Falsos millonarios
5.7
2,426
Drama. Comedia
Theresa (Debra Winger) y Robert (Richard Jenkins) son dos estafadores profesionales que llevan 26 años formando a su única hija, Old Dolio (Evan Rachel Wood), para timar, estafar y robar a cada oportunidad que se le presente. Durante un golpe mal planificado y a la desesperada, la familia convence a Melanie, una desconocida (Gina Rodriguez) para que se una a su siguiente fraude, algo que sin duda acabará poniendo patas arriba todo su mundo. (FILMAFFINITY) [+]
10 de noviembre de 2020
10 de noviembre de 2020
21 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he conseguido entrar está atípica película, donde los personajes son a cuál más desagradable, tampoco es creíble nada de lo que está ocurriendo en esta estúpida familia llegando a pensar que todo es una tomadura de pelo.
Estos son los Dynes. Robert, Theresa y su hija de 26 años Old Olio, viven en una oficina destartalada en un suburbio de Los Ángeles, sobreviven cometiendo delitos menores y pequeñas estafas. En uno de sus engaños en el aeropuerto fingiendo que les han robado una maleta para cobrar la indemnización, conocen a una joven latina llamada Melanie que se les quiere unir...
Los despreciables padres son Richard Jenkins y una irreconocible Debra Winger, la hija es Evan Rachel Wood que está alelada durante toda la película. Y Gina Rodríguez es la novata que se une a este grupo. Todo un reparto de lujo que no entiendes como se han prestado a este esperpento de guion.
La guionista y directora Miranda July nos cuenta una historia más estrafalaria que divertida. El sentido del humor es nulo, y la idea de parecerse a una película de Wes Anderson o algún director similar queda en agua de borrajas.
Los espectadores nos enfrentamos a la tediosa tarea de esperar a que suceda algo que no llega nunca a suceder.
Destino Arrakis.com
Estos son los Dynes. Robert, Theresa y su hija de 26 años Old Olio, viven en una oficina destartalada en un suburbio de Los Ángeles, sobreviven cometiendo delitos menores y pequeñas estafas. En uno de sus engaños en el aeropuerto fingiendo que les han robado una maleta para cobrar la indemnización, conocen a una joven latina llamada Melanie que se les quiere unir...
Los despreciables padres son Richard Jenkins y una irreconocible Debra Winger, la hija es Evan Rachel Wood que está alelada durante toda la película. Y Gina Rodríguez es la novata que se une a este grupo. Todo un reparto de lujo que no entiendes como se han prestado a este esperpento de guion.
La guionista y directora Miranda July nos cuenta una historia más estrafalaria que divertida. El sentido del humor es nulo, y la idea de parecerse a una película de Wes Anderson o algún director similar queda en agua de borrajas.
Los espectadores nos enfrentamos a la tediosa tarea de esperar a que suceda algo que no llega nunca a suceder.
Destino Arrakis.com
17 de marzo de 2021
17 de marzo de 2021
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal cual samurái, Old Dolio (estrafalaria Evan Rachel Wood), devela en un sólo minuto 26 años de entrenamiento en el arte del robo, bajo un técnica en apariencia cómica, pero que después sabremos se debe a un cuidado máximo del punto ciego en un circuito de cámaras. Tan sigilosa que ni ella misma se percata de su existencia.
Instruida por sus padres (quienes le enseñaron a falsificar firmas y como consecuencia a escribir), la dinastía Dyne no niega su miseria y actúa desde lo pragmático y pesimista, buscando la supervivencia contante en un mundo donde querer ser millonario o pagar el alquiler, son fantasías y realidades que absorben la vitalidad de las personas. El dinero nos hace adictos.
No es hasta que Melanie (soridaria Gina Rodriguez) aparece en la vida de los Dyne, que la entropía entra a este núcleo familiar hermético. Melanie no conoce el afecto genuino de una familia quien trata de mostrar cariño a través de lo material, mientras que Old Dolio desconoce el amor filial porque la búsqueda de lo material no deja tiempo para lo afectivo entre ella y sus padres. El yin-yang del dinero.
