Los mejores años de nuestra vida
1946 

8.2
9,332
12 de agosto de 2008
12 de agosto de 2008
37 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quieren conocer la teoría de la relatividad? ¿Un ejemplo practico? ¿Parecer insensibles al paso inexorable del tiempo? ¿Qué 170 minutos no parezcan nada? : Vean Los mejores años de nuestra vida de William Wyler. Da igual que la vean ahora por primera vez como que la vuelvan a ver después de una temporada. Da lo mismo. Les volverá a seducir. Se olvidarán de los relojes, de las prisas y si no andan con cuidado se olvidarán de recoger a los niños del cole u otros compromisos similares. Es la capacidad hipnótica de una historia absolutamente magistral que, llevada al cine, confiere a éste, la categoría de ARTE, con mayúsculas.
7 Oscars mas 1 honorario, a Harold Russell por “dar esperanza a sus compañeros veteranos“, absolutamente merecidos, son los poderes de esta película dirigida por uno de los directores cuyas películas han sido más laureadas, incluyendo el Oscar a la mejor dirección por La señora Miniver y por Los mejores años de nuestra vida e infinidad de estatuillas más. Recordemos Ben Hur , La Heredera, Vacaciones en Roma , El Forastero, etc. Todas premiadas en alguna categoría.
Para algunos críticos, Los mejores años de nuestra vida es la única película de la historia que justifica plenamente las 8 estatuillas. No voy a contradecir esta afirmación porque este tipo de argumentaciones siempre resulta discutible, pero, es cierto, que el film es magistral en todos los sentidos, e incluso no hubiese sorprendido un reconocimiento a la fotografía de Gregg Toland, donde todo esta en su sitio justo y preciso para cautivar la mirada del espectador y emocionarla, como tampoco hubiese extrañado un premio superior para Mirna Loy en una interpretación sublime tanto en la faceta de esposa cómplice y resignada y de madre confidente.
Una temática real, cruda y difícil pero planteada desde ópticas optimistas de quien cree en la capacidad de un pueblo para superarse a sí mismo en los momentos críticos de su historia. Un drama de supervivencia pura y dura pero apuntalada desde las sonrisas de la esperanza. Un guión, donde no sólo se vive el drama físico y social de los excombatientes sino donde se intuyen igualmente las crisis personales, familiares, económicas y sobre todo morales de los que se quedaron... Un guión que acaba apostando por el entendimiento entre unos y otros.
Un 10. Por supuestísimo.
7 Oscars mas 1 honorario, a Harold Russell por “dar esperanza a sus compañeros veteranos“, absolutamente merecidos, son los poderes de esta película dirigida por uno de los directores cuyas películas han sido más laureadas, incluyendo el Oscar a la mejor dirección por La señora Miniver y por Los mejores años de nuestra vida e infinidad de estatuillas más. Recordemos Ben Hur , La Heredera, Vacaciones en Roma , El Forastero, etc. Todas premiadas en alguna categoría.
Para algunos críticos, Los mejores años de nuestra vida es la única película de la historia que justifica plenamente las 8 estatuillas. No voy a contradecir esta afirmación porque este tipo de argumentaciones siempre resulta discutible, pero, es cierto, que el film es magistral en todos los sentidos, e incluso no hubiese sorprendido un reconocimiento a la fotografía de Gregg Toland, donde todo esta en su sitio justo y preciso para cautivar la mirada del espectador y emocionarla, como tampoco hubiese extrañado un premio superior para Mirna Loy en una interpretación sublime tanto en la faceta de esposa cómplice y resignada y de madre confidente.
Una temática real, cruda y difícil pero planteada desde ópticas optimistas de quien cree en la capacidad de un pueblo para superarse a sí mismo en los momentos críticos de su historia. Un drama de supervivencia pura y dura pero apuntalada desde las sonrisas de la esperanza. Un guión, donde no sólo se vive el drama físico y social de los excombatientes sino donde se intuyen igualmente las crisis personales, familiares, económicas y sobre todo morales de los que se quedaron... Un guión que acaba apostando por el entendimiento entre unos y otros.
Un 10. Por supuestísimo.
6 de agosto de 2006
6 de agosto de 2006
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores película de la historia del cine. Una reflexión sobre la vida misma bajo la mirada de unos soldados que regresan a sus casas, a sus ambientes, a sus vidas después de años en la guerra. Yo creo que la dirección de Wyler es del todo portentosa y las interpretaciones todas destacan, especialmente la de Myrna Loy y la de Fredric March.
Se trata de una reflexión sobre esa dificil tarea de volver a recuperar lo que se había dejado, el volver al lugar donde habían sido felices, pero cuando regresan ven que la vida a continuado sin ellos, que nada es ya como ellos lo habían dejado, todo les resulta extraño, empienza entonces la ardua tarea de recuperar los mejore años de sus vidas. Creo que este es el arguemento fundamental de esta película. Una película destacable en todos sus aspectos, en la que no sobra nada y que siempre consigue conmover aunque pase el tiempo...
