Taxi Driver
8.1
122,781
Drama
Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
8 de noviembre de 2007
8 de noviembre de 2007
112 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando me preguntan por mis películas favoritas, irremediablemente se me vienen a la cabeza dos en concreto que destacan sobre las demás; dos cintas que aunque sé de sobra que no son de diez técnicamente hablando (aún siendo geniales), logran sin embargo hacer que me estremezca cada vez que las veo. Esas dos cintas son Hana-Bi de Kitano, y Taxi Driver de Scorsese. De Hana-Bi hablaré más adelante; así que vayamos primero con Taxi Driver.
Y es que, cuántas veces me habré sentido como Travis Bickle; cuántas he deseado no tener que codearme por huevos con tanta basura, ni tener que vivir rodeado de tanto hijo de puta suelto... Definidme sin reparos como una persona que odia; os doy pié a que lo hagáis. Que nadie se haga falsas ideas sobre mí porque seguramente saldrá defraudado. ¿Acaso no se ve el hastío permanente marcado en mi cara?; yo soy el eterno asqueado; yo soy ese rencoroso lleno de odio. Me jode veros felices chapoteando en el barro; no sé ni qué coño es lo que os mueve, ni en qué pensáis al hacer lo que hacéis; cada vez me cuesta más creer en nadie. ¿Quién puede hacerlo teniendo que respirar aguantando la arcada que produce semejante pozo de miserias?. Lo siento, pero yo no... a un desengañado no se le piden ese tipo de cosas.
Demasiadas veces he buscado un apoyo en alguien o en algo, y las menos he podido encontrarlo; la gente es egoísmo y pocas veces amor; es desquiciante lo difícil que resulta encontrar a alguien que merezca la pena. No sé si ese lado sociópata siempre estuvo en mí o me lo habéis creado vosotros, esa será mi eterna duda, pero lo cierto es que hasta eso me importa ya un carajo; el vacío es tal que ya puede explotar el mundo con todos sus cabronazos dentro, y si se me lleva a mí por delante, mejor; otro cabrón menos.
Si bien estas reflexiones lo mismo suenan chocantes, las escribo porque son la explicación más sincera que os puedo dar sobre por qué Taxi Driver viene a ser mi película preferida, y es que son tantas veces las que me he visto en la vacía mirada de Travis, o en su cansada voz, que más que una película se convierte en algo personal. Aún así, y gracias a lo que sea; dentro de esta agobiante jaula de asfalto, tengo mis pequeños Oasis personales; mi propia redención la encuentro en el cine, en los libros, en la música; en algunos amigos fieles... Pero sobre todo, mi gran panacea está en que por fin, de una puta vez y desde hace casi tres años ya, siento que amo y me aman de verdad.
Es gracias a todo eso, que ahora escribo desde un punto de vista más "lejano" unos sentimientos que bien podía haber escrito en cualquier papel hace unos pocos de años; entonces, no tenía nada de lo que ahora me hace sentir, y fue entonces cuando Taxi Driver me ayudó a tragarme esa bilis con menos dificultad. Por eso mismo, hoy más que una crítica le hago un pequeño homenaje.
Disfruten de esta joya del cine; pues tiene desde buenas actuaciones hasta un guión espléndido. Los que aún puedan sentir, la entenderán.
Y es que, cuántas veces me habré sentido como Travis Bickle; cuántas he deseado no tener que codearme por huevos con tanta basura, ni tener que vivir rodeado de tanto hijo de puta suelto... Definidme sin reparos como una persona que odia; os doy pié a que lo hagáis. Que nadie se haga falsas ideas sobre mí porque seguramente saldrá defraudado. ¿Acaso no se ve el hastío permanente marcado en mi cara?; yo soy el eterno asqueado; yo soy ese rencoroso lleno de odio. Me jode veros felices chapoteando en el barro; no sé ni qué coño es lo que os mueve, ni en qué pensáis al hacer lo que hacéis; cada vez me cuesta más creer en nadie. ¿Quién puede hacerlo teniendo que respirar aguantando la arcada que produce semejante pozo de miserias?. Lo siento, pero yo no... a un desengañado no se le piden ese tipo de cosas.
