Espartaco
8.0
70,292
Aventuras. Acción. Drama
Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
20 de octubre de 2007
20 de octubre de 2007
46 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Espartaco" es una de las obras cumbres en la historia del séptimo arte y desde mi personal punto de vista, la mejor película que hizo el maestro Stanley Kubrick durante su brillante trayectoria.
La historia es magnífica y está sabiamente dirigida, mientras que el reparto de actores realizan un trabajo espectacular, encabezado por un Kirk Douglas en estado puro y sublime.
Además los factores técnicos como la banda sonora, la fotografía, los decorados, el vestuario y todo lo que acompaña al argumento, le dan al conjunto un sello de película inolvidable.
Por si fuera poco, el tema es de rabiosa actualidad y es que desgraciadamente, en nuestra sociedad la lucha por la libertad es algo que siempre nos acompaña y que no hemos sabido desterrar con el paso de los años.
Así las cosas, Espartaco lucha con honor por llegar a ser un hombre libre, por alcanzar una mayor dignidad en su vida, una vida en la que él unicamente lleve las riendas. Para conseguir su objetivo, el héroe no dudará ni vacilará, empleando cuantas armas estén puestas a su alcance, en una aventura grandiosa de principio a fin, en toda una epopeya.
Desgraciadamente, la traición se cruzará en su camino, pero para saber el desenlace, mejor que vean la película y acompañen a Espartaco en su arduo camino.
Toda ayuda será bien recibida.
La historia es magnífica y está sabiamente dirigida, mientras que el reparto de actores realizan un trabajo espectacular, encabezado por un Kirk Douglas en estado puro y sublime.
Además los factores técnicos como la banda sonora, la fotografía, los decorados, el vestuario y todo lo que acompaña al argumento, le dan al conjunto un sello de película inolvidable.
Por si fuera poco, el tema es de rabiosa actualidad y es que desgraciadamente, en nuestra sociedad la lucha por la libertad es algo que siempre nos acompaña y que no hemos sabido desterrar con el paso de los años.
Así las cosas, Espartaco lucha con honor por llegar a ser un hombre libre, por alcanzar una mayor dignidad en su vida, una vida en la que él unicamente lleve las riendas. Para conseguir su objetivo, el héroe no dudará ni vacilará, empleando cuantas armas estén puestas a su alcance, en una aventura grandiosa de principio a fin, en toda una epopeya.
Desgraciadamente, la traición se cruzará en su camino, pero para saber el desenlace, mejor que vean la película y acompañen a Espartaco en su arduo camino.
Toda ayuda será bien recibida.
8 de diciembre de 2010
8 de diciembre de 2010
42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo vi Espartaco, por primera vez, en un cine-teatro de Vitoria hace cerca de cuarenta años; un sábado, en una sesión doble y continua. Llovía, y sabíamos que no lo dejaría en toda la gris jornada, por lo que pertrechados de refrescos y bocadillos nos sumergimos en la oscuridad de la sala en pleno mediodía (12,30). Por la pantalla, en buena vecindad con romanos y gladiadores, cabalgaban en ese momento, sucios y malcarados vaqueros buscando los confines del desierto de Tabernas. En aquellos días solo nos planteábamos lo de la duración de las películas para elegir, en caso de duda, las más largas; considerando que a igual precio era más atractiva la cantidad que la calidad. Éramos apenas prófugos de la niñez pero un amor imprevisto había invadido ya nuestros corazoncitos: el cine. Precisamente una de nuestras antiguas novias imposibles fue Varinia (Jean Simmons), que prefirió a Espartaco (Kirk Douglas) y, también desde aquel día las túnicas, que resbalaban del cuerpo de las mujeres como peces de manos enjabonadas, pasaron a ser para nosotros un imprescindible fetiche sexual.
No recuerdo aquel spaghetti-wester pero nunca olvidaré las siete horas que anduve entre animosos esclavos, pérfidas legiones, triunfantes traidores, senadores intrigantes, cobardes mercaderes e irreductibles militantes de la libertad. Sé que si el líder tracio se hubiera dirigido en cualquier momento al patio de butacas, hubiera contado al menos con un centenar más de harapientos dispuestos para marchar contra el malvado imperialismo romano y la capital de la República. Quién sabe si alguno de nosotros hubiéramos podido con nuestras propias manos estrangular al ambicioso e insensible Craso (Laurence Olivier), e incluso tocar las sandalias y el corazón de la viuda más valiente y más apreciada de la vetusta Roma.