Así es como Old Dolio a sus 26 años, vislumbra que quizá es momento de comenzar su propia vida, de emanciparse de sus padres; algo difícil dado su poco contacto con personas, pero algo en lo que Melanie fungirá como un engranaje aceitado de amistad, pues encontrará en Old Dolio una oportunidad de mostrar cariño de verdad, genuino, palpable. El ying-yang de lo afectivo.
Con una propuesta visualmente surreal como una espuma rosa colándose por las paredes, pero al mismo tiempo tan singularmente real con toques sociales, Kajillionaire nos lleva por un viaje bizarro en diferentes niveles, condensando una filosofía de vida cuasi obvia, pero no por eso menos verdadera: la felicidad radica en esos detalles que damos.
Instruida por sus padres (quienes le enseñaron a falsificar firmas y como consecuencia a escribir), la dinastía Dyne no niega su miseria y actúa desde lo pragmático y pesimista, buscando la supervivencia contante en un mundo donde querer ser millonario o pagar el alquiler, son fantasías y realidades que absorben la vitalidad de las personas. El dinero nos hace adictos.
No es hasta que Melanie (soridaria Gina Rodriguez) aparece en la vida de los Dyne, que la entropía entra a este núcleo familiar hermético. Melanie no conoce el afecto genuino de una familia quien trata de mostrar cariño a través de lo material, mientras que Old Dolio desconoce el amor filial porque la búsqueda de lo material no deja tiempo para lo afectivo entre ella y sus padres. El yin-yang del dinero.
Así es como Old Dolio a sus 26 años, vislumbra que quizá es momento de comenzar su propia vida, de emanciparse de sus padres; algo difícil dado su poco contacto con personas, pero algo en lo que Melanie fungirá como un engranaje aceitado de amistad, pues encontrará en Old Dolio una oportunidad de mostrar cariño de verdad, genuino, palpable. El ying-yang de lo afectivo.
Con una propuesta visualmente surreal como una espuma rosa colándose por las paredes, pero al mismo tiempo tan singularmente real con toques sociales, Kajillionaire nos lleva por un viaje bizarro en diferentes niveles, condensando una filosofía de vida cuasi obvia, pero no por eso menos verdadera: la felicidad radica en esos detalles que damos.
12 de diciembre de 2020
12 de diciembre de 2020
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta de Miranda July posiblemente sea una de las propuestas más interesantes de este 2020 y es que combina de una forma muy equilibrada la comedia y el drama, provocando carcajadas y tristeza por partes iguales. La caracterización de los personajes que nos presenta es bastante única al mostrar personajes cuyas rarezas hacen completamente especiales y diferentes a todo lo que hemos visto.
El argumento nos recuerda a la aclamada ‘’Parásitos’’ de Bong Joon-Ho pero a diferencia de la citada, los lazos que unen a nuestra familia protagonista son muy diferentes. La historia comienza narrándonos la vida de una familia de estafadores que realizan robos de poco valor y se sirven de todo lo que tienen a su alcance para conseguir sus propósitos. Desde no pagar el alquiler de la oficina en la que viven hasta conseguir correo robado que poder vender a cualquier incauto. La madre y el padre no podrían ser más manipuladores, mentirosos y despreciables. Sin embargo, es el personaje de la hija, llamada Old Dolio, la que resulta realmente interesante. Y es que la chica de 26 años parece querer esconderse del mundo detrás de su largo cabello. Prácticamente es usada por sus padres para realizar todo el trabajo sucio de las estafas y vive en una especie de dictadura que la priva del afecto. Primero de sus progenitores, por imposición ajena y después del mundo y las personas que la rodean, por decisión propia o tal vez por una costumbre difícil de alejar. En la vida de Old Dolio no existen palabras de halago que sirvan para reconfortarla en sus días más duros, no hay familias que se sientan a la mesa después de volver del trabajo y comparten con los demás miembros como les ha ido el día. Tampoco regalos de cumpleaños atrasados o incluso celebraciones familiares. Ni siquiera sabe lo que es gatear hacia su madre y ser envuelta cariñosamente por sus brazos siendo solo un bebe. A Old Dolio se le ha negado cualquier tipo de afecto, amor o cariño por parte de sus padres. A pesar de ello, siente un afecto y una lealtad inquebrantables hacia sus progenitores siendo capaz de ignorar que está siendo constantemente usada por ellos.
