Espérame en el cielo
1988 

6.5
2,680
Comedia
España, finales de los años 40. Paulino Alonso es un hombre corriente, propietario de una ortopedia, que por su casual parecido con el dictador Francisco Franco es raptado y entrenado para la operación Jano. Su familia le da por muerto, e invocan su alma por medio del espiritismo con resultados negativos, lo que les hace sospechar que está desaparecido, pero no muerto. (FILMAFFINITY)
19 de septiembre de 2015
19 de septiembre de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente y apreciable película.
Una fina comedia teñida de un sentimentalismo elegante. Una parodia sobre el Caudillo y, especialmente, sobre la máxima ridiculez de su "oficio". En verdad, es una miniatura, como una obra de teatro o un ensayo minimalista sobre las sombras grotescamente infantiles del poder. Como jugar a las muñecas con los altos cargos del Estado, para mearnos de la risa. Clones y réplicas que casi parecen a pilas; como comprarse una Barbie y un Kent para darles al botón y que así repitan hasta el infinito y más allá ese discursito que tanto nos gusta, a elegir, al gusto d el consumidor, ya sea el de los pantanos y su pertinaz sequía, el de los troncos enhiestos, el de la conjura judeo-masónica o..., y así, combinándolos hasta el delirio, pasar la mar de ricamente una tarde que se presentaba bastante aburrida.
Comedia del absurdo vaciada de grandes aspavientos, en tono menor; ribeteada con hermosura por el bolero de Machín.
Soberbio el actor argentino, Soriano, y maravillosa en su, más o menos, pequeño papel, Chus Lampreave; Saza clava al siniestro malvado de tebeo.
Una dirección gris y un guion con ciertos tiempos muertos, que cae en socavones de interés que se perdonan por la brillantez de la idea general y por la escéptica simpatía que recorre toda la obra, esa liviana tristeza que impregna este guiñol humilde y acertado en su denuncia jovial de unos hechos que vistos así parecen casi más un sueño, el de algún loco muy tierno o el de algún demonio de rebajas en un infierno sin ventanas ni Chochis, el pobre.
Una fina comedia teñida de un sentimentalismo elegante. Una parodia sobre el Caudillo y, especialmente, sobre la máxima ridiculez de su "oficio". En verdad, es una miniatura, como una obra de teatro o un ensayo minimalista sobre las sombras grotescamente infantiles del poder. Como jugar a las muñecas con los altos cargos del Estado, para mearnos de la risa. Clones y réplicas que casi parecen a pilas; como comprarse una Barbie y un Kent para darles al botón y que así repitan hasta el infinito y más allá ese discursito que tanto nos gusta, a elegir, al gusto d el consumidor, ya sea el de los pantanos y su pertinaz sequía, el de los troncos enhiestos, el de la conjura judeo-masónica o..., y así, combinándolos hasta el delirio, pasar la mar de ricamente una tarde que se presentaba bastante aburrida.
Comedia del absurdo vaciada de grandes aspavientos, en tono menor; ribeteada con hermosura por el bolero de Machín.
Soberbio el actor argentino, Soriano, y maravillosa en su, más o menos, pequeño papel, Chus Lampreave; Saza clava al siniestro malvado de tebeo.
Una dirección gris y un guion con ciertos tiempos muertos, que cae en socavones de interés que se perdonan por la brillantez de la idea general y por la escéptica simpatía que recorre toda la obra, esa liviana tristeza que impregna este guiñol humilde y acertado en su denuncia jovial de unos hechos que vistos así parecen casi más un sueño, el de algún loco muy tierno o el de algún demonio de rebajas en un infierno sin ventanas ni Chochis, el pobre.
1 de octubre de 2024
1 de octubre de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parodia encantadora. Crítica sutil y descarnada, si eso se puede dar a la vez. La vi hace 20 años y no quiero volver a verla.
Prefiero quedarme con el recuerdo de mi padre completamente desternillado mientras me explica los chistes entre hipo e hipo.
Ahora, 20 ans après, me inspira un relato, en spoiler, por supuesto.
Prefiero quedarme con el recuerdo de mi padre completamente desternillado mientras me explica los chistes entre hipo e hipo.
Ahora, 20 ans après, me inspira un relato, en spoiler, por supuesto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1- Mientras, en el cielo. (Suena espérame en el cielo, de Antonio Machín.)
Él y Franco cantan y sueñan juntos.
-Sé que el amor de mi vida es una campana que dobla, algo llevado, desesperación, se arranca Machín.
-Claro que sí Antonio. Dale. Ea.
-Espérame en el cielo, sigue Machín.
-¡Ea!
-Si no fuese pecado, segaría mi vida, continúa el cubano, contenido pero intenso.
