No creo que lo entienda. Ni Mark. Ni yo tampoco.

Está de moda colgar la medalla de obra maestra a todo aquello que escapa a nuestra comprensión. Si la película es rara y tan coñazo que creo que mis amigos no van a aguantar hasta el último minuto de metraje, debe ser buena.

"Foxcatcher" es el ejemplo perfecto de producto que anda con la cabeza más alta de lo que puede permitirse sólo por tener muchos ceros en su apellido. Sin embargo, pasan los minutos y la historia me interesa cada vez menos. Llego a la mitad de la cinta y ya se me ha hecho demasiado larga.

Es el momento de tirar abajo algunas leyendas urbanas: un cartel con caras conocidas no hace una buena película; mucho maquillaje no hace una buena película; un drama basado en hechos reales no hace una buena película; un tratamiento oscuro, triste y lento en demasía no convierte un producto mediocre en una buena película.

A ver si empezamos a llamar a las cosas por su nombre.
Para mí, "Foxcatcher" es sinónimo de innecesaria.

Hace pocos días he visto "Foxcatcher" y, en general, me ha gustado mucho: pocas veces el cine estadounidense que he visto ha mostrado de una manera tan descarnada, tan visceral, tan brutal, el poder del dinero, de la riqueza, de los ricos, y cómo esa riqueza es lo único que hay en la persona, porque detrás de la riqueza y el poder de ese personaje, en el fondo patético, interpretado por Steve Carell, no hay nada, nada más. Y es esa carencia absoluta, ese vacío, las cosas que asombran y que se manifiestan en un desenlace final esperado y sin embargo abrupto.

Con un estilo visual y un ritmo narrativo situados entre lo solemne y lo sórdido, Bennett Miller analiza un caso real situado en los años 80 -una década que parece haberse puesto de moda en el cine USA reciente, a juzgar por "Dallas Buyers Club" (2013), de Jean-Marc Vallée, y por "El año más violento" (A Most Violent Year, 2014), de J.C. Chandor- y consigue trascender la historia misma, creando un universo muy personal en torno a la riqueza, el poder, la ambición, el deseo de reconocimiento, y la familia. Channing Tatum desea ganarse el respeto y el reconocimiento de su hermano, interpretado por Mark Ruffalo, de la misma manera que Steve Carell desea ganarse el respeto y el reconocimiento de su madre, interpretada por Vanessa Redgrave.

Si hay algo que tras la corta pero interesante y sobre todo intensa y reconocida carrera del director Bennett Miller queda claro, es que es alguien siempre más dispuesto a retratar personajes que a contar historias. Porque generalmente éstas son pequeñas, pero protagonizadas por personajes interesantes y únicos.

En este caso se vale de un trío extraño pero que sorprendentemente funciona muy bien. Channing Tatum, Steve Carrell y Mark Ruffalo son los tres personajes principales de una película extraña. Tatum interpreta a Mark, un luchador con título mundial, pero que vive tras la sombra de su hermano mayor, Dave, interpretado por Ruffalo. De pocas palabras, mucho entrenamiento y poco reconocimiento, un día es convocado por un tal Jonh Du Pont (Steve Carrell), multimillonario que se empecina en convertirse en entrenador de los futuros ganadores de las Olimpiadas. Pero mientras entre ellos empieza a surgir una relación intensa, porque ambos son personas solitarias y sin amigos, poco a poco se va develando la verdadera intención del magnate.

Y es acá cuando vuelve a aparecer en escena con fuerza el personaje de Dave, el único hombre de familia, casado y con hijos. Porque mientras Dave es lo que los otros dos protagonistas quieren ser, Mark quiere ser el luchador reconocido y recordado. Y Du Pont quiere desesperadamente ser “padre, hermano, mentor y líder”, en sus propias palabras, de su grupo de luchadores, todo lo que Dave es para Mark, quien prácticamente fue criado por él.

Contar un poco más de qué va la película sería robarles la posibilidad de dejarse sorprender por una historia oscura e impredecible (al menos para quien no tiene mucha idea sobre el polémico personaje).

