La colina de los hombres perdidos
7.4
3,014
6 de marzo de 2010
6 de marzo de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta Sidney Lumet. Es un director exigente pero no deja que su exigencia interfiera con su talento. Y cuando se vuelca con una historia, le dedica hasta la última gota de bilis para que te la creas.
"The hill" es una de las estrellas más brillantes de su particular firmamento. Un drama cargado de nervio en la mejor tradición del género carcelario: duelo interpretativo entre el prisionero de hierro (Connery) y sargento de acero (Ian Hendry), situaciones tan tensas que pueden cortarse con un cuchillo, la inevitable crítica al sistema y la contraposición entre el mal por exceso o el mal por omisión y cobardía.
La narración a ratos se torna un tanto previsible, eso sí, pero no le resta un ápice de potencia a una historia que va mucho más allá de poner en tela de juicio el trato a los prisioneros o establecer las (a veces) abismales diferencias entre lo justo y lo correcto.
El final merece capítulo aparte: un puro escalofrío. Una última e inmejorable cortesía de Lumet, el americano que subió una colina pero bajó una montaña.
"The hill" es una de las estrellas más brillantes de su particular firmamento. Un drama cargado de nervio en la mejor tradición del género carcelario: duelo interpretativo entre el prisionero de hierro (Connery) y sargento de acero (Ian Hendry), situaciones tan tensas que pueden cortarse con un cuchillo, la inevitable crítica al sistema y la contraposición entre el mal por exceso o el mal por omisión y cobardía.
La narración a ratos se torna un tanto previsible, eso sí, pero no le resta un ápice de potencia a una historia que va mucho más allá de poner en tela de juicio el trato a los prisioneros o establecer las (a veces) abismales diferencias entre lo justo y lo correcto.
El final merece capítulo aparte: un puro escalofrío. Una última e inmejorable cortesía de Lumet, el americano que subió una colina pero bajó una montaña.
26 de abril de 2009
26 de abril de 2009
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este poderoso drama de la II guerra mundial en el que nos muestra un grupo de renegados soldados británicos y su sufrimiento ante la crueldad de los oficiales a cargo del encarcelamiento de ellos. Tiene un gran detalle que no me gusto. Y es que estos indisciplinados soldados llenan de gritos unos contra otros el filme, en muchos momentos no se comprende lo que dicen, a menos que uno este viendo la versión traducida.
El tremendo castigo de escalar la colina con un bulto sobre los hombros, solo es comparable con la tortura que empezaba a sentir Sean Connery por cargar con el personaje del 007. Es por esto que acepta este papel por el cual obtuvo un premio. Algo similar a lo que sintió Clark Gable al inicio de su carrera, cuando se le empezaba a encasillar en papeles de villano o pandillero.
Seamos honestos y particularmente en mi caso, ¿A quien le intereso ver a Connery en el año de 1965 en otro papel que no fuera el de James Bond?
Al ver “The Hill” siento que quiero ver a esos reos-soldados, partir al frente a combatir al lado de Montgomery contra “El Zorro del Desierto” en medio de las dunas… y a Sean Connery de nuevo en su siguiente misión… “Operación Trueno”.
El tremendo castigo de escalar la colina con un bulto sobre los hombros, solo es comparable con la tortura que empezaba a sentir Sean Connery por cargar con el personaje del 007. Es por esto que acepta este papel por el cual obtuvo un premio. Algo similar a lo que sintió Clark Gable al inicio de su carrera, cuando se le empezaba a encasillar en papeles de villano o pandillero.
Seamos honestos y particularmente en mi caso, ¿A quien le intereso ver a Connery en el año de 1965 en otro papel que no fuera el de James Bond?
Al ver “The Hill” siento que quiero ver a esos reos-soldados, partir al frente a combatir al lado de Montgomery contra “El Zorro del Desierto” en medio de las dunas… y a Sean Connery de nuevo en su siguiente misión… “Operación Trueno”.
2 de abril de 2010
2 de abril de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una crítica común a dos películas que serán siempre un 10 en mis valoraciones, y sobre las que ya se ha dicho casi todo. Por eso que me referiré solo a su "tempo". A un "tempo" común del que gozan las dos y por el que siempre me han parecido obras maestras unidas en una estructura formal enorme y majestuosa. Épica y genial.
Ambas obras se aceleran poco a poco, al ritmo insostenible de un metrónomo trucado por Penn y Lumet, como un "Bolero de Ravel" obsesivo, doliente, rabioso y claustrofóbico. Según corren los minutos, el montaje logra acelerar tu nervioso corazón de espectador. Te vas sintiendo cada vez más indignado por las situaciones y los diálogos. Te vas sintiendo inquieto, ansioso, impotente... Todo en un "in crescendo" tan deliberado como incómodo. Más carcelario que envolvente. Ambas muestran una raza de hombres idiotas, hipócritas, enfermos... entre los que la cordura, la integridad y el honor sólo la encarnan unos pocos... Muy pocos. Y estos son cercados y perseguidos por la mayoría, porque son los realmente peligrosos para la sociedad herida de muerte que los necesita y los teme a la vez. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. No es nuevo, pero Penn y Lumet te lo marcan a fuego en la piel. Y eso duele. Duele una barbaridad. No creo posible ver las dos películas seguidas de un tirón. El improbable programa doble debería avisar de la posibilidad real de ser perjudicial para la salud de toda persona de bien. De todo ser sensible y bien nacido.