Hace muchos años que el Teatro Amaya perdió su particular guerra de audiencias y quedó convertido en bloques. La gran pantalla en la que compartimos aventuras pasó a convertirse en centenares de diminutos aparatos de televisión; y los amplios palcos, con olor a púrpura de cortinón, en salitas de estar y en comedores de un solo comensal. Todo ha cambiado salvo el indómito espíritu de Espartaco y la maestría de Stanley Kubrick para conseguir soldarnos a la silla y devolvernos a los años que importan; a aquellos, que como decía García Márquez, nos conocieron felices e indocumentados.
No recuerdo aquel spaghetti-wester pero nunca olvidaré las siete horas que anduve entre animosos esclavos, pérfidas legiones, triunfantes traidores, senadores intrigantes, cobardes mercaderes e irreductibles militantes de la libertad. Sé que si el líder tracio se hubiera dirigido en cualquier momento al patio de butacas, hubiera contado al menos con un centenar más de harapientos dispuestos para marchar contra el malvado imperialismo romano y la capital de la República. Quién sabe si alguno de nosotros hubiéramos podido con nuestras propias manos estrangular al ambicioso e insensible Craso (Laurence Olivier), e incluso tocar las sandalias y el corazón de la viuda más valiente y más apreciada de la vetusta Roma.
Hace muchos años que el Teatro Amaya perdió su particular guerra de audiencias y quedó convertido en bloques. La gran pantalla en la que compartimos aventuras pasó a convertirse en centenares de diminutos aparatos de televisión; y los amplios palcos, con olor a púrpura de cortinón, en salitas de estar y en comedores de un solo comensal. Todo ha cambiado salvo el indómito espíritu de Espartaco y la maestría de Stanley Kubrick para conseguir soldarnos a la silla y devolvernos a los años que importan; a aquellos, que como decía García Márquez, nos conocieron felices e indocumentados.
10 de mayo de 2008
10 de mayo de 2008
40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ocasiones en que grandes luminarias se reúnen en un solo lugar y se hace una película épica. Siempre recordada y hasta venerada por millones de personas. Tal es el caso de “Espartaco”.
Un gran director, grandes actores y la belleza profunda e introvertida de Jean Simmons.
Una leyenda. Una historia de libertad.
La nariz respingada de Jean. Esclava liberada por el amor a un hombre condenado.
Hay películas que se vuelven leyendas y hay leyendas que son películas. Ese es el caso de “Espartaco”.
Recomiendo esta película por que el tiempo no ha podido borrarla de la mente de nosotros, tal vez porque es un canto a la libertad del alma. Un canto que se recrea en el vuelo de un ave bella como la leyenda de Jean Simmons.
Un gran director, grandes actores y la belleza profunda e introvertida de Jean Simmons.
Una leyenda. Una historia de libertad.
La nariz respingada de Jean. Esclava liberada por el amor a un hombre condenado.
Hay películas que se vuelven leyendas y hay leyendas que son películas. Ese es el caso de “Espartaco”.
Recomiendo esta película por que el tiempo no ha podido borrarla de la mente de nosotros, tal vez porque es un canto a la libertad del alma. Un canto que se recrea en el vuelo de un ave bella como la leyenda de Jean Simmons.
27 de enero de 2022
27 de enero de 2022
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A "Espartaco" le cabe el honor de ser uno de los "peplum" clásicos que mejor ha resistido el paso del tiempo,
La historia narra la rebelión de Espartaco, un gladiador tracio que, según la historiografía romana, lideró la III guerra servil contra la república romana entra los años 73 y 71 a.C.
Sus innegables valores fílmicos se deben a una conjunción de diversos factores entre los que destacan los siguientes:
La magistral dirección de Kubrick que, a pesar de haber acometido la tarea de dirección tras el despido de Anthony Man, supo dejar su impronta personal en todo el metraje tanto a nivel visual como narrativo.
El guion de Dalton Trumbo que supo adaptar la novela de Howard Fast, introduciendo sutiles reflexiones político-sociales que prestan un barniz intelectual al argumento.
La soberbia partitura de Alex North que compuso su obra maestra, de una gran sofisticación y sensibilidad, alejándose de la habitual pomposidad de la ambientación musical histórica, sin utilizar las fanfarrias triunfalistas ni los solemnes coros de los estilos impuestos por Miklos Rozsa (Ben-Hur) o Alfred Newman (La túnica sagrada).
