Brooklyn
6.6
13,518
Drama. Romance
En los años 50, la joven irlandesa Eilis Lacey decide abandonar Irlanda y viajar a los Estados Unidos, concretamente a Nueva York, donde conoce a Tony, un chico italiano con el que comienza a salir y del que se enamora. Pero, un día, a Eilis le llegan noticias de una triste noticia familiar y tendrá que decidir entre quedarse en su nuevo país o volver a su tierra natal. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2016
24 de enero de 2016
29 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda la dulzura, los bellos colores y la ambientación romántica de "Brooklyn" no alcanzan a ser suficientes para convencerte durante más de una hora frente a la pantalla (la trama avanza tan lento que a la mitad ya te preguntas si en realidad te interesa o no saber lo que sigue). Estamos en presencia de un filme sobrevalorado que descansa sobre los hombros de Saoirse Ronan, que no defrauda pero que tampoco estremece con su interpretación.
Puede rescatarse la bella fotografía y el diseño de vestuario. Pero, en general: totalmente olvidable.
Puede rescatarse la bella fotografía y el diseño de vestuario. Pero, en general: totalmente olvidable.
27 de diciembre de 2015
27 de diciembre de 2015
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente este es el año de Irlanda en el cine. Brooklyn y La habitación, la otra película irlandesa que está triunfando, acaparan todas las nomaciones a mejor película y actriz principal en los premios que reparten las diversas Asociaciones de Estados Unidos. Consolidadas como dos de las mejores películas del año, se ha unido también la compatriota Viva, una cinta hispanoparlante que ha roto las expectativas al colarse en la preselección de las candidatas a mejor película de habla no inglesa en los Oscars. John Crowley pertenece a la ola de directores irlandeses que llevan dando guerra desde hace más de 20 años y cuyas películas traspasan las islas británicas para coronarse en los festivales de todo el mundo. Crowley es un caso particular, pues es muy difícil reconocer en él un estilo propio. Comenzó su carrera en 2003 con Intermission, una cinta ambientada en Dublín y que contaba con un reparto coral para así formar una serie de historias cruzadas. Imitando en su desarrollo a Trainspotting, de moda en aquella época, fue una carta de presentación más que digna. Cinco años más tarde abandonó la comedia alocada para meterse de lleno en un drama duro (Boy A) para televisión, el cual tuvo un enorme éxito y ganó cuatro premios BAFTA. Pero a partir de ahí, desapareció. La irregular ¿Hay alguien ahí? no cumplió las expectativas y esta comedia dramática pasó sin pena ni gloria. Peor suerte tuvo su último trabajo, Circuito cerrado, una obra de corte político más que digna pero que no se llegó ni a estrenar en cines por nuestro país a pesar de contar con actores reconocidos como Eric Bana o Rebacca Hall. Tal vez, este fuera su trabajo más impersonal y que parece más el típico encargo de Hollywood que de un director europeo. Con Brooklyn, continúa en el drama pero echa una mirada atrás al retratar la sociedad irlandesa y americana de los años 50. El guion corre a cargo de un especialista en centrar historias en mujeres como es el nominado al Oscar Nick Hornby (An education, Alma salvaje). La película está basada en el libro del reputado escritor irlandés Colm Tóibín, especializado en plasmar la sociedad irlandesa, vivir en el extranjero y la lucha por preservar la identidad de uno mismo.
No hace falta irse muy lejos para pensar en una película parecida y que trate este tema de manera similar. Imposible que no se venga a la mente de uno El sueño de Ellis (The Immigrant), dirigida por James Gray, y que, casualidad o no, el título en español contiene el nombre de la protagonista de Brooklyn: Ellis. Y es que en el film protagonizado por Marion Cotillard, ese nombre hace referencia a Ellis Island, la isla que actuaba como entrada a todos los inmigrantes que llegaban en barco desde Europa. Aunque luego en el desarrollo se va a distanciar, ya que la cinta de Gray es mucho más oscura y trata temas tan delicados como la prostitución, sí que es parecida en cuanto al tema de la inmigración y el triángulo amoroso en la que se ve envuelta Cotillard.
