La gaviota
5.8
1,105
Drama
Rusia, a finales del siglo XIX. La actriz Irina Arkadina (Annette Bening) es una veterana y vanidosa estrella del teatro moscovita que pasa parte del verano en una idílica finca junto a un lago, propiedad de su hermano enfermo (Brian Dennehy). Allí compartirá los días con su amante, el escritor Boris Trigorin (Corey Stoll), su hijo (Billy Howle), aspirante a escritor, y la joven e ingenua actriz Nina Zarechnaya (Saoirse Ronan). Ellos, y ... [+]
3 de septiembre de 2018
3 de septiembre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo un entramado de amores equivocados capitaneados -y no porque sea la principal- por una Elisabeth Moss/Masha que lo combate con vodka y de negro riguroso, en un registro de lo más moderno y transgresor... En cambio son muy románticos, pero yo encuentro baldíos, esos primeros planos, tan repetidos en el lago, para que apreciemos mejor las pecas estivales de Saoirse -dicho sea como dato menor-, una Nina emblemática tan frágil como entusiasta…
Annette Bening, como siempre, da una lección de clase al encarnar a esa Irina azuzando a todo el mundo, como diva y como madre. En cuanto a Billy Howle/Konstan -conste que me alegro por él y he apreciado su rol- pone en el asador todo lo que faltaba en "Chesil" aunque, lamentablemente, le acabe pasando lo mismo ;(
La clave, sin embargo, radica para mí en el arte de sufrir -en el que la literatura rusa es maestra-, no apto para cualquiera y lindando con la excelencia, tal como expresa muy bien ese párrafo del epílogo, demoledor pero sublime, en el que yo -y que don Antón me perdone!!- no hubiese liquidado de un plumazo todas las penurias con Boris, ese escritor tan mediático como también perturbador.
(Respecto al flashback de entrada, que enlaza con el final, mejor consultar la obra, si es que existe alguna duda como me ocurrió a mí, para comprender mejor el vuelo de esa gaviota tan hermoso y tan fugaz.)
Annette Bening, como siempre, da una lección de clase al encarnar a esa Irina azuzando a todo el mundo, como diva y como madre. En cuanto a Billy Howle/Konstan -conste que me alegro por él y he apreciado su rol- pone en el asador todo lo que faltaba en "Chesil" aunque, lamentablemente, le acabe pasando lo mismo ;(
La clave, sin embargo, radica para mí en el arte de sufrir -en el que la literatura rusa es maestra-, no apto para cualquiera y lindando con la excelencia, tal como expresa muy bien ese párrafo del epílogo, demoledor pero sublime, en el que yo -y que don Antón me perdone!!- no hubiese liquidado de un plumazo todas las penurias con Boris, ese escritor tan mediático como también perturbador.
(Respecto al flashback de entrada, que enlaza con el final, mejor consultar la obra, si es que existe alguna duda como me ocurrió a mí, para comprender mejor el vuelo de esa gaviota tan hermoso y tan fugaz.)
14 de septiembre de 2018
14 de septiembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea es básica, clásica que dirían otros, pero el resultado puede entretener. Las magistrales interpretaciones del elenco femenino obnubilan al sector masculino. Bening llena con su acidez descarnada un personaje épico y eterno. Ronan calca a un estereotipo vivaz pero comprensible y sale airosa a pesar de su actitud. La sibilina sordidez y desquicio de Moss ensancha las costuras de los espectadores y amplía la visión enérgica de los anhelos interiores. No dejan indiferente tres formas, actitudes y visiones de un mundo femenino que llena la pantalla y las ansias de los espectadores. El corte clásico del guion se acompaña de una musicalidad de las tramas que deja entrever de fondo las palabras de y las órdenes de un Chéjov eterno. Porque el tema es universal, eterno y perenne. Vístanlo de modernidad o clasicismo, las palabras se escriben y los actos se ven, y el director las plasma con oscilante prudencia y serenidad, contundente en su mensaje.