Sin embargo, el perfecto funcionamiento de esta familia de tres cambia por completo cuando conocen a una desconocida en una estafa. Ella es Melanie, una joven puertoriqueña, que se les unirá despertando primero los celos de Old Dolio y después resultando esencial para ella, haciendo resurgir sentimientos dormidos que nunca había pensado experimentar.
El personaje interpretado por Gina Rodriguez llega como un terremoto a la cinta, separando la comedia del drama y mostrándonos las miserias de la vida de Old Dolio, también haciéndola conectar con ese otro mundo que había permanecido oculto para ella durante todo este tiempo. Y es que es Melanie quien vuelve a conectar a Old Dolio con la vida, quien le da una razón para existir.
Me ha encantado que esta peculiar familia viviera en una oficina que estaba al lado de una fábrica de pompas de jabón y que tuvieran que limpiar la pared cada cierto tiempo porque el jabón se desbordara por las paredes. El colorido, los personajes y este tipo de escenas me han recordado mucho al cine de Wes Anderson.
‘’Kajillionaire’’ no es una cinta redonda. Sin embargo, te hace pasar un buen rato. Resulta muy original en su conjunto y consigue llegar a ser muy emotiva y cercana. Evan Rachel Wood esta irreconocible haciendo uno de los mejores papeles de su carrera. Y Richard Jenkins y Debra Winger consiguen que los odies por completo.
El argumento nos recuerda a la aclamada ‘’Parásitos’’ de Bong Joon-Ho pero a diferencia de la citada, los lazos que unen a nuestra familia protagonista son muy diferentes. La historia comienza narrándonos la vida de una familia de estafadores que realizan robos de poco valor y se sirven de todo lo que tienen a su alcance para conseguir sus propósitos. Desde no pagar el alquiler de la oficina en la que viven hasta conseguir correo robado que poder vender a cualquier incauto. La madre y el padre no podrían ser más manipuladores, mentirosos y despreciables. Sin embargo, es el personaje de la hija, llamada Old Dolio, la que resulta realmente interesante. Y es que la chica de 26 años parece querer esconderse del mundo detrás de su largo cabello. Prácticamente es usada por sus padres para realizar todo el trabajo sucio de las estafas y vive en una especie de dictadura que la priva del afecto. Primero de sus progenitores, por imposición ajena y después del mundo y las personas que la rodean, por decisión propia o tal vez por una costumbre difícil de alejar. En la vida de Old Dolio no existen palabras de halago que sirvan para reconfortarla en sus días más duros, no hay familias que se sientan a la mesa después de volver del trabajo y comparten con los demás miembros como les ha ido el día. Tampoco regalos de cumpleaños atrasados o incluso celebraciones familiares. Ni siquiera sabe lo que es gatear hacia su madre y ser envuelta cariñosamente por sus brazos siendo solo un bebe. A Old Dolio se le ha negado cualquier tipo de afecto, amor o cariño por parte de sus padres. A pesar de ello, siente un afecto y una lealtad inquebrantables hacia sus progenitores siendo capaz de ignorar que está siendo constantemente usada por ellos.
Sin embargo, el perfecto funcionamiento de esta familia de tres cambia por completo cuando conocen a una desconocida en una estafa. Ella es Melanie, una joven puertoriqueña, que se les unirá despertando primero los celos de Old Dolio y después resultando esencial para ella, haciendo resurgir sentimientos dormidos que nunca había pensado experimentar.
El personaje interpretado por Gina Rodriguez llega como un terremoto a la cinta, separando la comedia del drama y mostrándonos las miserias de la vida de Old Dolio, también haciéndola conectar con ese otro mundo que había permanecido oculto para ella durante todo este tiempo. Y es que es Melanie quien vuelve a conectar a Old Dolio con la vida, quien le da una razón para existir.
Me ha encantado que esta peculiar familia viviera en una oficina que estaba al lado de una fábrica de pompas de jabón y que tuvieran que limpiar la pared cada cierto tiempo porque el jabón se desbordara por las paredes. El colorido, los personajes y este tipo de escenas me han recordado mucho al cine de Wes Anderson.
