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Alguien a quien amar

Drama Thomas Jacob, un cantautor de fama mundial, vive en Los Ángeles. Después de varios años de ausencia, regresa a Dinamarca para grabar un nuevo álbum y reunirse con la hija de la que se distanció. Ella le presenta a Noa, su hijo de 11 años. Aunque no conoce al niño, a Thomas no le queda más remedio que cuidar de él. Poco a poco, acabarán conectando gracias a la música, y Thomas entonces tomará una decisión que cambiará su vida para siempre. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
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6
24 de octubre de 2014 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que, de alguna manera, aquellos que consiguen fama internacional lo hacen porque han vendido el alma al diablo, y todos sabemos lo mal que se pasa andando por ahí con un agujero, que va de los cordones de los zapatos al cuero cabelludo. Algo así le pasa a Thomas Jacob, una estrella de la canción, el Leonard Cohen danés afincado en Los Angeles; y como las cosas siempre pueden empeorar, en Copenhague le espera una hija a la que conoce por poner su nombre en algún que otro talón y su nieto Noa (11 años) al que nunca ha visto.

Con una frialdad, a juego con los escandinavos ríos helados, el protagonista deambula huyendo de cuaquier afecto que pudiera contribuir a su descongelación. Solo trabajo, pastillas para dormir, nuevos temas musicales y la eterna ausencia de las drogas que le encumbraron y le mataron.
8
13 de marzo de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelentes interpretaciones, siempre Persbrandt es una garantía. Aunque hemos visto esta historia cientos de veces, hay algo en ella que la aleja del drama convencional, está sostenido en silencios más que elocuentes, diálogos sencillos que dicen mucho más que lo que parecen. Desde luego, no se pierde el tiempo viendo esta película, con ese aroma europeo que imprimen las producciones del centro y norte de Europa. Sobriedad que llena de sentimientos la pantalla. Desde luego, muy notable muestra de cómo hacer buen cine con economía de medios y mucho talento.
9
4 de abril de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmovedora y excelente, personalmente quedé atrapada en la historia desde el minuto uno. Cómo las imágenes pasan con delicadeza y un respeto palpable y capta a la perfección cada gesto, cada mirada de los personajes, en los silencios donde ellos son capaces de decirlo todo. Cómo la música baila al compás de la historia, marcando cada momento y fluyendo, creciendo al lado de ellos. Magnifica.
8
31 de octubre de 2014 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pareció una de las películas destacadas del festival Seminci 2014. Serio melodrama que respira realidad y con el gran poder de la música.
Los actores están impecables, sobre todo el protagonista con esa voz cantando, tipo Leonard Cohen y el niño, que con la mirada lo dice todo.
Los paisajes daneses nevados son el escenario perfecto para puntualizar las emociones de los personajes.
Fischer nos cuenta la historia sin prisa y con los elementos que considera justos. Con contrastes entre los paisajes nevados y los interiores oscuros.
6
27 de octubre de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nunca sabes quién cambiará tu vida” es el eslogan elegido para promocionar ‘Alguien a quien amar’ (Pernille Fischer Christensen, 2014), el último drama familiar con tintes musicales que nos llega desde la fría Dinamarca. Thomas Jacob (Mikael Persbrandt) es un cantautor que triunfa en Estados Unidos. Cuando decide volver a Dinamarca para grabar su nuevo disco, se encontrará con su pasado, su presente y su futuro al mismo tiempo. Su hija, con la que no mantiene una relación muy buena, le presenta a su nieto Noa, con el que tendrá que aprender a convivir, al menos durante un tiempo hasta que ella salga de rehabilitación. Lo que no sabe Thomas es que su nieto será esa persona que cambiará su vida.

Desde la fría Dinamarca (como ya hemos anunciado) nos llega esta historia, fría en apariencia y aspecto, pero con un gran calor humano en su interior, tan adentro que apenas fue perceptible en gran parte de su metraje. Ese contraste frío-calor hace de la historia de ‘Alguien a quien amar’ una trama interesante y atractiva, con muchos matices, unos fáciles de percibir y otros que pasan casi desapercibidos, pero tiene todos los ingredientes para ser un drama que consiga calar con facilidad. Pero no es así. En su primera mitad es difícil vislumbrar ese calor que poco a poco debía ir derritiendo el témpano de hielo recién salido del congelador, pero cuesta, y mucho. En cierta medida es de agradecer, sobre todo porque nos presenta pequeños momentos hilarantes, pero en su mayoría sigue una línea recta que le cuesta abandonar. No es hasta su segunda mitad, con el gran mazazo que da al espectador, cuando se percibe, por primera vez, el calor, los instintos primigenios del ser humano, esa representación impulsiva de nuestra especie que tan resultona es en cualquier película. De todas formas, resulta ligeramente reconfortante esa dualidad, el contraste entre un escudo de hielo y un núcleo de lava incandescente que termina por romper la coraza superficial dejando entrar un aire cálido y esperanzador. Al resurgir de esas llamas ayuda bastante la musicalidad con la que Christensen lleva la trama. A pequeños intervalos va introduciendo temas de su personaje que, en mayor o menor medida, reflejan su situación y dejan entrever su cálido corazón, dejando que su alma se expanda junto a las notas musicales.

Si hay algo que ayuda a la película a salir hacia delante, es Mikael Persbrandt, un portento interpretativo (algo fuera de su salsa aquí, pero no demasiado) que con su voz rasgada nos recita el pesar del alma de su personaje, ese hombre prácticamente hierático, falto de sentimientos y antisocial por antonomasia. En su cabeza sólo rondan partituras, letras y melodías, y ni siquiera reencontrarse con su hija, aquejada por las drogas, y con su nieto, al que no conocía, romperán esa concentración musical que le tiene absorto de toda realidad, incluyendo a esas personas que forman su círculo más cercano, si es que alguna vez existió dicho círculo. Y si su actuación resulta grandiosa, más aún lo es su relación con su nieto al que recién conoce. Sofus Rønnov, que es el actor que da vida a Noa, es tratado y actúa como un adulto. En su rostro y en sus palabras no existe resto de la inocencia infantil que en algún momento debió tener, y ello entronca con la relación que desarrolla con su abuelo, una relación entre iguales, de un trato igualitario que en ocasiones hasta asusta. Remarcar nuevamente lo maravilloso, aunque a veces (pocas) “desafinado”, que resultó escuchar las canciones en boca de Persbrandt y el contraste tan lucido con la dulzura que irradiaba Trine Dyrholm. Todo un placer.

Para esos sensibles de corazón que llevan su armadura a cuestas, y para los que no, también
Lo mejor: Su musicalidad en boca de Persbrandt y Dyrholm
Lo peor: Su frialdad no deja ver ese atisbo de calidez humana
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