A lo largo de la historia del cine, ha habido dos directores que han hecho del humanismo y la nostalgia sus dos principales características reconocibles en sus trabajos. El primero fue el japonés Yasujiro Ozu, que contaba perfectamente la descomposición familiar -muy presente en Brooklyn- a causa del abandono de los hogares por parte de los hijos. Para siempre quedará el duro retrato de Cuentos de Tokio. El segundo fue John Ford que, casualidades de la vida, era de origen Irlandés. Supo plasmar perfectamente la añoranza por los tiempos pasados y la identidad territorial que tiene uno. La patria jugó un papel muy importante en todos sus trabajos, al igual que las personas que uno va dejando atrás. De esta manera, rebosaba a sus protagonistas de una melancolía palpable y que tocaba a uno el corazón. El hombre que mató a Liberty Valance, Río Grande o Qué verde era mi valle son algunos de los ejemplos más claros. En Brooklyn podemos encontrar todo ello con un lirismo que adorna todo el relato y evoca continuamente al maestro californiano. Tal vez, la diferencia más palpable es que John Crowley se centra exclusivamente en los sentimientos de Ellis y se olvida en parte, intencionadamente o no, de hacer una radiografía clara de la sociedad de la época y su continua evolución como sí hacían los otros dos; aunque sí podemos ver un poco las diferencias que existían entonces entre la vida americana y la irlandesa. Ya sea en la forma de vestir o en la manera abierta o cerrada que se comportaban las diferentes personas. Lo que sí concuerda con Ford o con Ozu es en la capacidad de dotar a los secundarios de un humanismo que no todas las películas son capaces de dar; pues todos ellos rebosan de vida y están presentes incluso fuera de plano.
- Sigue en spoilers sin ningún spoiler -
No hace falta irse muy lejos para pensar en una película parecida y que trate este tema de manera similar. Imposible que no se venga a la mente de uno El sueño de Ellis (The Immigrant), dirigida por James Gray, y que, casualidad o no, el título en español contiene el nombre de la protagonista de Brooklyn: Ellis. Y es que en el film protagonizado por Marion Cotillard, ese nombre hace referencia a Ellis Island, la isla que actuaba como entrada a todos los inmigrantes que llegaban en barco desde Europa. Aunque luego en el desarrollo se va a distanciar, ya que la cinta de Gray es mucho más oscura y trata temas tan delicados como la prostitución, sí que es parecida en cuanto al tema de la inmigración y el triángulo amoroso en la que se ve envuelta Cotillard.
A lo largo de la historia del cine, ha habido dos directores que han hecho del humanismo y la nostalgia sus dos principales características reconocibles en sus trabajos. El primero fue el japonés Yasujiro Ozu, que contaba perfectamente la descomposición familiar -muy presente en Brooklyn- a causa del abandono de los hogares por parte de los hijos. Para siempre quedará el duro retrato de Cuentos de Tokio. El segundo fue John Ford que, casualidades de la vida, era de origen Irlandés. Supo plasmar perfectamente la añoranza por los tiempos pasados y la identidad territorial que tiene uno. La patria jugó un papel muy importante en todos sus trabajos, al igual que las personas que uno va dejando atrás. De esta manera, rebosaba a sus protagonistas de una melancolía palpable y que tocaba a uno el corazón. El hombre que mató a Liberty Valance, Río Grande o Qué verde era mi valle son algunos de los ejemplos más claros. En Brooklyn podemos encontrar todo ello con un lirismo que adorna todo el relato y evoca continuamente al maestro californiano. Tal vez, la diferencia más palpable es que John Crowley se centra exclusivamente en los sentimientos de Ellis y se olvida en parte, intencionadamente o no, de hacer una radiografía clara de la sociedad de la época y su continua evolución como sí hacían los otros dos; aunque sí podemos ver un poco las diferencias que existían entonces entre la vida americana y la irlandesa. Ya sea en la forma de vestir o en la manera abierta o cerrada que se comportaban las diferentes personas. Lo que sí concuerda con Ford o con Ozu es en la capacidad de dotar a los secundarios de un humanismo que no todas las películas son capaces de dar; pues todos ellos rebosan de vida y están presentes incluso fuera de plano.
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spoiler:
John Crowley rueda con elegancia, dentro de los parámetros clasicistas que hay en este tipo de películas, pero lo hace acorde a la simplicidad de la historia. Y es aquí donde resalta el aroma de los clásicos y la convierte en algo diferente. Porque muchas veces, como pasan con muchas películas antiguas, no hace falta tener un idea muy innovadora para hacer algo espectacular. Brooklyn está hecha con todo el mimo del mundo, y su fuerza radica precisamente en una realización muy cuidada y en la grandísima interpretación de Saoirse Ronan, la cual consigue emocionarnos y conmovernos ante la nostalgia que le invade. Un personaje débil e inseguro, que hace acordarnos de Marion Cotillard en el film antes mencionado, pero que cada paso que pega significa un adelanto hacia su felicidad. Y Crowley acierta plenamente en no convertir Brooklyn en una historia derrotera y pesimista. Así, pega un giro completamente cuando aparece en escena Tony, y de los escenarios de cuatro paredes, que son los que predominaban, se pasa a campo abierto para mostrarnos la belleza de una ciudad que no nos habían permitido apreciar. El trabajo de Saoirse Ronan ya se ha visto recompensado con todas las nominaciones recibidas, y es que toda alabanza es poca para lo que se merece. Brooklyn es ella.
