Selma
6.6
8,035
Drama
Esta crónica sobre la lucha del político y activista Dr. Martin Luther King Jr. (David Oyelowo) en defensa de los derechos civiles se centra en la marcha desde Selma a Montgomery, Alabama, en 1965, que llevó al presidente Lyndon B. Johnson (Tom Wilkinson) a aprobar la ley sobre el derecho al voto de los ciudadanos negros. (FILMAFFINITY)
13 de febrero de 2015
13 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Selma retrata la lucha del político y activista Martin Luther King Jr. en defensa de los derechos civiles y se centra en la marcha desde Selma a Montgomery, en el estado de Alabama, en 1965, que llevó al presidente Johnson a firmar la ley sobre el derecho al voto”.
Parece ser el año del “basada en una historia real” o, al menos, uno en el que más se ha usado esta frase para hablar de momentos importantes en la Historia de algunos personajes relevantes. Este género ya lleva implícita una dificultad, que es ajustarse lo más posible a la realidad de los hechos que ocurrieron en su día. Lo más común es patinar debido a la invención de excesivas situaciones y a considerar como ciertos varios diálogos muy relevantes en la cinta que realmente nunca se produjeron. Sin embargo, Selma ha preferido dejar los patines en casa y ha conseguido, gracias a Ava DuVernay, elegir un período dentro de la vida de Luther King bastante convulso en la lucha por los derechos humanos que se ajusta con bastante acierto a lo que realmente ocurrió. Y esto lo digo sin ningún título sobre Historia que me avale. Por supuesto, el 100% de lo narrado no es completamente objetivo, pero eso el espectador ya lo sabe (o no, hay de todo en la viña del Señor) y no tiene por qué tenerse en cuenta.
Es cierto que en varias escenas se puede ver un decaimiento bastante grande de la trama que entorpece el ritmo pero, para compensar, tenemos momentos de vivacidad y fuerza que, desgraciadamente, coinciden con aquellos crueles instantes de infarto que se pudieron vivir en 1965 en el estado de Alabama. Y es que es complicado hablar de una película de este calibre sin hacer mención a una realidad bastante oportuna que atañe al racismo y que no se reduce únicamente a los años 60, sino que llega hasta nuestros días. La pasión y la interpretación que pone gran parte del reparto en el asador sirven para emocionarnos y para transmitirnos una problemática que todavía no se ha erradicado. Selma no es una película política a pesar de que se nutre de ella; Selma es la historia de las barbaridades que se han llegado a permitir en todo el mundo, atrocidades que aún se cometen y que también dependen de la región en la que estemos.
¿Es entonces Selma una historia sobre Luther King? Bueno, quizás solo sea una excusa para relatar la lucha por la igualdad, para recordarnos a todos que esta batalla continúa y que en 2015 todavía hay personas que creen que una persona es inferior o superior en función de su raza, su sexualidad, su género o cualquier otra característica física o mental. Y Selma sabe aprovechar sus fortalezas como expresión de los derechos humanos a través de una potentísima fotografía que me dejó encandilado y una banda sonora muy cuidada que se enriquece con artistas negros consagrados como el actual John Legend y el tema “Glory”.
Selma existe para hacerte reflexionar sobre la situación social en materia de igualdad que se añade a la Biblioteca de películas que luchan por una causa importante. Esta cinta es una píldora de vuelta a la realidad que, aunque no sea superior a algunas de las películas nominadas este año, responde a una necesidad urgente de concienciación de la ciudadanía; un recordatorio de que todos tenemos los mismos derechos.