Demasiadas veces he buscado un apoyo en alguien o en algo, y las menos he podido encontrarlo; la gente es egoísmo y pocas veces amor; es desquiciante lo difícil que resulta encontrar a alguien que merezca la pena. No sé si ese lado sociópata siempre estuvo en mí o me lo habéis creado vosotros, esa será mi eterna duda, pero lo cierto es que hasta eso me importa ya un carajo; el vacío es tal que ya puede explotar el mundo con todos sus cabronazos dentro, y si se me lleva a mí por delante, mejor; otro cabrón menos.
Si bien estas reflexiones lo mismo suenan chocantes, las escribo porque son la explicación más sincera que os puedo dar sobre por qué Taxi Driver viene a ser mi película preferida, y es que son tantas veces las que me he visto en la vacía mirada de Travis, o en su cansada voz, que más que una película se convierte en algo personal. Aún así, y gracias a lo que sea; dentro de esta agobiante jaula de asfalto, tengo mis pequeños Oasis personales; mi propia redención la encuentro en el cine, en los libros, en la música; en algunos amigos fieles... Pero sobre todo, mi gran panacea está en que por fin, de una puta vez y desde hace casi tres años ya, siento que amo y me aman de verdad.
Es gracias a todo eso, que ahora escribo desde un punto de vista más "lejano" unos sentimientos que bien podía haber escrito en cualquier papel hace unos pocos de años; entonces, no tenía nada de lo que ahora me hace sentir, y fue entonces cuando Taxi Driver me ayudó a tragarme esa bilis con menos dificultad. Por eso mismo, hoy más que una crítica le hago un pequeño homenaje.
Disfruten de esta joya del cine; pues tiene desde buenas actuaciones hasta un guión espléndido. Los que aún puedan sentir, la entenderán.
5 de abril de 2013
5 de abril de 2013
97 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque es difícil pensar en dos autores más distintos, Paul Schrader y Martin Scorsese coinciden en cuestiones muy determinadas: una visión épica de la religiosidad, la creencia en el poder liberador de la violencia y la obsesión por una película, “Centauros del desierto”, y un personaje, Ethan Edwards. “Taxi Driver” es el compendio de esas coincidencias.
Si se mira bien, “Taxi Driver” puede ser una confesión aterradoramente íntima sobre el propio rechazo y la manera de no asumirlo de Paul Schrader. Estaba realmente perturbado –en algún grado siempre lo ha estado, la verdad- al escribir esta historia, de forma que mucho de lo que cuenta procede de su experiencia y de las fantasías para superar esa experiencia. Sin embargo, debido a su temperamento, Schrader tiende a la introspección y el infierno que concibió es interior, parecido al de “Hardcore” –otra versión de “Centauros del desierto”- mientras que Scorsese es pura vehemencia expresiva. Es interesante cómo Scorsese tiende a alargar y buscar la improvisación en escenas que Schrader ha concebido para filmarse de manera austera y concisa. Y también esa forma de rodar, que combina neorrealismo y estilización, me resulta hoy atractiva; después de ver tantas veces y en tantas épocas de mi vida “Taxi Driver” he acabado por aceptarla.
Los problemas que los no fanáticos de esta película tenemos con ella surgen de la dificultad para hacer coincidir nuestra visión del personaje de Travis Bickle con la que tienen Schrader y Scorsese. Al personaje de Travis le viene muy grande ser un ángel exterminador, o un santo airado, o Lot en Sodoma, o Dante en Nueva York. Le viene grande autocalificarse como hombre solitario de Dios. Travis es un desequilibrado que fracasa en su intento de relacionarse y termina culpando de ello a todo lo que se mueve. Se ve todos los días en el telediario y la única novedad es la forma tan tonta de demostrar su incapacidad de ser una persona normal. Ni siquiera a los aspirantes a Travis Bickle que personalmente conozco se les ocurriría llevar a la rubia a una porno. No sé si el problema es que no entiendo al personaje o todo lo contrario, que lo entiendo demasiado bien.