Pero principalmente el film destaca por la magistral actuación de su reparto, todos ellos en el momento álgido de sus carreras artísticas:
Kirk Douglas está imponente en su caracterización de gladiador rebelde derrochando química junto a Jean Simmons, quizá algo envarada para encarnar a la sumisa esclava Varinia.
Laurence Olivier y Charles Laughton están deslumbrantes en sus caracterizaciones de senadores romanos.
Peter Ustinov, el inovidable Nerón de "Quo Vadis", nos brinda otra brillante composición recreando al astuto Batiatus.
Tony Curtis, que presta su juvenil apostura al rebelde Antonino.
El resto de reparto es de auténtico lujo para interpretar a personajes secundarios, tanto John Gavin, como Nina Foch, Woody Strode, John Ireland o Herbert Lom enriquecen todas la escenas en las que aparecen.
Quedan para el recuerdo varias escenas que forman parte independiente de la historia del cine y que detallo en la zona de spoiler para no arruinar la experiencia del visionado a las almas cándidas que se aproximen a la historia sin tener conocimiento previo de ella.
La historia narra la rebelión de Espartaco, un gladiador tracio que, según la historiografía romana, lideró la III guerra servil contra la república romana entra los años 73 y 71 a.C.
Sus innegables valores fílmicos se deben a una conjunción de diversos factores entre los que destacan los siguientes:
La magistral dirección de Kubrick que, a pesar de haber acometido la tarea de dirección tras el despido de Anthony Man, supo dejar su impronta personal en todo el metraje tanto a nivel visual como narrativo.
El guion de Dalton Trumbo que supo adaptar la novela de Howard Fast, introduciendo sutiles reflexiones político-sociales que prestan un barniz intelectual al argumento.
La soberbia partitura de Alex North que compuso su obra maestra, de una gran sofisticación y sensibilidad, alejándose de la habitual pomposidad de la ambientación musical histórica, sin utilizar las fanfarrias triunfalistas ni los solemnes coros de los estilos impuestos por Miklos Rozsa (Ben-Hur) o Alfred Newman (La túnica sagrada).
Pero principalmente el film destaca por la magistral actuación de su reparto, todos ellos en el momento álgido de sus carreras artísticas:
Kirk Douglas está imponente en su caracterización de gladiador rebelde derrochando química junto a Jean Simmons, quizá algo envarada para encarnar a la sumisa esclava Varinia.
Laurence Olivier y Charles Laughton están deslumbrantes en sus caracterizaciones de senadores romanos.
Peter Ustinov, el inovidable Nerón de "Quo Vadis", nos brinda otra brillante composición recreando al astuto Batiatus.
Tony Curtis, que presta su juvenil apostura al rebelde Antonino.
El resto de reparto es de auténtico lujo para interpretar a personajes secundarios, tanto John Gavin, como Nina Foch, Woody Strode, John Ireland o Herbert Lom enriquecen todas la escenas en las que aparecen.
Quedan para el recuerdo varias escenas que forman parte independiente de la historia del cine y que detallo en la zona de spoiler para no arruinar la experiencia del visionado a las almas cándidas que se aproximen a la historia sin tener conocimiento previo de ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mis escenas favoritas son:
El combate de gladiadores, cuando Draba perdona la vida a Espartaco, pese a tenerle a su merced, acto que le cuesta la vida, después de haber comprendido que su enemigo no era Espartaco, sino el propio sistema esclavista romano.
La sutil conversación entre el patricio Craso y el esclavo Antonino, censurada en el momento de su estreno y recuperada en la versión para DVD de 1991, sobre sus preferencias entre comer ostras o caracoles insinuando que el placer es una cuestión de gustos y no de principios o moralidad.
El momento, en que los generales romanos, tras derrotar al ejército de esclavos, exigen a los vencidos que identifiquen a su líder Espartaco, uno de ellos se pone en pie y antes de que pueda hablar, uno a uno, todos proclaman: "Yo soy Espartaco", demostrando que en cada uno de estos luchadores anónimos había germinado el espíritu de Espartaco, o lo que es lo mismoi, su ansia de libertad.
Y por último, la despedida de Varinia, mostrando a un Espartaco crucificado entre miles de esclavos ajusticiados, a su propio hijo nacido en libertad, y al bebé que sostiene entre sus brazos, la imagen de su padre agonizante, tras haber dado la vida por la libertad de su hijo y de toda la humanidad.