Parece ser el año del “basada en una historia real” o, al menos, uno en el que más se ha usado esta frase para hablar de momentos importantes en la Historia de algunos personajes relevantes. Este género ya lleva implícita una dificultad, que es ajustarse lo más posible a la realidad de los hechos que ocurrieron en su día. Lo más común es patinar debido a la invención de excesivas situaciones y a considerar como ciertos varios diálogos muy relevantes en la cinta que realmente nunca se produjeron. Sin embargo, Selma ha preferido dejar los patines en casa y ha conseguido, gracias a Ava DuVernay, elegir un período dentro de la vida de Luther King bastante convulso en la lucha por los derechos humanos que se ajusta con bastante acierto a lo que realmente ocurrió. Y esto lo digo sin ningún título sobre Historia que me avale. Por supuesto, el 100% de lo narrado no es completamente objetivo, pero eso el espectador ya lo sabe (o no, hay de todo en la viña del Señor) y no tiene por qué tenerse en cuenta.
Es cierto que en varias escenas se puede ver un decaimiento bastante grande de la trama que entorpece el ritmo pero, para compensar, tenemos momentos de vivacidad y fuerza que, desgraciadamente, coinciden con aquellos crueles instantes de infarto que se pudieron vivir en 1965 en el estado de Alabama. Y es que es complicado hablar de una película de este calibre sin hacer mención a una realidad bastante oportuna que atañe al racismo y que no se reduce únicamente a los años 60, sino que llega hasta nuestros días. La pasión y la interpretación que pone gran parte del reparto en el asador sirven para emocionarnos y para transmitirnos una problemática que todavía no se ha erradicado. Selma no es una película política a pesar de que se nutre de ella; Selma es la historia de las barbaridades que se han llegado a permitir en todo el mundo, atrocidades que aún se cometen y que también dependen de la región en la que estemos.
¿Es entonces Selma una historia sobre Luther King? Bueno, quizás solo sea una excusa para relatar la lucha por la igualdad, para recordarnos a todos que esta batalla continúa y que en 2015 todavía hay personas que creen que una persona es inferior o superior en función de su raza, su sexualidad, su género o cualquier otra característica física o mental. Y Selma sabe aprovechar sus fortalezas como expresión de los derechos humanos a través de una potentísima fotografía que me dejó encandilado y una banda sonora muy cuidada que se enriquece con artistas negros consagrados como el actual John Legend y el tema “Glory”.
Selma existe para hacerte reflexionar sobre la situación social en materia de igualdad que se añade a la Biblioteca de películas que luchan por una causa importante. Esta cinta es una píldora de vuelta a la realidad que, aunque no sea superior a algunas de las películas nominadas este año, responde a una necesidad urgente de concienciación de la ciudadanía; un recordatorio de que todos tenemos los mismos derechos.
22 de febrero de 2015
22 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que retrata la búsqueda de libertad de un grupo de personas encadenadas en sus derechos por un sistema político opresor.
La historia, con actuaciones llenas de convencimiento, es directa y se ciñe a los sucesos históricos sin vacilaciones.
Sin embargo, la obra se inclina por "mostrar la Historia" en lugar de "narrar una historia".
No existe construcción de personajes complejos, con matices en su actuar y su pensar, abundan las caricaturas y el afán de ilustrar "frases para el bronce".
El guión consigue que el espectador admire al protagonista, pero es una admiración intrascendente, que se extingue al mismo tiempo que la obra. No hay justicia para Martin Luther King.
La historia, con actuaciones llenas de convencimiento, es directa y se ciñe a los sucesos históricos sin vacilaciones.
Sin embargo, la obra se inclina por "mostrar la Historia" en lugar de "narrar una historia".
No existe construcción de personajes complejos, con matices en su actuar y su pensar, abundan las caricaturas y el afán de ilustrar "frases para el bronce".
El guión consigue que el espectador admire al protagonista, pero es una admiración intrascendente, que se extingue al mismo tiempo que la obra. No hay justicia para Martin Luther King.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Que pasó sobre el discurso del orgullo negro que le recitaron a Coretta antes de reunirse con Malcolm X? ¿Aporta este discurso al desarrollo del personaje? ¿Y que pasó con Malcolm X? Mejor era no mostrarlo, tampoco hay justicia para él.
14 de febrero de 2015
14 de febrero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Selma no es propiamente una biografía de Martin Luther King, sino que retrata los movimientos sociales que se originaron en la ciudad de Selma, en Alabama, donde la población negra exigía el respeto a sus garantías individuales y el derecho a votar.