Se trata de una reflexión sobre esa dificil tarea de volver a recuperar lo que se había dejado, el volver al lugar donde habían sido felices, pero cuando regresan ven que la vida a continuado sin ellos, que nada es ya como ellos lo habían dejado, todo les resulta extraño, empienza entonces la ardua tarea de recuperar los mejore años de sus vidas. Creo que este es el arguemento fundamental de esta película. Una película destacable en todos sus aspectos, en la que no sobra nada y que siempre consigue conmover aunque pase el tiempo...
22 de julio de 2005
22 de julio de 2005
29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para alguien que ama el cine, el visionado de este film es obligado. Todo en el alcanza unas cotas de perfección únicas. A la elegante dirección de un William Wyler en estado de gracia, se une la profundidad de campo de la fotografía de Greg Toland y un elenco insuperable de actores; por no hablar de la banda sonora que alcanza cotas líricas inimaginables y que la hizo, como no podía ser de otro modo, merecedora del oscar. Sólo por esta hermosa película, William Wyler, a quien se le ha reprochado injustamente no tener un estilo propio, merece estar entre los mejores directores de la historia. Sin duda alguna, uno de los films de cabecera para cualquier cinéfilo que se precie y un feliz descubrimiento para quien no la haya visto.
18 de diciembre de 2007
18 de diciembre de 2007
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, 3 hombres toman juntos un avión de carga del ejército que los llevará a su pueblo natal y durante el cual conocemos como eran sus vidas antes de ir al frente. Al Stephenson (Fredric March) está casado con Milly (Myrna Loy), tiene 2 hijos (Teresa Wright y Michael Hall) y tenía un importante cargo en un banco local; Fred Derry (Dana Andrews) acababa de casarse con Marie (Virginia Mayo) y era empleado del bazar más importante del pueblo; por su parte Homer Parrish (debutante Harold Russell) era deportista y estaba a punto de casarse con su novia de toda la vida Wilma (Cathy O'Donnell).
Sin embargo ellos son conscientes de algo: la guerra ha dejado secuelas en ellos, algunas físicas como en Homer, la mayoría en sus almas cambiando para siempre sus maneras de ver la vida. Y de esto trata esta hermosa película: es un minucioso estudio de la vida post guerra de los veteranos de combate y de todo lo que deben enfrentar al regresar a sus vidas habituales llevando a cuestas tremenda experiencia, asimismo enfoca el punto de vista de estos seres queridos que los reciben con los brazos abiertos pero que quizás no sean más aquellos que una vez conocieron. Es divertida, es dramática, es esperanzadora, es dolorosa y sobre todo muy, muy humana.
Los 7 Oscars que ganó no es sino un indicio de su gran calidad, de sus magníficas interpretaciones y de la grandeza del cine de William Wyler. Todo un maestro.
Sin embargo ellos son conscientes de algo: la guerra ha dejado secuelas en ellos, algunas físicas como en Homer, la mayoría en sus almas cambiando para siempre sus maneras de ver la vida. Y de esto trata esta hermosa película: es un minucioso estudio de la vida post guerra de los veteranos de combate y de todo lo que deben enfrentar al regresar a sus vidas habituales llevando a cuestas tremenda experiencia, asimismo enfoca el punto de vista de estos seres queridos que los reciben con los brazos abiertos pero que quizás no sean más aquellos que una vez conocieron. Es divertida, es dramática, es esperanzadora, es dolorosa y sobre todo muy, muy humana.
Los 7 Oscars que ganó no es sino un indicio de su gran calidad, de sus magníficas interpretaciones y de la grandeza del cine de William Wyler. Todo un maestro.
27 de junio de 2010
27 de junio de 2010
24 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wyler satisfacía aquel íntimo deseo de los cinéfilos que ya se habían deslumbrado en la primera mitad del siglo veinte con las maravillas que el celuloide podía dar. Era el deseo de degustar superproducciones de larga duración en la sala de cine y transportarse a otras vidas, otros problemas, otros sueños y alegrías, vidas, problemas, sueños y alegrías que frecuentemente tenían mucho en común con los de los espectadores de las butacas.
Justo al término de la Segunda Guerra Mundial y coincidiendo con el retorno a casa de miles de veteranos del ejército, la idea de trasladar al cine la novela “Glory For Me” de MacKinley Kantor era idónea.
Porque una vez acabada la guerra, ¿qué era de todos aquellos soldados y oficiales licenciados? ¿Cómo era su readaptación a la rutina normal en la que ya no había que dejarse la piel en combate?
Pues la realidad no era demasiado alentadora. Las recepciones de bienvenida de los héroes eran como abrir una botella de gaseosa. Mucho ruido, burbujeo y estallido eufórico que apenas duraba lo que el tapón de la gaseosa en caer al suelo. No desde luego por parte de sus familias y personas queridas, que aguardaban a sus maridos, hijos, novios, hermanos, padres y amigos con toda la ilusión de saber la suerte que tenían de poder verlos volver. Muchas familias no tenían esa suerte.
A nivel nacional, la aclamación de “héroes” sonaba a falsete. Sólo los que amaban a esos hombres conocían el significado de esa palabra.