El problema principal de la película es sin dudas su guión. Flojo, desparejo, sin ritmo, por momentos parece un rejunte de escenas a veces sin mucha coherencia. Por el otro lado, las actuaciones son muy buenas y las caracterizaciones muy logradas, siendo el mayor centro de atención Steve Carrell. Además, en un deporte como en el que practican, en el film casi no aparece la figura femenina, son siempre hombres, conectándose entre ellos a través del cuerpo mayormente. Las dos únicas figuras femeninas son la de la madre de Du Pont interpretada por una Vanessa Redgrave fantástica, un poco desaprovechada pero capaz de decir mucho con una simple mirada silenciosa, y la prácticamente prescindible actuación de Sienna Miller como la mujer de Dave.

Foxcatcher es una película de grandes actuaciones que seguramente no pasarán desapercibidas en la temporada de premios, pero con una trama que si bien no carece de interés, no está lo suficientemente trabajada como para mantener la atención del espectador por las poco más de dos horas que dura.

Escrita para visiondelcine.com

Desde sus primeras imágenes veía mucho talento, buenas ideas y tras ver sus soberbias críticas y buenos comentarios en general además de nominaciones a varios premios y buen reparto algo bueno me esperaba pero lo único que he visto es un retrato de dos horas no aburridas pero poco gratificantes y emocionantes. Interpretaciones contenidas sin ápices de ver algo sobresaliente o impactante a excepción de sus imprevisibles diez minutos finales. Diez minutos que compensan un nivel un tanto plano de una trama lenta y poco interesante. La envidia en la familia, la búsqueda de sueños, los piques y discusiones están presentes pero sin ver nada que marque algo impactante. No hay escenas donde puedas detectar una gran interpretación más allá de un par de gritos de Carell y poco más por muy buena caracterización que tengan Ruffalo y Carell que eso sí que se agradece. Es cierto que no son malas actuaciones pero he sentido la misma sensación que tuve tras ver Fargo, una cinta contenida y que sin aburrir tampoco me resulta agradable, es fría y oscura, tonos que a mí me gustan, véase Tyrannosaur por poner un ejemplo. No veo algo sobresaliente ni tengo razones para valorar en exceso una película mucho menos emocionante dentro del terreno del deporte que cintas como Warrior, Rocky, Million Dollar Baby o por el estilo aunque no sean del mismo tono. Quizás fue fruto de mis expectativas pero si a esta película le dan el oscar a mejor película dejaré de confiar menos en los premios de lo poco que ya confío.

Convencido de que una peli con el director de Moneyball en la dirección y Mark Ruffallo y Steve Carell en la interpretación no me podía decepcionar, entré al cine. Ciertamente había advertido a mi pareja que si la peli no era buena, me dormiría. A los veinte minutos, según ella, roncaba cual marinero de tren antiguo.

Pensaba, en mi ignorancia, que si el beisbol no me gusta y Moneyball me gustó, podría ser lo mismo con esta. Claro que pensaba que también iba de béisbol por aquello de "catcher", pero resulta que no, que va de lucha, que va de un tipo que quiere volver a ganar una medalla de oro, que va de su hermano que no sé si ganó o no, pero que sabe mucho de táctica y va de uno de los personajes más nauseabundos que he visto nunca en una pantalla -lo cual seguro que es mérito de Steve Carell y del que le pasaba los valium, según una buenísima crítica aquí escrita-. Con los tres puestos a la tarea, con Channing Tatum pareciéndose peligrosamente a aquel rubio de Rocky V, da la cara un guión que se demuestra plano, sin chispa, sin gracia ni desgracia, triste, apagado, todo de una languidez y una fealdad que pareciera surgido desde los ojos de John Du Pont, el personaje real que interpreta Carell.

Mi pareja debió haberme dejado dormir, pero había unas cuantas personas más en la sala y ciertamente habían pagado su entrada para ver la peli y no para oírme a mí.