"Acabo de encerrar a un hombre que no ha hecho nada, solo para que no lo linchen. No me gusta este trabajo. No quiero que mis hijos crezcan en una sociedad como esta." Grandes guiones, grandes diálogos. Grandes y sencillísimas producciones, sin un ápice de efectismos. Grandísimas interpretaciones y unos pulsos en la dirección dignos de los mejores cirujanos del celuloide.
Atribuyen a Einstein aquello de que solo hay dos aspectos que definen lo infinito: el universo y la estupidez humana. Ambas películas son el corolario perfecto.
Y cuando ya no puedes más. Cuando la rabia y la impotencia te han llenado los ojos de lágrimas, más ácidas que amargas... Entonces, ambas películas acaban de golpe. Sin un respiro redentor. Sin una concesión a la esperanza. Con la contundencia salvaje de que somos lo que somos y esta sociedad la hemos montado nosotros solitos. Que nadie escurra el bulto. Que si el conjunto es así, cada uno de sus miembros haríamos bien en hacérnoslo mirar.
Ambas obras se aceleran poco a poco, al ritmo insostenible de un metrónomo trucado por Penn y Lumet, como un "Bolero de Ravel" obsesivo, doliente, rabioso y claustrofóbico. Según corren los minutos, el montaje logra acelerar tu nervioso corazón de espectador. Te vas sintiendo cada vez más indignado por las situaciones y los diálogos. Te vas sintiendo inquieto, ansioso, impotente... Todo en un "in crescendo" tan deliberado como incómodo. Más carcelario que envolvente. Ambas muestran una raza de hombres idiotas, hipócritas, enfermos... entre los que la cordura, la integridad y el honor sólo la encarnan unos pocos... Muy pocos. Y estos son cercados y perseguidos por la mayoría, porque son los realmente peligrosos para la sociedad herida de muerte que los necesita y los teme a la vez. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. No es nuevo, pero Penn y Lumet te lo marcan a fuego en la piel. Y eso duele. Duele una barbaridad. No creo posible ver las dos películas seguidas de un tirón. El improbable programa doble debería avisar de la posibilidad real de ser perjudicial para la salud de toda persona de bien. De todo ser sensible y bien nacido.
"Acabo de encerrar a un hombre que no ha hecho nada, solo para que no lo linchen. No me gusta este trabajo. No quiero que mis hijos crezcan en una sociedad como esta." Grandes guiones, grandes diálogos. Grandes y sencillísimas producciones, sin un ápice de efectismos. Grandísimas interpretaciones y unos pulsos en la dirección dignos de los mejores cirujanos del celuloide.
Atribuyen a Einstein aquello de que solo hay dos aspectos que definen lo infinito: el universo y la estupidez humana. Ambas películas son el corolario perfecto.
Y cuando ya no puedes más. Cuando la rabia y la impotencia te han llenado los ojos de lágrimas, más ácidas que amargas... Entonces, ambas películas acaban de golpe. Sin un respiro redentor. Sin una concesión a la esperanza. Con la contundencia salvaje de que somos lo que somos y esta sociedad la hemos montado nosotros solitos. Que nadie escurra el bulto. Que si el conjunto es así, cada uno de sus miembros haríamos bien en hacérnoslo mirar.
15 de febrero de 2008
15 de febrero de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los sargentos le dice a uno de los prisioneros en La Colina (cito de memoria): "Cuando lleves aquí unos días, habrás deseado ir al frente". El duro alegato antibelicista de Lumet se resume en esa frase.
La colina relata el día a día de un grupo de soldados encarcelados en un campo de prisioneros. Sean Connery (Roberts) y otros cuatro soldados sufrirán las iras del teniente mayor y sus secuaces, que los torturarán con ejercicio físico y disciplina férrea hasta dejarlos completamente exhaustos. Día a día, las fuerzas van mermándose irremediablemente, pero Roberts no dejará que le hundan e intentará rebelarse contra la autoridad mientras que sus compañeros van perdiendo la cabeza.
La dureza de la historia (humillación, sadismo, racismo, pundonor, locura, todo mezclado con maestría) y la buena caracterización de los personajes hacen de La colina una interesante película para reflexionar sobre la brutalidad del ser humano, sobre la capacidad del poder para aplastar al ser humano hasta matarlo, o para hacerle desear estar muerto. Y eso sin un solo minuto de guerra. Pero la sensación, como decía el personaje, es de desear haber estado en el frente.
La colina relata el día a día de un grupo de soldados encarcelados en un campo de prisioneros. Sean Connery (Roberts) y otros cuatro soldados sufrirán las iras del teniente mayor y sus secuaces, que los torturarán con ejercicio físico y disciplina férrea hasta dejarlos completamente exhaustos. Día a día, las fuerzas van mermándose irremediablemente, pero Roberts no dejará que le hundan e intentará rebelarse contra la autoridad mientras que sus compañeros van perdiendo la cabeza.