Quizá se le puede achacar la torpeza a la hora de tratar la segunda historia de amor, que lamentablemente no llega a estar igual de construida que la primera. Esto se debe en parte a que la evolución de Ellis, la cual era crucial en la primera mitad, ya se ha consumado en esta última parte y peca de cierto inmovilismo; a la vez que el escaso y rápido desarrollo que hay en su relación con Domhnall Gleeson, el personaje que más sale perjudicado, altera al tacto con el que se estaba tratando a la cinta. El cambio de Ellis en sus sentimientos y las dudas que le entran a la hora de decidir si quedarse o irse, no son igual de intensas que la añoranza y la melancolía que sentía al principio. La delicadeza y el conservadurismo en el desarrollo es lo que más destaca y lo que impide que se meta de lleno en el melodrama puro y duro, del que podría haber salido perdiendo. Y con esa contención es como terminará la película, que para algunos será una resolución rápida y para otros un acierto que hace que no se pierda en determinadas subtramas de las que luego son difíciles de salir.
La banda sonora, de corte clásico y muy emotiva, cumple con creces, pero lo más destacado es la fotografía, que rebosa de iluminación y de un delicioso color pastel, la cual está a cargo del canadiense Yves Bélanger, fiel colaborador de Jean-Marc Vallée. El diseño artístico, como viene siendo habitual en este tipo de trabajos, es exquisito y cuenta con más de una nominación en diversos premios que están por darse.
Brooklyn vendría siendo el ejemplo de aquellas películas, como Mustang, que son pequeñas pero que, precisamente de esa inferioridad, es donde radica su grandeza. Habrá películas más grandes e interesantes, pero ninguna será más conmovedora y adorable que este precioso trabajo.
http://www.cineautorweb.com/2015/12/26/brooklyn/
Quizá se le puede achacar la torpeza a la hora de tratar la segunda historia de amor, que lamentablemente no llega a estar igual de construida que la primera. Esto se debe en parte a que la evolución de Ellis, la cual era crucial en la primera mitad, ya se ha consumado en esta última parte y peca de cierto inmovilismo; a la vez que el escaso y rápido desarrollo que hay en su relación con Domhnall Gleeson, el personaje que más sale perjudicado, altera al tacto con el que se estaba tratando a la cinta. El cambio de Ellis en sus sentimientos y las dudas que le entran a la hora de decidir si quedarse o irse, no son igual de intensas que la añoranza y la melancolía que sentía al principio. La delicadeza y el conservadurismo en el desarrollo es lo que más destaca y lo que impide que se meta de lleno en el melodrama puro y duro, del que podría haber salido perdiendo. Y con esa contención es como terminará la película, que para algunos será una resolución rápida y para otros un acierto que hace que no se pierda en determinadas subtramas de las que luego son difíciles de salir.
La banda sonora, de corte clásico y muy emotiva, cumple con creces, pero lo más destacado es la fotografía, que rebosa de iluminación y de un delicioso color pastel, la cual está a cargo del canadiense Yves Bélanger, fiel colaborador de Jean-Marc Vallée. El diseño artístico, como viene siendo habitual en este tipo de trabajos, es exquisito y cuenta con más de una nominación en diversos premios que están por darse.
Brooklyn vendría siendo el ejemplo de aquellas películas, como Mustang, que son pequeñas pero que, precisamente de esa inferioridad, es donde radica su grandeza. Habrá películas más grandes e interesantes, pero ninguna será más conmovedora y adorable que este precioso trabajo.
http://www.cineautorweb.com/2015/12/26/brooklyn/
26 de febrero de 2016
26 de febrero de 2016
37 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Drama? El de su nominación, ¿Romance? Si la película de John Crowley es una buena historia de amor abandono cualquier deseo de experimentarlo. Brooklyn es simple y llana en su totalidad, una cinta que apenas se sostiene por una buena, pero no excelente, actuación y un notable vestuario acorde con la ambientación.
Un largometraje vacío que no aporta absolutamente nada nuevo, no hay ni un atisbo de sentimiento en una historia que pretende encogernos el corazón, un argumento simplificado al extremo que no sabe sacar provecho a ninguna de las situaciones en él presentadas. Aburrida, sosa y carente de inteligencia, así es Brooklyn, mal tiene que estar el cine británico para haber ganado el Bafta en su categoría.