De cualquier forma, intentando no despeñarme por el barranco de la descalificación, es obvio que Travis carece de la dimensión mítica de Ethan Edwards, y su viaje no es una aventura de autoconocimiento, sino de descomposición, y que él mismo es un producto tan urbano como la suciedad que pretende limpiar. Para mí está claro que, aunque su personalidad externa y la singularidad de su comportamiento en cada situación la marcan nítidamente Scorsese y De Niro, su recorrido global y por tanto su significado como supuesta figura trágica es Paul Schrader quien lo traza.
Si se mira bien, “Taxi Driver” puede ser una confesión aterradoramente íntima sobre el propio rechazo y la manera de no asumirlo de Paul Schrader. Estaba realmente perturbado –en algún grado siempre lo ha estado, la verdad- al escribir esta historia, de forma que mucho de lo que cuenta procede de su experiencia y de las fantasías para superar esa experiencia. Sin embargo, debido a su temperamento, Schrader tiende a la introspección y el infierno que concibió es interior, parecido al de “Hardcore” –otra versión de “Centauros del desierto”- mientras que Scorsese es pura vehemencia expresiva. Es interesante cómo Scorsese tiende a alargar y buscar la improvisación en escenas que Schrader ha concebido para filmarse de manera austera y concisa. Y también esa forma de rodar, que combina neorrealismo y estilización, me resulta hoy atractiva; después de ver tantas veces y en tantas épocas de mi vida “Taxi Driver” he acabado por aceptarla.
Los problemas que los no fanáticos de esta película tenemos con ella surgen de la dificultad para hacer coincidir nuestra visión del personaje de Travis Bickle con la que tienen Schrader y Scorsese. Al personaje de Travis le viene muy grande ser un ángel exterminador, o un santo airado, o Lot en Sodoma, o Dante en Nueva York. Le viene grande autocalificarse como hombre solitario de Dios. Travis es un desequilibrado que fracasa en su intento de relacionarse y termina culpando de ello a todo lo que se mueve. Se ve todos los días en el telediario y la única novedad es la forma tan tonta de demostrar su incapacidad de ser una persona normal. Ni siquiera a los aspirantes a Travis Bickle que personalmente conozco se les ocurriría llevar a la rubia a una porno. No sé si el problema es que no entiendo al personaje o todo lo contrario, que lo entiendo demasiado bien.
De cualquier forma, intentando no despeñarme por el barranco de la descalificación, es obvio que Travis carece de la dimensión mítica de Ethan Edwards, y su viaje no es una aventura de autoconocimiento, sino de descomposición, y que él mismo es un producto tan urbano como la suciedad que pretende limpiar. Para mí está claro que, aunque su personalidad externa y la singularidad de su comportamiento en cada situación la marcan nítidamente Scorsese y De Niro, su recorrido global y por tanto su significado como supuesta figura trágica es Paul Schrader quien lo traza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quizás por ello la solución final que da Schrader, algo así como que Travis se salva por la Gracia de Dios, no puede funcionar nunca en una película de Scorsese. Sí, sé que los especialistas de la película consideran ya que el epílogo es un sueño terminal de Travis, pero esto es como la condición de replicante de Deckard: me lo tengo que creer viendo la película, no porque lo diga el director en los extras del DVD.
En el universo católico de Scorsese los actos y sus consecuencias están relacionados entre sí de una manera nítida y reconocible; hay que merecer la Gracia y aquí estoy hablando no tanto de moral como de coherencia psicológica y narrativa. Aceptar esto implica aceptar que el psicópata Travis merece estar vivo y libre de culpa en ese taxi haciéndose el duro con Cybill Shepherd. Y se nota demasiado que eso no se lo cree ni el propio Martin Scorsese.
En el universo católico de Scorsese los actos y sus consecuencias están relacionados entre sí de una manera nítida y reconocible; hay que merecer la Gracia y aquí estoy hablando no tanto de moral como de coherencia psicológica y narrativa. Aceptar esto implica aceptar que el psicópata Travis merece estar vivo y libre de culpa en ese taxi haciéndose el duro con Cybill Shepherd. Y se nota demasiado que eso no se lo cree ni el propio Martin Scorsese.