El combate de gladiadores, cuando Draba perdona la vida a Espartaco, pese a tenerle a su merced, acto que le cuesta la vida, después de haber comprendido que su enemigo no era Espartaco, sino el propio sistema esclavista romano.
La sutil conversación entre el patricio Craso y el esclavo Antonino, censurada en el momento de su estreno y recuperada en la versión para DVD de 1991, sobre sus preferencias entre comer ostras o caracoles insinuando que el placer es una cuestión de gustos y no de principios o moralidad.
El momento, en que los generales romanos, tras derrotar al ejército de esclavos, exigen a los vencidos que identifiquen a su líder Espartaco, uno de ellos se pone en pie y antes de que pueda hablar, uno a uno, todos proclaman: "Yo soy Espartaco", demostrando que en cada uno de estos luchadores anónimos había germinado el espíritu de Espartaco, o lo que es lo mismoi, su ansia de libertad.
Y por último, la despedida de Varinia, mostrando a un Espartaco crucificado entre miles de esclavos ajusticiados, a su propio hijo nacido en libertad, y al bebé que sostiene entre sus brazos, la imagen de su padre agonizante, tras haber dado la vida por la libertad de su hijo y de toda la humanidad.
31 de marzo de 2012
31 de marzo de 2012
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Épica película que cuenta la vida del esclavo tracio Espartaco que lideró la tercera guerra servil en plena República romana. Éste junto al Espartaco del 2004, Goran Visnjic en mi opinión recogen al auténtico Espartaco. No quiero perder el tiempo en esta crítica hablando del Spartacus de la serie, tan bien recogido al principio por el genial Andy Whitfield, pero que con el tiempo me pregunto si estoy viendo una serie sobre Espartaco o sobre Calígula con tanto desfase y tan poco pudor, no por el personaje de Espartaco, de hecho es el único normal, sino por algunos de los otros personajes degenerados que acompañan al pobre.
El caso es que Kirk Douglas aquí hizo el papel que según mi humilde opinión es el mejor de su carrera. Como nadie supo llevar la novela de Howard Fast a la gran pantalla. Fuerte, enérgico y sobretodo humilde su Espartaco es inolvidable, al igual que Varinia, su único amor, la esclava que conoce en el ludus, con una excelente Jean Simmons en sus mejores años. Juntos forman una de las parejas más entrañables de antaño cinematográfica. Personajes de la talla de Tony Curtis o Laurence Olivier no hacen nada más que engrandecer la cinta hasta extremos infinitos. Con unos decorados creíbles y un guión perfectamente estructurado la insurrección de Espartaco en el Vesubio hace justicia a estas grandes intepretaciones. Este Espartaco mezcla de inocencia y virilidad es inolvidable. Buenas coreografías de lucha y combinaciones. Claro, si es de Kubrick, no podía ser menos. Espléndido vestuario.
El caso es que Kirk Douglas aquí hizo el papel que según mi humilde opinión es el mejor de su carrera. Como nadie supo llevar la novela de Howard Fast a la gran pantalla. Fuerte, enérgico y sobretodo humilde su Espartaco es inolvidable, al igual que Varinia, su único amor, la esclava que conoce en el ludus, con una excelente Jean Simmons en sus mejores años. Juntos forman una de las parejas más entrañables de antaño cinematográfica. Personajes de la talla de Tony Curtis o Laurence Olivier no hacen nada más que engrandecer la cinta hasta extremos infinitos. Con unos decorados creíbles y un guión perfectamente estructurado la insurrección de Espartaco en el Vesubio hace justicia a estas grandes intepretaciones. Este Espartaco mezcla de inocencia y virilidad es inolvidable. Buenas coreografías de lucha y combinaciones. Claro, si es de Kubrick, no podía ser menos. Espléndido vestuario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todas las facetas del gladiador se ven en esta película, que mucho tendrían que aprender de ella muchas de ahora......la sublevación servil es contada hasta el último instante y desde el primero. Es una gran película porque no sólo habla del gran líder militar, que se atrevió a desafiar a la primera potencia mundial, sino porque habla del marido, del amigo, del padre que apenas llega a conocer a su hijo único casi postumo libre......es inagotable hablar de este Espartaco, al igual que el de el 2004. La figura de Craso y su obsesión con Espartaco y con poseer a Varinia demuestra la excelente dirección de Kubrick.
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