La historia arranca justo después que King (interpretado por David Oyelowo) ha recibido el premio Nobel de la Paz en 1964, dando paso a una espectacular secuencia bellamente fotografiada de un atentado donde mueren unas niñas y en un ralentí que presagia las peores cosas.
Afortunadamente el resto del metraje de Selma no abusa de efectismos y se concentra en contar su historia, eso sí de manera por demás correcta y convencional, con un guión rígido que no se permite muchas libertades en la ya tercera película de su directora.
Y no es que Selma sea una mala película, por el contrario, pero el tratamiento que suele darse a películas donde el racismo está presente conlleva una corrección política exacerbada que tira por la borda las nobles intenciones del relato.
Lo que apuntala a esta película son las buenas interpretaciones de ya mencionado Oyelowo y Tom Wilkinson que da vida al presidente Lyndon Johnson, en un rato que no se permite dejar de lado ciertos vicios, aunque no llega a ser tan manipuladora como la película ganadora del Oscar del año anterior, ’12 Years Slave’.
Una película con aparentes nobles intenciones que permite conocer una parte de la historia que quizás la sentimos lejana, pero que no consigue la neutralidad necesaria para abordar el tema.
La historia arranca justo después que King (interpretado por David Oyelowo) ha recibido el premio Nobel de la Paz en 1964, dando paso a una espectacular secuencia bellamente fotografiada de un atentado donde mueren unas niñas y en un ralentí que presagia las peores cosas.
Afortunadamente el resto del metraje de Selma no abusa de efectismos y se concentra en contar su historia, eso sí de manera por demás correcta y convencional, con un guión rígido que no se permite muchas libertades en la ya tercera película de su directora.
Y no es que Selma sea una mala película, por el contrario, pero el tratamiento que suele darse a películas donde el racismo está presente conlleva una corrección política exacerbada que tira por la borda las nobles intenciones del relato.
Lo que apuntala a esta película son las buenas interpretaciones de ya mencionado Oyelowo y Tom Wilkinson que da vida al presidente Lyndon Johnson, en un rato que no se permite dejar de lado ciertos vicios, aunque no llega a ser tan manipuladora como la película ganadora del Oscar del año anterior, ’12 Years Slave’.
Una película con aparentes nobles intenciones que permite conocer una parte de la historia que quizás la sentimos lejana, pero que no consigue la neutralidad necesaria para abordar el tema.
4 de marzo de 2015
4 de marzo de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película sigue un período de la vida del activista afroamericano Martin Luther King (David Oyelowo), este comprende el año 1965, momento en el que se encontraba en plena lucha con el presidente Johnson (Tom Wilkinson) para que se aprobara el derecho al voto para la población afrodescendiente. Toma los hechos acontecidos en Selma y Montgomery (Alabama) donde se realizó una marcha entre estos dos poblados donde el racismo continuaba muy presente en la ciudadanía.
Selma es un film que quiere presentar un mensaje bonito, de respeto por la diversidad, de admiración por la lucha, que toma una posición cruel y sin pudor, que arrastra un encasillamiento fílmico más que evidente, el mensaje lo logra transmitir, sin embargo, cinematográficamente no aporta mayor cosa, salvo actuaciones bastante acertadas. Puesto que lo demás divaga, siendo efectista pero sin mayor brillo.
Su problema es que en todo momento se sabe por donde va, secuencias que con un poco de maña uno sabe que están ubicadas en cierto momento para lograr cierta reacción, el camino a lo largo del metraje es predecible, encasilla a los malos al punto de forjarlos casi como una caricatura, juega con el sentimentalismo del espectador y de los personajes sin pudor alguno, sabe donde herir, sabe como llegar.
Selma además de toda esta lucha del protagonista, explora en el lado humano de Martin Luther King, su cansancio más que evidente por tantos viajes en la lucha por sus objetivos, además de la deteriorada relación con su familia, en especial su esposa. Selma es fácilmente digerible, y aún más fácilmente olvidable.