2 de marzo de 2010
2 de marzo de 2010
79 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los sociólogos llaman ‘anomia’ a la situación en que se encuentra una sociedad carente de leyes y en proceso de degradación.
Así es el Nueva York al que regresa de Vietnam Travis Bickle, joven veterano, tocado. Se apunta al turno de noche como taxista, para estar ocupado durante el insomnio crónico.
Está llamado a ser la respuesta visceral a la anomia.
Entre parrafadas de un saxo envolvente (música a cargo del gran Herrmann, muerto nada más terminar), suena en off el lacónico diario de Travis. Patrulla entre lluvia, fumarolas de alcantarillas, semáforos, neones de clubs y locales, luminosos multicolores de Broadway y Times Square. Observa en silencio el trasiego de putas y macarras en las aceras, se mosquea instintivamente con los negros, estudia por el retrovisor a los pasajeros, limpia luego estoicamente del asiento trasero los flujos corporales.
Maneja una elemental decencia de cowboy que va por costumbre a los cines porno con las botas lustradas. No bebe alcohol. Toma muchas pastillas sin determinar. Trata a fría distancia a sus colegas.
Su soledad es absoluta. La ciudad superpoblada la multiplica.
Pretende torpemente a una chica con clase que le retrata como contradictorio. Lo que en realidad ha notado es desequilibrio mental, patente.
La incógnita sobre el alcance de ese desequilibrio, hasta dónde llevará a Travis, cada noche más crispado a bordo del taxi, será el potente motor de la película, que apenas sale de su cabeza, en aturdido e incesante rodar entre Harlem y Manhattan, Brooklyn y el Bronx.
A través de un personaje a quien encarna, un pasajero exaltado, Scorsese en persona atizará el proceso al introducir la idea de las armas en la coctelera que es la cabeza de Travis.
Schrader da su calvinista esencia personal en el guión, compacto e intenso. Exhibe la devoción bressoniana en los acercamientos a “Pickpocket” (la soledad desafiante del protagonista frente a la sociedad, la búsqueda ciega de un camino de salvación, el tinte trascendente del sentimiento amoroso) y toca temas de purificación, catarsis y redención (el intento con la prostituta adolescente).
Con la densidad de las imágenes filmadas en el Nueva York nocturno, un selvático microcosmos de asfalto, la dirección de Scorsese logra una perfecta conversión a cine del soberbio guión.
Así es el Nueva York al que regresa de Vietnam Travis Bickle, joven veterano, tocado. Se apunta al turno de noche como taxista, para estar ocupado durante el insomnio crónico.
Está llamado a ser la respuesta visceral a la anomia.
Entre parrafadas de un saxo envolvente (música a cargo del gran Herrmann, muerto nada más terminar), suena en off el lacónico diario de Travis. Patrulla entre lluvia, fumarolas de alcantarillas, semáforos, neones de clubs y locales, luminosos multicolores de Broadway y Times Square. Observa en silencio el trasiego de putas y macarras en las aceras, se mosquea instintivamente con los negros, estudia por el retrovisor a los pasajeros, limpia luego estoicamente del asiento trasero los flujos corporales.
Maneja una elemental decencia de cowboy que va por costumbre a los cines porno con las botas lustradas. No bebe alcohol. Toma muchas pastillas sin determinar. Trata a fría distancia a sus colegas.
Su soledad es absoluta. La ciudad superpoblada la multiplica.
Pretende torpemente a una chica con clase que le retrata como contradictorio. Lo que en realidad ha notado es desequilibrio mental, patente.
La incógnita sobre el alcance de ese desequilibrio, hasta dónde llevará a Travis, cada noche más crispado a bordo del taxi, será el potente motor de la película, que apenas sale de su cabeza, en aturdido e incesante rodar entre Harlem y Manhattan, Brooklyn y el Bronx.
A través de un personaje a quien encarna, un pasajero exaltado, Scorsese en persona atizará el proceso al introducir la idea de las armas en la coctelera que es la cabeza de Travis.