‘’Kajillionaire’’ no es una cinta redonda. Sin embargo, te hace pasar un buen rato. Resulta muy original en su conjunto y consigue llegar a ser muy emotiva y cercana. Evan Rachel Wood esta irreconocible haciendo uno de los mejores papeles de su carrera. Y Richard Jenkins y Debra Winger consiguen que los odies por completo.
18 de diciembre de 2022
18 de diciembre de 2022
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un matrimonio de lo más disfuncional y su única hija se dedican a robar y estafar para pagar el alquiler de la trastienda donde viven. Una desconocida se les une con intención de dar un golpe juntos, pero poco a poco despertará sentimientos hacia la chica.
Comedia excéntrica muy bien interpretada y musicalizada, cuya historia nos acerca a una de esas personas destinadas a rescatar a un alma de la oscuridad. Contiene varios momentos inspirados, como el del temblor de tierra a modo de epifanía cósmica o el poético desenlace, con las dos protagonistas fundiéndose en un beso en medio de un mundo material.
"Sólo podemos ser como somos. Pero te queremos y te deseamos lo mejor."
Comedia excéntrica muy bien interpretada y musicalizada, cuya historia nos acerca a una de esas personas destinadas a rescatar a un alma de la oscuridad. Contiene varios momentos inspirados, como el del temblor de tierra a modo de epifanía cósmica o el poético desenlace, con las dos protagonistas fundiéndose en un beso en medio de un mundo material.
"Sólo podemos ser como somos. Pero te queremos y te deseamos lo mejor."
29 de septiembre de 2024
29 de septiembre de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si Wes Paul Thomas Spike Joel Ethan Alexander Jason Anderson Jonze Coen Payne Reitman hubiera dirigido, por ejemplo, por citar solo unas pocas, Descuida, yo te cuido o Sin miedo a la vida o Luna de papel o Nueve reinas, pero al final hubiera de(i)cidido/preferido pasar por el aro, atarse los machos, claudicar, dar su brazo a torcer o no, rendir cuentas (y pleitesía, es lo que toca, de algo hay que vivir, pagar el alquiler, el casoplón o la renta, o, si se tercia, dios no lo quiera, finalmente, morir -a ser posible no en un vulgar arrabalero cuchitril-, seguir, regar las plantas, hacer la colada, la plancha, fregar, un huevo, freír), hincarse de hinojos, agachar la cabeza, poner el culo, siempre en pompa, hacer la carrera, la que sea, plegarse, hacer (la chica de los) recados, decir sí, bwana, lo que usted diga o mande, padre, yo estoy aquí para servirle, donde dije digo, digo Diego, soy buena niña, su sierva o esclava, lo que nos echen, me desdigo, aquí paz y después gloria, no vaya a ser que nos llamen al orden, que se enfaden los jefes con nosotras, la atención, nos echen la bronca, nos den unos buenos azotes, que nos quiten el trabajo o la pasta, la financiación, la guita o la hostia, la bolsa y la vida, la mamandurria.
El caso es que empieza bien y aguanta un buen rato el ritmo o tipo o tirón con buena cara, la apuesta, mezcla o amalgama, influencia y angustia, con interés y sentido, con gracia e inteligencia, con bella rara, no por sobradamente conocida vista menos guapa, extrañeza, hasta que aparece el personaje (Michelle Rodríguez y Rosie Pérez al alimón), cuestión de cuota, y manda parar, a mamar, a mandar, y dices, ah, vale, claro, se acabó el chollo o la libertad o el arte, ahí se jodió el Perú, cualquier tipo de misterio, riesgo o sorpresa, el final está previsto, periclitado, anunciado con bombos y platillo, puesto por el ayuntamiento, por la autoridad pertinente, de antemano, no hay otra, estabulamiento, conducción, la perra de Pavlov, no cabe duda, un plan sencillo, caso resuelto, nos dieron demasiadas pistas, todas de (ellas dan el) golpe, si algo es demasiado bueno para ser cierto es que no es cierto ni bueno, pues eso, tocomocho, por liebre de angora o mejor escayola gato.