Selma es un film que quiere presentar un mensaje bonito, de respeto por la diversidad, de admiración por la lucha, que toma una posición cruel y sin pudor, que arrastra un encasillamiento fílmico más que evidente, el mensaje lo logra transmitir, sin embargo, cinematográficamente no aporta mayor cosa, salvo actuaciones bastante acertadas. Puesto que lo demás divaga, siendo efectista pero sin mayor brillo.
Su problema es que en todo momento se sabe por donde va, secuencias que con un poco de maña uno sabe que están ubicadas en cierto momento para lograr cierta reacción, el camino a lo largo del metraje es predecible, encasilla a los malos al punto de forjarlos casi como una caricatura, juega con el sentimentalismo del espectador y de los personajes sin pudor alguno, sabe donde herir, sabe como llegar.
Selma además de toda esta lucha del protagonista, explora en el lado humano de Martin Luther King, su cansancio más que evidente por tantos viajes en la lucha por sus objetivos, además de la deteriorada relación con su familia, en especial su esposa. Selma es fácilmente digerible, y aún más fácilmente olvidable.
15 de febrero de 2015
15 de febrero de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cualquier ciudad del mundo libre, los civiles pueden marchar en las calles cuando las autoridades han declarado un reglamento que los desfavorece. Se instalan en las afueras de un edificio gubernamental con arengas, vítores, ruido. Esperan que un representante acceda a dialogar. Si esto no se cumple, obstaculizan las calles y desordenan la rutina normal de la ciudad. Hasta conseguir al menos ser escuchados.
Pero la ciudad de Selma en el estado de Alabama no pertenecía al mundo libre. Hacia 1964, la mitad de la población en la zona era negra, pero solo el 2% de ellos estaba registrado para votar. Esto debido a las trabas burocráticas, económicas y raciales que imponían los pobladores blancos sobre este derecho, a pesar de que ya era legal la participación de afroamericanos en la vida democrática del país. Mientras tanto, el presidente Lyndon B. Johnson postergaba la firma de leyes más claras que erradicaran la intimidación sobre los pobladores.
Sobre este escenario, la directora Ava Du Vernay recoge en Selma el valor de las protestas sociales frente a la clase política. Lo hace de la mano de Martin Luther King Jr., que planeó una marcha de 84 kilómetros desde Selma hasta la sede del congreso en Alabama como respuesta a la demora presidencial. Para interpretarlo, al actor David Oyelowo le llevó toda una vida ensayar las cuerdas vocales del líder y aquí ha demostrado la grandeza de dicha práctica. La película y el actor cultivan al personaje a través de tres ejes: el líder de la revolución pacífica a través de sus discursos (una colección sumamente estudiada de cuidadosa imitación), el lobista que negociaba con las altas esferas del gobierno (un juego de poder con alto carácter interpretativo) y el esposo ausente (un retrato sutilmente controversial de su vida privada).
Sin embargo, al no ser una biografía, Du Vernay impide que King sea el sujeto central del film. Lo posiciona como una figura guía cuyas decisiones afectan profundo en la historia. Así, la necesidad de su mensaje se convierte en el sujeto. Pero, al influenciar su discurso en un solo lugar durante toda la historia, establece a Selma como el sujeto central.
Y Selma se abstiene de mostrar a los blancos como figuras dignas de puro odio y a los negros como los héroes de la historia. En un tema donde es muy fácil establecer rígidos juicios de valor y abusar de estereotipos, hay un esfuerzo valioso por establecer una escala de matices. Incluso Luther King es un personaje que cuestiona en todo momento sus decisiones.
El punto negativo de la película es que carece de recursos narrativos que generen suspenso o sorpresa. Du Vernay se prohíbe ocultar información para propiciar la imaginación del espectador y, en consecuencia, se hace más notoria la sensación de ya saber el desenlace de la historia y la caída del ritmo. El resultado genera una sensación de simpleza en el guion y la emoción se pierde por momentos.