26 de septiembre de 2018
26 de septiembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gaviota
"La medicina es mi esposa legítima y la literatura mi amante, cuando me canso de una, paso la noche con la otra." Antón Chéjov
He tenido la inmensa fortuna de ver esta extraordinaria adaptación al cine de “La gaviota”, tal vez la obra teatral más conocida y representada del gran genio literario que fue el ruso Chéjov. Y valga la ocasión para puntualizar que la noche de su estreno, el 17 de octubre de 1986, fue abucheada por el público que abarrotaba el teatro de Alekxandrinsky en San Petersburgo. Insólito.
Su director Michael Mayer, que también ha dirigido obras de teatro, entre ellas “Tío Vania”, ha logrado realizar una magnífica película ajustadísima a la versión del gran dramaturgo. Aprovecha con gran acierto los muchos recursos que le ofrece el cine sin desvirtuar la verdadera naturaleza ni el vigor de la obra. Hace uso, a través de una espléndida fotografía, de los bellísimos exteriores que rodean la casa de Sorin (un gran Brian Dennehy) en su agónico final; construye un acertadísimo “flasback” con mucho sentido narrativo para empezar la cinta por el cuarto y último acto sin desvelarnos su final. Una impecable ambientación y los sorprendentes movimientos de una cámara ágil que se desplaza como pez en el agua en cada secuencia contribuyen al desarrollo del drama y una música celestial eleva la intensidad de la trama cuando suena embriagador el “Lascia ch’io pianga” de Handel, melancólica la “Meditación” de Tchaikovsky y su sonata de cuerdas, o las vibrantes rapsodas y sonatinas rusas de sobresaliente factura.
Nada hay que desentone en esta perfecta y contenida realización. Annete Benning brilla en la piel de la caprichosa Irina; Corey Stoll se agiganta interpretando a Boris; Saorise Ronan, una vez más, nos desgarra actuando como la dulce e inocente Nina seducida y engañada por la fama de su depredador; Billy Ronan cargará con la gran responsabilidad de protagonizar al inestable y atormentado Konstantin y Elisabeth Moss asumirá la pasión que atormenta a Masha por un amor no correspondido.
Mayer respeta el texto de Chéjov y siguen ahí inalterables el germen de una burguesía decadente y la insolencia de una servidumbre que comienza a ser consciente de su postración de siglos. Apenas dos décadas después, esa siembra desembocaría irremediablemente en la sangrienta Revolución Bolchevique.
Emilio Castelló Barreneche
"La medicina es mi esposa legítima y la literatura mi amante, cuando me canso de una, paso la noche con la otra." Antón Chéjov
He tenido la inmensa fortuna de ver esta extraordinaria adaptación al cine de “La gaviota”, tal vez la obra teatral más conocida y representada del gran genio literario que fue el ruso Chéjov. Y valga la ocasión para puntualizar que la noche de su estreno, el 17 de octubre de 1986, fue abucheada por el público que abarrotaba el teatro de Alekxandrinsky en San Petersburgo. Insólito.
Su director Michael Mayer, que también ha dirigido obras de teatro, entre ellas “Tío Vania”, ha logrado realizar una magnífica película ajustadísima a la versión del gran dramaturgo. Aprovecha con gran acierto los muchos recursos que le ofrece el cine sin desvirtuar la verdadera naturaleza ni el vigor de la obra. Hace uso, a través de una espléndida fotografía, de los bellísimos exteriores que rodean la casa de Sorin (un gran Brian Dennehy) en su agónico final; construye un acertadísimo “flasback” con mucho sentido narrativo para empezar la cinta por el cuarto y último acto sin desvelarnos su final. Una impecable ambientación y los sorprendentes movimientos de una cámara ágil que se desplaza como pez en el agua en cada secuencia contribuyen al desarrollo del drama y una música celestial eleva la intensidad de la trama cuando suena embriagador el “Lascia ch’io pianga” de Handel, melancólica la “Meditación” de Tchaikovsky y su sonata de cuerdas, o las vibrantes rapsodas y sonatinas rusas de sobresaliente factura.