-Me encanta tu música, dice Franco, sincero.
-Espérame en el cielo, cariñito adorado. Si no fuese pecado, segaría mi vida y así estar a tu lado, juntos así los dos.
-Novios de la muerte, Antonio, novios de la muerte. Franco está a punto de conmoverse.
La canción continúa mientras los dos bailan, Machín cogido a su guitarra y Franco agarrado a una escoba que se ha encontrado por allí tirada.
-¿Le gustó? pregunta el músico al dictador cuando la música acaba.
Franco tiene la lengua fuera y está besando los pelos de la escoba. Mira a Antonio, que afortunadamente ya está muerto y sonríe.
-Sí, ejem, sí, mucho, gracias Antonio.
-Perdone, caudillo.
- Aquellos ojos verdes de la preciosa in the mood for love parece le estaban guiñando, añade, juguetón.
-No, pero casi, dice Franco, que se pone a llorar, elevado, místico, soñador.
2-Un sueño de vida.
Franco sueña con el Pitina de Florentino, con un yate más grande, con una mujer mejor y la suerte de los hombres que no se tienen que preocupar por cosas más grandes que ellos mismos. Su legado, su legado es lo importante. Intenta apartar a las mamachichos de su mente.
-Mi legado, mi legado, mi legado. Eso es lo que importa. ¿Entiendes?
-Entiendo, dice Antonio, que no lo entiende en absoluto.
Sueña un sueño de muerte Francisco Franco Bahamondes.
¡Cuántas en su vida de todopoderoso! sueña.
Empieza a contar y le faltan dedos, le faltan ministros, le faltan conocidos.
-¡Qué vida! ¡Qué vida me he perdido! sueña.
Sueña el puñal su sueño de tigre.
3-La realidad, otro sueño.
-¡Cuádrense!
Nos reímos.
-¡Cuádrense!
Nos reímos. Ahora, ya no tanto.
-¡Cuádrense!
Nos cuadramos.
-¡Cuádrense, coño!
Nos cuadramos lo mejor que podemos. No queremos ser el recluta patoso.
-Les he dicho que se cuadren.
Nos cagamos. Lo somos.
Él y Franco cantan y sueñan juntos.
-Sé que el amor de mi vida es una campana que dobla, algo llevado, desesperación, se arranca Machín.
-Claro que sí Antonio. Dale. Ea.
-Espérame en el cielo, sigue Machín.
-¡Ea!
-Si no fuese pecado, segaría mi vida, continúa el cubano, contenido pero intenso.
-Me encanta tu música, dice Franco, sincero.
-Espérame en el cielo, cariñito adorado. Si no fuese pecado, segaría mi vida y así estar a tu lado, juntos así los dos.
-Novios de la muerte, Antonio, novios de la muerte. Franco está a punto de conmoverse.
La canción continúa mientras los dos bailan, Machín cogido a su guitarra y Franco agarrado a una escoba que se ha encontrado por allí tirada.
-¿Le gustó? pregunta el músico al dictador cuando la música acaba.
Franco tiene la lengua fuera y está besando los pelos de la escoba. Mira a Antonio, que afortunadamente ya está muerto y sonríe.
-Sí, ejem, sí, mucho, gracias Antonio.
-Perdone, caudillo.
- Aquellos ojos verdes de la preciosa in the mood for love parece le estaban guiñando, añade, juguetón.
-No, pero casi, dice Franco, que se pone a llorar, elevado, místico, soñador.
2-Un sueño de vida.
Franco sueña con el Pitina de Florentino, con un yate más grande, con una mujer mejor y la suerte de los hombres que no se tienen que preocupar por cosas más grandes que ellos mismos. Su legado, su legado es lo importante. Intenta apartar a las mamachichos de su mente.
-Mi legado, mi legado, mi legado. Eso es lo que importa. ¿Entiendes?
-Entiendo, dice Antonio, que no lo entiende en absoluto.
Sueña un sueño de muerte Francisco Franco Bahamondes.
¡Cuántas en su vida de todopoderoso! sueña.
Empieza a contar y le faltan dedos, le faltan ministros, le faltan conocidos.
-¡Qué vida! ¡Qué vida me he perdido! sueña.
Sueña el puñal su sueño de tigre.
3-La realidad, otro sueño.
-¡Cuádrense!
Nos reímos.
-¡Cuádrense!
Nos reímos. Ahora, ya no tanto.
-¡Cuádrense!
Nos cuadramos.
-¡Cuádrense, coño!
Nos cuadramos lo mejor que podemos. No queremos ser el recluta patoso.
-Les he dicho que se cuadren.
Nos cagamos. Lo somos.