Y sonaba a falsete porque tras las palmadas amistosas, el estrechar de manos y los cumplidos, crepitaban algunas suspicacias. “Ahora vuelven todos éstos como una plaga, a robar empleos y vivir del cuento. A conseguir trabajo fácil gracias a sus uniformes y sus condecoraciones.” Casi se podían oír los engranajes recelosos.
Fuese más o menos fundada dicha suspicacia, y dejando ya atrás los horrores y divisiones provocados por la guerra, lo cierto es que Estados Unidos (como otros) atravesó por la etapa de acoger a la generación de veteranos que había visto la muerte de cerca. Muy afortunados eran los que estaban enteros, sanos y salvos. Porque muchos no podían decir lo propio. En cierto sentido, todos tenían mutilaciones, bien físicas, bien psíquicas, o bien ambas.
Y ahora estaban de vuelta y tenían casi tanto miedo como cuando se lanzaban a batallar. ¿Qué iban a encontrar? ¿Estaría todo muy cambiado? ¿Podrían acomodarse de nuevo a sus parientes y amigos tras años de ausencia? ¿En qué trabajarían?
Un ex-sargento de Infantería, un ex-integrante de la Marina y un ex–piloto de las Fuerzas Aéreas se conocen mientras vuelan hacia Boone, su ciudad. Vuelan hacia un destino que los amedrenta casi tanto como los ilusiona.
Y observaremos el desenvolvimiento de los tres ángeles caídos, cada uno con sus heridas y sus temores, cada uno enfrentándose a los problemas que los esperan en casa.
Justo al término de la Segunda Guerra Mundial y coincidiendo con el retorno a casa de miles de veteranos del ejército, la idea de trasladar al cine la novela “Glory For Me” de MacKinley Kantor era idónea.
Porque una vez acabada la guerra, ¿qué era de todos aquellos soldados y oficiales licenciados? ¿Cómo era su readaptación a la rutina normal en la que ya no había que dejarse la piel en combate?
Pues la realidad no era demasiado alentadora. Las recepciones de bienvenida de los héroes eran como abrir una botella de gaseosa. Mucho ruido, burbujeo y estallido eufórico que apenas duraba lo que el tapón de la gaseosa en caer al suelo. No desde luego por parte de sus familias y personas queridas, que aguardaban a sus maridos, hijos, novios, hermanos, padres y amigos con toda la ilusión de saber la suerte que tenían de poder verlos volver. Muchas familias no tenían esa suerte.
A nivel nacional, la aclamación de “héroes” sonaba a falsete. Sólo los que amaban a esos hombres conocían el significado de esa palabra.
Y sonaba a falsete porque tras las palmadas amistosas, el estrechar de manos y los cumplidos, crepitaban algunas suspicacias. “Ahora vuelven todos éstos como una plaga, a robar empleos y vivir del cuento. A conseguir trabajo fácil gracias a sus uniformes y sus condecoraciones.” Casi se podían oír los engranajes recelosos.
Fuese más o menos fundada dicha suspicacia, y dejando ya atrás los horrores y divisiones provocados por la guerra, lo cierto es que Estados Unidos (como otros) atravesó por la etapa de acoger a la generación de veteranos que había visto la muerte de cerca. Muy afortunados eran los que estaban enteros, sanos y salvos. Porque muchos no podían decir lo propio. En cierto sentido, todos tenían mutilaciones, bien físicas, bien psíquicas, o bien ambas.
Y ahora estaban de vuelta y tenían casi tanto miedo como cuando se lanzaban a batallar. ¿Qué iban a encontrar? ¿Estaría todo muy cambiado? ¿Podrían acomodarse de nuevo a sus parientes y amigos tras años de ausencia? ¿En qué trabajarían?
Un ex-sargento de Infantería, un ex-integrante de la Marina y un ex–piloto de las Fuerzas Aéreas se conocen mientras vuelan hacia Boone, su ciudad. Vuelan hacia un destino que los amedrenta casi tanto como los ilusiona.
Y observaremos el desenvolvimiento de los tres ángeles caídos, cada uno con sus heridas y sus temores, cada uno enfrentándose a los problemas que los esperan en casa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La guerra no deja héroes, no deja vencedores. Todos son perdedores. Todos se han dejado trozos de sí mismos en alguna parte hostil. Tras la tremenda fortuna de seguir vivos, viene la gesta de recomponerse, reubicarse y sentirse otra vez seres humanos.
Un largo camino por recorrer.
Wyler sangró aquel dolor de la incertidumbre, el miedo y el renacimiento del superviviente maltrecho de espíritu y/o cuerpo, y lo hizo con tanta maravillosa magia que las dos horas y tres cuartos de metraje se deslizan como si nada.
Un largo camino por recorrer.
Wyler sangró aquel dolor de la incertidumbre, el miedo y el renacimiento del superviviente maltrecho de espíritu y/o cuerpo, y lo hizo con tanta maravillosa magia que las dos horas y tres cuartos de metraje se deslizan como si nada.
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