A falta de ello, Selma mantiene una idea fuerte: que lo ocurrido aquí responde solo a una solución transitoria. Por ejemplo, cuando va a dar inicio a la marcha, se genera un ataque de la policía sobre los huelguistas pacíficos. En ese momento, es fulgurante la emotividad por la violencia sobre el más vulnerable. Y las imágenes, además de identificar al público, logran demostrar que dichos problemas quizás nunca serán solucionados, sino solo parcialmente disminuidos.
Han pasado cincuenta años de Selma, pero el guión le da vigencia a la historia al explorar problemas universales como el rol de la prensa para la manifestación política, las protestas populares, la forma en que los mítines y discursos públicos se transforman en reacciones ciudadanas, la corrupción en las fuerzas del orden y la cruda realidad de que los grandes cambios siempre llegan acompañados de baños de sangre.
Pero la ciudad de Selma en el estado de Alabama no pertenecía al mundo libre. Hacia 1964, la mitad de la población en la zona era negra, pero solo el 2% de ellos estaba registrado para votar. Esto debido a las trabas burocráticas, económicas y raciales que imponían los pobladores blancos sobre este derecho, a pesar de que ya era legal la participación de afroamericanos en la vida democrática del país. Mientras tanto, el presidente Lyndon B. Johnson postergaba la firma de leyes más claras que erradicaran la intimidación sobre los pobladores.
Sobre este escenario, la directora Ava Du Vernay recoge en Selma el valor de las protestas sociales frente a la clase política. Lo hace de la mano de Martin Luther King Jr., que planeó una marcha de 84 kilómetros desde Selma hasta la sede del congreso en Alabama como respuesta a la demora presidencial. Para interpretarlo, al actor David Oyelowo le llevó toda una vida ensayar las cuerdas vocales del líder y aquí ha demostrado la grandeza de dicha práctica. La película y el actor cultivan al personaje a través de tres ejes: el líder de la revolución pacífica a través de sus discursos (una colección sumamente estudiada de cuidadosa imitación), el lobista que negociaba con las altas esferas del gobierno (un juego de poder con alto carácter interpretativo) y el esposo ausente (un retrato sutilmente controversial de su vida privada).
Sin embargo, al no ser una biografía, Du Vernay impide que King sea el sujeto central del film. Lo posiciona como una figura guía cuyas decisiones afectan profundo en la historia. Así, la necesidad de su mensaje se convierte en el sujeto. Pero, al influenciar su discurso en un solo lugar durante toda la historia, establece a Selma como el sujeto central.
Y Selma se abstiene de mostrar a los blancos como figuras dignas de puro odio y a los negros como los héroes de la historia. En un tema donde es muy fácil establecer rígidos juicios de valor y abusar de estereotipos, hay un esfuerzo valioso por establecer una escala de matices. Incluso Luther King es un personaje que cuestiona en todo momento sus decisiones.
El punto negativo de la película es que carece de recursos narrativos que generen suspenso o sorpresa. Du Vernay se prohíbe ocultar información para propiciar la imaginación del espectador y, en consecuencia, se hace más notoria la sensación de ya saber el desenlace de la historia y la caída del ritmo. El resultado genera una sensación de simpleza en el guion y la emoción se pierde por momentos.
A falta de ello, Selma mantiene una idea fuerte: que lo ocurrido aquí responde solo a una solución transitoria. Por ejemplo, cuando va a dar inicio a la marcha, se genera un ataque de la policía sobre los huelguistas pacíficos. En ese momento, es fulgurante la emotividad por la violencia sobre el más vulnerable. Y las imágenes, además de identificar al público, logran demostrar que dichos problemas quizás nunca serán solucionados, sino solo parcialmente disminuidos.
Han pasado cincuenta años de Selma, pero el guión le da vigencia a la historia al explorar problemas universales como el rol de la prensa para la manifestación política, las protestas populares, la forma en que los mítines y discursos públicos se transforman en reacciones ciudadanas, la corrupción en las fuerzas del orden y la cruda realidad de que los grandes cambios siempre llegan acompañados de baños de sangre.
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