Larry Peerce, su director, con una composición musical
excelente, y un manejo de sonidos que acompaña a la escena y que se propaga ininterrumpidamente durante la mayor parte de la película enriqueciendo las sensaciones de un drama vertiginoso.
Para los cinéfilos verla es un deber para comparar y sacar conclusiones respecto de lo que han sido las obras fílmicas sin tantas ventajas técnicas como las actuales..

Sorprendente y muy poco conocida película de Larry Peerce, director de, entre otras, Pánico en el estadio, filme este último que vi de niño y que tiene alguna similitud con el que aquí se comenta, debido también a la irrupción de alguien que acaba sembrando el pánico entre el público asistente a un espectáculo deportivo.
En El incidente podemos distinguir dos partes claramente diferenciadas: en la primera se nos presenta a los personajes, parte en la que quizás el director emplea excesivo metraje, con unos personajes mejor perfilados que otros; y una segunda, que se ve casi sin pestañear y con el corazón encogido, en la que se muestra cómo dos individuos atemorizan a los pasajeros de un vagón de tren sin que prácticamente ninguno de ellos les haga frente. Es esta última parte la que nos hace pensar que, en cualquier momento, nuestras vidas se pueden ver amenazadas por el azar y que la falta de solidaridad y la cobardía nos pueden llevar a que personajes como estos campen a sus anchas.
Algún crítico de filmaffinity hacía referencia a que la película le recordaba en algunos momentos al cine de Haneke. A mí también me ha sucedido, sobre todo por las sensaciones que deja esa magistral segunda parte de la película.

Muy buena, en blanco y negro, acerca de lo cobarde que somos los seres humanos cuando determinados abusadores abusan de nosotros o de los demás y en lugar de hacer algo, de enfrentarnos a ellos, tragamos, tragamos y tragamos sin lógica alguna.

Este es el tema principal la película, aunque también conlleve que todo aguante tiene un límite y hasta al más amenazador abusador antes o después tiene de vérselas con "la horma de su zapato".

Estupendo el papel que hace el actor Beau Bridges, que en ese timpo contaba con menos de veinte años de edad, hermano del también famoso actor Jeff Bridges, el de "Tron", I y II y "Valor de ley" II.

''Dos jóvenes entran en un vagón de metro con una única intención: provocar el terror entre los pasajeros''.

Notable película de tensión in crescendo, con presentación de personajes antes de su entrada al metro para luego desarrollarse un juego macabro entre los pasajeros y los asaltantes que termina explotando. Muy bien construída y con buen uso de la cámara en un entorno cerrado. A destacar principalmente el papel de Tony Musante como un auténtico son of a bitch, acompañado de un Martin Sheen algo histriónico pero aceptable. El resto del reparto son caras ciertamente conocidas como Beau Bridges, Jack Gilford o Mike Kellin que aguantan estoicamente como pueden los abusos y excesos que reciben por parte de los asaltantes.

Muy recomendable.