El caso es que empieza bien y aguanta un buen rato el ritmo o tipo o tirón con buena cara, la apuesta, mezcla o amalgama, influencia y angustia, con interés y sentido, con gracia e inteligencia, con bella rara, no por sobradamente conocida vista menos guapa, extrañeza, hasta que aparece el personaje (Michelle Rodríguez y Rosie Pérez al alimón), cuestión de cuota, y manda parar, a mamar, a mandar, y dices, ah, vale, claro, se acabó el chollo o la libertad o el arte, ahí se jodió el Perú, cualquier tipo de misterio, riesgo o sorpresa, el final está previsto, periclitado, anunciado con bombos y platillo, puesto por el ayuntamiento, por la autoridad pertinente, de antemano, no hay otra, estabulamiento, conducción, la perra de Pavlov, no cabe duda, un plan sencillo, caso resuelto, nos dieron demasiadas pistas, todas de (ellas dan el) golpe, si algo es demasiado bueno para ser cierto es que no es cierto ni bueno, pues eso, tocomocho, por liebre de angora o mejor escayola gato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La familia es mala (los padres, la madre de la otra, los hijos del moribundo agónico), huye como de la peste o del diablo de ella o ellos, y el paraíso o la salvación está o lo encuentras en la, tachán tachán, homosexualidad, casualidad que no causalidad, pura coincidencia, no se podía ni prever ni imaginar, posmodernidad, rabiosa actualidad, azar, espontaneidad, acabáramos, a más a más (bonus track -tik tok- tic tac- tiki taka) si es femenina, la lotería, el gordo de Navidad (con todas las pedreas, poder y gloria, el cielo en la tierra con todos los ángeles, querubines y serafines, a toda trompeta, -que- viva), y no digas ya na, si es (con) una minoría, para bingo, para asaltar la banca, mil huríes para ti, oh yeah, te darán el diploma, el honoris causa, el premio nobel de la paz, pedestal y estatua, eres una buena monaguilla, maja, seguirás a nuestra vera, hermosa, en nuestra organización todo lo que tú más quieras, nena, no te faltará de nada, ni el oro ni el incienso ni la mirra, serás bendecida, te sobrarán las ofertas, y las demandas, de altar en altar hasta el definitivo nirvana y tiro porque me toca.
Todo lo cual, que es mucho o tanto, no quita, o sí, o algo, de monja, nunca mejor dicho, pellizcos, para que la película esté muy bien y para que se cierre de forma absolutamente coherente perfecta pitagórica numérica quimérica, ellas dos amorosas, se llevan lo suyo, lo más grande, se tienen la una a la otra, bicoca, potosí, libres y felices, y los padres se quedan con su parte y con la de la otra, la ladrona, la yerna o nuera (a la que desvalijan, pero se la sopla, prefiere el alma, sobrevivir en un mundo espiritual, el amor, lo trascendental o esencial a la espuria materia efímera banal, ahí está la puerta de Alcalá), la dote de la hija, aunque, claro, uno, tiquismiquis, pejiguero, pegatas, aguafiestas, otra cosa, algo más abierto o anárquico o menos bonito, algo más ambiguo como al principio, más sutil, sugerido y extraño o complejo y provocativo, no tan vencido/rendido, bandera blanca, hubiera deseado. Sea, milagros a Lourdes o a Roma, en Jólivud ni en broma, son más del capitalismo y la homilía, las escrituras sagradas, de pasar el cazo tras la obligada misa de todos los días, y noches, no perdonan una, aquello es un culto sacerdotal (Eyes wide shut), y luego dicen de la Cienciología cuando serás mía, de los integristas católicos, de los mormones, o los evangelistas o los testigos de Jehová jajaja, nada que ver, tigres de papel, ositos de peluche, esto o aquello es cosa seria, las ligas grandes o mayores, a gran escala, tiran todo por la ventana, no solo la casa, el honor y la hacienda, no se dejan nada, a sabiendas de que el público necesita desesperadamente la medicina, el pienso, la papilla, la doctrina, parusía, clímax, cilmaterio, el enema, la enseñanza o guía para poder seguir con su vida y llenar con algo su cabeza borradora, pasar el día, sendero, camino, manual instrucciones de uso, senda, conciencia, raza, sexo, todo eso tan bueno.