Saoirse Ronan es la única flor del árido desierto que es Brooklyn, buena interpretación para una muy joven actriz de tan solo veintiún añitos, el problema es que la cinta está carente de cualquier pizca de pasión, un corazón comatoso que en algún breve momento intenta remontar sin éxito alguno. Pero el peor defecto es su pasmosa previsibilidad, no lo dudes, eso que piensas que pasará mientras la estás viendo, ocurre, una y otra vez, mientras quieres creer que no puede ser, que el “bueno” de Crowley nos va a sorprender por donde menos lo esperamos, o que los actores conseguirán llevarnos hasta uno de los distritos más emblemáticos de Nueva York, pero no, nada más lejos de la realidad, eres demasiado consciente de que estas sentado en la butaca del cine y te acaban entrando esas odiosas ganas de abandonarla lo antes posible.
Brooklyn es un paseo en línea recta que pese a su bonito paisaje no querrás repetir, un producto que pretende ser dulce pero al que le falta el azúcar, un título carente de alma y vacío de contenido.
Lo mejor: Saoirse Ronan, el vestuario y la ambientación.
Lo peor: Exageradamente previsible y simple hasta la médual.
Más en http://estovacine.blogspot.com.es o en www.magazinema.es
Un largometraje vacío que no aporta absolutamente nada nuevo, no hay ni un atisbo de sentimiento en una historia que pretende encogernos el corazón, un argumento simplificado al extremo que no sabe sacar provecho a ninguna de las situaciones en él presentadas. Aburrida, sosa y carente de inteligencia, así es Brooklyn, mal tiene que estar el cine británico para haber ganado el Bafta en su categoría.
Saoirse Ronan es la única flor del árido desierto que es Brooklyn, buena interpretación para una muy joven actriz de tan solo veintiún añitos, el problema es que la cinta está carente de cualquier pizca de pasión, un corazón comatoso que en algún breve momento intenta remontar sin éxito alguno. Pero el peor defecto es su pasmosa previsibilidad, no lo dudes, eso que piensas que pasará mientras la estás viendo, ocurre, una y otra vez, mientras quieres creer que no puede ser, que el “bueno” de Crowley nos va a sorprender por donde menos lo esperamos, o que los actores conseguirán llevarnos hasta uno de los distritos más emblemáticos de Nueva York, pero no, nada más lejos de la realidad, eres demasiado consciente de que estas sentado en la butaca del cine y te acaban entrando esas odiosas ganas de abandonarla lo antes posible.
Brooklyn es un paseo en línea recta que pese a su bonito paisaje no querrás repetir, un producto que pretende ser dulce pero al que le falta el azúcar, un título carente de alma y vacío de contenido.
Lo mejor: Saoirse Ronan, el vestuario y la ambientación.
Lo peor: Exageradamente previsible y simple hasta la médual.
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21 de febrero de 2016
21 de febrero de 2016
26 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Que pasa si cogemos bonitos paisajes, algo parecido a Pearl Harbor y a La huesped? Que sale un telefilm de sobremesa irlandés en la producción pero con un patriotismo americano extremo. Un trío romántico donde vemos a una inmigrante que no sabe lo que quiere, que le suceden cosas pero no nos importan y una sucesión de momentos dramáticos que no emocionan más allá de una quizás aceptable fotografía, diseño de vestuario y música. Saoirse Ronan está muy bien y no voy a cuestionar su lucimiento para el que está escrito el guión de la película, aunque personalmente he visto papeles menos tópicos, más emotivos y más sorprendentes, mismamente de ella en The Lovely Bones, la obra infravalorada y maltratada de Peter Jackson de hace unos años. Crowley se esfuerza pero su intento de hacer un melodrama se queda en una cinta de sobremesa de domingo, no de una película de premios donde al menos las emociones estén a flor de piel. Más bien es una carta de amor a América, en especial a Brooklyn donde una y otra vez se recalca que es la tierra de las oportunidades y donde puedes cumplir tus sueños, no me parece mal y más siendo irlandesa pero es que el romance me parece tan artificial, superficial y extremadamente aburrido que los bostezos han abundado bastante en mí. La peor de las candidatas a la mejor película de este año que claramente no va a ganar. Regular.
27 de febrero de 2016
27 de febrero de 2016
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace unos años ¿Una década, tal vez? No existe ningún trabajo cinematográfico que nos sorprenda. Brooklyn es una de esas películas.
Impecablemente facturada, con un elenco de actores bien elegidos y una dirección correcta, Brooklyn no es nada de nada. La visión es convencional previsible y por supuesto muy agradable.
Cuanto lamento que se haya desvanecido la magia que el cine tenía. Y que todavía prevalece en esos trabajos clásicos, sin tener que remontarnos mucho más allá de veinte años.
Una lástima.
Impecablemente facturada, con un elenco de actores bien elegidos y una dirección correcta, Brooklyn no es nada de nada. La visión es convencional previsible y por supuesto muy agradable.
Cuanto lamento que se haya desvanecido la magia que el cine tenía. Y que todavía prevalece en esos trabajos clásicos, sin tener que remontarnos mucho más allá de veinte años.
Una lástima.
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