Nada hay que desentone en esta perfecta y contenida realización. Annete Benning brilla en la piel de la caprichosa Irina; Corey Stoll se agiganta interpretando a Boris; Saorise Ronan, una vez más, nos desgarra actuando como la dulce e inocente Nina seducida y engañada por la fama de su depredador; Billy Ronan cargará con la gran responsabilidad de protagonizar al inestable y atormentado Konstantin y Elisabeth Moss asumirá la pasión que atormenta a Masha por un amor no correspondido.
Mayer respeta el texto de Chéjov y siguen ahí inalterables el germen de una burguesía decadente y la insolencia de una servidumbre que comienza a ser consciente de su postración de siglos. Apenas dos décadas después, esa siembra desembocaría irremediablemente en la sangrienta Revolución Bolchevique.
Emilio Castelló Barreneche
4 de septiembre de 2018
4 de septiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es en si la historia, es la manera de contarlo y las interpretaciones absolutamente geniales lo que hace que esta historia de amores cruzados sea tan atractiva e interesante. El ritmo no decae en ningún momento y hasta da pena que se acabe
Acompañan a esto una dirección artística muy buena y una buena fotografía.
De las buenas del año.
Acompañan a esto una dirección artística muy buena y una buena fotografía.
De las buenas del año.
17 de junio de 2019
17 de junio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay obra más definitoria del inmenso talento de Antón Chéjov que esta obra teatral, un fracaso en su estreno, que habla del paso del tiempo, la brevedad de la vida, los amores contrariados, los lánguidos atardeceres de un verano fugaz, tan fugaz como la misma juventud. Es preciso sentarse relajado y escuchar los hermosos diálogos que van desgranando los personajes cuyas vidas, en el plazo de dos años, cambian de forma drástica, visitados por la muerte, el desamor, la contrariedad, el fin de las ilusiones. En esta versión rodada en Estados Unidos, pero de innegable paleta británica, la elegancia y la sensibilidad toman las riendas del relato y nos pasean por la existencia de unos seres que se aman de manera entrecruzada. Nadie se entera de que es amado por otro que no es su pareja hasta que es demasiado tarde. Un viaje de estas características necesitaba de un reparto poderoso, como así ha sido. Encabezado por Annette Benning, maravillosa actriz, maravillosa mujer, siempre ninguneada por el Oscar: cuando no la nominan, sale entre las cinco elegidas y se lo dan a otra. Así es la vida. Pero Benning va bien acompañada por la deliciosa Saoirse Ronan, una de las intérpretes más cualificadas de su generación, que nos brinda una Nina frágil y entregada al amor generoso de la adolescencia; por Corey Stoll, en el papel del voluble Boris, un hombre débil en lo tocante a los enamoramientos; y por el gran Brian Dennehy, ya octogenario, al que yo creía jubilado o enterrado, un Sorin de lo más convincente. El resto del reparto funciona como un mecanismo de relojería. Mayer consigue traspasar las fronteras del escenario y componer conmovedoras escenas de exteriores que nos sacan de los estrechos confines que delimitan la mansión. No es una gran película, por supuesto, sino una preciosa pieza de orfebrería que restaña las heridas de los corazones y templa el exceso de palpitaciones. Una muy hermosa banda sonora de Nico Muhly y Anton Sanko acompaña a las peripecias vitales de las criaturas inmortalizadas por el genio de Chéjov.
En 1968, Sidney Lumet dirigió una versión de La gaviota interpretada, nada más y nada menos, por Vanessa Redgrave, David Warner, James Mason y Simone Signoret, además de Harry Andrews y Denholm Elliott. ¿Os lo imagináis? Y jamás, jamás se ha editado en DVD. ¿Alguien podría hacernos un favor? Gracias.
En 1968, Sidney Lumet dirigió una versión de La gaviota interpretada, nada más y nada menos, por Vanessa Redgrave, David Warner, James Mason y Simone Signoret, además de Harry Andrews y Denholm Elliott. ¿Os lo imagináis? Y jamás, jamás se ha editado en DVD. ¿Alguien podría hacernos un favor? Gracias.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here