Schrader da su calvinista esencia personal en el guión, compacto e intenso. Exhibe la devoción bressoniana en los acercamientos a “Pickpocket” (la soledad desafiante del protagonista frente a la sociedad, la búsqueda ciega de un camino de salvación, el tinte trascendente del sentimiento amoroso) y toca temas de purificación, catarsis y redención (el intento con la prostituta adolescente).
Con la densidad de las imágenes filmadas en el Nueva York nocturno, un selvático microcosmos de asfalto, la dirección de Scorsese logra una perfecta conversión a cine del soberbio guión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
[A Manolo de Bloomsbury]
8 de abril de 2008
8 de abril de 2008
59 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Taxi Driver (menos mal que no lo tradujeron...) examina nuestras conciencias con ese drama/thriller sobre las injusticias, las quimeras, las ilusiones y desilusiones, la voluntad y la violencia... una mezcla de nuestro interior en reacción con lo que nos rodea.
El excelente guión de Paul Schrader no trata superficialmente todos estos temas, sino que los atraviesa al igual que una lanza que te traspasa de lado a lado. No juzga los hechos, los presenta, nos adentra en ellos y deja que formemos parte de ellos. Las conclusiones las deja para el post-visionado.
Scorsese por su parte recoge tan magnífico guión y lo transforma en desgarradoras e impactantes imágenes, en un clima de melancolía perenne. Desde luego este hombre sabe como hablar sin palabras...
Y bajo este atractivo y prometedor cuadro, encontramos a los que le dan el color definitivo para catalogarla como obra de culto, unas interpretaciones de quitarse el sombrero.
Una jovencísima e irreconocible Jodie Foster, ya apuntando maneras y un correcto y curioso Harvey Keitel en un papel para lucirse.
Y me he dejado lo mejor para el final, ese personaje tan bien caracterizado representado por un joven Robert De Niro, demostrando el porqué de su merecida fama. Aunque en verdad Robert De Niro no interpreta a Travis, es Travis quien hace de De Niro, Travis hace de Schrader, hace Martin Scorsese, hace de mí mismo, hace de la sociedad entera. Pues, en verdad, Travis somos todos.
El excelente guión de Paul Schrader no trata superficialmente todos estos temas, sino que los atraviesa al igual que una lanza que te traspasa de lado a lado. No juzga los hechos, los presenta, nos adentra en ellos y deja que formemos parte de ellos. Las conclusiones las deja para el post-visionado.
Scorsese por su parte recoge tan magnífico guión y lo transforma en desgarradoras e impactantes imágenes, en un clima de melancolía perenne. Desde luego este hombre sabe como hablar sin palabras...
Y bajo este atractivo y prometedor cuadro, encontramos a los que le dan el color definitivo para catalogarla como obra de culto, unas interpretaciones de quitarse el sombrero.
Una jovencísima e irreconocible Jodie Foster, ya apuntando maneras y un correcto y curioso Harvey Keitel en un papel para lucirse.
Y me he dejado lo mejor para el final, ese personaje tan bien caracterizado representado por un joven Robert De Niro, demostrando el porqué de su merecida fama. Aunque en verdad Robert De Niro no interpreta a Travis, es Travis quien hace de De Niro, Travis hace de Schrader, hace Martin Scorsese, hace de mí mismo, hace de la sociedad entera. Pues, en verdad, Travis somos todos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Yo de pequeño también tuve la esperanza, durante un breve tiempo me inundó el deseo de "salvar" de ese mundo a una prostituta, no a lo Pretty Woman, pero si al estilo Travis.
Después con el tiempo aprendí que no podemos cambiar la gran mayoría de las injusticias, simplemente podemos contribuir no creando más.
Después con el tiempo aprendí que no podemos cambiar la gran mayoría de las injusticias, simplemente podemos contribuir no creando más.