16 de enero de 2018
16 de enero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A. Mercero muestra una vez más su habilidad y mueve los hilos de su producción con sobriedad, consigue una ambientación primorosa y detallista, un pulcro ejercicio de psicología personal y hace gala de una aguda perspicacia que afina el punto de vista de la cámara para que nada relevante le pase desapercibido.
Un hilarante propuesta da lugar a momentos sublimes de un humor franco y sin reservas que se ofrece con pródiga generosidad hasta componer una comedia poderosa, desbordante de ingenio y de buen hacer cinematográfico.
La estupenda interpretación por parte de sus protagonistas contribuye de forma magnífica a firmar una pieza excelente.
Un hilarante propuesta da lugar a momentos sublimes de un humor franco y sin reservas que se ofrece con pródiga generosidad hasta componer una comedia poderosa, desbordante de ingenio y de buen hacer cinematográfico.
La estupenda interpretación por parte de sus protagonistas contribuye de forma magnífica a firmar una pieza excelente.
13 de octubre de 2020
13 de octubre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo, que en España se hacía cine con perspectiva histórica, sin ningún tipo de intencionalidad revisionista; sin el ánimo de los buenos y malos, ni clichés de estos vomitivos. Hoy, en pleno siglo XX, miro con cierta nostalgia aquella inocencia en el rodaje y la libertad de contar historias, sin caer en la demagogia o la proposición política de inculcar al público, una visión de la historia sectaria, acomplejada y llena de rencor. Tres cosas que hoy, ya digo, definen al cine español que trata de abordar nuestro pasado; el de todos.
En ese lado opuesto del odio está Espérame en el cielo, comedia con tintes dramáticos, dirigida en 1988 por el genial Antonio Mercero. Yo crecí con la Farmacia de Guardia de Mercero, donde también mezclaba sutilmente la comedia con momentos dramáticos al estilo de Espérame en el cielo. Ya digo que en su poco más de hora y media, no hay intenciones revisionistas ni nada por el estilo. Y eso que no falta algún dardo, pero sin calzador. En 1988 no existía ninguna memoria sectaria, y eso que hacía apenas dos décadas que el dictador había desaparecido.
En la película, todo se pone al servicio de un humor nunca absurdo y sí muy inteligente. Ahí es donde Pepe Soriano y José Sazatornil hacen una pareja magistral, con momentos divertidísimos durante el entrenamiento para convertir a Paulino en Franco, con el objetivo de sustituirle en esas jornadas maratonianas en las que el 'Caudillo' inauguraba pantanos, recibía a embajadas de Egipto o visitaba a los mineros de Asturias.
Ese Saza que, sin aspavientos, te provoca carcajadas con su timbre de voz y su presencia, muy al estilo La escopeta nacional o de guardia civil en Amanece que no es poco. No en vano, con la película de Mercero ganó el Goya a mejor actor de reparto.
Y junto a él, un Soriano delicioso, que evoluciona del pendenciero ortopedista, amante de las fiestas clandestinas, a ese dictador al que acaba cogiéndole gustillo. Porque eso de mandar y ser jefe de España tiene su encanto. Llega un momento en el que nadie es capaz de distinguir a uno y otro, y solo el NODO tendrá la capacidad de demostrarle a la mujer de Paulino que, efectivamente, éste no ha muerto y está muy vivo.
Si hubiera que buscar un símil cinematográfico al trabajo de Mercero, podríamos encontrarlo en la Ser o no Ser de Ernst Lubitch. Mira que es difícil hacer humor de dos épocas tan convulsas, sin herir sensibilidades. Pero desde la inocencia, y no desde el rencor, se consigue.
Y hablando de candidez, aquí está perfectamente encarnada por la eterna Chus Lampreave. La esposa de Paulino, que ya le avisó que no se metiera en política. Una mujer de los pies a la cabeza, que con sus sesiones espiritistas junto a Amparo Valle y Pedro Civera, regala momentos muy divertidos.
Lampreave es historia de España, un actriz que pasó por nuestro cine sin alzar la voz pero cuya presencia se hacía notar, y de qué manera. Nadie como ella representaba los vicios y virtudes de esa España de otro tiempo, cuya época parecía superada. Una mezcla de tradición y modernidad que también se veía en Espérame en el cielo.
Por cierto, que sin desvelar nada, la cinta de Mercero, que también hizo una aproximación fantástica a aquella época en La hora de los valientes, tiene uno de los finales más emocionantes que recuerdo. Con la música homónima de Antonio Machín y una potente escena con Chus Lampreave, donde pasa del plano contrapicado de ésta, al plano fijo en el Valle de los Caídos, culmina un trabajo sensacional. De esas películas a reivindicar de nuestro cine.
Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
En ese lado opuesto del odio está Espérame en el cielo, comedia con tintes dramáticos, dirigida en 1988 por el genial Antonio Mercero. Yo crecí con la Farmacia de Guardia de Mercero, donde también mezclaba sutilmente la comedia con momentos dramáticos al estilo de Espérame en el cielo. Ya digo que en su poco más de hora y media, no hay intenciones revisionistas ni nada por el estilo. Y eso que no falta algún dardo, pero sin calzador. En 1988 no existía ninguna memoria sectaria, y eso que hacía apenas dos décadas que el dictador había desaparecido.
En la película, todo se pone al servicio de un humor nunca absurdo y sí muy inteligente. Ahí es donde Pepe Soriano y José Sazatornil hacen una pareja magistral, con momentos divertidísimos durante el entrenamiento para convertir a Paulino en Franco, con el objetivo de sustituirle en esas jornadas maratonianas en las que el 'Caudillo' inauguraba pantanos, recibía a embajadas de Egipto o visitaba a los mineros de Asturias.
Ese Saza que, sin aspavientos, te provoca carcajadas con su timbre de voz y su presencia, muy al estilo La escopeta nacional o de guardia civil en Amanece que no es poco. No en vano, con la película de Mercero ganó el Goya a mejor actor de reparto.
Y junto a él, un Soriano delicioso, que evoluciona del pendenciero ortopedista, amante de las fiestas clandestinas, a ese dictador al que acaba cogiéndole gustillo. Porque eso de mandar y ser jefe de España tiene su encanto. Llega un momento en el que nadie es capaz de distinguir a uno y otro, y solo el NODO tendrá la capacidad de demostrarle a la mujer de Paulino que, efectivamente, éste no ha muerto y está muy vivo.
Si hubiera que buscar un símil cinematográfico al trabajo de Mercero, podríamos encontrarlo en la Ser o no Ser de Ernst Lubitch. Mira que es difícil hacer humor de dos épocas tan convulsas, sin herir sensibilidades. Pero desde la inocencia, y no desde el rencor, se consigue.
Y hablando de candidez, aquí está perfectamente encarnada por la eterna Chus Lampreave. La esposa de Paulino, que ya le avisó que no se metiera en política. Una mujer de los pies a la cabeza, que con sus sesiones espiritistas junto a Amparo Valle y Pedro Civera, regala momentos muy divertidos.
Lampreave es historia de España, un actriz que pasó por nuestro cine sin alzar la voz pero cuya presencia se hacía notar, y de qué manera. Nadie como ella representaba los vicios y virtudes de esa España de otro tiempo, cuya época parecía superada. Una mezcla de tradición y modernidad que también se veía en Espérame en el cielo.
Por cierto, que sin desvelar nada, la cinta de Mercero, que también hizo una aproximación fantástica a aquella época en La hora de los valientes, tiene uno de los finales más emocionantes que recuerdo. Con la música homónima de Antonio Machín y una potente escena con Chus Lampreave, donde pasa del plano contrapicado de ésta, al plano fijo en el Valle de los Caídos, culmina un trabajo sensacional. De esas películas a reivindicar de nuestro cine.
Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
21 de septiembre de 2015
21 de septiembre de 2015
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película curiosa, pero a la que Mercero no consigue darle suficiente viveza. Cabría esperar más malentendidos, que el doble de Franco intentara sacar más beneficio personal, y, en definitiva, más picaresca. Sin embargo no es así, por lo que la película queda sosa, sin chistes desternillantes, ni nada destacable.
En mi opinión, Mercero no arriesgó más. En los 80 el nombre de Franco todavía hacía temblar a muchos, y seguro que fue con pies de plomo. Además a Mercero le fue bastante bien durante la dictadura. Posiblemente no fuese tan crítico como lo sería un jornalero agrícola andaluz.
El terror que provocó el personaje queda reflejado perfectamente en la escena en la que el doble, disfrazado de Franco, se presenta en el prostíbulo.
Se la voy a poner a mi padre, que sufrió la posguerra. Seguramente él la encuentre más graciosa que yo.
En mi opinión, Mercero no arriesgó más. En los 80 el nombre de Franco todavía hacía temblar a muchos, y seguro que fue con pies de plomo. Además a Mercero le fue bastante bien durante la dictadura. Posiblemente no fuese tan crítico como lo sería un jornalero agrícola andaluz.
El terror que provocó el personaje queda reflejado perfectamente en la escena en la que el doble, disfrazado de Franco, se presenta en el prostíbulo.
Se la voy a poner a mi padre, que sufrió la posguerra. Seguramente él la encuentre más graciosa que yo.
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