La dureza de la historia (humillación, sadismo, racismo, pundonor, locura, todo mezclado con maestría) y la buena caracterización de los personajes hacen de La colina una interesante película para reflexionar sobre la brutalidad del ser humano, sobre la capacidad del poder para aplastar al ser humano hasta matarlo, o para hacerle desear estar muerto. Y eso sin un solo minuto de guerra. Pero la sensación, como decía el personaje, es de desear haber estado en el frente.
26 de octubre de 2014
26 de octubre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la exhibición cinematográfica en referencia al estilo y a las formas en "La colina" por parte de Lumet se han dicho mejores cosas de las que pueda decir yo. Sólo me planteo subrayar lo evidente, soy incapaz de explicar la maestría del director. Por lo visto cuando muchos cineastas se limitaban a hacer ejercicios de estilo cobijados por el movimiento "free cinema", con contenidos de escaso interés porque lo interesante era demostrar el manejo de la técnica, Sidney Lumet hacía lo mismo pero ofreciendo una reflexión a través de su cine, con guiones potentes como el de "La colina", donde el espectador no puede mostrarse imparcial y se ve obligado a tomar parte de lo que las imágenes enseñan. Así, además de disfrutar de unas formas que cualquiera puede adviertir como ejemplares (travellings, primeros planos, planos secuencia cuando toca, contrapicados inverosímiles... todo bien puesto), la película sondea el alma humana y acusa sin complejos al estamento militar inglés. Decir que es una película crítica es quedarse corto.
A todo ello hay que sumarle el bigotazo de Connery, que asoma sudoroso en cualquier escena para hacerla mejor, porque si los soldados prisioneros que suben esa lamentable colina son caras desconocidas nos puede dar igual, pero no sucede lo mismo si a quien vemos sufriendo el sadismo del sargento cabrón es el mismísimo Sean Connery. Me ha encantado esta película porque además del actor escocés hay una cantidad de personajes tanto o más importantes que él en el desarrollo de la historia. Hay presos y hay jerarquía, como debe ser en el ejército, pero también hay mucho desalmado que se cree más macho por llevar galones. Para el buen desarrollo de la película son todos clave, los cinco presos, los suboficiales y el médico.
La durísima disciplina en esta prisión queda clara en unos primeros 40 minutos tan agotadores para los recién llegados como para el espectador, porque de verlos derrotados y destrozados por la terrible bienvenida que sufren hasta yo me he sentido desmoralizado. Llegan allí para ser reconducidos como soldados, pero la crueldad con las que son tratados es desquiciante. Una película durísima que provoca la alteración del espectador y que es conducida a través de un guión sin fisuras. Personalmente opino que el personaje del médico está desaprovechado, pero de verdad, "La colina" es un pedazo de película.
Renglón aparte merecen las escenas finales, con una tensión brutal en esa celda: todos gritándose, todos acusándose, con ordenanzas por delante, con chantajes y amenazas en boca de todos y el desprestigio del ejército demostrado. Y la cúspide, la máxima tensión, ejecutada en el final para que el sabor de boca sea ideal. Puede que ese último gesto maestro haga que muchos la sobrevaloremos, en todo caso, la firma de Lumet es la firma de un maestro.
A todo ello hay que sumarle el bigotazo de Connery, que asoma sudoroso en cualquier escena para hacerla mejor, porque si los soldados prisioneros que suben esa lamentable colina son caras desconocidas nos puede dar igual, pero no sucede lo mismo si a quien vemos sufriendo el sadismo del sargento cabrón es el mismísimo Sean Connery. Me ha encantado esta película porque además del actor escocés hay una cantidad de personajes tanto o más importantes que él en el desarrollo de la historia. Hay presos y hay jerarquía, como debe ser en el ejército, pero también hay mucho desalmado que se cree más macho por llevar galones. Para el buen desarrollo de la película son todos clave, los cinco presos, los suboficiales y el médico.
La durísima disciplina en esta prisión queda clara en unos primeros 40 minutos tan agotadores para los recién llegados como para el espectador, porque de verlos derrotados y destrozados por la terrible bienvenida que sufren hasta yo me he sentido desmoralizado. Llegan allí para ser reconducidos como soldados, pero la crueldad con las que son tratados es desquiciante. Una película durísima que provoca la alteración del espectador y que es conducida a través de un guión sin fisuras. Personalmente opino que el personaje del médico está desaprovechado, pero de verdad, "La colina" es un pedazo de película.
Renglón aparte merecen las escenas finales, con una tensión brutal en esa celda: todos gritándose, todos acusándose, con ordenanzas por delante, con chantajes y amenazas en boca de todos y el desprestigio del ejército demostrado. Y la cúspide, la máxima tensión, ejecutada en el final para que el sabor de boca sea ideal. Puede que ese último gesto maestro haga que muchos la sobrevaloremos, en todo caso, la firma de Lumet es la firma de un maestro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desconsuelo de Connery por la paliza final al sargento y la evidencia de que de esa manera se pierde todo supone una última escena clave y memorable, para no olvidar.
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