La paradoja o no que a muerte la cola se muerde es que retratan (¿y de paso denuncian critican?) el puro profundo vacío de su mundo, de su desahuciada sociedad, esos viejos solos, presas fáciles para los peores depredadores, los más siniestros o sin escrúpulos, ese control estatal omnímodo obsesivo, esa pobreza, de todo tipo, moral, psicológica, humana, monetaria, reinante ante tras/tanta aparente opulencia, las grietas purulentas del sistema, la nada, el miedo, la estupidez, la maldad, los mismos que a la par con su cine la/lo potencian ensalzan exaltan provocan anhelan festejan, del círculo la cuadratura no somos nada.
Ocultarse cuando nadie te busca.
La escena del viejo (y la del sexo) quedan truncas/acobardadas, a mitad de camino, no se atreven a ir más lejos, el tarro de las esencias, el aceite de la vida, el zumo, el jugo, el elixir.
Por otro lado, rezuma humor toda ella, ingenio, maravilla, de bolillos encaje, sabiduría, maestría, vaya lo uno por lo otro o por aquello.
Todo lo cual, que es mucho o tanto, no quita, o sí, o algo, de monja, nunca mejor dicho, pellizcos, para que la película esté muy bien y para que se cierre de forma absolutamente coherente perfecta pitagórica numérica quimérica, ellas dos amorosas, se llevan lo suyo, lo más grande, se tienen la una a la otra, bicoca, potosí, libres y felices, y los padres se quedan con su parte y con la de la otra, la ladrona, la yerna o nuera (a la que desvalijan, pero se la sopla, prefiere el alma, sobrevivir en un mundo espiritual, el amor, lo trascendental o esencial a la espuria materia efímera banal, ahí está la puerta de Alcalá), la dote de la hija, aunque, claro, uno, tiquismiquis, pejiguero, pegatas, aguafiestas, otra cosa, algo más abierto o anárquico o menos bonito, algo más ambiguo como al principio, más sutil, sugerido y extraño o complejo y provocativo, no tan vencido/rendido, bandera blanca, hubiera deseado. Sea, milagros a Lourdes o a Roma, en Jólivud ni en broma, son más del capitalismo y la homilía, las escrituras sagradas, de pasar el cazo tras la obligada misa de todos los días, y noches, no perdonan una, aquello es un culto sacerdotal (Eyes wide shut), y luego dicen de la Cienciología cuando serás mía, de los integristas católicos, de los mormones, o los evangelistas o los testigos de Jehová jajaja, nada que ver, tigres de papel, ositos de peluche, esto o aquello es cosa seria, las ligas grandes o mayores, a gran escala, tiran todo por la ventana, no solo la casa, el honor y la hacienda, no se dejan nada, a sabiendas de que el público necesita desesperadamente la medicina, el pienso, la papilla, la doctrina, parusía, clímax, cilmaterio, el enema, la enseñanza o guía para poder seguir con su vida y llenar con algo su cabeza borradora, pasar el día, sendero, camino, manual instrucciones de uso, senda, conciencia, raza, sexo, todo eso tan bueno.
La paradoja o no que a muerte la cola se muerde es que retratan (¿y de paso denuncian critican?) el puro profundo vacío de su mundo, de su desahuciada sociedad, esos viejos solos, presas fáciles para los peores depredadores, los más siniestros o sin escrúpulos, ese control estatal omnímodo obsesivo, esa pobreza, de todo tipo, moral, psicológica, humana, monetaria, reinante ante tras/tanta aparente opulencia, las grietas purulentas del sistema, la nada, el miedo, la estupidez, la maldad, los mismos que a la par con su cine la/lo potencian ensalzan exaltan provocan anhelan festejan, del círculo la cuadratura no somos nada.
Ocultarse cuando nadie te busca.
La escena del viejo (y la del sexo) quedan truncas/acobardadas, a mitad de camino, no se atreven a ir más lejos, el tarro de las esencias, el aceite de la vida, el zumo, el jugo, el elixir.
Por otro lado, rezuma humor toda ella, ingenio, maravilla, de bolillos encaje, sabiduría, maestría, vaya lo uno por lo otro o por aquello.
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