25 de agosto de 2008
25 de agosto de 2008
40 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hace que "Taxi Driver" sea de mis películas favoritas, es que Scorsese consigue que nos identifiquemos con un personaje tan difícil, sin que queramos justificar sus motivaciones ni hechos. Me explico: Travis es un loco. Ha estado en Vietnam (lo que significa que en mayor o menor medida tendrá algún síndrome de guerra), tiene imsomnio, se enamora y se desengaña, y poco a poco va sintiendo deseos de matar, producto de su mente atormentada. Estos deseos los canaliza en un supesto deseo justiciero, que crecen todavía más cuando conoce a Iris, una prostituta de 12 años.
Por lo tanto, Travis es un hombre adolorido, falto de amor, que entra en una profunda crisis cuando se ve desengañado. Cuando decide entrar en acción, obviamente no vamos a estar de acuerdo (a no ser que alguien que crea que los problemas de la sociedad se resuelven a tiros) y vemos su caída cuesta abajo.
Cuando va por la calle pensando en la escoria que lo rodea, él mismo pertenece a ella: es un tipo raro, desenamorado y taciturno. La escena en que lo deja clarísimo es en la del espejo ("Are you talking to me?") y nos enseña explícitamente un carácter paranoico.
Desde luego,el amor es el tema de esta película, ya que es lo que lo lleva a moverse de manera violenta en más de una ocasión, pues es una sensación que había experimentado pocas veces (recordemos la escena en que por primera vez ve a Betty, donde aparece como un ángel). No aplaudimos su conducta, la condenamos y sentimos una terrible lástima por él. La película en ningún momento pretende dar lecciones de nada: es la triste historia de un pobre hombre desgraciado.
La ambientación, la música de saxofón, los actores hacen de esta película una obra maestra.
Por último, hay que tener en cuenta el contexto histórico. "Taxi Driver" fue hecha en un momento muy difícil para los EEUU, donde después de la Guerra de Vietnam y de la dimisión de Richard Nixo los ánimos de la sociedad y la credibilidad de la clase política estaban por los suelos.
Decir que a quien le sentó muy mal esta película y se identificó demasiado con Travis, fue un tal John Hinckley, que desarrolló una obsesión por Jodie Foster y su papel en "Taxi Driver" y que en 1981 intentó cargarse a tiros a Ronald Reagan. Desde entonces está en un psquiátrico.
Por lo tanto, Travis es un hombre adolorido, falto de amor, que entra en una profunda crisis cuando se ve desengañado. Cuando decide entrar en acción, obviamente no vamos a estar de acuerdo (a no ser que alguien que crea que los problemas de la sociedad se resuelven a tiros) y vemos su caída cuesta abajo.
Cuando va por la calle pensando en la escoria que lo rodea, él mismo pertenece a ella: es un tipo raro, desenamorado y taciturno. La escena en que lo deja clarísimo es en la del espejo ("Are you talking to me?") y nos enseña explícitamente un carácter paranoico.
Desde luego,el amor es el tema de esta película, ya que es lo que lo lleva a moverse de manera violenta en más de una ocasión, pues es una sensación que había experimentado pocas veces (recordemos la escena en que por primera vez ve a Betty, donde aparece como un ángel). No aplaudimos su conducta, la condenamos y sentimos una terrible lástima por él. La película en ningún momento pretende dar lecciones de nada: es la triste historia de un pobre hombre desgraciado.
La ambientación, la música de saxofón, los actores hacen de esta película una obra maestra.
Por último, hay que tener en cuenta el contexto histórico. "Taxi Driver" fue hecha en un momento muy difícil para los EEUU, donde después de la Guerra de Vietnam y de la dimisión de Richard Nixo los ánimos de la sociedad y la credibilidad de la clase política estaban por los suelos.
Decir que a quien le sentó muy mal esta película y se identificó demasiado con Travis, fue un tal John Hinckley, que desarrolló una obsesión por Jodie Foster y su papel en "Taxi Driver" y que en 1981 intentó cargarse a tiros a Ronald Reagan. Desde entonces está en un psquiátrico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que sucede en el tiroteo final es algo que para mí, nunca sabremos. Siguió vivo? Murió? Lo que vemos es una alucinación? El final es demasiado "feliz" para la turbia vida de Travis y no creo que debamos tomarlo literalmente...
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